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FILOSOFIA Y CONOCIMIENTO
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tradición empirista, “experiencia” tiene esta doble acepción de experiencia
mediante la que se captan los contenidos del mundo externo (sensación), como
también experiencia interna mediante la que captamos las operaciones de nuestra
mente (reflexión o introspección).
Sin embargo, hay que destacar que, probablemente, el primer gran libro que
se escribe sobre teoría del conocimiento (epistemología) es el Ensayo sobre el
Entendimiento Humano de Locke.
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Arbitrariamente podríamos decir que hay niveles de conocimiento.
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CUARTO NIVEL, NIVEL FILOSÓFICO. A este estadio del conocimiento es el
que se llama nivel filosófico del conocimiento.
Hay una pluralidad de facetas cuando uno trata el conocimiento. Y esto nos
revela la dependencia que tiene la teoría del conocimiento con otras áreas del
saber. Por ejemplo si preguntamos ¿cómo debe ser el conocimiento? Podemos
responder desde la lógica y aquí nos interesa la lógica por cuanto ella nos dice
qué reglas debemos seguir para que nuestro conocimiento sea racional desde un
punto de vista lógico, es decir, para que sea lógicamente consistente.
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dice qué procesos internos (cognitivos o de otro orden como los afectivos) se
llevan a cabo y cómo, cuando nosotros nos relacionamos con el mundo y las
demás personas. Por ejemplo, es la psicología la que nos dice que operan ciertas
leyes de asociación y también es ella la que nos dice que en la percepción se
incluyen elementos conceptuales (como los estudiados por los psicólogos de la
Gestalt).
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Dejando a un lado cualquier teoría acerca del conocimiento como las que hay a
mano, uno puede hacer el esfuerzo de simplemente describir los elementos
básicos que están presentes en todo acto cognoscitivo:
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Pero, de acuerdo con esto los objetos pierden su estabilidad, su
permanencia por ser un contenido en el siempre cambiante fluir de nuestra
mente. Esta es una consecuencia que va contra el sentido común. El sentido
común nos dice que los objetos siguen existiendo cuando no hay un sujeto
percipiente para el cual ese objeto es objeto.
Pero Dios que es conocedor siempre en acto, que no ignora nada, tiene en sí
todos los objetos, allí yacen los objetos. En resumen: los objetos son siempre
contenidos en la mente de Dios (Berkeley era obispo, de manera que no es raro
que él introdujera la tesis de un sujeto que todo lo percibe permanentemente).
En cualquiera de los dos casos, los tres elementos, sujeto, objeto y relación
no se eliminan. Tampoco en la introspección se pierden los tres elementos:
nosotros nos desdoblamos y nuestros propios estados y operaciones mentales se
vuelven objeto del conocimiento.
Jorge Millas dice que uno tiende a pensar de manera topológica (de lugar)
respecto de la conciencia, del sujeto, porque sentimos a nuestro cuerpo como
cosa propia y lo movemos entre las cosas del mundo exterior. La piel viene a ser
como la frontera natural entre un más allá corporal (el mundo externo de las
cosas) y el más acá corporal (nuestro mundo interior).
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al cabo, la exterioridad del mundo se hace presente como tal para mi conciencia
y dentro de ella: solo en contacto con ella puede mostrar que se encuentra
separada. Esta situación tan extraña fue claramente detectada por Hegel, quien la
convirtió en el dato inicial de su idealismo dialéctico. (Véase J. Millas: Idea de
la filosofía. El conocimiento, vol. II, cap. II).
Pero hay otro caso de conocer, el de conocer como habilidad. ¿Sabe Ud.
cómo usar un computador? Aquí se pregunta por su habilidad, si sabe cómo
hacerlo funcionar. Lo mismo ocurre si la pregunta fuera: ¿sabe Ud. nadar? No se
está preguntando si se conocen determinadas proposiciones o verdades acerca del
acto de nadar sino que se está preguntado sobre una habilidad. Usted puede saber
muchas cosas sobre el nadar, pero si se ahoga cuando cae al agua, entonces usted
no sabe nadar.
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que algunas proposiciones sobre él son verdaderas. (que es una persona de trato
refinado, habla el mismo idioma que yo, los demás dicen que vale la pena
conocerlo, etc.). Sin embargo muchas personas pretenden saber algo y en
realidad no lo saben.
