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LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA CLÁSICA 1
Éste es uno de los problemas más importantes de la filosofía griega y de mayor repercusión en
la filosofía posterior. ¿Qué es el alma? ¿Cómo se relaciona con el cuerpo? ¿Qué es más impor-
tante: el alma o el cuerpo?
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Entre los pensadores griegos encontramos ya las dos posturas filosóficas básicas con respecto
a estas cuestiones:
• MONISMO ANTROPOLÓGICO -de tipo materialista-: el ser humano no es más que cuerpo,
única realidad cuyos procesos físico-químicos dan lugar a todas las actividades que puede
realizar aquél.
Los mitos y leyendas de la Antigüedad ya nos ofrecen una reflexión sobre la condición humana. El
héroe suele encarnar los rasgos más valorados de la cultura. Homero a través de La Iliada y La
Odisea ya nos presenta una visión de lo que es la humanidad desde el punto de vista griego más
antiguo. Dos aspectos son fundamentales en esta visión de lo humano: por un lado, está la “areté”.
Esta era la virtud o excelencia que se esperaba de los aristócratas-guerreros cuya finalidad era
alcanzar el estatus de héroe. Para ello tenían que ser valientes, violentos, orgullosos, leales, hospi-
talarios, vengativos. Por otro lado, está lo divino y el destino. El héroe rara vez toma conciencia de
su “yo”, ya que las decisiones que toma están influidas por los deseos de los dioses, convirtiéndose
estos deseos en su destino. Tal destino, del cual el héroe no puede escapar, es siempre fatal y
trágico. Siempre le acompaña el dolor que, al contrario de lo que haría el hombre común, no lo
evita, sino que lo reafirma y aprende de él hasta encarar su destino fatal de una manera gloriosa.
Por lo tanto, tenemos una visión de lo humano como algo miserable y frágil en comparación con
el destino que marcan los dioses, pero grandioso en la manera que afronta su destino.
Así pues, la “areté” (o virtud) del ser humano pasa de ser, en el hombre teórico de Sócrates, la
Sabiduría y el Conocimiento.
‘Una mañana estaba meditando sobre algo que no podía resolver; no quiso ceder, sino que
continuó pensando en ello desde la mañana hasta mediodía; estaba absorto, rígido en sus
pensamientos, y por la tarde llamó la atención y corrió el rumor por la asombrada multitud de
que Sócrates había estado inmóvil y pensando sobre algo desde el amanecer. Por fin, a la
noche, después de cenar, algunos jonios sacaron sus esteras y durmieron al aire libre, por cu-
riosidad, para poder observarle y ver si Sócrates permanecía en pie toda la noche (claro que
esto ocurrió en el verano). Allí estuvo hasta la mañana siguiente, y cuando volvió la luz del
día, ofrendó una oración al sol y se marchó’.
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Para Platón el cuerpo es la la fuente de todo mal; es mortal, está sometido a las pasiones,
cárcel del alma necesidades e impulsos, y nos ofrece un conocimiento ilusorio
a través de los sentidos. Al nacer, nuestra alma cae en un
cuerpo en el que queda atrapada. Tras la muerte, el alma regresa al mundo de las ideas, al
que pertenece, para trasladarse a otro cuerpo, en un proceso cíclico conocido como “me-
tempsicosis” o transmigración de las almas.
Además, para Platón el alma se compone de tres partes: Racional, Irascible y Concupiscible.
• Alma racional: situada en el cerebro, su función es pensar y conocer. Es la parte más ele-
vada del alma. Al morir se separa del cuerpo, y es inmortal.
• Alma irascible: de donde surgen las pasiones nobles (la valentía, la generosidad, la volun-
tad, etc.) Se sitúa en el pecho.
• Alma concupiscible: de donde surgen los deseos corporales, se deja llevar por los placeres
físicos y la pereza. Es la parte más baja del alma y se sitúa en el vientre.
RACIONAL
IRASCIBLE
CONCUPISCIBLE
Si mientras el alma no está encarcelada en un cuerpo, reside en el mundo inteligible con las
ideas, el conocimiento de la Verdad consistirá en recordar lo que el alma ya había conocido
en ese mundo. Esta teoría se llama teoría de la reminiscencia o “anamnesis”. El proceso edu-
cativo consistirá en que, mediante el recuerdo, nuestra parte racional del alma llegue a la ver-
dad, y así predomine la Sabiduría y la Justicia en el mundo.
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Para Aristóteles en el alma residen las distintas funciones de los seres vivos, en virtud de las cuales
le permitirá dividir el alma en tres tipos:
1. Alma Vegetativa: Propia de los vegetales y las plantas, cuyas capacidades son las de cre-
cimiento, nutrición y reproducción.
2. Alma Sensitiva: Propia de los animales, cuyas capacidades son el movimiento, los sentidos,
la imaginación y los sentimientos de placer-dolor (deseo).
3. Alma Racional: Exclusiva del ser humano, cuya capacidad es el pensamiento, la facultad
más elevada de la naturaleza.
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Esta división de las partes del alma implica a su vez un orden jerárquico en el que las partes más
elevadas incluyen a las inferiores, siendo la más baja la parte vegetativa y la más alta la racio-
nal.
El ser humano es un animal social (“zoom politikon”) ya que para poder subsistir y desarrollar ple-
namente la parte racional de su alma precisa vivir en comunidad. Para subsistir, ya que por sí solo
fuera de la “polis” (la ciudad) no podría sobrevivir; y para desarrollar su racionalidad, ya que no
podría llevar esto a cabo si no es en sociedad a través de algo que también es exclusivo de éste:
el lenguaje de la palabra.
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"Es evidente que la ciudad-Estado es una cosa natural y que el ser humano no es por natu-
raleza un animal político o social (...). Y la razón por la que el ser humano es un animal polí-
tico en mayor grado que cualquier abeja o cualquier animal gregario es algo evidente. La
naturaleza, según decimos, no hace nada sin un fin determinado; y el ser humano es el
único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, es verdad, puede
indicar pena o placer, y, por tanto, la poseen también los demás animales -ya que su natu-
raleza se ha desarrollado hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso y agra-
dable y de poder significar esto los unos a los otros -; pero el lenguaje tiene el fin de indicar
lo provechoso y lo nocivo, y. por consiguiente, también lo justo y lo injusto, ya que es parti-
cular propiedad del ser humano, que lo distingue de los demás animales, el ser el único que
tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto y de las demás cualidades
morales, y es la comunidad y la participación en estas cosas lo que hace una familia y una
ciudad-Estado" (ARISTÓTELES, Política, I, 1,1253 a).
