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Para hablar de la economía de la edad media debemos partir desde la crisis que
caracterizo al bajo imperio promediando el siglo III. Romero hace mención que la crisis
política estuvo acompañada de una intensa crisis económica, pues se produjo una
disminución de la clase servil y se acrecentó el número de colonos libres comenzando así
un éxodo rural que fue provocando una acentuada concentración urbana.
Romero dice que la política de intervención económica por parte del estado durante el
mandato de Diocleciano, ató a los individuos a sus tradicionales ocupaciones y prohibió
que se las abandonaran, de modo que el colono debía seguir trabajando la tierra, y los
artesanos y soldados debían permanecer a sus oficios. Estas medidas del Estado
restringieron la libertad de las clases no terratenientes y a su vez ocasiono la polarización
de las clases económicas: los latifundistas se hacían más ricos mientras que crecía el
pauperismo de la clase trabajadora.
El comercio debido a la crisis decayó, los caminos por los que se traficaba el comercio se
volvieron cada vez más inseguros e intransitables, el flujo de oro comenzó a disminuir lo
que provocó una reducción de metal noble en la moneda circundante la cual termino por
devaluarse cada vez más. Esta situación según Romero se prolongó luego de la caída del
imperio de occidente y en la conformación de los reinos Romanogermánicos en donde las
ciudades y el comercio continuaron en declive.
Para Pirenne el punto culminante del comercio en occidente fue ocasionado cuando los
musulmanes rompieron con el carácter Mediterráneo que habían llegado a conservar los
reinos barbaros de la civilización antigua. Pues mediados del siglo VII los sarracenos
comenzaron a expandirse a lo largo del Mediterráneo, especialmente incursionando las
costas occidentales del gran lago europeo, por África y España lo envuelven al sur y al
oeste, al mismo tiempo que la posición de las islas Baleares, de Córcega, Cerdeña y
Sicilia, les proporcionaban bases navales que vienen a afianzar sobre occidente su
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dominio. Así este quedo bloqueado hasta el siglo XI en tanto que evolucionaba hacia una
economía predominantemente rural. La tierra comienza a ser la única fuente de
subsistencia y la única condición de riqueza.
Otra fue el precarium: sistema del cual se arrendaba la tierra a alguien que la cultivara y
pagara la renta al propietario. Luego comienza a incrementarse una institución que va a
reemplazar al precarium y que va a ser implantada por la iglesia: el Beneficium que
consistía en la cesión de beneficios, o sea del derecho de usufructuar tierras como
compensación por servicios prestados. Ya en el siglo VII los reyes merovingios y
carolingios remuneraron a condes y duques con beneficios, cimentando así el enlace entre
altas posiciones públicas y la tenencia de la tierra. La consecuencia de esto iba a ser que
el gobierno central pasa a depender en cierta medida de los señores feudales.
Sumado a estos antecedentes Burns nombra las invasiones de normandos, magiares y los
musulmanes que ya mencione, que llevaron a que muchos pequeños agricultores que
hasta entonces habían logrado mantener intacta su independencia, a buscar protección a
la sombra de vecinos poderosos.
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Pero también Burns acota en relación con lo que decía Romero, que el feudalismo no
hubiera llegado a tener el carácter que poseyó de no haber mediado el ascendente
germano, ya que fueron estos quienes le inocularon los ideales de honor, lealtad y libertad
al sistema. Burns nombra una institución germana llamada Cominatus, como fuente de la
teoría y la practica feudal. Esta institución era un linaje de guerreros comandados por un
jefe, unidos por vínculos de fidelidad y asistencia mutua. Este ideal de un parentesco
basado en la lealtad y en el honor, halló luego cabida en el feudalismo, por lo menos en lo
relativo a la interdependencia de señores y vasallos. O sea que no solo el feudalismo fue
una construcción prolongada desde los romanos sino que había mucho del legado
germano dentro de él.
común a partir de la revolución comercial que comenzara a desarrollarse a partir del siglo
XI.
