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Facultad de Humanidades
Profesorado en historia
Europa I
Año 2018
Objetivos:
o Comparar la ciudad antigua con la ciudad medieval
o Analizar el surgimiento del ordenamiento feudal
o Describir el ordenamiento urbano y la organización de las
actividades en la ciudad medieval,
Origen de la ciudad medieval
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Wichham, Chris, “El peso del Imperio”, en El lega de Roma, Ed. Barcelona, España, pp 57-89
—en especial la capital imperial— se sustentaba en la agricultura, por lo que su riqueza
tenia sostén en la clase dominante de terratenientes romanos.
El cristianismo logra sobrevivir a la caída del Estado imperial romano, por que
éste era su rama secular, siendo la iglesia su rama espiritual. Logrando perdurar la Iglesia
Católica romana en la transición de la Antigüedad a la Edad Media, debiendo adaptarse
a un nuevo contexto en el que se agudizara el proceso de ruralización que ya había
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Anderson, Perry, “Las invasiones”, Transiciones de la antigüedad al feudalismo, Siglo XXI, México, 1997,
pp. 110-126.
comenzado en el siglo III d.C, cuando las ciudades romanas comienzan a perder una gran
parte de su población, especialmente la dedicada al comercio y las actividades artesanales
—como forma de evitar esta sangría, especialmente las de aquellos dedicados a los
oficios, muchos serán fijados a ellos por las autoridades administrativas, convirtiéndose
en actividades hereditarias por nacimiento—quedando conformadas en gran parte por sus
autoridades administrativas y eclesiásticas. Trasladándose a las villas romanas que en
esta etapa del Imperio se irán configurando como un pequeño núcleo urbano constituido
por la residencia del señor. En este contexto de despoblamiento urbano que podría
estimarse como culminado a partir del siglo VIII, disminuye gran parte de la vida urbana
en el continente con las invasiones islámicas que bloquean los puertos del Mar Tirreno,
cortando las conexiones de la península itálica, después de someter el norte de África y
la península ibérica. Según Henri Pirenne “materialmente subsistieron las ciudades pero
perdieron su población de artesanos y comerciantes y, con ella, todo cuanto había logrado
perdurar de la organización municipal del Imperio romano”3. La ciudad medieval
propiamente dicha comenzara formarse a partir del siglo XII aproximadamente pero en
un contexto de fragmentación jurídico política, debido a la ausencia de un Estado imperial
centralizado como lo fue el imperio romano de occidente. En este contexto la iglesia
actuara como un factor de cohesión social a lo largo del continente, siendo sus catedrales
góticas ubicadas en las ciudades medievales como un factor de unificación. Estas
construcciones —financiadas en su gran parte por artesanos y mercaderes urbanos—
ubicadas en las ciudades medievales se destacan por su altura, lo cual será un reflejo del
aislamiento interno del continente. Si se las compara con las construcciones romanas
como los acueductos, puentes, etc., su horizontalidad refleja que estaban orientadas hacia
la circulación.
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Pirenne, Henri, Cap.2: “Las villas”, Historia económica y social de la Edad Media, México, Fondo de
Cultura Económica, 1987 (1933)
la cristiandad latina procedentes desde el norte, cuyo comportamiento basado en la
piratería tiende a disminuir a finales del siglo X.
Con el objetivo de unificar al continente bajo una sola moneda y así eliminar la
dispersión que suponía la existencia de otros reinos romano-germánicos, se estandarizo
el sistema monetario, ya que emitir moneda es un asunto de Estado que materializa la
existencia de una organización política. Aunque en la práctica fue más un montaje que
una expresión solida del antiguo Imperio romano, ya que carecía de comercio exterior,
por lo tanto su circulación monetaria era escasa y cayó por carecer de una red de
comunicaciones eficiente que le permitiera mantener conectados los condados y regiones
paganas de los límites del imperio, en donde se enviaban misiones religiosas para
evangelizar a los paganos. También de una burocracia palaciega que permitiera mantener
su integración. Por otro lado, sus costas también eran frágiles, como lo demuestran las
invasiones normandas al norte del imperio.
Las ciudades del continente pueden dividirse en dos categorías: las portuarias y
las ubicadas tierras adentro. En las primeras se daba un mayor auge comercial por su
conexión marítima, mientras que en las segundas, sus caminos no están conectados por
la fragmentación jurídico política que impide a los reinos convertirse en Estados con
pleno derecho tributario y territorial sobre los señoríos, ya que los feudos son autónomos
dentro de los dominios del señor.
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Pirenne, Henri, Cap.2: “Las villas”, Historia económica y social de la Edad Media, México, Fondo de
Cultura Económica, 1987 (1933)
las ciudades serán un espacio que cuestionara a la sociedad tripartita conformada por los
campesinos, la nobleza y el clero.
Las murallas de las ciudades eran una forma de protegerse del exterior en épocas
de guerra, así como de regular la entrada de la población. En la formación de la sociedad
urbana las clases dominantes tradicionales como la aristocracia y el clero no conformaran
un frente común a las pretensiones de los grupos sociales dedicados al comercio y al
artesanado, quienes para poder ejercer sus actividades profesionales necesitaban que las
clases dominantes tradicionales les reconocieran libertades y privilegios económicos a
través de franquicias jurídicas y políticas. Las cartas que otorgaban franquicias a los
habitantes de las ciudades se presentaban generalmente como cartas de paz, que
otorgaban privilegios. Éstos eran concedidos por los soberanos cuando les interesaba
favorecer a los grupos urbanos para encontrar respaldo ante sus adversarios u obtener
ingresos adicionales con la imposición de impuestos y tasas a las actividades económicas
de los ciudadanos. Por este motivo a partir de la segunda mitad del siglo XI los privilegios
y franquicias fueron concedidos por soberanos, desde Inglaterra a España e Italia y desde
Francia a los límites eslavos. Enrique I (1100-1135) les otorgo a los burgueses de
Newcastle-upon-Tyne, libertades como el derecho a comerciar libremente y a tener el
monopolio del comercio de la ciudad, además de recibir como burgueses de la ciudad a
los campesinos refugiados en ella después de un año y un día. Esta tendencia a la
autonomía es un factor que diferencia a estas ciudades en comparación con las ciudades
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Las ciudades de la antigüedad clásica como Roma y Grecia estaban gobernadas por terratenientes que si
bien, vivían en ellas, obtenían su riqueza de la agricultura.
gremios y corporaciones, en contraposición con una economía rural de intercambio
natural, controlada por nobles y organizada en señoríos y parcelas.
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Bibliografía
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