Por lo tanto, para Aristóteles, el hombre es, por naturaleza, social. La ciudad es pues, anterior a
la existencia propia del hombre. Esto significa que el vivir en comunidad es nuestra razón de ser
y aquello que nos hace ser seres humanos. Ahora bien, nos podemos plantear la pregunta si-
guiente:
¿acaso no hay más seres en el reino animal que poseen esta característica de vivir entre sus
congéneres?
La respuesta de Aristóteles es clara. El hecho de que sea esencial el vivir en sociedad en el ser
humano es por una simple razón que no compartimos con los demás animales, y es que “sólo
el hombre posee la palabra”. Es claro que los demás animales tienen voz para expresar dolor,
hambre, frío… pero no al nivel del lenguaje en el ser humano.
Esta es una característica natural y esencial en él que no sólo expresa dolor o placer, sino que
expresa aquello bueno y malo, lo justo e injusto. Ésta y no otra es la naturaleza de la sociedad
política. El ser humano es un animal político. Sólo a través de la convivencia –en la ciudad‒ del
hombre con otros hombres se es posible alcanzar una vida digna y satisfactoria que nos lleve a
la felicidad. Esta función la cumple el vivir en el estado (pólis), ya que su función no se limita a
que sus ciudadanos puedan vivir, sino que puedan vivir bien. Dicho esto, ¿qué pasa con aque-
llos que no necesitan vivir en sociedad? La respuesta de Aristóteles es que no serán sino unas
bestias, porque carecerá de dotes (como el lenguaje) necesarios para ello, o un Dios, porque
éste es autosuficiente.
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EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL Y EN EL RENACIMIENTO 8
La Edad Media es una época fundamentalmente teocéntrica, ya que cualquier tipo de reflexión
filosófica estaba siempre subordinada a las creencias religiosas. Se aceptaba fielmente lo que la
Biblia afirmaba, aunque se podía usar la filosofía para aclarar aquellas cuestiones religiosas más
confusas o para estudiar realidades que quedaran fuera del ámbito de la religión.
El ser humano, como todos los demás seres de este mundo, ha sido creado por Dios, y es, por tanto,
una criatura de Dios. El hombre existe por voluntad de Dios. Es sabido que según el Génesis el
hombre presenta, frente a los demás seres creados, la nada despreciable particularidad de haber
sido hecho a imagen y semejanza del creador. Al darle el ser al hombre Dios no creó a un habi-
tante más del paraíso, sino al más digno, al más valioso, a aquél para el que todo lo demás había
sido creado.
• El cuerpo: es la parte física del ser humano, es inferior al alma y es mortal. Es un instrumento
que el alma puede utilizar de un modo correcto, para acercarse a Dios, o incorrecto, como
instrumento de pecado.
• El alma: es inmortal, la parte más noble y divina del ser humano, ya que es una imagen de
Dios. El alma es un reflejo de la Trinidad cristiana: la inteligencia humana es equivalente al Pa-
dre; el conocimiento de uno mismo, es el Hijo; y por último, el amor es el Espíritu Santo. El amor
es lo que impulsa al alma humana.
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EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL Y EN EL RENACIMIENTO 9
Con el cristianismo nace una nueva forma de contemplar el mundo y al hombre. Si la filosofía
griega se basaba en la explicación racional, la filosofía cristiana se apoyará en la explicación re-
ligiosa. Para el cristianismo, la razón no era suficiente para explicar los dogmas religiosos funda-
mentales. Todo podía y debía ser explicado desde la fe.
Sin embargo, a medida que el cristianismo se fue extendiendo, fue necesario elaborar doctrinas
que no se centrasen en el ámbito puramente religioso y sobrenatural. Había que explicar la reali-
dad natural: el mundo y el hombre. Para ello, los pensadores cristianos necesitaron de la razón y
recurrieron a concepciones filosóficas griegas, que fueron adaptadas a los nuevos tiempos. Surge,
así, la filosofía cristiana.
Los pilares sobre los que se asienta esta nueva forma de interpretar la realidad son:
• La creación: el universo, todo lo que existe, ha sido creado por Dios a partir de la nada.
Todo esto conforma un pensamiento teocéntrico, en el que Dios, y no el hombre, es el eje sobre
el que gira y del que depende toda la realidad, tanto natural como humana.
La visión cristiana del ser humano se basa en estas tres ideas fundamentales:
• Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza. Esto sitúa al ser humano en el centro
de la creación. Frente a Dios, el hombre es un ser contingente y finito que existe por la bondad
divina, pero que podría no haber existido –y, de hecho, dejará de existir. Por otra parte, el cris-
tianismo defiende la dignidad e igualdad de todos los seres humanos.
• Al final de los tiempos, el hombre resucitará en cuerpo y alma. La consideración del alma
como algo inmortal no es algo nuevo, pues ya los griegos creían en ella, si bien pensaban que,
cuando el individuo moría, el alma volvía a reencarnarse en un cuerpo y a vivir en este mundo,
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EL SER HUMANO EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL Y EN EL RENACIMIENTO 10
y así eternamente, en un eterno retorno. Frente a esto, el cristianismo propone la idea de resu-
rrección, según la cual los hombres resucitarán en otra dimensión. Al modelo circular griego, el
cristianismo opone una concepción lineal del tiempo.
Otra novedad que aporta el cristianismo frente al pensamiento griego se refiere a la moralidad.
Y es que, para aquél, la moral del ser humano no depende de la razón, sino de las leyes de
Dios. El hombre, siendo una criatura de Dios, debe respetar las leyes divinas. De lo contrario,
cae en el pecado, que es producto de la maldad y no de la ignorancia de los seres humanos
–como defendía Sócrates. Surgen así nuevos conceptos morales, tales como el de pecado,
culpa, arrepentimiento o redención. No obstante, esto no impide que la razón juegue un im-
portante papel para los pensadores cristianos.
Según éstos, el ser humano es libre de elegir entre el bien y el mal, de aceptar o no la palabra
de Dios y sus leyes, siendo, por tanto, responsable único de salvarse o condenarse.
En su Discurso, Pico retoma el mito de Prometeo, y propone una reinterpretación cristiana del
relato: Dios creó a todas las criaturas, y una vez repartidas todas las habilidades y capacidades
entre ellas, decidió crear al ser humano, sin embargo, ya no quedaba nada específico para
dotar a esta nueva especie, por lo que le dejó la libertad de decidir lo que quisiese ser. Así la
dignidad humana no radica en “qué” llegue a ser, sino en la “posibilidad de elegir” lo que
quiere ser. (Grandeza o desdicha).