Pero antes de avanzar con la revolución comercial o renacimiento del comercio debemos
tener en cuenta que el feudalismo no fue un sistema homogéneo que se globalizo en toda
Europa. Más bien este presento matices heterogéneos de acuerdo a las distintas regiones
como por ejemplo la región del Norte, que en medio de la expansión del feudalismo en la
Europa continental, PARALELAMENTE DESARROLLO UNA ACTIVIDAD comercial
IMPORTANTE, QUE SEGÚN PIRENNE, fue una acción prolongada desde el imperio
romano. Nombra puertos como Quentovic y Dwrstel que eran muy frecuenciados y que su
actividad mercantil se expandía por las costas del mar del Norte hasta que fueron
invadidos por los normandos en el siglo IX y fueron estos mismos que a finales del mismo
siglo pasa de ser piratas (primera etapa del comercio según Pirenne) a convertirse en
mercaderes. Al mismo tiempo que los daneses y noruegos se lanzaron sobre el imperio
carolingio, Inglaterra, escocia e Irlanda sus vecinos suecos se dirigieron a Rusia, donde
empezaron a practicar una economía de intercambio con las civilizaciones bizantinas y
musulmanas. El país conquistado les proveía de productos a la altura de comerciar con
imperios ricos como: la miel, pieles y sobre todo esclavos que eran demandados por los
musulmanes para sus harenes y Bizancio por sus grandes dominios y talleres. A cambio
estos le proveían especias, vinos, sedas, orfebrería etc. Pronto la corriente comercial que
venía desde el Caspio y mar negro se unía con el Mar Báltico y proseguía por el Mar del
Norte en donde los escandinavos ya en el siglo x frecuentaban puertos como Habsburgo y
tiel, y más intensamente en Inglaterra también. Aun así los normandos por su escaso
número no conservaron el dominio extenso que habían surcado sus barcos y tuvieron que
ceder su lugar a rivales más poderosos que surgieron con el intenso desarrollo del
comercio.
Podemos nombrar a Flandes como uno de los que más prosperó cuando los saqueadores
se transformaron en navegantes y sus barcos volvieron a surcar en pos de mercancías las
aguas del Mosa, el Rin y del Escalda, ya que con su comercio de paños encontró nuevos
mercados exteriores hacia los cuales envió sus productos que fueron muy demandados
por su calidad, tanto así que tuvo que abastecerse de lana en Inglaterra.
Por otro lado también podemos nombrar algunas ciudades de Italia que debido a sus
características geográficas y políticas el feudalismo no influyo a pleno en ellas. Por ejemplo
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Con occidente estableció relaciones comerciales desde el siglo IX, ya que su comercio
necesitaba de la agricultura para procurarse por medio de esta el alimento de las personas
que ocupa y enriquece.
Así los grandes centros comerciales del sur con los del Norte intercambiaban productos de
lujos como especias, pieles, sedas, paños; y de primera necesidad como la sal, alumbre,
maderas, hierros, armas y cereales así como el comercio de esclavos también. Se
desarrollaron centros de comercialización temporales, las ferias, las más importantes
fueron la de Flandes y Champaña en donde intercambiaban productos.
