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Índice
1 Orígenes
2 Desarrollo
o 2.1 Arquitectura
o 2.2 Escultura
o 2.3 Pintura
o 2.4 Música
o 2.5 Literatura
3 Véase también
4 Referencias
Orígenes
Con el deseo de repetir y repercutir las huellas del pasado se pusieron en marcha
expediciones para conocer las obras antiguas en sus lugares de origen. La que en 1750
emprendió desde Francia el arquitecto Jérôme Charles Bellicard, dio lugar a la publicación
en 1754 de las Observations sur les antiquités de la ville d'Herculaneum (“Observaciones
sobre las antigüedades de la villa de Herculano”),2 una referencia imprescindible para la
formación de los artistas neoclásicos franceses. En Inglaterra la Society of Dilettanti
(“Sociedad de Amateurs”) subvencionó campañas arqueológicas para conocer las ruinas
griegas y romanas. De estas expediciones nacieron libros como Le Antichitá di Ercolano
(1757-1792) elaborada publicación financiada por el rey de Nápoles (luego Carlos III de
España), que sirvió de fuente de inspiración para los artistas a pesar de su escasa
divulgación.
También hay que valorar el papel que desempeñó Roma como lugar de cita para viajeros y
artistas de toda Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se
intercambiaban ideas y cada uno iba adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta a
su tierra de origen. Allí surgió en 1690 la llamada Academia de la Arcadia o Arcades de
Roma,3 que con sus numerosas sucursales o coloniae por toda Italia y su apuesta por el
equilibrio de los modelos clásicos y la claridad y la sencillez impulsó la estética neoclásica.
La villa romana se convirtió en un centro de peregrinaje donde viajeros, críticos, artistas y
eruditos acudían con la intención de ilustrarse en su arquitectura clásica. Entre ellos estaba
el prusiano Joachim Winckelmann (1717-1768), un entusiasta admirador de la cultura
griega y un detractor del rococó francés; su obra Historia del Arte en la Antigüedad (1764)
es una sistematización de los conocimientos artísticos desde la antigüedad a los romanos.
En Roma también trabajaba Giovanni Batista Piranesi (1720-1778); en sus grabados, como
Antichitá romana (1756) o Las cárceles inventadas (1745-1760), y transmite una visión
diferente de las ruinas con imágenes en las que las proporciones desusadas y los contrastes
de luces y sombras buscan impresionar al espectador.
Desarrollo
Arquitectura
Esta sección es un extracto de Arquitectura neoclásica.[editar]
Representación de la Acrópolis de Atenas, obra de 1846 del arquitecto y pintor Leo von Klenze
(Neue Pinakothek, Múnich)
Urbanización en Washington
La arquitectura neoclásica es un estilo arquitectónico occidental que produjo el movimiento
neoclásico que comenzó a mediados del siglo XVIII, por una reacción contra el estilo
barroco de ornamentación naturalista así como por el resultado de algunos rasgos clasicistas
nacidos en el barroco tardío. Se prolongó durante el siglo XIX, coincidiendo luego con
otras tendencias, como la arquitectura historicista y el eclecticismo arquitectónico. Algunos
historiadores llaman clasicismo romántico a la producción neoclásica de la primera mitad
del siglo XIX, jugando con el oxímoron (oposición de términos), ya que además de
coincidir con el romanticismo, estilísticamente compartía rasgos con la estética romántica,
al añadir cierta expresividad y espíritu exaltado a la sencillez y claridad de las edificaciones
clásicas grecorromanas.4
Los modelos greco-romanos dieron lugar a una arquitectura monumental que reproducía
frecuentemente el templo clásico para darle un nuevo sentido en la sociedad civil. El perfil
de los Propileos de Atenas sirvió al alemán Carl Gotthard Langhans para diseñar su puerta
de Brandeburgo en Berlín (1789-1791),5 un tipo muy repetido como atestigua la entrada al
Downing College de Cambridge (1806) obra del inglés William Wilkins o la posterior
Gliptoteca de Múnich de Leo von Klenze.6 También el inglés James Stuart (1713-1788), un
arquitecto arqueólogo al que se ha llamado el Ateniense, en su monumento a Lisícrates en
Staffordshire, reprodujo el monumento corágico de Lisícrates en Atenas. Los hermanos
Adam difundieron por toda Inglaterra un modelo decorativo para interiores con temas
sacados de la arqueología; una de sus obras más representativas es Osterley Park, con una
notable estancia etrusca y un clásico hall de entrada (1775-1780). Italia prefirió recrear sus
modelos antiguos ya bien avanzado el siglo XVIII y en los comienzos del siglo XIX. El
modelo del Panteón de Agripa en Roma se repite en un gran número de templos, como el
de la Gran Madre de Dio en Turín y San Francisco de Paula en Nápoles, ambos terminados
en 1831, que reproducen el pórtico octóstilo y el volumen cilíndrico del Panteón.