He aquí algunas dificultades: ¿Cuáles son las razones para creer algo?, ¿qué
tipo de razones deberé poseer?, ¿todas las razones?, ¿algunas? Y si son algunas
¿cuáles serían aceptadas o suficientes como razones? Una respuesta radical es la
de que se requieren razones o elementos de juicio a favor de la creencia que sean
incuestionables y suficientes. Esta es ya una exigencia de certeza, como la que se
exigió a sí mismo Descartes cuando se impuso el objetivo de encontrar una
verdad indubitable, incuestionable, que sirviera de fundamento del conocimiento
científico.
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Nuestros conocimientos son acerca de proposiciones y uno puede aceptar,
negar o abstenerse de una proposición.. Si hacemos un paralelo con las posturas
que pueden tenerse con respecto a la fe obtenemos que:
CERTEZA Y EVIDENCIA
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Las proposiciones sobre cosas de la vida cotidiana tienen un valor
epistemológico menor que las proposiciones que son, por ejemplo, acerca de las
entidades matemáticas o proposiciones que se expresan mediante la palabra
“existo” (Descartes: “si dudo (pienso), entonces existo”).
Una proposición evidente es una proposición que está fuera de toda duda
razonable y que es tal que cualquier proposición que sea más razonable que ella
es una proposición que es cierta. Así, por ejemplo, si decimos que “hay un
número determinado de alumnos en la sala de clases en este momento”, o que
“está lloviendo ahora en Santiago”, decimos que lo sabemos. Pero, aunque
habitualmente la casa de al lado está habitada, nosotros no sabemos que alguien
está ahí en este momento. Aunque efectivamente haya alguien en este momento
en dicha casa (es decir, que fuera verdad la proposición: “ahora hay alguien en la
casa de al lado”), nosotros no sabemos que es verdadera. Entonces la evidencia
podemos definirla sí:
Hay que tener también a la vista que una proposición puede ser evidente y
no ser completamente cierta, pero toda proposición que es cierta es también
evidente.
Como vimos en la clase anterior hay condiciones que debe cumplir una
proposición:
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3º. Hemos de poseer razones a favor de p, poseer elementos
de juicio a favor de p.
Cuando nosotros decimos que sabemos p (por ejemplo, que fulano ganó el
loto), sabemos que “p” es verdadero. Sería contradictorio decir: sabemos “p”
pero “p” no es verdadero, pues en parte saber “p” implica que “p” sea verdadero.
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Como decíamos, hay otros requisitos, un segundo requisito sería “creer que
son verdaderas”. Hay muchos enunciados en los que creemos pero no sabemos
que son verdaderos. Para ello deberíamos tener pruebas de su verdad (tercer
requisito). Pero a la inversa, si sabemos que algo es el caso, entonces también lo
creemos: SABER IMPLICA NECESARIAMENTE CREER; CREER NO
IMPLICA NECESARIAMENTE SABER
Por ejemplo por siglos la gente creyó que la tierra era plana, o que el
comportamiento térmico de los cuerpos se debía a un fluido sutil en los cuerpos,
pero la ciencia comprobó respectivamente que la tierra es redonda y que el calor
consiste en energía cinética. Por lo tanto, está bien decir, “él lo cree pero no es
verdad”, pero no estaría bien decir “es verdad pero no lo creo” (porque es un
requisito creer, si es verdad).
Hay situaciones de ser sobre las que nosotros hacemos conjeturas y que
son afortunadas, y resultan verdaderas. Pero en el momento que nosotros
conjeturamos o decimos algo no sabemos, en el sentido estricto que hemos
hablado anteriormente, eso que decimos.
Popper compara las conjeturas, las teorías científicas, con la malla del
pescador. Mientras más fina sea la malla más peces atrapa, entre más fina sea la
teoría propuesta y más elaborado sea el proceso de falsación, más hechos del
mundo explicaremos y mayor dominio sobre él tendremos.
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grados de aproximación a la verdad. La ciencia no alcanza la verdad sino que
alcanza la verosimilitud (grados de aproximación a la verdad). Pero nunca
estamos en ella, quienes dicen poseer la verdad, el conocimiento en este sentido
tan exigente, son los ideólogos, no los científicos. Popper es
epistemológicamente un falibilista.
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para creer en ella y cuando la proposición es verdadera. El sentido fuerte alude al
caso en que se dan los tres requisitos anteriores agregando que los elementos de
juicio que se dan a favor de la proposición deben ser absolutamente
concluyentes. Este último caso es el típicamente filosófico. Se da cuando el
filósofo intenta establecer proposiciones que sean verdaderas sin el menor asomo
de duda. Esto sugiere que el pensamiento filosófico es radical en sus exigencias.
(Una sugerencia para ustedes de mi parte: si el supuesto filósofo es blanducho en
sus convicciones es muy posible que no sea un auténtico filósofo, no creo en la
filosofía sin lágrimas).
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