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TELEGRAMAS — CARTAS DOCUMENTO — INTIMACIONES

La remisión de un telegrama o carta documento, tiene por fin quede documentada


una situación determinada, la cual tendrá eficacia en órbita judicial. Es el medio
fehaciente necesario, el cual puede ser mediante vía notarial. Y si bien es cierto, el cruce
de telegramas no decide un juicio, bien puede tender a determinaciones, y aclarar
situaciones. Esto es, se encarrilan hechos que de otra manera quizás hubieran
permanecido confusos.

Cuando el art. 509 del CC segundo párrafo expresa “interpelar al deudor”, esta es la
vía.

Como dijimos, que no es seguro que selle la suerte de un proceso, más en


determinadas situaciones extrajudiciales o prejudiciales, demuestra o puede demostrar el
interés de una parte en evitar el litigio al juzgador. Qué es lo que debe hacerse, el
agotamiento de la vía extrajudicial, entonces al momento de la sentencia la remisión de
tales envíos hará que el juez lo tenga en cuenta y cimentará su posición.

El texto deberá ser meditado, breve, severo aunque no duro y si se trata de una
intimación deberá expresar el término que se le acuerde, con el apercibimiento
necesario.

Débese tener presente que “La intimación sin apercibimiento concreto no causa
gravamen, pues no prevé efecto alguno” (Sasetru SA s/quiebra s/inc de determinación
de tasa de justicia. —CCom., Sala D.— Cuartero Alberti, 13-3-91-Ficha 11.833).

Quizá venga a cuento un caso en que el acreedor no había documentado la deuda y


el deudor la negaba, al haber remitido aquel a éste un telegrama reclamando el doble de
la deuda, el deudor procedió en telegrafiarle que la deuda era la mitad. Ya había
quedado documentada la acreencia.

Existe ya un idioma telegráfico-jurídico, el cual debe emplearse a fin de demostrar


seguridad. Y algunas palabras son: “cese de actitudes reiteradas” ... “maliciosas” ...
“hecho avieso con clara actitud, dañosa, dilatoria, turbatoria” ... “molestias que
perjudican mi actividad” ... “actitud que me causa daño o agravio moral” ... “bajo
apercibimiento de accionar” ... “intimo 48 horas cese actitud...”

Carta documento no respondida — Efectos

1. — El contenido de una carta documento, aunque no sea contestado, no es


suficiente para tener por acreditado lo que se afirma en su contenido, pues éste no deja
de ser una afirmación unilateral del remitente que el destinatario no está obligado a
rebatir.

2. — El contenido de una carta documento no puede asimilarse sin más a una


escritura pública, ya que en ésta es un depositario de la fe pública quien vuelca en la
misma actos que ocurren en su presencia o son percibidos por él, en tanto en la carta es
el propio interesado quien expone los hechos que subjetivamente aprecia sin detentar
carácter de fedatario alguno. Por ello, tampoco resulta necesaria la redargución de
falsedad de lo sostenido en el despacho postal, pues el silencio observado, en el mejor
de los casos, podría ser considerado como un indicio que debería conjugarse con los
demás elementos de prueba.

92.123 — CNCiv., sala K, octubre 13-992. — Quintana de García, Tarsila c. Bordoli,


Ida. La Ley, 25/4/94.

Telegrama — Intimación — Plenario

“Si el locador afirma haber intimado de pago al inquilino mediante telegrama


colacionado y éste niega su recibo y autenticidad, no es el primero a quien incumbe
probar que el telegrama que agrega a autos es auténtico, sino al segundo”. La Ley, t.
108, p. 809, 49.344, CNPaz en pleno octubre 25-962, “López c/Carrera”.

Las intimaciones notariales:

En cuanto a las mismas pueden realizarse cuando el valor, o el derecho en disputa


así lo merece. Depende de cuestiones de hecho y de apreciación. Se podrá consultar con
el escribano la mejor manera de llevar a cabo el cometido. Lo importante es ir al juicio
munido de pruebas, que sobre las cuales los jueces dan la razón, a veces y no siempre.

EL ACTA NOTARIAL COMO MEDIO DE PRUEBA

No es medio indiscutible de prueba. Es decir no hace plena prueba, excepto si en el


acto de constatación obra la firma del requerido, esto es la persona contra quien se
realiza la diligencia notarial, ello es que conste el consentimiento del mismo.

De otra manera cuando no consta la firma del presunto afectado, puede producirse
prueba en contrario y de todo tipo y sin necesidad de alegar la redargución de falsedad
(civil o penal) del acta en cuestión.

Puede entonces impugnarse por cualquier medio de prueba.

Procesal y constitucionalmente no puede aceptarse como prueba irrebatible un acto


jurídico que no ha contado sin el debido control de la parte afectada.

El juez deberá sopesar esta prueba como una más. En el caso como instrumental y
sin gozar de lo dispuesto por los artículos 993 y 995 del código civil.

Ver en tal sentido voto de la Dra. Kemelmajer de Carlucci en “PEREZ, Rogelio


c/Peña de Navarro, Carmen” en El Derecho del día 24-9-84, fallo 38.211.

Ver SPOTA “Tratado de Derecho Civil” parte general, Tº 9 volumen 3, pág. 426,
párrafo “b” de editorial Depalma año 1958 en que distingue de las declaraciones
meramente enunciativas o enunciativas indirectas.
Ver asimismo SALVAT “Derecho civil argentino” parte general, edición año 1931
pág. 812, parágrafo 1976 e importante nota al pié de página, haciendo referencia al art.
994 del código civil y la correspondiente nota del codificador.

