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idioma castellano, cuando éste dejaba su pesada armadura y se volvía elástico, gracioso,
cortesano, gallardo. Durante el siglo XVI todo el mundo escribía con elegancia en España.
para engalanarse y embellecerse. Ese idioma fue el que heredamos de nuestros abuelos,
de las montañas y ha formado el acervo definitivo y el que constituye aún nuestro elemento
artista o de un genio, es lo que puede conceptuarse como arte. De esto se desprende que el
arte no es otra cosa que el método superior y exquisito de modelar o crear algo. Cuando el
realiza recibe el nombre de arte. Séneca afirmaba que todo el arte es imitación de la
Naturaleza, cuando estas es contemplada con intención estética para producir el paisaje.
humana”.
indispensables para consecución de un fin y hagamos con ellos un sistema en que cada
una de las partes desempeña eficazmente su función dentro de la obra general. La limpieza
es hermosura del alma si se toma por característica espiritual; quien es limpio es honesto,
es leal, es justo; desdeña los cambios fáciles, si no torcidos y tiene el proceder noble y la
tratará de dar consejos sobre otros asuntos. La madre que se asocia a las carcajadas de
sus hijos vera crecer su influencia en lo referente a las cosas más serias. En una casa tal,
medio de la naturaleza, salidas campestres y otras recreaciones al aire libre. Cualquier que
sea la sencillez de la vida en el hogar, se hallará siempre algún medio de sazonar las
rutinas cotidianas con alguna diversión imprevista. Una familia o una persona que no prevé
en su vida otro cosa que ocupaciones comunes, se marchita. Se debe alabar y bendecir el
trabajo, y con razón, pero es necesario hallar aquí y allí, en el desierto de la vida, frescos
oasis. Procuren los padres que la monotonía de la existencia cotidiana se quiebre de vez en
cuando, si se quiere considerar este aspecto de la vida con tanta seriedad como se
considera el pago del alquiler, la compra de ropas, el hacer frente a las cuentas de los
proveedores”
Vivía sola en la casita rodeada de un pequeño y hermoso jardín que ella misma cultivaba.
Solía cortar las flores y con los brazos llenos, se ponía a la puerta de su casa para regarlas
a todos los transeúntes, sonriendo dulcemente al hacer obsequio de cada flor. Los niños lo
amaban muchísimo y tenían costumbre de rodearla para escuchar los interesantes cuantos
de hadas que ella sabía contar con toda gracia. Un día un muchacho recién llegado al
¿Qué está haciendo usted, vieja? El muchacho le pregunto descortésmente ¿Qué cree
usted que esos pedacitos de vidrio son diamantes? ¿Está usted loca?, la bondadosa
anciana sonrió, sin sentirse ofendida por las palabras del muchacho. “ No niño, no estoy
loca” respondió. “Solamente estaba recogiendo estos pedacitos de vidrio para que los niños
no se corten los pies cuando corretean por aquí descalzos”. Como es de suponerse, el
homenaje y pagarla tributo. Cada día el león acordaba cuál de los animales habría de ser
su presa y servirle de nutrimento del día. El monarca de la selva decidía con anterioridad
respecto a los días en que sus víctimas habrían de venir a entregarse. Un día llegó el turno
de la zorra y al encaminarse hacia la cueva del león, adrede perdió tiempo en el camino, y
por lo tanto, llegó tarde ante la presencia del rey de bestias. Por qué llegaste tan tarde?
rugió el león. No sabías que tenía mucha hambre? “Con sobrada razón llego tarde”, se
excusó la zorra. En el camino me encontré con un terrible león que me dijo que era más
fuerte que tú y que esperaba matarte y así hacerse el rey de la selva. El león se enfureció.
“Llévame a donde está ese intruso” , rugió el león. “Y lo haré trizas”. La zorra entonces guió
al león a la orilla de un pozo muy hondo y dijo: “Allí está el otro león”, apuntando hacia
adentro del pozo. El león vio su propia imagen en el agua y creyendo que era su enemigo,
arremetió con furia en contra de él y se ahogó en las profundas aguas del pozo.
recibido para su mantenimiento, la principezca suma de mil pesos oro por año. Su influencia
y su importancia habían ido en aumento. Ciento trece años después de su fundación, podía
vanagloriarse de tener una Facultad con cuarenta profesores. Los había muy bien
preparados y otros con menos preparación. Enseñaban Teología, Historia Sagrada, Ley
Canónica y Ley Civil, Instituciones y Leyes, Artes, Retórica y Gramática. Esta última por
supuesto era Gramática Latina. Al igual de las Universidades modernas, las actividades
trabajo en las aulas, sino que también participaban en los programas de los numerosos días
de fiesta, cuando estudiantes e instructores se olvidaban de los libros de texto. Por ejemplo,
al llegar el nuevo Virrey, los estudiantes tomaban parte activa en los festejos que se
celebraban a su llegada, organizando una larga comparsa de cien o más, todos disfrazados
de animales como tortugas, águilas y serpientes. Un comentador de esa época hace notar
que esta fue la exhibición estudiantil jamás vista en México. Todas las ceremonias
ambiente de dramatismo y grandeza. Cuando un joven candidato debía ser examinado para
recibir su Diploma Académico, los profesores se reunían ataviados con sus trajes
especiales: los Doctores en Ley Civil con sus Hopalandas rojas, los de la Ley Coman con las
actividad poliédrica, de saber enciclopédico, guía de las masas y de las juventudes, torrente
de inspiración y volcán de pasiones; Ignacio Ramírez, junto con Ignacio Altamirano, son dos
en el que se afianzaron las instituciones republicanas sobe los escombros del trono efímero
nación oprimida la cuna de sus instituciones, -dice Ignacio Ramírez- no fue la inspiración
Moisés, que sobre todas las clases levantó la levita, ni fue el programa de Mahomet, que
con la sangre de los infieles alimentaba su espada; sólo el gran libertador de México ha
tenido valor para llamar, las primeras, bajo su glorioso estandarte a las turbas envilecidas.
Nosotros, los que como título de nobleza legaremos a nuestros hijos la herencia de nuestros
padres, recordemos las hazañas de aquel caudillo que puso bajo nuestros pies todas las
coronas que no podía ceñir nuestra frente, todos los cetros que no podía colocar en
nuestras manos”
Fragmento de Paladines
De la libertad