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Para este trabajo, si bien aludo la clasificación que hace Eco del arte en Apocalípticos e Integrados, es
importante mencionar que omitiré, por no agregarle complejidad a un tema desde ya bastante complejo, las
reflexiones de García-Canclini acerca de la noción de “popular”.
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Me refiero particularmente a la casi ausencia de producción cuentística y novelística durante fines de la
década de 1970 e inicios de la de 1980.
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policial y pese a que es posible rastrear vínculos con el neopolicial norteamericano
de inicios del siglo XX, la novela y el cuento policial bolivianos tienen
particularidades esenciales que no encuentran igual en otros espacios y esto se
debe a la rica coexistencia de una diversidad de culturas alimentando la escritura
misma de los policiales. Por otro lado, como ya señalé, el complejo proceso de
descolonización se encuentra implícito de alguna manera en las tramas de
algunas novelas policiales como se verá en las páginas siguientes.
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Narrativa policial
El nacimiento del policial clásico se atribuye a Edgar Allan Poe, a partir de los
cuentos: “La carta robada” (1844), Lo crímenes de la calle Morgue” (1841), “El
escarabajo de oro” (1843) y “El misterio de Marie Roguet” (1842-1843). En estos
cuentos se establece el mito de la resolución de casos a partir del razonamiento
puro. A partir de estos cuentos, otros autores como Artur Conan Doyle y Gilbert
Keith Chesterton se dedican a cultivar el género, el propio Jorge Luis Borges en
Seis problemas para don Isidro Parodi (1942) retoma esta tradición llevándola al
extremo al hacer que el “detective” resuelva los casos estando preso.
Por su parte, la novela negra policial nace sin ninguna pretensión de arte, sino
más bien como un producto de consumo masivo, destinado a un mercado
heterogéneo y, por lo tanto, como parte de la variedad de publicaciones de las
pulp magazine. En la década de 1920, estas publicaciones comienzan a
especificarse con la aparición de la revista Black Mask (1920) que se ocupaba
únicamente de textos policiales que, a diferencia del policial clásico, ya no
presentaban soluciones basadas en el razonamiento lógico, sino en la acción.
Surge entonces un tipo particular de detective que contribuye a popularizar las
publicaciones. Desde cierta perspectiva, el auge de lo policial tiene que ver con un
vínculo social referido a la admisión de una consciencia sobre el crimen.
Esta conciencia masiva salió a la superficie por primera vez en las famosas revistas sensacionalistas,
cuyo auge fue más o menos simultáneo al del crimen organizado. Su prototipo era Black Mask,
fundada en 1920 por dos desconocidos intelectuales norteamericanos, H: L. Menckeny, George Jean
Nathan, en un intento por reunir fondos para financiar su (más refinada) revista Smart Set. Varios
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colaboradores de Black Mask después se hicieron famosos, entre ellos Erle Stanley Gardner y
Dashiell Hammet. (Mandel, 1986: 39)
Si en una primera época, el policial negro se toma como una depauperación del
armonioso género clásico3, en décadas posteriores adquiere un sello de
legitimidad a través de autores como Raymond Chandler, Dashiell Hammet, entre
otros. Estos autores comienzan a ser publicados en editoriales “serias” ya lejos del
papel de baja calidad y portadas sencillas que habían caracterizado su primera
época. Editoriales “(…) a través de las cuales ambos [Chandler y Hammet] fueron
conocidos por un público masivo y tal vez ‘ingenuamente’ adicto, que no se
detenía, precisamente, en el desciframiento de las sutilezas ideológicas, textuales
o estructurales de libros como Viernes 13 o El largo Adiós, sino en la fruición de
ciertos rasgos (humor, causticidad, sentimentalismo, sentido de la fatalidad,
escepticismo, ritmo narrativo, intuición del dolor) que los diferenciaba nítidamente
de las patanerías o los pastiches de Cheyney y Spillane” (Rivera y Lafforgue,
1995: 88)
3
Ricardo Piglia en Crítica y Ficción se ocupa de este tema.
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Policial en Bolivia
4
Se incluye en este listado, pese a no tratarse de una novela policial propiamente dicha, sino más bien de una
novela negra debido al vínculo existente entre el policial y la novela negra en Bolivia.
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- 2004 La segunda edición de El viento de la cordillera. Un thriller de los 80,
de Alison Spedding, ve la luz.5
- 2007 Fantasmas asesinos de Wilmer Urrelo, gana el premio nacional de
novela Santillana.
