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Al interior de Salomón Brothers parece existir una “cultura del dinero” en la que
quién gana más tiene mayor importancia para la empresa. Estamos ante un perfil de
mirada muy estrecha, que juega al borde de la cancha (y en este caso particular incluso
fuera de ella), y que para alcanzar la meta de fin de año está dispuesto a olvidar la
importancia de la transparencia, la comunicación y la orientación al cliente. En parte
esta cultura es fomentada por la empresa al existir una remuneración variable muy
alta -al menos en la unidad de arbitraje de bonos- que no está emparejada con
exigencias de rendición de cuentas y mecanismo de fiscalización internos. En síntesis, el
problema con el perfil de los ejecutivos de esta empresa no está en que tengan una
disposición muy fuerte a ganar dinero, sino en su incapacidad de compatibilizar este fin
con requisitos morales básicos como son la confianza y transparencia a la hora de
hacer negocios.
Por otro lado, el silencio que guardaron los altos ejecutivos que estaban al
tanto de estas irregularidades, pero las callaron hasta ser descubiertos constituye una
falta la confianza pública así como a la responsabilidad que ellos tienen como
directores de sancionar dichas actividades indebidas e informarlas en su debido
momento.
Un aspecto importante respecto a este caso es si se trata de un evento
particular asociado a la responsabilidad moral de los directamente involucrados o más
bien se trata de una cultura o cierta manera de hacer las cosas. Tomando en
consideración los altos niveles de recompensa que tenían ciertos ejecutivos a cargo de
las operaciones de renta fija observamos que no existían al interior de la empresa
mecanismos de control que estuvieran a la altura de las responsabilidades asignadas
(o más bien fueron eliminados en los últimos años). Por ejemplo, se había eliminado el
informe diario sobre las órdenes de compra no autorizadas directamente por clientes.
De alguna forma la decisión del directorio de no sancionar estas conductas una vez
detectadas aplicando la lógica “prometan que no lo volverán hacer” demuestra que la
práctica los valores de la confianza la transparencia no tenían mayor importancia.