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¿Qué es la COVID-19?
Fiebre
Tos seca
Cansancio
Irritabilidad
Merma de la conciencia (a veces asociada a convulsiones)
Ansiedad
Depresión
Trastornos del sueño
Complicaciones neurológicas más graves y raras, como accidentes cerebrovasculares,
inflamación del cerebro, estado delirante y lesiones neurales.
Las personas de cualquier edad que tengan fiebre o tos y además respiren con dificultad,
sientan dolor u opresión en el pecho o tengan dificultades para hablar o moverse deben
solicitar atención médica inmediatamente. De ser posible, llame con antelación a su
dispensador de atención de salud, al teléfono de asistencia o al centro de salud para que
puedan indicarle el dispensario adecuado.
Entre las personas que desarrollan síntomas, la mayoría (alrededor del 80%) se recuperan de
la enfermedad sin necesidad de recibir tratamiento hospitalario. Alrededor del 15% desarrollan
una enfermedad grave y requieren oxígeno y el 5% llegan a un estado crítico y precisan
cuidados intensivos.
Rara vez, los niños pueden manifestar un síndrome inflamatorio grave unas semanas después
de la infección.
¿Quién corre mayor riesgo de presentar un cuadro grave de COVID-19?
Las personas de más de 60 años y las que padecen afecciones médicas subyacentes, como
hipertensión arterial, problemas cardíacos o pulmonares, diabetes, obesidad o cáncer, corren
un mayor riesgo de presentar cuadros graves.
Sin embargo, cualquier persona, a cualquier edad, puede enfermar de COVID-19 y presentar
un cuadro grave o morir.
Algunas personas que han padecido la COVID-19, tanto si han necesitado atención
hospitalaria como si no, siguen experimentando síntomas, entre ellos fatiga y diversos síntomas
respiratorios y neurológicos.
En la OMS estamos trabajando con nuestra Red técnica mundial para la gestión clínica de la
COVID-19, así como con investigadores y grupos de pacientes de todo el mundo, para diseñar
y llevar a cabo estudios que vayan más allá del estadio inicial agudo de la enfermedad, con el
fin de determinar el porcentaje de pacientes que sufren efectos a largo plazo, el tiempo que
persisten y la razón por la que se producen. Estos estudios se utilizarán para desarrollar
nuevas orientaciones de cara a la atención de los pacientes.
Todas las personas que presenten síntomas deben hacerse la prueba, en la medida de lo
posible. Las personas que sean asintomáticas pero que hayan estado en contacto estrecho con
alguien que esté o pueda estar infectado también pueden considerar la posibilidad de hacerse
la prueba; consulte las directrices sanitarias locales y siga sus indicaciones.
¿Existe una vacuna contra la COVID-19?
Sí. Existen tres vacunas contra la COVID-19 cuyo uso ha sido autorizado por algunos
organismos de reglamentación nacionales. Ninguna ha recibido todavía la autorización EUL/PQ
de la OMS, pero se prevé haber realizado una evaluación de la vacuna de Pfizer para finales
de diciembre y de otras vacunas candidatas poco después.
Si tiene dificultades para respirar o dolor u opresión en el pecho, busque atención médica
inmediatamente. Llame a su dispensador de atención de salud o a la línea de asistencia con
antelación para que le dirijan hacia el centro de salud adecuado.
Si vive en una zona con paludismo o dengue, busque atención médica si tiene fiebre.
Si en las orientaciones de su zona se recomienda que acuda a un centro médico para hacerse
una prueba, evaluar su situación o aislarse, póngase una mascarilla médica en los
desplazamientos hacia o desde el centro y durante la visita médica. Asimismo, mantenga al
menos un metro de distancia de otras personas y no toque las superficies con las manos.
Estas recomendaciones se aplican a adultos y niños.
¿Son eficaces los antibióticos para prevenir o tratar la COVID-19?
Los antibióticos no son eficaces contra los virus, solo funcionan contra las infecciones
bacterianas. La COVID-19 está causada por un virus, de modo que los antibióticos no sirven.
No se deben usar antibióticos como medio de prevención o tratamiento de la COVID-19.
En los hospitales, los médicos a veces utilizan antibióticos para prevenir o tratar infecciones
bacterianas secundarias que pueden ser una complicación de la COVID-19 en pacientes
gravemente enfermos. Los antibióticos solo deben usarse para tratar una infección bacteriana
siguiendo las indicaciones de un médico.