Más entiendo que este artículo se refiere al acta notarial cuando fue protocolizada, es
decir pasó al protocolo de su registro público. De otra manera cuando se trata de simple
acta aunque fuera suscripta por el escribano, es una prueba más.

Ver LLAMBIAS “Trat. de derecho civil” Tº II Edit. Perrot año 1961 pág. 449: “...no
se requiere tachar de falso al documento porque la falsedad no está en el instrumento, ni
en el oficial público, sino en los comparecientes y en el veto juídico obrado por ellos
independientemente de la regularidad y corrección del instrumento público de que se
han servido”.

CONCLUSION: Es un eficaz medio de prueba cuando es protocolizado, tratando


que el requerido firme.

“Por lo que, si bien ha relativizado el valor de las actas notariales como prueba
extrajudicial, por provenir de quienes están interesados en producirlas a su favor y no se
extienden por circunstancias casuales, sino intencionalmente a requerimiento de las
partes comprometidas en su preconstitución; no es menos cierto que constituyen medios
admisibles, a los que no se les puede desconocer valor probatorio, el que deberá ser
apreciado de acuerdo a las circunstancias del caso y computando las pruebas restantes
(confr. Bustamante Alsina, Jorge, “La naturaleza jurídica del acta notarial y su valor
probatorio” en nota a fallo de la Suprema Corte Mendoza publicado en ED, 110-516;
CNCom., sala B, en sentencia recaída en la causa “Curtarse c. Lekeito” publicado en
ED, 131-263 y Charlín, José Antonio “Acta Notarial: valor probatorio” en nota a fallo
de la CNCom., sala B, pronunciado “in re”: “Cabal S. A. c. Muras” publicado en La Ley
1991-A, 209).”

(Doctrina Judicial pág. 1132 año X Nº 26 - 8439 CApel Concep. Uruguay, Sala Civ. y
Com., “Alvarez c/ García”).

INSTRUMENTOS PUBLICOS — Actas de constatación — Eficacia probatoria


— Redargución de falsedad — Prueba de la falsedad ideológica. La Ley, 25/8/97 —
39.739-S.

I.— Las actas de constatación son un medio de prueba de eficacia relativa, pues el
notario sólo otorga plena fe de la existencia de hechos ocurridos en su presencia mas no
de que las afirmaciones efectuadas por quienes concurrieron al acto sean verdaderas.

II. — La “fidedatio” que emana del acto notarial no ampara la sinceridad de lo


manifestado por los intervinientes. Es por ello que cuando se pretende la declaración de
falsedad ideológica no es procedente la redargución de falsedad, pues la misma está
prevista para los casos de ausencia de autenticidad material.

III. — La parte que procura enervar la eficacia de un acta de constatación notarial


que considera ideológicamente falsa sólo debe formular prueba en contrario.
IV.— El incidente de redargución de falsedad no constituye la vía procesal adecuada
para formular apreciaciones sobre los alcances y eficacia probatoria de la pieza
cuestionada.

CNCiv., sala F, setiembre 15-995. — Bejarano, Carlos A. y otro c. Consorcio de


Propietarios Corrientes 4924/26 y otro.

Ver artículo de Pilar Rodríguez Acquarone en La Ley del día 23/11/95. Fallo
93.770: “Fe pública notarial. La redargución de falsedad”.

ACTAS EN GENERAL: “El acta es la relación fehaciente de hechos que presencia


el escribano. Es una constancia, no un contrato. A medida que los ve y se producen,
toma nota de ellos y sin función calificadora alguna, sin transformar en derecho sus
exteriorizaciones, los va escribiendo y quedan para que en su oportunidad, esa presencia
del funcionario autorizante asegure que ocurrieron y constituya valedera prueba de
obligaciones”.

“Su misión es autenticar solamente. Por ello, no se observan los requisitos de las
escrituras públicas (art. 1001 y 1002 C.C.)”.

“Las diferencias más tajantes entre escritura y acta, las hace Nuñez Lagos (Rafael,
hechos y derechos en el documento público - Madrid 1950), para quien las primeras
tienen por contenido una declaración de voluntad, un negocio jurídico: las actas un mero
hecho, que no sea típicamente declaración de voluntad. Las escrituras están a caballo
sobre la esfera de los hechos y la del derecho ... Las actas por el contrario, sólo exigen
del notario una actividad (visu et auditu suis sensibus) sin entrar en el fondo,
adaptándose al derecho únicamente en cuanto a los preceptos de forma, en aquellos
casos excepcionales en que la ley lo exigiere.” (Carlos Emérito González, “Teoría
General del Instrumento Público”, Edit. Ediar, Bs. As., 1953, pág. 83).

Ver todo este tema en Planiol y Ripert tº 7 (“Obligaciones” pág. 791. Fuera
probatoria de los documentos notariales. Donde se expresa en pág. 796: “Pero nada
garantiza que esas decla-raciones (refiérese a manifestaciones hechas por las partes)
sean veraces, no tendrán mayor eficacia que si estuvieran contenidas en un instrumento
privado y, por tanto, se consideran ciertas hasta sólo prueba en contrario”.

FOTOGRAFIAS — Valor de las mismas

Obtenga fotografías. La jurisprudencia como así aquello que una imagen vale por
mil palabras tiene valor. “Aun cuando el demandado haya desconocido las fotografías,
cabe otorgarles valor probatorio si coinciden con los elementos de autos”. La Ley del 28
de noviembre de 1990, 89.042, CNCiv. sala F, octubre 8-990, “García c/Deheza”. Con
voto del Dr. Bossert. En este caso el perito tuvo que peritar sobre fotos.

Como así La Ley del día 21-6-89 “Fuzzi c/Daimeira”.

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