El ser humano está dotado de una libertad que ningún otro ser vivo puede igualar, ya que no
estamos limitados ni constreñidos por nuestra naturaleza. La indefinición es la raíz de la libertad
humana y por ello podemos construir nuestras vidas, transformar la naturaleza y adaptarla a
nuestra voluntad.
"El hombre es solamente una caña, la cosa más frágil de la naturaleza, pero una caña pensante. No
hace falta que el universo entero se arme para aplastarlo: un soplo de viento o una gota de agua
bastan para destruirlo. Pero incluso cuando el universo lo aplastase, el hombre sería todavía más no-
ble que lo que le mata. Porque sabe que muere y lo que el universo tiene de ventaja sobre él, mien-
tras que el universo no sabe nada de eso. Toda nuestra dignidad consiste, por tanto, en el pensa-
miento. Desde ahí es desde donde debemos elevarnos y no desde el espacio, desde el tiempo, que
no sabríamos llenas. Esforcémonos, pues, en pensar mucho: é aquí o principio da moral." (Pensamien-
tos. 200 – 347, BLAISE PASCAL)
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LA FILOSOFÍA MODERNA Y SU CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO 12
Así pues, para Descartes el ser humano será un “yo” (o alma) en cuanto sustancia pensante, cuya
característica esencial es el pensamiento, capacidad esta que nos distingue del resto de los ani-
males y cosas; y, por otro lado, también será un cuerpo en cuanto sustancia extensa, cuya carac-
terística principal es la extensión, es decir, ser una realidad física que ocupa un lugar en el espacio.
Al poseer un cuerpo (sustancia extensa), los seres humanos estamos determinados por las leyes
físicas del universo, el cual funciona como una gran máquina, pero por poseer también un alma
(sustancia pensante) somos libres, a diferencia de cualquier otra cosa del universo.
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LA FILOSOFÍA MODERNA Y SU CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO 13
Descartes también desarrolló una investigación biológica sobre la unión entre alma y cuerpo.
Según una de sus hipótesis, la conexión entre ambas sustancias independientes se produce en
una región concreta del cerebro: la glándula pineal.
En el siglo XVIII, un médico-filósofo francés, La Mettrie, publica un libro con título provocativo: El
hombre máquina. Como médico, había observado hasta qué punto las enfermedades del
cuerpo pueden modificar los estados del alma; esta, pues, no es una entidad autónoma-espi-
ritual (como afirmaba Descartes), sino que depende del cuerpo:
"Puesto que todas las facultades del alma dependen a tal punto de la propia organización del
cerebro y de todo el cuerpo, éstas visiblemente son esta organización misma. ¡He aquí una má-
quina bien ilustrada! Unas ruedas, algunos resortes más que en los animales más perfectos, el ce-
rebro proporciona I mente más cercano al corazón... ¿Bastaría, pues, la organización para expli-
carlo todo? Sí, por supuesto. Ya que el pensamiento se desarrolla visiblemente con los órganos,
¿por qué la materia de que están hechos no sería también susceptible de remordimientos, por
cuanto ha adquirido con el tiempo la facultad de sentir? El alma es solo un término vago del que
no se tiene la menor idea, y del que un espíritu culto únicamente debe servirse para nombrar
nuestra parte pensante. Establecido el menor principio de movimiento, los cuerpos animados ten-
drán todo lo necesario para moverse, sentir, pensar, arrepentirse y, por último, para actuar en lo
físico y en lo moral que depende de éste" (El hombre máquina. En: Obra filosófica. Ed. Nacional,
1983, p. 235. Se han suprimido algunas líneas del texto).
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LA FILOSOFÍA MODERNA Y SU CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO 14
Este filósofo alemán, que representa una de las cumbres del pensamiento moderno, cree que
en el individuo existen dos dimensiones opuestas: el ser natural y el ser racional. Es la segunda
de estas dimensiones la que domina sobre la primera.
En cuanto ser natural, el hombre está sometido a las leyes físicas, biológicas y matemáticas de
la naturaleza. Por otra parte, es egoísta, individualista e insociable. En cuanto ser racional, es
un ser libre, capaz de superar sus limitaciones naturales y elegir su propio destino. Al ser pen-
sante, puede desarrollar su dimensión moral, conocer lo que debe hacer, los fines que debe
perseguir y la forma de alcanzar la felicidad, que constituye su destino último. Además, como
sabe que sólo en sociedad puede realizarse, se desarrolla como ser social.
Por tanto, para Kant, en un mismo ser se dan características radicalmente opuestas entre sí.
Kant se planteó la pregunta: ¿qué es el hombre? Y, para responder a esta pregunta, creía con-
veniente responder, a su vez, a estas tres cuestiones:
Si quiero comprender qué es ser humano, de alguna manera necesito averiguar (1) cuáles son
las posibilidades y los límites de mi conocimiento, del conocimiento humano, (2) cómo debo
comportarme en tanto que ser moral y libre –la respuesta de Kant será que debo comportarme
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LA FILOSOFÍA MODERNA Y SU CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO 15
de modo racional, esto es, hacer lo que debo hacer, actuar por deber y no por intereses egoís-
tas, respetando la dignidad de las personas-, y (3) qué es lo que puedo esperar, habiendo
actuado correctamente –la respuesta de Kant a esta pregunta será que, si hemos actuado
racionalmente y hemos cumplido con nuestro deber, podemos aspirar a ser felices y a una vida
digna.
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LA FILOSOFÍA MODERNA Y SU CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO 16
El ser humano, para Kant, tiene un estatus muy especial. Y es que en tanto que los seres huma-
nos somos seres racionales, debemos ser considerados como fines (de nuestra acción) y no
meros medios. Asimismo, la libertad en Kant viene determinada por la razón, que me dice que
no debo hacer aquello que sea contrario a ella o, lo que es lo mismo, irracional. La razón nos
dice que hemos de tratar al prójimo como un fin en sí mismo, por lo cual no debemos quitarle
la libertad, sus bienes, su trabajo o el derecho a una vida digna. No debemos aprovecharnos
de los demás, y tratarlos como medios, para conseguir nuestros fines particulares. En resumidas
cuentas, actuar libremente es actuar de acuerdo a la razón, y la razón nos determina a hacer
“lo que se debe hacer”. Cuando se actúa moralmente se actúa pues, por deber, no por meros
intereses egoístas. Teniendo esto en cuenta, Kant expresa su conocido imperativo categórico
(esto significa que se expresa un mandato absoluto, sin excepciones) que dice así: «obra de tal
modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siem-
pre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio». Esto significa que, los
seres humanos tienen, por encima de todo, dignidad.
