HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Noviembre 2021
AUNQUE SEA BUENO. “Al entrar él
en la barca, el que había estado
endemoniado le rogaba que le dejase
estar con él. Mas Jesús no se lo
permitió, sino que le dijo: Vete a tu
casa, a los tuyos, y cuéntales cuán
grandes cosas el Señor ha hecho
contigo, y cómo ha tenido
misericordia de ti.” (Marcos 5:18,19).
Desde luego los planes de Dios son
mejores que los nuestros, son
perfectos y son para bien. Con el
ejemplo del ex endemoniado
gadareno, y lo que él hace en
nuestras vidas, aprendemos a no
espiritualizarlo todo y a no concebir el
buen hacer de otros como un patrón
de conducta, dejando lugar a la voz
de Dios, porque él dijo:“mis
pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos
mis caminos.” (Isaías 55:8).
Sin ser un “alma libre” que hace lo que
bien le parece, pero tampoco un
“búnker hermético” que no admite
diferencia ninguna, pidamos a Dios
que nuestro caminar sea con los ojos
abiertos, con el oído presto y sobre
todo con el corazón blando para
obedecerle.
En este caso, toda la provincia de
Decápolis recibió la bendición del
mensaje del evangelio extendido a
cada rincón gracias a sujeción del
gadareno en ir y contar cuán grandes
cosas había hecho el Señor con él
(Marcos 5:20). A simple vista su
petición era espiritual, digna de imitar,
fruto perfecto del amor de Dios
derramado en su corazón, pero había
otro plan para él, “¡Oh profundidad de
las riquezas de la sabiduría y de la
ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus juicios, e inescrutables sus
caminos! Porque ¿quién entendió la
mente del Señor? ¿O quién fue su
consejero? ¿O quién le dio a él
primero, para que le fuese
recompensado? Porque de él, y por
él, y para él, son todas las cosas. A él
sea la gloria por los siglos. Amén.”
(Romanos 11:33-36).
A U N QU E S E A E N D E FE N S A .
“Entonces ellos dijeron: Señor, aquí
hay dos espadas. Y él les dijo:
Basta… Y uno de ellos hirió a un
siervo del sumo sacerdote, y le cortó
la oreja derecha. Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Basta ya;
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CUANDO EL SEÑOR DICE ¡NO!
dejad. Y tocando su oreja, le sanó.”
(Lucas 22:38,50,51). “¿Pero cómo
entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que
así se haga?” (Mateo 26:51-54).
Como en el caso anterior, el Señor
dice NO a lo que parece correcto en
un principio, todo con el propósito de
que se cumpla algo mejor.
Con cada paso que Jesús daba se
cumplía una profecía, en el tiempo y
de la manera perfecta. Desde su
nacimiento hasta su ascensión todo
lo planificado en el cielo acerca de
nuestro Salvador y todo lo dicho en
la tierra para conocimiento del
hombre, se cumplió. Así quedaba
demostrado, una vez más, que
Jesús era el Cristo, el Mesías, el
enviado, el Hijo de Dios. Sucede lo
mismo con el arresto de Jesús,
debía ser así, de noche, en complot,
con armas, a traición, como a un
ladrón (Marcos 14:48). Para
nosotros es igual, cuando nos
vemos cara a cara con la ofensa, la
persecución, la injusticia humana, la
mentira, reconociendo
primeramente que “todos
ofendemos muchas veces.”
(Santiago 3:2), preguntándonos lo
mismo que hizo Pablo con sus
hermanos en Corinto: “¿Por qué no
sufrís más bien el agravio? ¿Por qué
no sufrís más bien el ser
defraudados?” (1Corintios 6:7). Ya
sabemos la respuesta del Señor, “En
el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.”
(Juan 16:33), “Porque esta leve
tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente
y eterno peso de gloria; no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino
las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las
que no se ven son eternas.” (2
Corintios 4:17,18); sabiendo que de
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su presencia procede la vindicación
(Salmo 17:1), él defiende nuestra
causa (Lamentaciones 3:59), y
además suya es la venganza, él dará
el pago (Romanos 12:19).
El mismo que promete estar con
nosotros todos los días para
cuidarnos y protegernos es también el
que nos llama a perdonar al ofensor,
“cuando estéis orando, perdonad, si
tenéis algo contra alguno” (Mateo
11:25), “Confesaos vuestras ofensas
unos a otros, y orad unos por otros,
para que seáis sanados.” (Santiago
5:16) y a “Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os
persiguen.” (Mateo 5:44)
AUNQUE PAREZCA NECESARIO.
