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El concepto de la filosofía

La filosofía (del griego: philo- sophia, amor al saber) es, con otras palabras,
esfuerzo para hallar la realidad tras los velos de la apariencia sensible. Filósofo es
aquel que desea conocer por conocer, sin compromisos previos con exigencias de
orden práctico. Cabe señalar que no fue esta la primera forma que presentó la
filosofía griega, sin embargo fue esta la forma explícitamente reconocida como
característica de la filosofía griega.

Muchos filósofos dicen que si todos los hombres tienden naturalmente al saber
(como decía Aristóteles) la exigencia de una unidad suprema que dé razón del
mundo de nuestra experiencia sensible es una “ley originaria” del espíritu, y por
tanto es al mismo tiempo objeto de conocimiento directos del pensamiento
autoconsciente. Esto es, un principio inderivablemente de la experiencia y que
tiene en sí mismo su justificación.

El objeto de la filosofía, es determinar la realidad con respecto a la apariencia, que


la oculta o lo más la manifiesta solo imperfectamente. La filosofía antigua define a
“lo que es” como “sustancia”. A partir del Renacimiento, se abandona el concepto
tradicional de substancia y se circunscribe la investigación al mundo de los
fenómenos.

Los fenómenos, objeto de estudio de la filosofía moderna, bien mirados,


representan la materia, los contenidos, sobre los cuales ejercen su acción
organizadora los principio formales. La novedad de la filosofía moderna, es haber
concebido los principios formales como “inter- stantes”, esto es, como conjunto de
relaciones que unifican a los datos sensibles, y no como “sub- stantes”, a la
manera antigua, es decir, como algo que unifica desde abajo a los fenómenos por
ser la causa de su génesis.

Sobre las vías abiertas por el subjetivismo kantiano, el idealismo romántico llega a
hacer del espíritu autoconsciente, que se desarrolla dialécticamente, el único
principio del proceso del universo.
Como reacción contra las extravagantes y ambiciosas arquitecturas del idealismo
romántico, el positivismo restaura la experiencia como la sola fuente del saber y,
valiéndose de los resultados de las ciencias particulares, los reúne y coordina en
sistemas coherentes.

El carácter contemplativo, y por tanto desinteresado, de la filosofía es reafirmado


por Aristóteles: “Todos damos por supuesto que lo que sabemos por ciencia no
admite ser de otra manera, porque las cosas que admiten ser de otra manera, no
nos permiten saber si son o no son. Así, lo que objeto de ciencia existe por
necesidad… De las cosas que pueden ser de otra manera, unas son del dominio
del hacer (arte), otras del obrar (ética)” (Ética Nicomaquea, VI, 3-4). Para
Aristóteles, pues, la ciencia es pura, no sólo porque obedece a una exigencia
natural, sino porque su objeto no se presta a ser manipulado de conformidad con
las necesidades humanas.

Diógenes Laercio, atribuye a Pitágoras la fijación del término “filósofo”. Pitágoras


daba el nombre de “filósofos” a los que acudían a Olimpia únicamente “para ver”
(esto es, “para conocer”), en oposición a los que iban a participar en los juegos o
para divertirse.

Tucídides pone en boca de Pericles la palabra “filosofar”, “buscar la verdad”.

En la actualidad la filosofía y los conocimientos que todos estos grandes filósofos


nos heredaron ha tomado gran importancia debido a la crisis humana que hemos
estado viviendo en los últimos años, además gracias a los avances tecnológicos
hemos sido capaces de conocer muchas más cosas por medio de la ciencia a
cerca del universo y su génesis.

Bibliografía

Altieri, Angelo. (1986). Introducción a la filosofía y sus problemas. 3° Edición.


México. pp. 1-4.

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