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El presente comentario se centrará en la perspectiva del narrador del cuento “Ausencias” de

Aida Bohr. Las temáticas principales, la soledad, la nostalgia y la carencia, son abordadas
con el fin de evidenciar una situación humana atemporal, pero contextualizada en el siglo
XX: la división familiar.

Los temas son tratados desde la perspectiva de un narrador heterodiegético quien


acompaña a los personajes desde el pasado hasta el presente, pero solo tiene acceso a los
sucesos que ocurrieron dentro de la casa. Esto se debe a que se pregunta sobre el rumbo
que habrán tomado las vidas de los personajes luego de su partida. Por lo tanto, podríamos
postular la idea que la casa misma es personificada y narra la historia pues es el único
elemento permanente. En mi opinión, esta elección de la autora es completamente acertada
pues, en retrospectiva, no hay un mejor narrador para relatar el proceso de división de una
familia que, el espacio mismo en donde se desenvolvieron todos los sucesos — la casa.
Además, esta elección hace que, inevitablemente, el lector sólo conozca información de la
etapa de unidad de la familia y no sepa las razones por las cuales se separó lo que nos
permite apreciar esta situación humana y concentrarnos en los sentimientos e ideas
expuestos únicamente.

Por otro lado, el narrador pinta los sucesos de un sentimiento de soledad y nostalgia
mientras reflexiona sobre la ausencia de Valdo y Tito (“los niños partieron un día y se
fueron”). Esta decisión de incorporar un tono de tristeza al relato es importante pues, a
pesar de relatar momentos del pasado unido de la familia, los sentimientos del narrador
regresan la focalización a la separación actual de la familia. Es decir, el narrador absorbe la
escena de decadencia y vacío del patio desde una perspectiva emocional pues se enfoca
en lo abstracto y transita sentimientos de nostalgia y anhelo después de que se perdió la
vitalidad que se sentía en la casa cuando la familia aún estaba unida (“ahora falta el tablón,
falta Tito, faltan tantas cosas”)

Asimismo, el narrador duda de si los niños le recuerdan como les recuerda a ellos. Es
interesante su posición de que “recordar no es saber qué sucedió” es poder revivir el
momento y transportarse a esa escena cómo lo logra el narrador en ese momento. En ese
sentido, el sentimiento de soledad se contempla desde las alusiones que hace el narrador al
aguacero. La lluvia es un vehículo que le trae recuerdos del pasado en el que la casa
estaba habitada, en contraste, con el presente en el que la casa está abandonada. En ese
sentido, se materializan estas temáticas a través del aguacero pues la lluvia es un símbolo
de introspección y nostalgia. Además, el agua corriente simboliza el paso del tiempo y el
cambio que ha sufrido la casa (“el aguacero está en el patio como antes”) por el abandono
de la familia que solía vivir en ella. Por ejemplo, el descuido de la casa es tal que el espacio
está invadido por vicaría, una planta que simboliza la tristeza y dolor del narrador, en
contraste con las rosas que crecían cuando aún estaba la familia.

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