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1. Thomas Hobbes
Para Thomas Hobbes, el estado de naturaleza de los hombres es de caos, conflicto, irritación,
miedo y muerte. Los hombres son iguales y es esta naturaleza la que los lleva a la desconfianza
y a la guerra de “todos con todos”. Hay tres principales causas de esta discordia:
Competencia: impulsa a los hombres a atacarse entre sí para lograr un beneficio. Hace
uso de la violencia para poder adueñarse de personas y cosas pertenecientes a otros
hombres.
Desconfianza: los lleva a querer lograr la máxima sensación de seguridad posible. Hace
uso de la violencia para protegerse su propiedad, su vida y la de los demás.
Gloria: esta causa es simplemente para ganar reputación. Hace uso de la violencia y la
fuerza para motivos insignificantes e intrascendentes.
Esto fundamenta la necesidad de un orden social lo suficientemente fuerte como para
atemorizar a todos y sofocar los problemas que pueden llevar a conflictos sociales. Las
personas, los ciudadanos, necesitan del Estado para tener seguridad.
Esta necesidad lleva al contrato social. Para Hobbes, un contrato era la mutua transferencia de
derechos. Con él, se pasa automáticamente a la sociedad civil y al Estado. La sociedad está
compuesta por individuos que transfieren al Estado el derecho a velar por su propia seguridad.
Al Estado se lo describe como una persona que es dada la potestad por una multitud,
mediante pactos recíprocos de sus miembros, de emplear la fuerza y los medios de todos,
según vea conveniente. Esto, con el fin de asegurar la paz y la defensa común. Esta persona es
el soberano. La libertad, en este escenario, es el margen que le queda al hombre entre lo que
cede al soberano, y lo que manda la razón.
Los súbditos no pueden elegir un cambio de gobierno o volver a su estado de naturaleza. Nada
que haga un soberano puede ser reprendido por un súbdito. Él posee el poder de la justicia, de
los hombres y de las doctrinas. Él legisla a través de la dictación de normas necesarias para
mantener la paz en la sociedad.
Existen numerosos escenarios que pueden afectar al control del poder absoluto su sobre la
población. Algunos de origen interno y, otros son doctrinas o pensamientos completamente
ajenos al soberano. Algunos son:
Que el soberano esté por debajo de la ley. Esto significaría que existe alguna persona
con el poder de juzgarlo y que, consecuentemente, se pueda instituir un nuevo
soberano. El soberano solo responde a las leyes naturales.
La división de poderes. Doctrina inadmisible, ya que la división del poder resulta en la
disolución del mismo.
La falta de dinero para dotar al Estado de poder de ejecución.
El escenario de la adulación de un súbdito, que puede desembocar en favoritismo.
Nadie aparte del soberano puede estar por sobre la ley.
La derrota militar que puede desembocar en la disolución del Estado, al no existir
nadie que proteja a los ciudadanos.
2. John Locke
Para John Locke, el estado de naturaleza del hombre es pacífico, no feroz. El hombre, su
libertad y su propiedad son cosas naturales. La libertad individual es incontrolable, excepto
cuando se trata de destruirse a uno o mismo o destruir la seguridad o propiedad del otro.
Aún así existen individuos o situaciones que atentan contra la propiedad de los demás. Esto, ya
que el estado de naturaleza carece de una ley establecida, fija y reconocida por todos. Los
intereses propios provocan que muchos no distingan la ley natural. A esto, se suma la
inexistencia de un juez público e imparcial con autoridad para interceder en disputas, pues
cada hombre es juez de la ley de la naturaleza. Finalmente, no existe un poder que apoye la
ejecución de la justicia.
Esto lleva a que los individuos deseen formar una sociedad que les permita la defensa efectiva
de su propiedad. Un pacto une a los hombres que delegan el poder en la mayoría que legisla y
ejecuta la ley. El tipo de Estado dependerá del lugar en que se deposite el poder supremo: el
legislativo.
3. Jean-Jacques Rosseau
Ningún hombre tiene autoridad natural por sobre los demás, pero algunos ostentan el derecho
de gobernar. Rosseau sugiere una manera de contrarrestar esta problemática: el contrato
social.
Todos se enajenan a este pacto, conformándose así un cuerpo moral y colectivo compuesto
por tantos miembros como votos hay en una asamblea.