El ser humano es, en cuanto racional, un ser moral. Las acciones que realiza no lo determinan
como moral sino, porque es moral, realiza tales o cuales acciones55. Esto es que, lo constitutivo
del ser humano es que es racional y, en consecuencia, moral y ha de ser fiel a su condición
actuando por deber, porque de otra manera no podría ser libre. Podemos comprobar cómo
razón, moralidad y libertad están en Kant estrechamente unidos en su concepción del ser hu-
mano.
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Visión contemporánea do ser humano 17
A partir del siglo XIX culminó en Europa la Revolución Industrial, que trajo consigo importantes
cambios en la vida social y personal. Los descubrimientos científicos y su aplicación técnica
transformaron el sistema productivo. Así, creció el proceso de industrialización, se multiplicaron
las grandes ciudades, aumentaron la pobreza y la riqueza, los desequilibrios sociales, etc. La
ciencia y a la técnica fueron vistas como fundamentales para el progreso humano y social.
Todo ello dio lugar a un nuevo tipo de hombre, pragmático y utilitarista, que se ve a sí mismo
todopoderoso, gracias a su dominio de la naturaleza. Sin embargo, algún tiempo después, las
dos guerras mundiales del siglo XX provocaron la pérdida de confianza en el ser humano y la
puesta en cuestión de la cultura occidental, aunque también hicieron surgir un nuevo pensa-
miento humanista.
La filosofía de los siglos XIX y XX es muy rica y variada. El objetivo común a todas las corrientes
de pensamiento de este período ha sido conocer al ser humano y comprender la naturaleza
de sus actos. Sin embargo, nosotros nos vamos a quedar aquí solo con algunos autores, aquellos
que son representativos de los distintos enfoques desde los que se ha abordado la reflexión
sobre la naturaleza humana. Esos autores son: Marx –como representante de una perspectiva
sociológica-, Nietzsche y Freud –como exponentes de un planteamiento psicológico-, y Sartre
–como representante del humanismo. Estos enfoques son importantes en el análisis del ser hu-
mano en el siglo XX. Un cuarto enfoque, el que iniciara Darwin a mediados del siglo XIX y que
podríamos calificar de biológico, también juega un papel decisivo en dicho análisis, pero de él
ya hemos hablado al tratar del origen del hombre en una unidad temática anterior.
Karl Marx fue un filósofo y economista alemán del siglo XIX, cuyo pensamiento
y obras determinó el curso de la historia mundial hasta nuestros días, siendo su
obra más célebre El Capital.
Marx creerá respecto al ser humano que no existe ninguna esencia espiritual que defina lo que
propiamente es. Por el contrario, dirá que “el hombre es inmediatamente ser natural”. El hom-
bre es su naturaleza en tanto que corpóreo y sensible. En cuanto tal, sus necesidades están
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Visión contemporánea do ser humano 18
relacionadas con lo corpóreo, con los objetos reales. El ser humano interactúa para vivir con
objetos naturales, como él mismo. Tiene necesidades relacionadas con lo material. Él mismo
cita un ejemplo que reza así: “el hambre, como necesidad natural necesita, para satisfacerse,
una naturaleza fuera de sí, la comida” (cuya característica es que es un objeto natural y sensi-
ble).
HOMO FABER
Para Marx la característica que define al ser humano no es la razón. Nosotros nos diferenciamos
del resto de los animales a partir del momento en que producimos nuestros propios medios de
subsistencia, ¿Cómo lo hacemos? A través del trabajo. Por lo tanto, será el trabajo el rasgo que
define al ser humano.
Para Marx el sujeto de la historia es el hombre concreto, de carne y hueso, que intenta realizarse
en su trabajo. Por tanto, el hombre, fundamentalmente, no se define por la interioridad y la
conciencia, sino por el trabajo productivo de bienes materiales: hombre como «homo faber»,
como ser productor (trabajador). El trabajo es el hecho fundamental y fundante de la vida
humana: trabajando nos humanizamos (nos hacemos humanos, nos perfeccionamos) a la vez
que «humanizamos» la naturaleza, la perfeccionamos. Su verdadero ser consiste en sus relacio-
nes con los demás hombres y con la naturaleza. Pero el hombre moderno, según Marx, es un
trabajador alienado. Veamos por qué.
El hombre en su trabajo o actividad transformadora enajena (pone fuera de sí «en algo ajeno»)
su energía, su imaginación, por lo que de alguna manera se desposee de algo de sí mismo. En
esta actividad enajenadora (trabajo productivo) es en lo que consiste el ser humano: consti-
tuye su naturaleza, por lo que es ineliminable o insuperable. Tal enajenación no encierra en sí
misma ninguna connotación negativa o «alienante».
Si la esencia del ser humano es el trabajo esto implica que también existen una serie de carac-
terísticas secundarias vinculadas a este:
Para Marx, la naturaleza humana no es fija ni acabada, sino que el hombre es un ser histórico
y social, que va cambiando a lo largo de la historia. “El Hombre –afirma- no existe, existen los
hombres reales e históricos que han vivido relacionándose a través de distintas formas sociales
y económicas a lo largo del tiempo". Por tanto, no hay una naturaleza humana que nos deter-
mine a vivir de una determinada manera, sino que el hombre se define a sí mismo, al vivir en
un momento histórico preciso y por establecer un conjunto de relaciones sociales y económi-
cas determinadas. Es sólo en ese contexto real y determinado donde podemos comprender
cómo es cada ser humano concreto, más allá de una pretendida esencia atemporal.
La historia de la humanidad viene condicionada por la manera en que el hombre produce sus
propios medios de vida, para satisfacer sus necesidades. Y, a su vez, la manera en que el hom-
bre produce viene determinada por dos factores:
• El desarrollo de los medios de producción: herramientas, máquinas, etc. utilizados para pro-
ducir todo lo que se necesita.
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Visión contemporánea do ser humano 20
• Las relaciones de producción o relaciones sociales que los seres humanos establecen entre
sí a la hora de producir. Estas relaciones de producción pueden ser de cooperación o de do-
minación, pero históricamente han predominado las relaciones de dominación de una clase
dominante sobre otra oprimida.
Para Marx, la naturaleza del hombre se podrá desarrollar plenamente, cuando desaparezcan
las diferencias económicas, causantes, en último término, del resto de diferencias sociales y
culturales. Será en la sociedad comunista, que propugna Marx, donde los hombres alcancen
la libertad auténtica y se hagan definitivamente dueños de su destino.
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Visión contemporánea do ser humano 21
ALIENACIÓN
Entre el modelo ilustrado de hombre, dueño de sí mismo y eje de su propio destino, y el hombre
real hay un abismo. El ser humano está, en terminología marxista, «alienado». Con este con-
cepto (el de alienación) se pretende indicar esa distancia. Alienación significa, en sentido es-
tricto, tanto como desposesión, que puede ser entendida en dos sentidos: Significa hacerse
otro o extraño (no ser dueños de nosotros mismos). También significa transferir a otro algo propio,
de modo que, por virtud de esa transferencia lo que es propiedad y producto de uno es apro-
piado por otro que, así, disfruta de dicho producto.