“Y los envió a predicar el reino de
Dios, y a sanar a los enfermos. Y les
dijo: No toméis nada para el camino, ni
bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni
llevéis dos túnicas.” (Lucas 9:1-3). “Y
a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa,
sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó
algo? Ellos dijeron: Nada.” (Lucas
22:35).
Olvidamos a menudo que Dios no es
como nosotros. Sus pensamientos
están tan lejos de los nuestros como el
oriente del occidente. Sus ojos ven el
futuro, mientras nosotros apenas
intentamos aprender a vivir el
presente. Nuestra apreciación de las
cosas difiere sobremanera a la
percepción suya. Con razón vivimos
afanados y turbados, trabajados y
cargados, si no es por la comida, es
por la hipoteca, por el trabajo, por el
sueldo, por el jefe, por el vecino, por
los estudios, por el maestro, por el
compañero, por el líder en la
asamblea, por el hermano o hermana
que me ha faltado, por el viaje que no
puedo hacer, por las arrugas, las
canas, la celulitis, la barriga, por la
edad, por el frío, por el calor, porque
sí, porque no… Todas estas son
cosas terrenales, temporales,
perecederas, mortales. ¿Nos ha
faltado algo que hasta ahora Dios no
nos haya dado? Sabiendo poner el ojo
en las cosas de aquí, ¿por qué no
elevar un poco más la mirada a las
cosas de allí? En los tesoros
celestiales, “donde ni la polilla ni el
orín corrompen, y donde ladrones no
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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minan ni hurtan.” (Mateo 6:20). “Por
tanto os digo: No os afanéis por
vuestra vida, qué habéis de comer o
qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es
la vida más que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido? Mirad las
aves del cielo, que no siembran, ni
siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que
ellas? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos,
o qué vestiremos? Porque los
gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que
tenéis necesidad de todas estas
cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas os serán añadidas. Así
que, no os afanéis por el día de
mañana, porque el día de mañana
traerá su afán. Basta a cada día su
propio mal.” (Mateo 6:25-34).
ANA RUIZ
DIOS TIENE
LA ÚLTIMA PALABRA
ANA RUIZ
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EL PLAN PERFECTO DE DIOS
“Ahora, pues, no os entristezcáis, ni
os pese de haberme vendido acá;
porque para preservación de vida me
envió Dios delante de vosotros. Así,
pues, no me enviasteis acá vosotros,
sino Dios, que me ha puesto por
padre de Faraón y por señor de toda
su casa, y por gobernador en toda la
tierra de Egipto.” (Génesis 45:5, 8)
Fascinante declaración que hace
José, hijo de Israel, casi veintidós
años después que fuera vendido por
sus hermanos. Es maravilloso ver lo
que Dios obra con tanta perfección en
un corazón que es temeroso de él.
El plan de Dios en la vida de José fue
claro, para preservación de vida me
envió Dios. También está claro que
llegar a esto no fue nada fácil,
tuvieron que pasar muchos años,
injusticias, soledad, tuvo que ser
separado de su padre que tanto
amaba, de su tierra, sufrir el
menosprecio y envidia de sus
hermanos, la injuria por parte de la
mujer de Potifar, el olvido de su
compañero de prisión, el copero del
rey, después de haber recibido el
favor. Todo esto aconteció en la vida
de José, pero bajo la soberanía y el
plan perfecto de Dios, pues él tenía su
mirada fija en José, no se apartó de él
en ningún momento y fue sensible
ante la injusticia, pues usó a Rubén,
el mayor de sus hermanos, para
impedir su muerte. Cuando estuvo en
casa de Potifar, Dios estaba con él y
fue varón próspero en gran manera.
Cuando fue injuriado y llevado a la
cárcel por la mujer de este hombre,
Dios extendió su misericordia y le dio
gracia.
Sin duda, el Altísimo tenía un
propósito perfecto para su vida y
nunca permitió nada que él no
pudiera soportar. Con todo ello José
fue plenamente preparado,
capacitado para administrar los
bienes del mismo Faraón y para
preservar la vida de toda la tierra.
