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SENTENCIA DE AGOSTO 26 DE 2009. RAD. 27455. M. P.

SIGIFREDO ESPINOSA PEREZ. RESUMEN.

Hechos

Para el primer semestre de 2000, en el Distrito Militar N° 55, ubicado en


la ciudad de Bogotá y entre cuyas funciones se hallaba la de expedir
duplicados de libretas militares de primera y segunda clase, fueron
diligenciados 55 de esos documentos de manera irregular, pues, los
favorecidos no aparecían registrados con libreta militar previa, ni
aportaron los documentos necesarios para ese efecto, vale decir, no
tenían definida su situación militar.

Como responsables de las falsedades en cita se vinculó, entre otros, al


Capitán Carlos Eduardo Duque Salazar, a la sazón Comandante de ese
Distrito Militar y a quien competía firmar todas las tarjetas y duplicados
expedidos allí, y la suboficial YOLANDA QUINTERO AGUDELO, cuya
función estribaba en realizar la grabación en el Sistema de Información
de Reclutamiento (SIR), de los datos e información aportados por
quienes requiriesen la expedición de los duplicados de Libreta Militar,
para lo cual se le asignó una clave de ingreso y nombre de usuario en el
sistema.

Además, se atribuye a los procesados en cita, que una vez conocieron


de la realización de una visita de inspección a la oficina, ordenaron a
varios soldados que prestaban sus servicios en el Distrito Militar 55,
confeccionar con datos ficticios aleatorios, formularios de solicitud de
expedición de duplicados de libreta militar, con el fin de soportar las
irregularmente expedidas y encubrir así el delito.

Condena

Se emitió fallo de primer grado en el cual se condenó a YOLANDA


QUINTERO AGUDELO y Carlos Eduardo Duque Salazar, como coautores
del delito de falsedad ideológica en ejercicio de funciones y
determinadores del delito de falsedad material en cumplimiento de
funciones.

Diferencias entre la falsedad ideológica y la falsedad material

Por ello, no sobra recalcar, además del ilícito de falsedad ideológica en


ejercicio de funciones, a la procesada también se le condenó por la
conducta punible de falsedad material en ejercicio de funciones, porque
en los formularios de tarjetas de reservistas, llenados para respaldar con
apariencia de legalidad la expedición que con anterioridad se había
dispuesto de los duplicados de libretas militares, se consignaron datos
falsos, que no correspondían a la órbita directa de funciones de la
procesada, y de allí su calificación jurídica como falsedad material en
ejercicio de funciones (hoy falsedad material de funcionario público en
documento público), imputación que por lo demás no es cuestionada por
el demandante en casación.

Vale señalar, para evitar confusiones, que una y otra conductas


atribuidas a la procesada se diferencian estructuralmente, porque en el
primer caso, esto es, al alimentar el Sistema de Información de
Reclutamiento (SIR), la procesada actuaba en ejercicio de la función a
ella encomendada, mientras que en el segundo evento, esto es, al llenar
los formularios de tarjeta de reservistas, no se hallaba dentro de la
órbita directa de sus funciones al interior de la oficina militar.

Cabe recordar aquí que la jurisprudencia de la Corte tiene decantado


que la falsedad material, como su nombre lo indica, es un atentado a la
integridad material del documento, a su genuinidad, que se presenta
cuando el documento es creado totalmente, en cuyo caso se habla de
falsedad material impropia, o cuando se altera el contenido material de
uno existente, hipótesis conocida como falsedad material propia. En
cambio, la falsedad ideológica es por definición un atentado al deber de
veracidad. Se incurre en ella cuando el servidor público, o el particular,
en ejercicio de la facultad certificadora de la verdad, hacen afirmaciones
contrarias a ella, o la callan total o parcialmente, en un documento que
puede servir de prueba.

Esa es la razón por la cual en el segundo evento la tipificación de la


conducta en la norma que describe la falsedad material de documento
público, y no en la que tipifica la falsedad ideológica, responde al hecho
de que la actividad de llenar los formularios de tarjeta de reservista no
se encontraba dentro de las funciones propias del cargo que la
procesada desempeñaba al interior del Distrito Militar No. 55, como sí lo
estaba la grabación en el sistema de información de los datos de los
ciudadanos que requerían tramitar el duplicado de su libreta militar,
aunque la determinación de llenar tales formularios la haya realizado
con ocasión de esa función, para ocultar las falsedades ideológicas que
ya había cometido.

Sobre el particular, la Corte debe destacar cómo esa diferenciación entre


el delito ideológico y el material parece a veces tenue, dadas las
similitudes que puede comportar cuando se trata de la confección total
de un documento, que en principio se estima falsedad material
impropia.

Doctrina y jurisprudencia, cuando se trata de ejemplificar esa falsedad


material, relacionan los casos en los cuales una persona elabora con
apariencia de originalidad duplicados de cédula de ciudadanía, o
certificados de tránsito, o en fin, suplanta a la autoridad y realiza en su
totalidad un documento que parece expedido por ella.

A su vez, en torno de la falsedad ideológica se referencian los eventos


en los que un notario certifica que alguien acudió a rendir declaración
extrajuicio sin hacerlo, o el jefe de personal que expide atestación de
que una persona laboró durante la semana sin ocurrir así, o el director
de cárcel que certifica unas horas no laboradas o estudiadas por el
interno.

Nótese que la sola circunstancia de que la totalidad del documento sea


espuria o falsa no resuelve la controversia, o mejor, no define que el
delito lo es de falsedad material, pues, nota distintiva de esta conducta
lo es que quien fabrica ese cartulario no tenga la potestad de expedirlo
como función pública (porque, desde luego, cualquier funcionario público
también puede elaborar en su totalidad documentos materialmente
falsos, ajenos a su labor) a él deferida, que hace parte del ejercicio
normal de sus actividades.

Entonces, si lo que se examina, en torno del primer grupo de delitos


atribuido a la procesada, delimitados por la Fiscalía y las instancias
como de falsedad ideológica en documento público, refiere que dentro
del ejercicio de las funciones directamente a ellos asignadas, varios
funcionarios públicos insertaron falsedades que finalmente condujeron a
expedir duplicados de libretas militares a quienes no habían resuelto
previamente su situación militar, para la Sala es claro que ello se aviene
mejor con esa concreta delimitación típica y no con aquella en la cual un
particular o incluso un servidor público por fuera de sus funciones,
elabora completamente un documento con apariencia de originalidad.

Porque, para abundar en razones, tanto el “corpus” del documento como


la firma de quien lo signa son originales y no se duda que lo vertido
como pasos previos a esa expedición fue consignado por quienes
actuaban en ejercicio de sus funciones, contando con completa facultad
certificadora para el efecto.

En contrario, se repite, lo ocurrido con los formularios preimpresos que


fueron diligenciados aleatoriamente y con datos falsos por los soldados
al mando de la acusada, sí representa el delito de falsedad material,
precisamente porque si bien el “corpus”, es oficial, a la procesada, ni
tampoco a los soldados, desde luego, que aquí actuaron como simples
instrumentos de aquella, les ha sido deferida esa función de
diligenciarlos y, en consecuencia, como se sabe que la única razón de
elaborarlos lo fue la de buscar soportar con algo la expedición de esos
duplicados de libretas militares antes tratados, es claro que
corresponden a una falsificación integral que representa suplantación de
funcionarios y funciones.

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