El flujo de metal aumento y el cambio directo fue la principal operación monetaria, de allí la
proliferación y expansión del oficio del cambista. A consecuencia de todo esto, según
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LE GOFF nos muestra como la iglesia se oponía a los mercaderes en la teoría, pues unas
de las profesiones prohibidas por ella es la del comerciante, Pues el mercader y el
banquero se ven arrastrados por su oficio a realizar acciones condenadas por la iglesia,
operaciones ilícitas, la mayoría de las cuales entran en la denominación de usura. La
iglesia entiende por Usura todo trato que comporte un pago de interés. De ahí que se halle
prohibido el crédito, base del gran comercio y de la Banca. Y esta argumenta su posición
a través de textos de la escrituras. Como el de Deuteronomio 23, 19 en donde dice “no
exijas a tus hermanos interés alguno, ni por dinero, ni por víveres ni por nada de lo que la
usura suele prestarse. Pero desde otras doctrinas religiosas como la del judaísmo y la del
islam ven con buenos ojos algunas de estas prácticas en contraposición a la doctrina
cristiana. Pirenne con respecto a los judíos dicen que estos en occidente practicaron
solamente el préstamo prendario a interés, pues la prohibición de la usura solo recaía
sobre los cristianos y por ende a ellos no les concernía. Pues su interpretación de los
lineamientos del Torá es distinta a la de los cristianos, pues el mismo texto de
Deuteronomio 23, 19 les prohíbe a ellos a cobrar interés a sus hermanos, considerando
hermanos a los miembros de su pueblo que se traduce a los de su misma religión. Pero en
el versículo que sigue, es decir Deuteronomio 23, 20 la tora les dice: al extranjero podrás
prestarle a interés, pero a tu hermano no le prestaras interés para que Yahvé tu dios te
bendiga en todas tus empresas, en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión.
Por lo tanto el judío no ve en el cristiano al hermano de fe.
En cuanto a los musulmanes que con respecto a la Usura también era condenada de
manera contundente por el Corán con pasajes como: “si no dejan la usura, sepan que
Allah y su mensajero les declararan la guerra”, o “quienes usurean no se levantaran”, pero
con respecto al comercio no lo era así. El Corán no prohíbe ningún tipo de comercio
excepto aquellos que implican injusticia, engaño, obtención de ganancias exorbitantes o la
promoción de algo que es ilícito por ejemplo comerciar cerdos, estatuas, ídolos, etc. Y
Corán también plantea que el temor a Allah tiene que ser superior a la Avaricia. En
conclusión el comercio no estaba prohibido, es más teniendo en cuenta lo que Burns dice,
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Se puede decir que los comerciantes musulmanes y los prestamistas usureros judíos
calzan perfectamente en los espacios que la iglesia iba dejando por sus condenas al
mercado y a la usura. Pero en medida que transcurría la baja edad media, la teoría de
estas condenas, de acuerdo a lo que Le GOFF hace mención, no se cumplían en la
práctica por parte de la iglesia. Comenzó a desarrollar una teoría cada vez más tolerante,
admitió poco a poco derogaciones y justifico excepciones cada vez más numerosas e
importantes. Por un lado comenzó a considerar los riegos corridos por los prestamistas,
que son evidentes cuando sufre un daño real: por ejemplo: cuando sufre un retraso en la
devolución del deudor. Cuando se priva de un beneficio posible al inmovilizar en los
prestamos dinero que habría podido serle útil inmediatamente para otras cosas. Las
mutaciones monetarias por efectos de las fluctuaciones del precio de la plata. También la
iglesia comienza a tener en cuenta la labor del mercader, el trabajo que realiza y por el
cual debe recibir un salario. Su utilidad era evidente ya que iban a buscar a países lejanos
mercancías necesarias o agradables, géneros y objetos que no se hallaban en occidente, y
al venderlas en las ferias, suministraban a las diversas clases de la sociedad lo que estas
necesitaban.
Ya para el siglo XIII y comienzos del siglo XIV dos nociones viene a reforzar singularmente
estas consideraciones. La primera es consecuencia de la introducción del pensamiento
romano en la teología cristiana y en el derecho canónico. Los autores cristianos aplicaron a
la actividad de los mercaderes la idea del “bien común”, de la “utilidad común” que eran
importantes para Aristóteles por ejemplo y que Santo Tomas toma esta idea y la une a la
del trabajo. La segunda Noción es el resultado del reconocimiento de la interdependencia
de los países y de las naciones desde el punto de vista económico. En la baja edad media
la Iglesia empieza a creer en la necesidad y en el beneficio que traían los intercambios
exteriores. Descubriendo así según Le Goff lo que será el principio fundamental del libre
cambio, del capitalismo liberal.