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El documento describe dos incidentes de falsedad cometidos por funcionarios militares. En el primer incidente, 55 duplicados de libretas militares fueron expedidos de manera irregular sin la documentación requerida. En el segundo incidente, después de una inspección, los funcionarios ordenaron a soldados llenar formularios falsos para encubrir las irregularidades. Como resultado, dos funcionarios fueron condenados por falsedad ideológica y falsedad material en ejercicio de funciones.
Descripción original:
Título original
DIFERENCIAS FALSEDAD MATERIAL Y FALSEDAD IDEOLOGICA (1) (6)
El documento describe dos incidentes de falsedad cometidos por funcionarios militares. En el primer incidente, 55 duplicados de libretas militares fueron expedidos de manera irregular sin la documentación requerida. En el segundo incidente, después de una inspección, los funcionarios ordenaron a soldados llenar formularios falsos para encubrir las irregularidades. Como resultado, dos funcionarios fueron condenados por falsedad ideológica y falsedad material en ejercicio de funciones.
El documento describe dos incidentes de falsedad cometidos por funcionarios militares. En el primer incidente, 55 duplicados de libretas militares fueron expedidos de manera irregular sin la documentación requerida. En el segundo incidente, después de una inspección, los funcionarios ordenaron a soldados llenar formularios falsos para encubrir las irregularidades. Como resultado, dos funcionarios fueron condenados por falsedad ideológica y falsedad material en ejercicio de funciones.
Para el primer semestre de 2000, en el Distrito Militar N° 55, ubicado en
la ciudad de Bogotá y entre cuyas funciones se hallaba la de expedir duplicados de libretas militares de primera y segunda clase, fueron diligenciados 55 de esos documentos de manera irregular, pues, los favorecidos no aparecían registrados con libreta militar previa, ni aportaron los documentos necesarios para ese efecto, vale decir, no tenían definida su situación militar.
Como responsables de las falsedades en cita se vinculó, entre otros, al
Capitán Carlos Eduardo Duque Salazar, a la sazón Comandante de ese Distrito Militar y a quien competía firmar todas las tarjetas y duplicados expedidos allí, y la suboficial YOLANDA QUINTERO AGUDELO, cuya función estribaba en realizar la grabación en el Sistema de Información de Reclutamiento (SIR), de los datos e información aportados por quienes requiriesen la expedición de los duplicados de Libreta Militar, para lo cual se le asignó una clave de ingreso y nombre de usuario en el sistema.
Además, se atribuye a los procesados en cita, que una vez conocieron
de la realización de una visita de inspección a la oficina, ordenaron a varios soldados que prestaban sus servicios en el Distrito Militar 55, confeccionar con datos ficticios aleatorios, formularios de solicitud de expedición de duplicados de libreta militar, con el fin de soportar las irregularmente expedidas y encubrir así el delito.
Condena
Se emitió fallo de primer grado en el cual se condenó a YOLANDA
QUINTERO AGUDELO y Carlos Eduardo Duque Salazar, como coautores del delito de falsedad ideológica en ejercicio de funciones y determinadores del delito de falsedad material en cumplimiento de funciones.
Diferencias entre la falsedad ideológica y la falsedad material
Por ello, no sobra recalcar, además del ilícito de falsedad ideológica en
ejercicio de funciones, a la procesada también se le condenó por la conducta punible de falsedad material en ejercicio de funciones, porque en los formularios de tarjetas de reservistas, llenados para respaldar con apariencia de legalidad la expedición que con anterioridad se había dispuesto de los duplicados de libretas militares, se consignaron datos falsos, que no correspondían a la órbita directa de funciones de la procesada, y de allí su calificación jurídica como falsedad material en ejercicio de funciones (hoy falsedad material de funcionario público en documento público), imputación que por lo demás no es cuestionada por el demandante en casación.
Vale señalar, para evitar confusiones, que una y otra conductas
atribuidas a la procesada se diferencian estructuralmente, porque en el primer caso, esto es, al alimentar el Sistema de Información de Reclutamiento (SIR), la procesada actuaba en ejercicio de la función a ella encomendada, mientras que en el segundo evento, esto es, al llenar los formularios de tarjeta de reservistas, no se hallaba dentro de la órbita directa de sus funciones al interior de la oficina militar.
