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Ricardo Sumalavia

Nació en Lima en 1968. Doctor en Letras por la Universidad de Burdeos. Vivió en


Corea del Sur y Francia. Fue responsable de la Colección Underwood y la
Colección Orientalia en la Universidad Católica de Lima, donde actualmente es
director del Centro de Estudios Orientales.

Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones (1993) y Retratos


familiares (2001), los libros de microrrelatos Enciclopedia mínima (2004)
y Enciclopedia plástica (2016), y las novelas Que la tierra te sea
leve (2008), Mientras huya el cuerpo (2012), No somos nosotros (2017) e Historia
de un brazo (2019).

METADATOS

Identificador:

AColectivo-MeniqueSuegra-1912-dc.pdf

Título:

El meñique de la suegra (espeluznante novela policial limeña)

Materia:

Literatura latinoamericana - Literatura peruana - Novela - Novela policial - Novela


de folletín - Parodia

Descripción:

Novela de folletín que se publicó en la revista Variedades desde el no. 194


(noviembre, 1911) hasta el no. 207 (febrero, 1912). Según la introducción, la
novela fue escrita por 10 escritores la época. Además, el texto se divide en ocho
capítulos.

Creador:

Autor colectivo
Lugar de publicación:

Lima, Perú

Año de Publicación:

1911

Páginas:

26

Fecha:

2 de mayo de 2022

Relación:

De desastres a celebraciones: Archivo digital de novelas peruanas (1885-1921)

Formato:

Documento PDF

Tipo:

Texto

Derechos de autor:

Dominio público

Lenguaje:

Español

Cobertura:

Siglo XX - Perú

Tamaño:

7.73 MB

Indice:
Capítulo I. En el que el lector, si no es lerdo, comienza á hacerse cargo de las
cosas y á encontrarnos cargantes. Capítulo II. En donde el lector comienza á
conocer la ascendencia de varios protagonistas de esta historia - Una nueva
intervención de las viruelas - De cómo y quién era el comandante Mondoñedo -
De sus amores con doña Petronila, y de las dos hijas de ésta - De la muerte de
Julio y lo que se dirá en capítulos siguientes. Capítulo III. Continuación del
segundo y en donde si el lector se descuida, le pegamos varios sustos. Capítulo
IV. En el que por puro gusto metemos más gente á la cual - si no sabemos que
destino darle - nos veremos en la precisión ineludible de darle fin desastroso.
Capítulo V. En el que ocurren muchas cosas de trascendental importancia.
Capítulo VI. Donde no se acaba esta historia, á pesar de que el lector pone ya
cara de tigre. Capítulo VII. Donde continúa enredándose la madeja, de una
manera atroz. Capítulo VIII. En el que nuestros pacientes lectores exclamarán:
Gracias á Dios!

Espacio narrativo:

Lima

Tiempo narrativo:

Inicios del siglo XX

http://www.desco.org.pe/recursos/sites/indice/104/465.pdf

análisis critico

Acerca de la novela policial en el Perú, (1) es muy complicado encontrar exponentes