El caldo de cultivo social que provoca esta situación es el capitalismo, ya que éste favorece
que el trabajador no tenga control alguno sobre nada que tenga que ver con su trabajo: el
producto, el modo de producción, etc. El trabajador no solo es totalmente ajeno al producto,
ya que lo hace para otro, sino que él mismo se convierte en mercancía al servicio del capital.
El ser humano así se convierte en un ser que no es dueño de lo que hace y eso produce frustra-
ción, tristeza, desazón. El capital es el dueño de su producto: el que lo domina en todos los
sentidos. Veamos a continuación los diferentes sentidos en los que se expresa la alienación.
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Visión contemporánea do ser humano 22
Alienación con respecto al producto: partiendo de que, como el ser humano es un ser
natural, habrá de relacionarse con su entorno de la misma forma, sin extrañarse ni ale-
jarse de esa relación. En circunstancias normales, el producto habría de ser la objetiva-
ción de su trabajo. Esto es precisamente lo que no se da en las circunstancias alienantes
que hemos señalado antes. En el capitalismo, el objeto o producto trabajado se enfrenta
al trabajador como un ser extraño, como un “poder independiente del trabajador”. Se
convierte en algo que le es completamente ajeno.
Alienación con respecto a los otros hombres: el ser humano, a diferencia de otros ani-
males, es capaz de trabajar solidariamente para y con los demás. Sin embargo, se ha
llegado a un punto en el que cada uno trabaja según sus necesidades de forma egoísta.
A parte de estos tipos de alienación económica, Marx también hablará de otras modalidades
como la alienación religiosa, que ocurre cuando la religión “ahoga” al ser humano y no le deja
ser libre. Textualmente expresa que “cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda
en sí mismo”. El hombre se crea una dependencia de Dios que le consuela de los males, lo cual
le ciega del verdadero problema que deviene de la injusticia de la explotación del capitalismo.
También hablará de la alienación política e ideológica.
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Visión contemporánea do ser humano 23
Atendiendo a esto, Nietzsche se propone examinar toda la historia de Europa, y descubre que casi
toda la cultura occidental es una cultura en decadencia desde sus orígenes. ¿Pero en qué mo-
mento comenzó a enfermar la cultura europea? Estudiando la cultura griega el filósofo detecta
que antes de Sócrates ésta aún gozaba de salud. Esta salud se representaba como un equilibrio
entre dos fuerzas contrapuestas que dominaban toda la producción artística y espiritual griega:
a. Apolo, dios del orden, la racionalidad, la luminosidad, el control… propio de las artes plásti-
cas y la escultura.
Esta fusión de fuerzas quedaba perfectamente representada a través de la tragedia griega y sus
heroínas y héroes trágicos: eran vitalistas, finalmente aceptaban y amaban su destino (amor fati)
por muy cruel y doloroso que fuera.
Sin embargo, con Sócrates y después Platón, ese parte de la vida que era dionisíaca, es decir,
cambiante, caótica, oscura, intuitiva, irracional es negada y atacada, por lo que el equilibrio inicial
entre lo apolíneo y lo dionisíaco se rompe. ¿Por qué sucede esto? Pues bien, para Nietzsche esto
sucede porque tanto Sócrates como Platón son espíritus débiles que no pueden soportar la propia
vida tal como es, niegan el auténtico mundo real (dionisíaco), tangible, cambiante y caótico, y
afirman que la verdad está en otro mundo que ellos se inventan a su medida, un mundo racional
(apolíneo), ordenado e ideal. Este es el comienzo de los nihilistas: rechazan la vida tal como es y
se inventan un mundo ideal en el que refugiarse.
Así es como comienza la decadencia de occidente que después el cristianismo (platonismo vul-
gar, para Nietzsche) propagará como una plaga hasta el último rincón de la Tierra. ¿Cómo consi-
gue el cristianismo difundir el nihilismo? A través de lo que el filósofo alemán denomina “la moral
del rebaño”, que consiste en valores como el resentimiento y la mala conciencia.
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Visión contemporánea do ser humano 24
b. El ser humano de la Mala Conciencia sería el siguiente paso, al cual no le llega con respon-
sabilizar de su sufrimiento a otros, sino que siente también el dolor que le produce la vida en su
interior y desea ser culpable. La culpabilidad de uno mismo multiplica el dolor, volviendo más
eficiente el contagio de los espíritus de la enfermedad nihilista. Estos son los que dicen: “Yo soy
culpable”.
Esta enfermedad que provocó la decadencia de occidente podría trasladarse a todo el género
humano, ya que la cultura occidental ha dominado y se ha expandido con gran éxito por todo el
planeta Tierra.
¿Pero realmente esto nos ha liberado? Para Nietzsche, no. En realidad, con el Racionalismo hemos
llegado al culmen del nihilismo. La idea de Dios era el fundamento que sostenía toda la realidad
humana, y al destruirla el ser humano queda vagando errático, vacío, confuso, por un desierto de
valores, descubriendo que todo lo que conocía era una farsa carente de sentido. El Racionalismo
simplemente sustituye a Dios por la Razón, manteniendo la misma moral y los mismos valores, es
decir una actitud nihilista frente a la vida, auto-engañándose como si nada hubiese sucedido.
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Visión contemporánea do ser humano 25
La muerte de Dios es vista por Nietzsche como una oportunidad. Una oportunidad para que, ahora
que todo se ha destruido y vaciado, podamos crear algo nuevo. Una nueva “moral de los señores”
con nuevos valores vitalistas que afirmen la vida y la abracen con todos sus placeres y dolores,
belleza y horrores, sin culpa ni responsabilidad, es decir, una moral más allá del bien y el mal tal y
como los conocemos. Solo así la existencia del ser humano podrá tener sentido como paso a un
nuevo ser: El Superhombre.
Pero para llegar a ello antes debemos pasar por tres pasos. Conviene aclarar que la transforma-
ción del ser humano de la que habla Nietzsche no cabe entenderla en clave biológica o física,
sino espiritual, es lo que denomina las tres transformaciones del espíritu, y para ello recurre a tres
metáforas:
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Visión contemporánea do ser humano 26
2. El León: es el rey del desierto. Cuando el espíritu se convierte en león tiene la fuerza y el
coraje suficientes para rebelarse contra los valores morales impuestos, pero es incapaz de crear
nuevos valores.
El Eterno Retorno.
