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CONOCIMIENTO CIVIL

Más allá del barro de la historia: la poesía se hace cargo de un conocimiento que supera
las fragmentaciones en Poesía civil, el libro de Sergio Raimondi

Por Damián Selci, Violeta Kesselman y Ana Mazzoni

La comedia humana

Hay muchas maneras de entrar a Poesía civil (VOX, 2001, algunos poemas del libro
pueden leerse aquí), de Sergio Raimondi (Bahía Blanca, 1968). Es un libro tan amplio,
completo, largo incluso, que a los efectos de un recorrido crítico las opciones se
multiplican. Un modo no tan inmediato pero sí productivo de comenzar es a través de
cierta comicidad que se lee a lo largo de todo el libro. Porque hay en Poesía civil una
pretensión que puede calificarse ligeramente de "desmesurada": hacer entrar toda la
realidad en un libro. Los poemas hablan, simplemente, de todo: desde la instalación de
una planta petroquímica en Bahía Blanca hasta la preparación de una torta sin leche,
pasando por el asesinato de un estudiante universitario en 1975. El efecto cómico
aparece cuando todos estos temas tan varios son tratados con el mismo tono y
siguiendo la misma estructura -la abrumante mayoría de los textos son poemas de
versos largos, en general en una sola y extensa estrofa. Apenas abierto el libro, y antes
de leer una palabra, cada poema impacta como un bloque de texto que ocupa gran parte
de la página. Este desajuste entre el tema y su tratamiento, además de su inevitable
carácter cómico, da cuenta del proyecto general de Raimondi: representar la realidad en
todos sus aspectos.

Didactismo y compromiso

La noción de compromiso, tan bastardeada, puede verse dotada de una nueva


significación a la luz del trabajo que realiza Raimondi en Poesía civil. Porque es imposible
no ver el apasionamiento con que Raimondi se aboca a la tarea de conocer. Para
Raimondi la realidad es algo que se puede conocer; más aún, conocerla es una
obligación. En una entrevista que dio al diario El ciudadano, Raimondi sostiene que lo
fundamental en Ezequiel Martínez Estrada es que allí se puede encontrar "una literatura
pensada desde la mayor de las responsabilidades. Estrada es un gran censor; lo
importante ahí no es su voluntad de valoración ni su valoración final sino el hecho de
que él considere que la literatura está comprometida con esa responsabilidad y considere
que su función es, más que pertinente, urgente". Esto que Raimondi lee en Estrada se
aplica bien a sus propios textos. Pero como Raimondi se ocupa de todas las cosas, el
compromiso que toma con la realidad es el compromiso con ella en tanto totalidad. En
los poemas de Poesía civil, los entes no aparecen desconectados; el pensamiento poético
es capaz de sintetizar la multiplicidad de lo diverso y encontrar su conexión profunda:

Lo que hay allá, entre las figuras de humo

que se disuelve contra el fondo más oscuro

y la oscilación de las llamas en el horizonte,

es la ley catorce siete ochenta de Inversiones

y Radicaciones de Capitales Extranjeros

promulgada por el gobierno de A. Frondizi


(“Cracker 2 o Monimenta Ministri”)

Esta figura de humo, si hubiese quedado sin la ulterior especificación, podría haber
remitido a una aparición fantasmal, a una entelequia misteriosa; pero Raimondi es un
iluminista fanático, y la conecta directamente con una muy concreta ley de Frondizi. Este
afán desmitificador nos da la pauta de cómo concibe Raimondi a la realidad: como algo
que puede y aún debe ser conocido. El movimiento de conectar dos cosas
aparentemente muy distantes se lee todo el tiempo. No es una derivación surrealista, no
es "asociación libre", ni simplemente una metáfora: esto es así por tal y tal razón, dice
Raimondi, no por otra causa, y esas causas son expuestas sin tapujos ni escondrijos.
Raimondi dice lo que sabe del modo más franco. Hay un afán didáctico, una verdadera
pasión por transmitir conocimiento con la máxima vivacidad. Pero no pierde por esto ni
un ápice de "poesía". Raimondi no escribió un ensayo; al contrario, le devolvió a la
poesía el derecho de hablar de la realidad como totalidad cognoscible, asequible al
entendimiento humano (de hecho, es notorio que, si bien estos poemas tienden a la
prosa -utilizan versos largos, y una sintaxis más propia de textos en prosa-, no
funcionan si se los lleva a ese formato, y esto se verifica en la contratapa de la edición
de VOX, donde uno de los poemas aparece prosificado y pierde toda vitalidad, incluso se
torna confuso). Y no debe aquí confundirse “totalidad” con “totalitarismo” (como hace,
por ejemplo, Beatriz Vignoli en “Abolición del limbo”, su severa reseña sobre Poesía civil,
publicada en Hablar de poesía Nº9, junio 2003); pues no todo conocimiento del mundo
como totalidad presupone una salida totalitaria –aunque tampoco la excluye. Incluso en
términos políticos, no es una buena idea dejar el concepto de totalidad en manos de
nazis. Esta noción (como también las de conocimiento, libertad, ética universal,
revolución) se la debemos al iluminismo y nos sigue sirviendo para pensar problemas
actuales.

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