Entre ambos grupos aparece una tercera opción, la de la arquitectura pintoresca, a partir de
la creación de jardines ingleses en el siglo XVIII, ordenados de forma natural lejos del
geometrismo del jardín francés; se valora la combinación de la naturaleza con lo
arquitectónico, la inclusión en el paisaje natural de edificios que remedan las
construcciones chinas, indias o medievales. Ese juego de formas caprichosas y el
aprovechamiento de la luz buscaban suscitar sensaciones en el espectador. Horace Walpole
(1717-1797) construyó la Strawberry Hill House (1753-1756) en las afueras de Londres,
una fantasía gótica de la que su autor dijo que le había inspirado para escribir El castillo de
Otranto, una novela gótica, expresión del efecto inspirador de la arquitectura. También
William Chambers (1723-1796) creó un conjunto pintoresco en los Jardines de Kew
(Londres) (1757-1763) con la inclusión de una pagoda china que reflejaba su conocimiento
de las arquitecturas orientales.
Escultura
Artículo principal: Escultura neoclásica
Psique reanimada por el beso del amor de Antonio Canova.
Las esculturas neoclásicas se realizaban en la mayoría de los casos en mármol blanco, sin
policromar, puesto que así se pensaba que eran las esculturas antiguas, predominando en
ellas la noble sencillez y la serena belleza que Winckelmann había encontrado en la
estatuaria griega. En este mismo sentido habían ido las teorías de Gotthold Ephraim
Lessing (1729-1781) que en su libro Laocoonte, o de los límites de la pintura y de la poesía
(1766) había tratado de fijar una ley estética de carácter universal que pudiera guiar a los
artistas; sus concepciones sobre la moderación en las expresiones y en el plasmado de los
sentimientos son reglas que adoptará el modelo neoclásico.
Así, los escultores de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, crearán obras en las que
prevalecerá una sencillez y una pureza de líneas que los apartará del gusto curvilíneo del
Barroco. En todos ellos el desnudo tiene una notable presencia, como deseo de rodear las
obras de una cierta intemporalidad. Los modelos griegos y romanos, los temas tomados de
la mitología clásica y las alegorías sobre las virtudes cívicas llenaron los relieves de los
edificios, los frontones de los pórticos y los monumentos, como arcos de triunfo o
columnas conmemorativas.
Pintura
Artículo principal: Pintura neoclásica
Los pintores, entre los que destacó Jacques-Louis David (1748-1825), reprodujeron los
principales hechos de la revolución y exaltaron los mitos romanos, a los que se identificó
con los valores de la revolución. La claridad estructural y el predominio del dibujo sobre el
color son algunas de las principales características formales de la pintura neoclásica. Obras
como el Juramento de los Horacios, por ejemplo, plantean un espacio preciso en el que los
personajes se sitúan en un primer plano. Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867)
aunque no fue un pintor neoclásico, tiene obras —como La fuente— que representan este
movimiento artístico.
Música
Artículo principal: Música del Clasicismo
Como los antiguos griegos y romanos no pudieron inventar maneras de conservar la música
(mediante soportes gráficos como partituras o soportes sonoros como grabadores), el
Neoclasicismo de los siglos XVIII y XIX como resurgimiento de las artes clásicas
grecorromanas (arquitectura, escultura, pintura) no alcanzó a la música. De todos modos los
músicos de fines del siglo XVIII, influenciados sin duda por el arte y la ideología de la
época, trataron de generar un estilo de música inspirado en los cánones estéticos
grecorromanos:
Después de la Primera Guerra Mundial varios compositores (como Igor Stravinski y Paul
Hindemith) realizaron composiciones donde se notaba un retorno a los cánones del
Clasicismo de la escuela de Viena (de Haydn y Mozart), aunque con una armonía mucho
más disonante y rítmicas irregulares. Ese movimiento musical se denominó "música
neoclásica".
Literatura
Véanse también: Literatura española de la Ilustración y Neoclasicismo hispanoamericano.
Francia fue la primera en reaccionar contra las formas barrocas, y los tres grandes
ilustrados, Voltaire, Montesquieu y Rousseau se cuentan entre sus principales exponentes.