El carácter de José fue moldeado
para luego perdonar y olvidar, para
que sus heridas fueran sanadas y
cicatrizadas, para que fuera
enteramente preparado en
administrar la grandeza de todo un
reino y, por supuesto, para darle el
protagonismo al Todopoderoso, pues
sus declaraciones nos confirman que
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pudo apreciar la buena mano de Dios
sobre él, “Ellos le dijeron: Hemos
tenido un sueño, y no hay quien lo
interprete. Entonces les dijo José:
¿ N o s o n d e D i o s l a s
interpretaciones? Contádmelo
ahora.” (Génesis 40:8) “Respondió
José a Faraón, diciendo: No está en
mí; Dios será el que dé respuesta
propicia a Faraón.” (Génesis 41:16).
“Entonces respondió José a Faraón:
El sueño de Faraón es uno mismo;
Dios ha mostrado a Faraón lo que va
a hacer.” (Génesis 41:25). “Así, pues,
no me enviasteis acá vosotros, sino
Dios.” (Génesis 45:8).
Me gusta ver cómo este siervo le da
prioridad al Señor en su vida y en todo
momento. Es maravilloso aprender,
considerar, atesorar acerca de la
perfección de los planes de Dios, él
obra de forma tan perfecta en todo lo
que permite en nuestras vidas que
eso me anima a continuar mi andar
por este desierto sabiendo que mi
amado Padre es sensible a mi
necesidad, a mi sufrimiento. Cuando
estoy pasando por momentos de
tribulación, de prueba, él tiene su
mirada fija sobre mí y sus oídos
atentos a mi clamor. Él extiende su
misericordia, vindica, reconcilia, hace
o l v i d a r, p r o s p e r a , c o n s u e l a ,
fortalece. ¡Él es suficiente!
Cuando viene la prueba a nuestras
vidas muchas veces nos dejamos
llevar por la angustia, el temor,
flaqueamos con tanta facilidad que
perdemos la perspectiva, apartamos
la mirada de nuestro amado Padre,
olvidamos tan fácil y eso nos lleva
muchas veces a dudar, a reprochar y
a sufrir más de lo necesario.
Recordad que así mismo como viene
la prueba también viene la salida. De
mi parte está confiar plenamente, no
desviar mi mirada, aferrarme a las
promesas y darlas por hechas,
ejercitar mi fe y nunca perder la
esperanza; esto es fácil escribirlo,
pero estoy segura que experiencias
como la de José vendrán a nuestra
mente y corazón cuando sea
necesario.
“...las aflicciones del tiempo presente
no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de
manifestarse.” (Romanos 8:18).
ALEXA CASTRO
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“Pues tus palabras son mis delicias”
Noviembre 2021
“Pero deseamos que cada uno de
vosotros muestre la misma solicitud
hasta el fin, para plena certeza de la
esperanza, a fin de que no os hagáis
perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia
heredan las promesas.” (Hebreos
6:11-12).
En el escrito anterior comentamos
sobre la pereza viendo que es pecado
y que como tal debemos concebirlo.
Consideramos lo que nos dice el libro
de Proverbios con respecto a ello,
tomando la ilustración de las
hormigas como ejemplo para tener en
cuenta.
La pereza no es descansar cuando
así lo requiere nuestro cuerpo puesto
que es una necesidad básica de todo
ser humano, sino el estar
desocupado y ocioso cuando hay
cosas por hacer, responsabilidades
que atender y colaboración que
prestar. El no hacerlo se traduce en
una actitud de egoísmo y rebeldía,
palabras duras, pero ciertas que
nuestro Padre Celestial siempre nos
dirá. No así el enemigo, que siempre
nos miente para que vivamos
engañados y sin disfrute de las
bendiciones celestiales, en una
comunión viva con nuestro Dios.
El desánimo por las decepciones, las
tristezas, los deseos no cumplidos,
expectativas no alcanzadas o la poca
estima pueden ser factores que den
lugar a un estado de no querer seguir
adelante, hallándonos sin fuerzas,
conformándonos a una rutina y
cómodos con lo que ya sabemos y
hacemos sin avanzar en el
conocimiento de Jesucristo,
poniendo nuestra mirada aquí abajo
en lo temporal y no en las cosas
eternas (Colosenses 3:1-4).
Las contrariedades ciertamente son
una realidad porque vivimos en un
mundo caído al igual que nuestra
naturaleza. Sin embargo, olvidamos
la otra realidad gloriosa que son las
promesas eternas de una nueva
posición, “El cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas y trasladado
al reino de su amado Hijo”
(Colosenses 1:12-14) y la esperanza
viva que Jesucristo ganó para
nosotros basado en su sacrificio y
resurrección de entre los muertos
(1 Pedro 1:3-9).
