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VACUNACIÓN CONTRA EL CÁNCER

Se ha realizado un estudio reciente que evidencia la eficacia de una posible “vacuna” contra el cáncer. El estudio
demostró que el tratamiento inyectando un nucleótido CpG (un ligando del receptor tipo Toll ‘TLR9’) en un tumor
localizado, era capaz de unirse al mismo e inducir la producción de citocinas, que a su vez es capaz de estimular la
expresión de OX40 en los linfocitos Th (aumentando la proporción del mismo y constituyendo, por tanto, un
mecanismo de respuesta más efectivo en el microambiente tumoral). OX40 es un receptor de las células Th (CD4+)
imprescindible para su supervivencia prolongada en el tiempo. Esto no efectivo de forma sistémica sino que la
eficacia se limita al microentorno del tumor (en tumores alejados limita la extensión de los mismos, pero no supone
una regresión total) . Cabe destacar que es necesaria muy poca dosis del oligodesoxinucleótido para que el
tratamiento sea efectivo.
Análogamente, se utilizó un anticuerpo monoclonal (anti-OX40) que se une al receptor OX40 de forma específica y
lo activa. Por sí mismo solo suponía un retraso del crecimiento tumoral, tanto en la zona inyectada como en zonas
alejadas, en dosis muy bajas, del mismo modo que el procedimiento anterior. Pero cuando la terapia era combinada,
esto potenciaba los dos métodos individuales expuestos con anterioridad y además, en este caso, se demostró que
no solo era efectivo en el tumor inyectado sino que suponía un retroceso completo tanto en la zona tratada como en
las no tratadas.
Es importante remarcar que la inmunoterapia busca potenciar el efecto de los activadores y bloquear el de los
inhibidores de la actividad del sistema inmunitario; por tanto, mientras realiza una actividad que favorece la
activación de TLR por CpG y de OX40, impide la de las células T reguladoras, para que estos no
controlen/supriman la respuesta inmune.
Por otro lado, se profundizó en el estudio para demostrar que la inyección in situ de estos anticuerpos contra el
tumor era específica de antígenos tumorales. Para ello, se analizaron tumores distintos (antigénicamente): en este
caso se inyectaron 2 zonas localizadas con células de linfoma A20 y una con CT26. Cuando se realizaba la
vacunación in situ en una zona concreta de A20, se producía regresión completa en el mismo y en el no inyectado,
pero el tumor CT26 seguía desarrollándose. De igual modo, ocurría justo lo contrario cuando el que se inyectaba
era el CT26: los tumores A20 seguían creciendo. Este estudio demostró la especificidad antigénica de la
vacunación in situ. Además, estudios paralelos en otros tipos de cáncer (por ejemplo, el cáncer de mama)
demostraron una eficacia más extendida del tratamiento. Este examen y sus tiempos de respuesta demostró a su vez
que el desencadenante para el inicio de la respuesta inmunitaria comenzaba en la zona donde se realizó la inyección
y no de forma sistémica como cabría pensar.
Para seguir ahondando en el estudio, se realiza un ensayo con 2 variedades de anticuerpos, cuya diferencia radica
en su afinidad para la unión con su receptor Fc. Mientras la versión nativa del anticuerpo actúa de forma sistémica,
la versión mutada no. Esto podría implicar que la vacunación con CpG/anti-OX40 produce una respuesta citotóxica
moderada por células (la célula diana debe estar marcada con anticuerpos) llevaba a cabo tanto por linfocitos T
como células natural-killer.
Aunque estos estudios se han realizado mayormente en roedores, ya hay algunos ensayos con resultados positivos
en humanos. Esta vacunación in situ con CpG y anti-OX40 es la forma más potente de inmunoterapia que se ha
identificado y presenta numerosas ventajas. En primer lugar, se ha demostrado que es una terapia muy eficiente y
que puede llevar a una regresión íntegra del tumor. De igual forma, es capaz de aprovechar los linfocitos T
existentes en el microambiente del tumor, induciendo una proliferación masiva de esta población celular que no se
limita a la zona concreta a la zona inyectada sino que es capaz de actuar de forma sistémica. Por último, es
importante resaltar el hecho de que no requiere del previo conocimiento antigénico tumoral, y que la inmunoterapia
con inyección directa en el tumor es capaz de evitar efectos secundarios que se producirían con una administración
sistémica. Aunque hay, en su mayoría, ventajas, el mayor inconveniente se presenta cuando el tumor se encuentra
en un sitio con dificultad o imposibilidad para inyectar. Esta terapia combinada con otros tipos, como la quimio y la
radioterapia, tendrá una eficacia multiplicada.
Cabe señalar que hay una variedad enorme de anticuerpos monoclonales además de los citados como ejemplo en
este texto, que además de ser usados contra el cáncer, se usan en otras enfermedades (como las autoinmunes). Un
ejemplo de esto es el rituximab (en linfoma no Hodgkin y artritis reumatoide).
BIBLIOGRAFÍA

-Sagiv-Barfi el al., "Eradication of spontaneous malignancy by local immunotherapy," Science Translational


Medicine (2018) Vol. 10, Issue 426, eaan4488 DOI: 10.1126/scitranslmed.aan4488

-Pulido, M. S. (6 de Febrero de 2018). “Una «vacuna» para el cáncer”. Recuperado de


https://www.investigacionyciencia.es/noticias/una-vacuna-para-el-cncer-16084 (Artículo divulgativo)

-Vásquez. L. et al, “Inmunoterapia en cáncer: De los inicios al premio nóbel”, “Revista Peruana de medicina
experimental y salud pública” (2020) 37 (1), 115-21, DOI: 10.17843/rpmesp.2020.371.4329 .

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