Para llevar esto a cabo Nietzsche introduce un concepto que será fundamental. El Eterno Retorno
es el elemento fundamental que permite el paso del León al Niño, será aquello a lo que solo un
superhombre podrá decir “Sí”. EL Eterno Retorno es la concepción circular del tiempo según la cual
todas las cosas que han sucedido y sucederán se repetirán en un ciclo infinito por toda la eterni-
dad.
El aspecto más importante del Eterno Retorno debe entenderse en clave moral. Éste hace que nos
imaginemos que cada instante de nuestra vida va a repetirse durante toda la eternidad una y otra
vez. Si tomamos esto seriamente debemos considerar que cada decisión que tomemos en cada
instante concreto será de una gravedad abismal, es decir, tendrá tanto valor e importancia que
bajo su peso podríamos ser aplastados. Si podemos superar este obstáculo estaremos en condi-
ciones de que nuestro espíritu se transforme en el del superhombre, ya que este reto solo puede
ser superado por un superhombre. De este modo la vida terrenal cobra una importancia absoluta
y ese nuevo superhombre puede gozar de una libertad auténtica, ya que ¿Nos comportaríamos
igual a diario si supiéramos que nuestros actos se repetirán por toda la eternidad? ¿Acaso no tra-
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Visión contemporánea do ser humano 27
taríamos de ser siempre nosotros mismos y hacer las cosas lo mejor posible que pudiéramos? Ade-
más, no tendríamos que refugiarnos en un mundo eterno inventado y más allá de este, sino que
cada instante de este mundo en el que ahora vivimos estaría preñado de la belleza de lo eterno.
Sigmund Freud ha sido uno de los hombres que más han influido en la
comprensión contemporánea del ser humano. Es el creador del psi-
coanálisis, un método de investigación y de curación de enfermeda-
des mentales que supone una nueva forma de entender los procesos
de la mente y, por tanto, una nueva concepción del ser humano. Abre
una puerta a otra dimensión del ser humano, al desvelar su cara oculta
e irracional: los instintos y el inconsciente, que rigen su mente.
Según Freud, todos nosotros llevamos en nuestro interior deseos que son el verdadero motor de
nuestra personalidad, pero que no podemos aceptar conscientemente, limitados como estamos
por la vida en sociedad, la educación recibida, etc. Estos deseos los mantenemos en la incons-
ciencia, es decir, los reprimimos, a pesar de lo cual están siempre activos e intentan salir fuera, por
ejemplo, a través de lo que soñamos mientras dormimos.
Freud describe la mente humana como una estructura compleja, que engloba varias instancias
independientes, pero, al mismo tiempo, relacionadas entre sí. Entre esas instancias existen fronte-
ras, cuya función es la de proteger a la conciencia del individuo de aquellos contenidos que de
alguna manera representan una amenaza para él.
• ELLO: engloba las pulsiones primarias de la naturaleza humana: Eros (pulsiones sexuales y
de auto-conservación) y Thanatos (pulsiones agresivas), los rasgos hereditarios y los deseos re-
primidos a lo largo de la vida del individuo -los cuales no desaparecen, sino que permanecen
latentes en nuestro inconsciente. Todos estos contenidos son inconscientes. También son irra-
cionales y amorales, pues exigen su realización, independientemente de las prohibiciones mo-
rales o sociales. Y es que el ello se rige por el principio del placer.
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Visión contemporánea do ser humano 28
ello, y su predominio sobre éste es la causa de enfermedades psíquicas. En una parte impor-
tante, es también inconsciente. Se rige por el principio del deber.
• YO: hace de mediador entre el ello y el súper-yo, entre el sujeto y la realidad exterior. Trata
de adaptar las pulsiones del ello, dominadas por el principio de placer, a las exigencias del
súper-yo, guiado por el deber moral. Es decir, trata de contentar al ello sin que dicha satisfac-
ción provoque conflictos con la moral. Se rige por el principio de realidad.
Una de las obras más célebres de Sigmund Freud, La Interpretación de los Sueños, sirvió como
inspiración para numerosos artistas como por ejemplo el pintor surrealista Salvador Dalí.
Según este planteamiento, la libertad humana es sólo un señuelo, dado que el hombre está domi-
nado por pulsiones inconscientes.
Freud destaca en sus análisis el carácter ambivalente de la sociedad y la cultura, pues, si bien es
cierto que gracias a la cultura progresa el ser humano, no es menos cierto que este progreso se
lleva cabo reprimiendo las pulsiones del ello. La sociedad, a través de sus normas y prohibiciones,
juega un papel represor; impide al hombre satisfacer sus pulsiones, provocándole inevitables con-
flictos psíquicos. Tales conflictos, según Freud, se manifiestan en las creaciones humanas: institucio-
nes, guerras, obras de arte, etc.
El humanismo es aquél movimiento teórico que pone al ser humano en el centro de su programa.
Hay muchos tipos de humanismos a lo largo de toda la historia de la filosofía, pero aquí nos deten-
dremos en el humanismo existencialista de J. P. Sartre y, como contrapunto, veremos el anti-hu-
manismo de Martin Heidegger. Podemos definir el movimiento humanista del siglo XX con la si-
guiente aseveración, a saber, que “el hombre es el ser que tiene por misión ocupar el centro de la
realidad mundana y ostentar el primado sobre cualquier otro tipo de realidad. Esto significa que
en toda jerarquía de valores él debe ser el valor supremo”.
"Estoy condenado a ser libre. Lo cual significa que no es posible encontrar a mi libertad más
límites que ella misma, o, si se prefiere, que no somos libres de dejar de ser libres... Para la
realidad-humana, ser significa elegirse: nada le viene de fuera o de dentro que pueda reci-
bir o aceptar. El hombre está enteramente abandonado, sin ayuda alguna, a la insosteni-
ble necesidad de hacerse "ser" hasta en el menor detalle... El hombre no podría ser libre en
unos casos y esclavos en otros: o es siempre y todo entero libre, o no es nada."(JP.Sastre.
L'étre et le néant (El ser y la nada). París, Gallimard, 1943, pp. 515-516.)