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LA PEREZA. PARTE II
Descuidamos el propósito de
nuestro Creador, quien conoce muy
bien los contratiempos que vienen a
nuestra vida, queriendo que
aprendamos a verlos como
oportunidades para ejercitar la fe y la
paciencia. Cuando lo que queremos
es agradar al Señor y hacer su
voluntad, acercarnos a él buscando
su rostro para recibir su palabra
conforme a nuestra necesidad, es
señal de humildad y reconocimiento
de su poder, deseo puesto por él
mismo a través de su Espíritu que
mora en nosotros (Filipenses 2:13).
Su palabra llega a donde nosotros
no podemos, descubriendo lo
profundo de nuestro corazón
“Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta
partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” (Hebreos
4:12). De esta manera, al ver lo que
está mal en nosotros, lo confesamos
al Padre, nos reconciliamos con él y
volvemos a disfrutar del gozo y la
paz suya, confirmándonos que le
pertenecemos y renovando nuestra
visión espiritual para continuar.
El consejo del autor que escribe la
carta a los hebreos, guiado por el
Espíritu, es que la misma solicitud
(traducida diligencia en la BTX) con
la que hemos servido, permanezca
hasta el fin, “Porque Dios no es
injusto para olvidar vuestra obra y el
trabajo de amor que habéis
mostrado hacia su nombre,
habiendo servido a los santos y
sirviéndoles aún.” (Hebreos 6:10),
evidencia de una esperanza cierta.
Solicitud aquí tiene que ver con
nuestra actitud. Algunos sinónimos
de una persona solícita son: atento,
esmerado, eficaz, servicial,
diligente, activo, etc.
Responsabilidad que recae sobre
todo nacido de nuevo. Nada que ver
con una actitud de pereza
presentada como una advertencia
por el escritor con el fin de no caer en
ella, sino imitando a aquellos “que
por la fe y la paciencia heredan las
promesas” (Hebreos 6:12),
exponiendo como ejemplo a
Abraham, quien “habiendo
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esperado con paciencia alcanzó la
promesa.” (Hebreos 6:13-15).
Gracias al Padre eterno que nos
enseña, disciplina y reprende en su
gran amor cuando es necesario, “Por
la misericordia de Jehová no hemos
sido consumidos, porque nunca
decayeron sus misericordias. Nuevas
son cada mañana; grande es tu
fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi
alma; por tanto, en él esperaré.”
(Lamentaciones 3:22-24).
Dicho esto, os dejo algunos versos a
tener muy presente, incluso si es
posible aprenderlos de memoria, para
rechazar el pecado de la pereza cada
vez que llame a la puerta de nuestro
corazón, "Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí." (Gálatas
2:20). "¿No sabéis que los que corren
en el estadio, todos a la verdad corren,
pero uno solo se lleva el premio?
Corred de tal manera que lo
obtengáis. Todo aquel que lucha, de
todo se abstiene; ellos, a la verdad,
para recibir una corona corruptible,
pero nosotros, una incorruptible. Así
que, yo de esta manera corro, no
como a la ventura; de esta manera
peleo, no como quien golpea el aire,
sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo
en servidumbre, no sea que habiendo
sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado." (1 Corintios
9:24-27). “Por tanto, amados míos,
como siempre habéis obedecido, no
como en mi presencia solamente, sino
mucho más ahora en mi ausencia,
ocupaos en vuestra salvación con
temor y temblor, porque Dios es el que
en vosotros produce así el querer
c o m o e l h a c e r, p o r s u b u e n a
voluntad.” (Filipenses 2:12-13). “Así
que, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional. No os
conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.” (Romanos 12:1,2).
DIANA ZAMBRANO
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“Pues tus palabras son mis delicias”
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“La definición de la palabra
"inminente" es: "que amenaza o está
por suceder prontamente". Por lo
tanto, un suceso inminente, podría
ocurrir en cualquier momento. Si para
que suceda, tuviera que pasar algo
primero, entonces no sería
inminente. Nadie puede asegurar con
exactitud cuándo ocurrirá un evento
inminente, ni fecha en que tendrá
lugar ese acontecimiento. Ninguno
puede aseverar que transcurrirá en
un periodo determinado de tiempo.