anteriores a la década de 1970. Un manto de silencio parece cubrir, mucho más que a lo
fantástico y a la ciencia ficción, obras y autores que han permanecido ignorados por
completo o, simplemente, no aparecieron o jamás fueron expuestos por los medios o en los
dominios críticos.
En sucesivos trabajos, estudiosos importantes como Ricardo Sumalavia (1993, 2004) y
Carlos Garayar (2002) han dado cuenta de varias preguntas, lo mismo que Paul Guillén
(2013) con un trabajo sobre Vargas Llosa (2013). Podrían resumirse en la indagación de
corte espacial: dónde está esa novela, es decir, un topos o lugar posible para su existencia
en el sistema literario. Por lo tanto, se infiere que el policial peruano nunca emergió con la
potencia de sus pares relegados hasta hace muy poco a la marginalidad o al desdén tanto
académico como de la divulgación periodística. O por el pudor o desprecio de los mismos
autores, influidos por las coordenadas del campo al que estaban adscritos.
Lo ocurrido, en principio, es lo siguiente: varios autores nacionales se han interesado en
algún momento por el género, sin que eso implique por necesidad una dedicación constante
a este o una identificación plena y que decida los caminos de su propia escritura, así como
la aparición de una poética en torno de su ejercicio —quizá con la excepción de Peter
Elmore, quien será abordado en esta investigación—.
Otros nombres importantes, pero reconocidos por una obra desarrollada en otros ámbitos,
como Ampuero, Cueto, Lauer o Goldemberg, han escrito novelas lindantes con las claves
del policial, especialmente los dos primeros autores, aunque ninguno lo eligió como un
punto central de su trabajo ni pretendió instalarse por completo en él. La inquietud queda
justificada, casi como imperativo crítico, pues en otros países del área hispanoamericana el
género sí hizo eco creativo y con visos originales frente a tendencias dominadas por el
mundo anglosajón o el francés. En Argentina, por ejemplo, Borges y Bioy Casares, desde
la década de 1940, elevaron el género a un plano metafísico y especulativo.
Tampoco puede negarse que, en sus orígenes y posterior crecimiento en otras sociedades
industriales y emblemáticas del capitalismo, como los Estados Unidos, no se trató de un
tipo de narración con aceptación inmediata por parte de los sectores intelectuales o las
élites universitarias. Trelles (2017) y Giardinelli (2013) describen las dificultades y los
dilemas que los autores posteriores a Poe debieron enfrentar en sus países de origen para
obtener con dificultades un tardío reconocimiento artístico. El primero propone una
perspectiva que podría servir para caracterizar con más propiedad la formación de una
incipiente tradición del género en el Perú: el llamado policial alternativo, práctica que
calza con las obras que la presente investigación explorará. Giardinelli, por su parte, se
concentra en la tradición del policial negro, cuya formación también es compleja. El
balance de este narrador argentino cae por su peso: en México o Argentina, la novela de
estos perfiles cuenta con una trayectoria rica y consolidada, mientras que al abordar el
mismo contexto en el Perú —pese a afirmar que hay “fuerte tradición”, lo que no es cierto
—, apenas da cuenta de ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), de Mario Vargas Llosa,
y la erige como una especie de año cero frente a la ausencia de otros modelos precedentes.
De ahí la contradicción, pues solo han pasado 35 años desde la publicación de ese libro
que, además, no figura entre lo más apreciado del Nobel, a pesar de su lenta reivindicación
a efectos de ampliar la comprensión del policial peruano.
No obviaremos a Carlos Calderón Fajardo —cuya novela La conciencia del límite
último (1990) será analizada también en esta investigación— o a Goran Tocilovac, serbio
arraigado en el Perú y autor de Trilogía parisina (1996); pero la cosecha resulta pobre en
volumen frente a sus pares de la región. Giardinelli también alcanza a incluir a Luis Nieto
Degregori, autor de Asesinato en la gran ciudad del Cuzco (2007), en lo que parece ser un
inventario un tanto apresurado, pues no hay referencias a escritores más jóvenes (los
nacidos desde la década de 1960, como Arévalo, Sumalavia o Trelles). Y revela el
desconocimiento de un libro sumamente representativo y hasta pionero para nuestras letras,
que también estudiaremos: La piedra en el agua (1977) de Harry Belevan (París, 1945).
Tampoco cita a Pilar Dughi, la desaparecida autora de Puñales escondidos (1998) o las
novelas-reportaje de Guillermo Thorndike.
Los críticos que le han dedicado algún espacio al policial peruano hallan escasísimos
antecedentes; estos se remontan a los primeros veinte años del siglo pasado, ya sea con
divertimentos colectivos y paródicos como El meñique de la suegra —texto al que
Sumalavia (2002) le adjudica una condición fundacional— o las novelas de Manuel A.
Bedoya —autor de una novela de ciencia ficción redescubierta por Elton Honores: El hijo
del doctor Wolfann. Un hombre artificial, aparecida en 1917—, quien hizo casi toda su
carrera en España con libros que gozaron en su momento de gran aceptación y ventas.
Los libros en serie de Bedoya estaban inspirados en las fórmulas descubiertas por los
norteamericanos y que hacia la década de 1920 crearon las bases de una poderosa
industria, con editoriales y publicaciones periódicas de gran tiraje. Es la primera época
del pulp, (2) entremezclado con el surgimiento de la ciencia ficción y las historias de
horror como entretenimiento de masas.
Según lo expuesto, debemos esperar hasta mediados de la década de 1970, al final del
gobierno de Velasco, para una lenta emergencia de la novela policial en el país. Resulta
innegable que una novela rupturista como la de Belevan (metatextual, intertextual y que
parece darle un giro de 360 grados al género) refundó “una tradición” apenas nacida, más
inclinada a la órbita especulativa rioplatense. Los autores que tímidamente cultivan el
policial desde la década de 1980 eligieron el camino del policial negro de raigambre
anglosajona, crudo cuestionador de poderes represivos o punitivos, corruptos por
naturaleza, para impulsar una novela con alguna identidad local.
Novelas peruanas recomendadas:
 Belevan, H. (1977). La piedra en el agua. Tusquets.
 Calderón Fajardo, C. (2016). La conciencia del límite último. Tusquets Editores.
 Dughi, P. (1998). Puñales escondidos. Banco Central de Reserva del Perú.
 El meñique de la suegra. Espeluznante novela policial limeña (25 de noviembre de
1911). Variedades, 195.
 El meñique de la suegra. Espeluznante novela policial limeña (17 de febrero de
1912). Variedades, 207.
 Elmore, P. (1999). Las pruebas del fuego. PEISA.
 Nieto Degregori, L. (2007). Asesinato en la gran ciudad del Cuzco. Norma.
 Tocilovac, G. (1996). Trilogía parisina. PEISA.
 Vargas Llosa, M. (1986). ¿Quién mató a Palomino Molero? Seix Barral.
Figura 1. Novelas policiales de autores peruanos: Carlos Calderón Fajardo, Pilar Dughi,
Harry Belevan y Peter Elmore.

Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición)


Güich-Rodríguez, J. (10 de agosto de 2020). Un panorama crítico de la novela policial
peruana. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones.
https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/novela-policial-peruana

Notas
(1) Este trabajo es un avance de la investigación emprendida junto a Alejandro Susti en
torno a la narrativa policial en el Perú en los siglos XX y XXI.
(2) El término pulp alude al papel de mala calidad (desecho de pulpa de madera) con el que
se imprimieron, en Estados Unidos y el Reino Unido, durante la primera mitad del siglo
XX, revistas de consumo masivo especializadas en géneros marginales o no aceptados por
la institución literaria. Estos incluyen la ciencia ficción, la fantasía, el horror, el western, el
policial, el espionaje y hasta el erotismo.
Referencias
Garayar, C. (2002). ¿Tiene futuro el policial en el Perú? Identidades, 1, 12-13.
Giardinelli, M. (2013). El género negro. Orígenes y evolución de la literatura policial y su
influencia en Latinoamérica. Capital Intelectual.
Guillén, P. (2013). Técnicas y novela policial en ¿Quién mató a Palomino Molero?, de
Mario Vargas Llosa. Polifonía, 2013, 3-17.
Sumalavia, R. (1993). Posibilidad de la novela policial negra en el Perú: análisis e
interpretación de la novela La conciencia del límite último, de Carlos Calderón Fajardo
[tesis para obtener el grado de bachiller en Humanidades]. PUCP.
Sumalavia, R. (2001). El género policial: el relato policial clásico y la novela
negra. Diégesis, 1, 45-50.
Sumalavia, R. (2002). “El meñique de la suegra” y los orígenes de la novela policial en el
Perú. Quehacer, 132, 122-128.
Sumalavia, R. (2004). Dónde está la novela policial peruana. Quehacer, 146, 111-116.
Trelles, D. (2017). Detectives en la ciudad oscura. Novela policial alternativa en
Latinoamérica. De Borges a Bolaño. Ediciones Copé.

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