Por su composición, el Estado no tiene otra obligación más que la de buscar el bien común. La
voluntad general es de la comunidad y no la de los miembros que la constituyen. El contrato
social garantiza igualdad y libertad, aquella que se obtiene mediante la obediencia a las leyes.
La ley es la expresión visible de la voluntad general. Con el contrato, el hombre nace, vive y
muere en esclavitud. Sin embargo, paradójicamente, con él nace la libertad civil y el derecho a
ser propietario de lo que posee.
El soberano es la expresión de la voluntad general, y debe regirse por las leyes. La soberanía:
Es inalienable (no se delega)
Indivisible (no existe la división de poderes)
Infalible (tiende siempre a la utilidad pública)
Absoluta (no arbitraria)
El pacto, aún así, no garantiza la auto supervivencia del pueblo. Esta misma solo se logra a
través de las leyes. Por ello, el legislador debe lograr que el pueblo vea el bien que tanto
quiere, y que el juicio sea lo suficientemente recto como para alcanzar el bien común.
En conclusión:
Todos los gobiernos tienden a dañar y a traicionar el deber de la soberanía
El problema de fondo se solucionaría con la formación de los ciudadanos
Las instituciones son secundarias con respecto a las costumbres
4. Conclusiones
a. Hobbes:
El hombre: es de naturaleza guerrera, producto del estado de desorden y de la
falta de una autoridad central capaz de infundir temor. No es “malo”, el temor a
la muerte lo obliga a luchar para no perecer. Esto lo lleva a unirse en sociedad a
través del contrato. La guerra es de todos contra todos, por lo tanto nada es
injusto.
El contrato: tiene como causa la búsqueda de la seguridad y, como consecuencia,
el estado absoluto.
La sociedad: es un conjunto de individuos que viven sometidos, súbditos que
conforman un cuerpo gobernado por la cabeza-soberano. En este espacio se
define lo que es justo e injusto, y lo que pertenece a cada quien.
Luis Martín Leguizamón
b. Locke:
El hombre: tiende a la paz, ya que su única preocupación es interpretar y hacer
respetar la ley natural. Cada hombre es juez de sí mismo. Su preocupación
principal es cuidar su propiedad privada. Con el contrato social, su principal
objetivo es intentar conseguir las mejores condiciones (leyes reconocidas por
todos, jueces imparciales) para lograr cuidar de su propiedad.
El contrato: su causa es la necesidad de asegurar la propiedad y, su consecuencia,
es el estado parlamentario sometido a las leyes.
La sociedad: es un sistema ordenado regido por las propiedades de cada uno. La
propiedad es más importante que el soberano, ya que una amenaza a las
posesiones de alguien puede derivar en rebelión. La sociedad civil predomina por
sobre la política.
El Estado: es garante de la propiedad privada de los intereses de la sociedad civil.
c. Rosseau:
El hombre: su buen salvaje vive aislado y no es bueno ni malo porque es libre. Es un
entero absoluto, completo. Su bien más preciado es la bondad originaria. Carece de
propiedad y no teme por su propia vida. Si se une con otros a través de un contrato
social, es porque su estado primitivo ya no puede subsistir.
El contrato: su causa es la evolución natural de la sociedad y su consecuencia es un
estado que se gobierna en asamblea, regido por la voluntad popular y que apunte al
bien común.
La sociedad: se gobierna a sí misma a través de sus representantes. El concepto de
voluntad general es lo que liga a esta estructura y logra que las individualidades
dispersas conformen una masa homogénea tendente al bien común.
El Estado: es la expresión viva de la voluntad general.
Estas teorías nacen a partir de los contextos en los cuales los autores vivieron. Sus reflexiones
no son ajenas a la realidad, ya que se hacen en un tiempo determinado y con intereses
personales imposibles de obviar.
El concepto de estado de naturaleza se utiliza como un referente hipotético para definir todos
los conceptos como contrato, sociedad civil y Estado. La importancia del concepto radica en
que actúa como una base lógica para la argumentación. Estas reflexiones son clásicas porque
siguen siendo actuales. La sociedad civil y el Estado han sido ejes de la teoría política desde el
inicio, y a través de ellos se ha intentado explicar la evolución de las sociedades.