Es por esto que debemos estar
siempre preparados, porque puede
ocurrir en cualquier momento, sin
saber cuándo. Así que somos
animados a vivir como si el Señor
viene hoy. El apóstol amaba la venida
de Cristo y se contaba entre los que
estarían vivos para ser transformado
y encontrarse con el Señor en el aire.
De acuerdo con lo que dice la Biblia,
sucederán diferentes
acontecimientos antes de que Cristo
regrese, pero a su vez no hay nada
más que deba suceder antes de su
venida. Si tuviera que pasar algo
más, la segunda venida de Cristo no
sería inminente.”(Tim LaHaye - Renald
Showers)
La promesa de su venida
1. Cristo nos ha prometido que él
vendrá otra vez. "Si me fuere y os
preparare lugar, vendré otra vez, y os
tomaré a mí mismo” (Juan 14.3).
2. Los dos hombres con vestiduras
blancas dijeron que él volvería. “Y
estando ellos con los ojos puestos en
el cielo, entre tanto que él se iba, he
aquí se pusieron junto a ellos dos
varones con vestiduras blancas, los
cuales también le dijeron: Varones
galileos, ¿por qué estáis mirando al
cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al
cielo.” (Hechos 1:10, 11).
3. Los apóstoles anunciaron su
venida. “Por lo cual os decimos esto
en palabra del Señor: que nosotros
que vivimos, que habremos quedado
hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. Luego nosotros
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INMINENTE
los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes
para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor.” (1
Tesalonicenses 4:15-17), “Mas, oh
amados, no ignoréis esto: que para
con el Señor un día es como mil años,
y mil años como un día. El Señor no
retarda su promesa, según algunos la
tienen por tardanza, sino que es
paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al
arrepentimiento.” (2 Pedro 3:8, 9),
“Amados, ahora somos hijos de Dios,
y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos
tal como él es.” (1 Juan 3:2)
El propósito de su venida
1. Vendrá para llevarse a los suyos.
“Voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a
mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis” (Juan
14:2–3). Pablo nos da una
descripción más detallada de lo que
acontecerá cuando el Señor venga (1
Tesalonicenses 4:14–17) y termina
diciendo: “y así estaremos siempre
con el Señor”
2. Vendrá para juzgar al mundo. El
apóstol Pablo dice que cuando Cristo
se manifieste desde el cielo será “en
llama de fuego, para dar retribución a
los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro
Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses
1:7–10).
La esperanza del creyente por su
venida
1. "Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí
mismo” (1 Juan 3:3). Aquel que
espera la venida de Cristo debe vivir
con una actitud de sobriedad. Y
mientras más anhelemos su venida,
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más fuerte será nuestro deseo de
estar preparado para recibirle, “Por lo
cual, oh amados, estando en espera
de estas cosas, procurad con
diligencia ser hallados por él sin
mancha e irreprensibles, en paz” (2
Pedro 3:14).
2. "Mirad, velad y orad; porque no
sabéis cuándo será el tiempo”
(Marcos 13:33). La esperanza nos
hace velar y nos impulsa a querer “ser
hallados por él sin mancha e
irreprensibles, en paz” (2 P. 3:14).
3. "Me es necesario hacer las obras
del que me envió, entre tanto que el
día dura” (Juan 9:4). Estamos a un
paso de la eternidad, listos para partir
en cualquier momento, usemos bien
la oportunidad que Dios nos ha dado
para servirle mientras el día dura.
4. "Por tanto, alentaos los unos a los
otros con estas palabras” (1
Tesalonicenses 4:18). ¿De que
manera nos alentamos? “no dejando
de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre,...” (Hebreos
10:25), “renunciando a la impiedad y
a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y
piadosamente,...” (Tito 2:11-14), “He
peleado la buena batalla, he acabado
la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona
de justicia, la cual me dará el Señor,
juez justo, en aquel día; y no sólo a
mí, sino también a todos los que
aman su venida.” (2 Timoteo 4:6-8).
JOAB CERVINI
Cuando la trompeta del Señor
se toque, la final,
Con fulgor apunte el día eternal,
Y los redimidos suban
a su casa celestial,
Cuando allá se pase lista yo estaré.
Coro
Cuando allá se pase lista, (tres
veces)
Cierto estoy que por su gracia
allí estaré.
Trabajar es mi deseo sin cesar
por el Señor,
Siempre hablando de su gracia
y de su amor,
Cuando acabe aquí mi obra
y me llame el Salvador,
Cuando allá se pase lista yo estaré.