Jean Paul Sartre (1905-1980), es uno de los mayores representantes del existencialismo ateo y
humanista del siglo XX. Sartre en su conferencia El existencialismo es un humanismo (1946), se
plantea la siguiente cuestión: Ya que Dios no existe, ¿qué ser hay en el mundo cuya existencia
preceda a su esencia? La respuesta es el hombre. Veamos qué significa esta afirmación. El
hombre empieza por existir, sin tener ninguna esencia (a modo alma, virtud, naturaleza co-
mún…) que lo determine a priori, sino que el hombre nace siendo nada y, a partir de ahí, se va
configurando lo que es a medida que va existiendo. El primer principio del existencialismo de
Sartre será que el ser humano es el único ser que es “lo que él se hace”.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 30
Según este esquema, el hombre es totalmente responsable de lo que es o llega a ser. Está en
su mano el configurarse como lo que él quiera ser. Es una teoría, pues, subjetiva, puesto que las
elecciones que cada uno realiza parten del sujeto en cuestión y no hay posibilidad de trascen-
der, en el ser humano, esa dimensión subjetiva. Ahora bien, que sea una teoría subjetivista no
quiere decir que sea individualista ya que, para Sartre, cuando el hombre elige (subjetiva-
mente) elige con ello a todos los hombres o, de otra manera, que cuando el ser humano elige,
elige consigo un ideal de lo que debe ser el hombre. De este modo, la responsabilidad se con-
vierte en un pilar aún mayor porque cuando elegimos no solo nos comprometemos a nosotros
mismos en la decisión, sino que afecta a la humanidad entera.
Sartre también afirmará que el ser humano está condenado a ser libre. El hecho de que Dios
no exista es bastante incómodo, ya que con ello se desvanece la posibilidad de que existan
valores fijos. De ahí el desamparo y el abandono que sufre el hombre desde el momento pri-
mero de su existencia. La libertad es aquí algo extremadamente abierto, tanto, que conlleva
casi mayor responsabilidad que otra teoría cualquiera. Uno es responsable hasta de su propia
desventura. Así, el cobarde, por ejemplo, es responsable o culpable de su cobardía. No cabe
la resignación o la excusa de “bueno, he nacido así, cobarde, qué le vamos a hacer, viene de
familia”. Esto es una excusa para el existencialismo. Somos libres y, más aún, somos conscientes
de esa libertad que tenemos para ir configurándonos. El que diga lo contrario estará actuando
de mala fe.
La pregunta ahora es, ¿por qué el existencialismo es un humanismo? Porque, como dice el
propio Sartre, el ser humano no está encerrado en sí mismo, sino que está inmerso en un universo
humano. Es humanismo porque en el hombre no hay otro legislador que él mismo.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 31
La Sociedad Actual
Según Marcuse a partir de la segunda mitad del siglo XX, o lo que él denomina “Sociedad postin-
dustrial avanzada”, se caracteriza por tres cosas:
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 32
1. Engaña a sus miembros haciéndoles caes en la Falsa Conciencia: Creen que son libres
cuando, en realidad, son esclavos.
2. Manipula a los sujetos convirtiéndolos en instrumentos al servicio del sistema productivo y
social (sin que tengan conciencia de esto).
3. Impide la libertad entendida como crítica y emancipación. Impone un concepto pobre de
libertad como libre elección.
La sociedad actual convierte la libertad en un instrumento a través del que se ejerce un dominio
sobre las personas. ¿Cómo funciona esta sutil forma de control?
La Libertad Manipulada
En las sociedades actuales decir libertad equivale a decir “posibilidad de elección”. Ser libre
consiste en escoger entre una gama de bienes y servicios: a más posibilidad de elección le
correspondería, por lo tanto, más libertad.
Sin embargo, este concepto actual de libertad de la que gozan los individuos tiene como fin
sostener, mantener y fomentar el control social sobre ellos mismos. Cuando el individuo se iden-
tifica con la libertad que le ofrecen, y usa esa libertad, lo que realmente está haciendo es
dejándose engañar, creyendo que sus deseos son propios y no están dirigidos.
Según Marcuse:
• Quien desea ser libre se ata a los deseos que se venden en el mercado;
• Quien siente como personales las necesidades disponibles, siente lo que el sistema sugiere.
“Cuanto más racional, productiva, técnica y total deviene la administración represiva de la socie-
dad, más inimaginables resultan los medios y modos mediante los que los individuos administrados
pueden romper su servidumbre y alcanzar su propia liberación (…) Bajo el gobierno de una totali-
dad represiva, la libertad se puede convertir en un poderoso instrumento de dominación. La am-
plitud de la selección abierta a un individuo no es factor decisivo para determinar el grado de li-
bertad humana, pero sí lo es lo que se puede escoger y lo que es escogido por el individuo (…)”
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 33
Satisfacer esos deseos comprados y necesidades vendidas sirve para reproducir el estado de
las cosas: La Dominación. El individuo vive en la ocultación del fin al que sirve la satisfacción de
sus deseos: el mantenimiento y expansión de la dominación.
• Cree que los mass media son instrumentos al servicio de la libertad de información, cuando,
en realidad, son medios al servicio del adoctrinamiento.
• Cree que la finalidad de consumir es lograr gratificaciones cuando, en realidad, sirve única-
mente para aumentar las ganancias del capital.
• Cree que trabajar es imprescindible e inevitable cuando, en realidad, en una sociedad tec-
nológica la carga de trabajo debería ir disminuyendo.
1. Existe una identificación peligrosa del individuo con la sociedad: la manipulación hace que
sientan como propios deseos y necesidades impuestos.
2. Nace una nueva forma de ideología: producir, consumir e incluso protestar, son vías por las
que se introduce la ideología de las clases dominantes en la población.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 34
• Todas las posibles conductas se reducen a una sola: la reproducción del sistema.
Bajo todas las apariencias esta sociedad esconde lo que realmente produce: sujetos con un
alto nivel de frustración en sus expectativas, lo cual desemboca en ansiedad, depresión y mu-
chas otras patologías.
Para poder cambiar esta sociedad es necesario que los individuos puedan liberarse. ¿Pero es
posible que los individuos alienados y dominados a través de falsas necesidades y satisfaccio-
nes puedan crear un nuevo significado para la libertad? Esto parece extremadamente com-
plicado, por lo que será necesaria una doble tarea:
a. Estimular el pensamiento crítico: Los medios tradicionales de lucha han sido asimilados por
el sistema por lo que no nos sirven. Es necesario agrupar a todos los que viven en los márgenes
del sistema (desempleados, explotados, perseguidos, …) y aprovechar su fuerza de negación.
Y también promover los pensamientos de la Teoría Crítica (a la cual Marcuse pertenece).
b. Crear una cultura no represiva. Para crear esta cultura no represiva Marcuse se inspira en
conceptos de la teoría de Freud.
Existe una represión básica, que reprime los instintos y es necesaria para la supervivencia de la
civilización, pero también existe una represión excedente, originada por una organización so-
cial basada en la dominación.
