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Fiebre
Tos seca
Cansancio
Congestión nasal
Dolor de garganta
Dolor de cabeza
Náuseas o vómitos
Diarrea
Escalofríos o vértigo
Pérdida de apetito
Confusión
Entre las personas que desarrollan síntomas, la mayoría (alrededor del 80%) se recuperan de la
enfermedad sin necesidad de recibir tratamiento hospitalario. Alrededor del 15% desarrollan una
enfermedad grave y requieren oxígeno y el 5% llegan a un estado crítico y precisan cuidados
intensivos.
Entre las complicaciones que pueden llevar a la muerte se encuentran la insuficiencia respiratoria,
el síndrome de dificultad respiratoria aguda, la septicemia y el choque septicémico, la
tromboembolia y/o la insuficiencia multiorgánica, incluidas las lesiones cardíacas, hepáticas y
renales.
Rara vez, los niños pueden manifestar un síndrome inflamatorio grave unas semanas después de la
infección.
Algunas personas que han padecido la COVID-19, tanto si han necesitado atención hospitalaria
como si no, siguen experimentando síntomas, entre ellos fatiga y diversos síntomas respiratorios y
neurológicos.
En la OMS estamos trabajando con nuestra Red técnica mundial para la gestión clínica de la
COVID-19, así como con investigadores y grupos de pacientes de todo el mundo, para diseñar y
llevar a cabo estudios que vayan más allá del estadio inicial agudo de la enfermedad, con el fin de
determinar el porcentaje de pacientes que sufren efectos a largo plazo, el tiempo que persisten y
la razón por la que se producen. Estos estudios se utilizarán para desarrollar nuevas orientaciones
de cara a la atención de los pacientes
En la mayoría de los casos se utiliza una prueba molecular para detectar el SARS-CoV-2 y confirmar
la infección. La prueba molecular más frecuentemente utilizada es la de la reacción en cadena de
la polimerasa (PCR). Las muestras se recogen en la nariz o la garganta con un hisopo. Las pruebas
moleculares detectan el virus en la muestra amplificando su material genético hasta niveles que
permiten su detección. Por ello, las pruebas moleculares se utilizan para confirmar una infección
activa, por lo general a los pocos días de la exposición y en torno al momento en que puede que
empiecen los síntomas.
Las pruebas de anticuerpos pueden decirnos si una persona ha tenido una infección en el pasado,
aunque no haya tenido síntomas. También conocidas como pruebas serológicas, por lo general se
realizan a partir de una muestra de sangre y detectan los anticuerpos que se han generado en
respuesta a una infección. En la mayoría de las personas, los anticuerpos empiezan a desarrollarse
al cabo de días o semanas, y pueden indicar si una persona ha estado infectada en el pasado.
¿Cuál es la diferencia entre aislamiento y cuarentena ?
Tanto el aislamiento como la cuarentena son métodos para prevenir la propagación de la COVID-
19.
Cuarentena se usa en referencia a cualquier persona que haya estado en contacto con alguien
infectado por el virus SARS-CoV-2, que es el causante de la COVID-19, tanto si la persona infectada
tiene síntomas como si no. La cuarentena significa que dicha persona permanece separada de las
demás porque ha estado expuesta al virus y es posible que esté infectada, y puede tener lugar en
un centro especialmente destinado a ello o en su casa. En el caso de la COVID-19, hay que
permanecer en el centro o en casa durante 14 días.
Aislamiento se usa en referencia a personas que presentan síntomas de COVID-19 o que han dado
positivo en la prueba de detección del virus. Estar aislado significa encontrarse separado de las
demás personas, a ser posible en un centro médico donde se pueda recibir atención clínica. Si no
se puede llevar a cabo el aislamiento en un centro médico y la persona no pertenece a un grupo
con un alto riesgo de desarrollar una enfermedad grave, puede pasarlo en su casa. Si la persona
tiene síntomas, debe permanecer aislada durante al menos 10 días, a los que hay que añadir otros
3 días sin síntomas. Si la persona infectada no presenta síntomas, debe permanecer aislada
durante 10 días a partir del momento en que haya dado positivo en la prueba.
El tiempo entre la exposición a la COVID-19 y el momento en que comienzan los síntomas es, de
media, de 5 o 6 días, pero puede variar entre 1 y 14 días. Por ello se recomienda que las personas
que hayan estado expuestas al virus se queden en casa, alejadas de otras personas, durante 14
días, con el fin de prevenir la propagación del virus, especialmente cuando no es fácil hacerse una
prueba.