También destacaron Pierre Bayle, Denis Diderot, Georges Louis Leclerc y Pierre de
Marivaux. En el Reino Unido tuvo una gran cantidad de adeptos la novela de aventuras,
destacando Daniel Defoe, Jonathan Swift, Samuel Richardson y Henry Fielding, junto a los
poetas John Dryden y Alexander Pope.8
De la novela se pasó al ensayo como género divulgador de ideas por excelencia y que se
caracterizó por un lenguaje cuidado y sencillo, la presentación de problemas con el fin de
analizarlos y argumentar sus soluciones y la recolección de temas de interés. La literatura
neoclásica realizó una crítica de las costumbres, incidiendo en la importancia de la
educación, el papel de la mujer y los placeres de la vida.9 Destacaron en España el monje
benedictino Benito Jerónimo Feijoo, Gaspar Melchor de Jovellanos y José Cadalso.
La poesía se caracterizó por una poesía reflexiva y culta y se abandona por completo la
poesía barroca. Esta poesía persigue el ideal neoclásico, unir lo bello con lo útil, y
aprovecha los recursos de la poesía lírica (brevedad, ritmo y fácil memorización) para
instruir y reformar la sociedad.
En este género destaca Jovellanos con sus ensayos y su poesía crítica y reflexiva. También
cobraron importancia la fábula, relatos o poesías normalmente ejemplificadas con animales,
donde se exponen enseñanzas morales. La fábula se caracterizaba por ser una composición
de carácter didáctico, por la crítica de vicios y costumbres personales o de la sociedad, y
por la recurrencia a la prosopopeya o personificación. Es el subgénero que más se adaptó a
las preceptivas neoclásicas: una composición sencilla en la que la naturaleza interviene, y
que enseña divirtiendo. Destacaron los fabulistas Félix María de Samaniego y Tomás de
Iriarte en España, y el francés Jean de la Fontaine.10
En España, hubo una continuidad barroca en la poesía, con autores como Diego de Torres y
Villarroel, que consideraba a Quevedo su maestro; Gabriel Álvarez de Toledo y Eugenio
Gerardo Lobo. La segunda mitad del siglo XVII mostraba ya una poesía neoclásica,
dominada por su admiración por la ciencia y los temas filosóficos, o centrada en temas
anacreónticos y bucólicos, y marcada en ocasiones por el fabulismo. Destacaron Nicolás
Fernández de Moratín, autor de Arte de las putas, prohibida por la Inquisición, que pudo
inspirar los Caprichos de Goya; Juan Meléndez Valdés y José Cadalso, de la escuela
salmantina; los fabulistas Iriarte y Samaniego en Madrid; en la escuela sevillana destacaron
José Marchena, Félix José Reinoso, José María Blanco-White y Alberto Lista.11
Se dio también una fuerte influencia barroca en el teatro español, especialmente durante la
primera mitad del siglo XVIII, con autores como Antonio de Zamora o José de Cañizares.
El teatro en España tuvo cambios como la prohibición oficial de representar autos
sacramentales, la reaparición del gusto popular por el sainete y la transición de los antiguos
corrales a los teatros, como locales adecuados a la nueva concepción del teatro. A finales
del primer tercio de siglo los dramaturgos españoles comienzan a seguir los modelos
franceses, como Boileau y Racine, renovando las estéticas aristotélicas y horacianas. La
obra de teatro debe ser verosímil, cumplir con las unidades de acción, de espacio y de
tiempo, y tener un enfoque didáctico y moral. Destacaron en la tragedia Nicolás Fernández
de Moratín, José Cadalso, Ignacio López de Ayala y Vicente García de la Huerta; en el más
popular género del sainete, destacaron Antonio de Zamora, el prolífico Ramón de la Cruz e
Ignacio González del Castillo. Destacó especialmente la figura de Leandro Fernández de
Moratín, creador de lo que se ha dado en llamar «comedia moratiniana» (La comedia nueva
o El café, El sí de las niñas), en que ridiculizaba los vicios y costumbres de la época,
usando el teatro como vehículo para moralizar las costumbres. Seguidores de esta línea son
también Manuel Bretón de los Herreros y Ventura de la Vega.12
Véase también
Neoclasicismo en España
Neoclasicismo hispanoamericano
Referencias
1.
«Munich». Deutsche Welle (29 de marzo de 2005) (en inglés). 2005. Archivado desde el
original el 28 de junio de 2008. Consultado el 24 de enero de 2008.
Andrés Amorós. Antología comentada de la literatura española: historia y textos: siglo XVIII ,
pp. 37-41.
José Antonio Pinel Martínez Manual de literatura española, "La poesía en el Siglo de las
Luces", pp. 75-83.
José Antonio Pinel Martínez Manual de literatura española , "El teatro en el siglo XVIII", pp. 277-
286.