Cabe recordar aquí que la jurisprudencia de la Corte tiene decantado
que la falsedad material, como su nombre lo indica, es un atentado a la integridad material del documento, a su genuinidad, que se presenta cuando el documento es creado totalmente, en cuyo caso se habla de falsedad material impropia, o cuando se altera el contenido material de uno existente, hipótesis conocida como falsedad material propia. En cambio, la falsedad ideológica es por definición un atentado al deber de veracidad. Se incurre en ella cuando el servidor público, o el particular, en ejercicio de la facultad certificadora de la verdad, hacen afirmaciones contrarias a ella, o la callan total o parcialmente, en un documento que puede servir de prueba.
Esa es la razón por la cual en el segundo evento la tipificación de la
conducta en la norma que describe la falsedad material de documento público, y no en la que tipifica la falsedad ideológica, responde al hecho de que la actividad de llenar los formularios de tarjeta de reservista no se encontraba dentro de las funciones propias del cargo que la procesada desempeñaba al interior del Distrito Militar No. 55, como sí lo estaba la grabación en el sistema de información de los datos de los ciudadanos que requerían tramitar el duplicado de su libreta militar, aunque la determinación de llenar tales formularios la haya realizado con ocasión de esa función, para ocultar las falsedades ideológicas que ya había cometido.
Sobre el particular, la Corte debe destacar cómo esa diferenciación entre
el delito ideológico y el material parece a veces tenue, dadas las similitudes que puede comportar cuando se trata de la confección total de un documento, que en principio se estima falsedad material impropia.
Doctrina y jurisprudencia, cuando se trata de ejemplificar esa falsedad
material, relacionan los casos en los cuales una persona elabora con apariencia de originalidad duplicados de cédula de ciudadanía, o certificados de tránsito, o en fin, suplanta a la autoridad y realiza en su totalidad un documento que parece expedido por ella.
A su vez, en torno de la falsedad ideológica se referencian los eventos
en los que un notario certifica que alguien acudió a rendir declaración extrajuicio sin hacerlo, o el jefe de personal que expide atestación de que una persona laboró durante la semana sin ocurrir así, o el director de cárcel que certifica unas horas no laboradas o estudiadas por el interno.
Nótese que la sola circunstancia de que la totalidad del documento sea
espuria o falsa no resuelve la controversia, o mejor, no define que el delito lo es de falsedad material, pues, nota distintiva de esta conducta lo es que quien fabrica ese cartulario no tenga la potestad de expedirlo como función pública (porque, desde luego, cualquier funcionario público también puede elaborar en su totalidad documentos materialmente falsos, ajenos a su labor) a él deferida, que hace parte del ejercicio normal de sus actividades.
Entonces, si lo que se examina, en torno del primer grupo de delitos
atribuido a la procesada, delimitados por la Fiscalía y las instancias como de falsedad ideológica en documento público, refiere que dentro del ejercicio de las funciones directamente a ellos asignadas, varios funcionarios públicos insertaron falsedades que finalmente condujeron a expedir duplicados de libretas militares a quienes no habían resuelto previamente su situación militar, para la Sala es claro que ello se aviene mejor con esa concreta delimitación típica y no con aquella en la cual un particular o incluso un servidor público por fuera de sus funciones, elabora completamente un documento con apariencia de originalidad.
Porque, para abundar en razones, tanto el “corpus” del documento como
la firma de quien lo signa son originales y no se duda que lo vertido como pasos previos a esa expedición fue consignado por quienes actuaban en ejercicio de sus funciones, contando con completa facultad certificadora para el efecto.
En contrario, se repite, lo ocurrido con los formularios preimpresos que
fueron diligenciados aleatoriamente y con datos falsos por los soldados al mando de la acusada, sí representa el delito de falsedad material, precisamente porque si bien el “corpus”, es oficial, a la procesada, ni tampoco a los soldados, desde luego, que aquí actuaron como simples instrumentos de aquella, les ha sido deferida esa función de diligenciarlos y, en consecuencia, como se sabe que la única razón de elaborarlos lo fue la de buscar soportar con algo la expedición de esos duplicados de libretas militares antes tratados, es claro que corresponden a una falsificación integral que representa suplantación de funcionarios y funciones.
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