Para conocer el grado de represión Marcuse nos invita a que hagamos el cálculo de la dife-
rencia entre represión básica y represión excedente. En este sentido nuestra sociedad es la más
represiva que jamás existió ya que es la que emplea más represión excedente: trabajo alie-
nado, el tiempo libre, la conducta sexual, …son medios que la sociedad utiliza para dominarnos
en aras de la rentabilidad y la utilidad.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 35
Deseo y Erotización.
En nuestra sociedad se reprime a través del deseo: se crean nuevas necesidades que se inter-
pretan como libertades. No se controlan los deseos de los individuos, sino que se controla a los
individuos a través de sus deseos.
Para Freud en el ser humano habitan dos impulsos: El Eros, o impulso de vida que es la energía
constructiva y creativa, y Thanatos, o impulso de muerte, que es la energía destructiva y vio-
lenta de nuestra psique. Partiendo de estos Marcuse sugiere que liberemos nuestros instintos
eróticos y creativos, que dejemos hacer y hablar al Eros en nosotros. ¿Qué consecuencias
puede traernos esto?
• Liberación del amor y el afecto que hoy se hallan presos del sexo industrial.
• Desactivación del impulso de Muerte: la vida es alegría y el dolor se asume sin culpa.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 36
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 37
Desde finales del siglo XX hasta nuestros días han surgido nuevos modelos para comprender al ser
humano asentados en los desarrollos de la ciencia y la tecnología. Estos nuevos modelos parten
de la idea de que el proyecto humanista, que había alcanzado la cumbre durante el período de
la Ilustración, ha fracasado y que por tanto es necesario abrir una nueva vía que nos conduzca
más allá de nuestra humanidad.
Para llevar esta tarea a cabo es fundamental el concepto de Enhancement (“mejora”) humana
entendiendo ésta como “…la modificación cuyo objetivo es mejorar el desempeño de los indivi-
duos humanos a través de intervenciones con base científica o tecnológica en el cuerpo hu-
mano”. Tales enhancement van desde todo tipo de uso de drogas, pasando por la modificación
y selección genética, como prótesis cerebrales, desarrollo de nuevos sentidos, hasta incluso la
creación de híbridos hombres- máquina y cyborgs.
“…un movimiento filosófico y cultural al que le concierne promover responsablemente los modos
de utilizar la tecnología en aras de mejorar las capacidades humanas, de aumentar el espectro
de una humanidad floreciente.”
• Rechaza lo religioso. En este sentido se opone al dogmatismo religioso, y creen que las pro-
mesas de salvación y esperanzas que a lo largo de la historia ofrecían las religiones van a ha-
cerse reales gracias a la ciencia y la tecnología.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 38
• La autonomía de la persona: Toda persona debe ser libre de modificar su cuerpo a su antojo.
Bostrom así mismo sugiere cuatro posibles relatos para el progreso humano:
2. Colapso recurrente (poco probable, según nos adentramos en el futuro se hace más difícil
que esto suceda de manera indefinida)
4. Evolución posthumana (altamente probable, se trata de una evolución con mejoras ad in-
finitum. Por otro lado, la ruptura con nuestra humanidad puede ser progresiva o brutal).
Así pues, el transhumanismo concebirá al ser humano desde una perspectiva atea, materialista
y mecanicista, y cuya esencia está en la constante enhancement y modificación tecnológica
para llegar a superar sus limitaciones y alcanzar un nuevo estadio evolutivo.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 39
Arriba a la izquierda, un implante de luces LED bajo la mano por motivos estéticos. Arriba
a la derecha, Gabriel Licina se inyectó Chlorin E6 para ver en la oscuridad. A la izquierda,
un chip RFID que permite comunicar nuestro cuerpo con ordenadores, móviles, …
Actualmente existe un movimiento denominado los biohacker. Este movimiento pretende llevar a
cabo las investigaciones del transhumanismo al margen del control de los Estados y lejos de los in-
tereses de las grandes multinacionales. Los biohacker ya bien pueden ser grupos de investigadores
que montan sus laboratorios en el garaje de su casa, como investigadores que de modo privado
interviene su propio cuerpo. A este último grupo se les denomina grinders cuando por su radicali-
dad no tienen problema en poner en peligro su propia vida. Las enhancement son de todo tipo,
como inyectarse un líquido en los ojos que les permita ver en la oscuridad o implantarse un chip en
la muñeca que les permita sentir las ondas electromagnéticas.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 40
a. La Crisis del Proyecto Humanista: El proyecto de educación del ser humano planteado
desde el Renacimiento y la Ilustración, es decir la de un ser que puede salir de la barbarie y
civilizarse a través del pensamiento racional y autoreflexivo, entra en crisis tras los sucesivos con-
flictos del siglo XX, y se ve sobrepasado por la sociedad de la información, la velocidad, y las
tecnologías dominantes del siglo XXI. Algunos filósofos como el alemán Peter Sloterdijk propo-
nen abandonar este viejo proyecto y apostar por la ingeniería genética y la eugenesia, lo que
le llevará a ser acusado de neofascista.
b.2. En este sentido el individuo es un ser informacional. La razón no es exclusiva del ser
humano y puede ser reproducida y copiada por cualquier máquina inteligente. Es decir, la
razón puede transferirse fuera de un cuerpo e incluso ser copiada.
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 41
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EL SER HUMANO EN EL SIGLO XX-XXI 42
• Autores como Fukuyama o Jürgen Habermars la consideran “la idea más peligrosa del
mundo”: Habermars, en abierta polémica con Sloterdijk, considera que los postulados posthu-
manistas socavan el concepto de igualdad, y eliminan la autonomía moral del individuo. Esta
crítica se centra en el debate bioético de la eugenesia, la cual consiste en la manipulación
genética de fetos o selección de embriones eliminando aquellos que sean “imperfectos” en-
tendiendo estos según intereses sociales, políticos o económicos. La dignidad humana debe
tener un valor en sí misma y no estar sometida a intereses particulares.
• Las concepciones del ser humano posthumanistas y transhumanistas son simplistas. Basan
sus ideas en dos reduccionismos: el ético y el biológico.
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PERSONALIDAD E IDENTIDAD: ¿QUIÉNES SOMOS? 43
cuando en realidad idolatran la política tecnocrática. Los tecnócratas creen que la sola tec-
nología puede autorregular la administración de la política. Algunos de estos autores apelan a
máquinas Superinteligentes que resuelvan los conflictos políticos siempre en favor del bien co-
mún. En realidad, son lo mismo postulados que cuando los liberales apelaban al Libre Mercado.
Sin embargo, Las recientes crisis económicas nos han demostrado los peligros de un mercado
ciego y sin regulación.
¿Podemos queremos la inmortalidad mientras sufrimos una injusticia eterna? ¿Deseamos eman-
ciparnos de la muerte antes que de las injusticias?
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