- 2008 La toma del manuscrito de Sebastián Antezana, gana el premio
nacional de novela Santillana.
- 2010 Santiago Blanco, la saga de Gonzalo Lema sale a la luz.
Lo negro resalta del libro por un pesimismo social sobre los choques entre destinos
particulares y destinos colectivos, por un sombrío y discreto galanteo, y por una escritura
siempre al límite entre periodística y frenética. Una ejecución en regla de los falsos
5
Incluyo las dos ediciones de esta novela porque considero importante que en un período tan breve, un texto
que no estaba escrito por uno de los escritores más leídos en el momento o que no hubiera sido publicado por
una editorial conocida, haya agotado su primera edición.
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semblantes de la sociedad, la caída irremediable del hombre social. Una perpetua
comprobación del fracaso mezclada a ínfulas poéticas y a una basta empresa de
rehabilitación del mundo flotante que nunca tiene derecho a voz ni voto. Ninguna solución
es presentada, ninguna alternativa es posible: la novela negra no es didáctica ni partidaria,
incluso cuando es política. (Nathanaël Tribondeau)
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Contextos
Entre los factores clave para el surgimiento del policial en Bolivia entre 2000 y
2010 y se encuentra el momento histórico social por el que el país atraviesa
durante este período. El acercamiento a este momento es planteado por Álvaro
García Linera en “Ciudadanía y democracia en Bolivia” (1900-1998), un ensayo
publicado en 19996, a partir del establecimiento de la categoría de ciudadanía:
Hablar de ciudadanía es, por tanto, la verificación de una sensibilidad colectiva convertida
en un hecho estatal, que trasmuta un temperamento socializado en un dispositivo público
que normativiza la vida política de todos. No es casual, entonces, que los procesos de
formación ciudadana sean también aquellos de la construcción de las naciones, pues se trata
de dos maneras de abordar el mismo problema de la constitución del yo colectivo. (García
Linera, p. 139)
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conocimiento letrado son los requisitos imprescindibles para gobernar los asuntos públicos.
(García Linera, p. 147)
7
Citado a partir de: “Felipe Quispe”, Pulso Nº 164, La Paz, 2002.
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cualquier reclamo por medio de una vía legítima desde el punto de vista estatal, su
participación entonces estaría reduciéndose a acudir a las urnas para cada nueva
elección. Cualquier otra opinión o desacuerdo no tiene lugar. Sin embargo,
permanecen como formas de reclamo, aquellas establecidas en la anterior
ciudadanía a partir de los sindicatos.
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Información tomada de: “Ley Nº 1551. Ley del 20 de abril de 1994. Ley de Participación Popular” en
Compendio de Leyes de 1825 a 2009. Nueva Constitución Política del Estado y Legislación Laboral
Boliviana
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político que permitiera la participación en las próximas elecciones. Al año
siguiente, en marzo de 1995, durante el Congreso Tierra, Territorio e Instrumento
Político, llevado a cabo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, tanto la CSUTCB
como otras organizaciones sociales, definen la creación de la Asamblea por la
Soberanía de los Pueblos a cuya cabeza se encontraba Alejo Véliz. La ASP no
consigue inscribirse en la Corte Nacional Electoral y participa en las elecciones
siguientes con la sigla prestada de Izquierda Unida. A raíz de conflictos internos
entre Alejo Véliz, Felipe Quispe y Evo Morales, surge una división que culminará
con la creación del MAS – IPSP (Movimiento Al Socialismo – Instrumento Político
para la Soberanía de los Pueblos) que se plantea no como un partido político, sino
como un instrumento político surgido desde las bases.9
No parece casual, en este sentido que en 1994 se haya publicado American Visa,
un antecedente a la novela policial boliviana. Cabe resaltar que esta novela se
hizo bastante conocida acompañada por su versión cinematográfica.
El año 2000 estalla en Cochabamba la llamada Guerra del Agua que desata una
crisis política social y a partir de 2002 se desencadenan una serie de protestas
que encuentran su punto máximo en la Guerra del Gas en la ciudad de El Alto en
octubre de 2003. Esta guerra concluye con la renuncia del entonces presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada. En las siguientes elecciones generales, en 2005, el
MAS – IPSP consigue el triunfo con una mayoría absoluta. 10 Leyendo
paralelamente el proceso de publicación de policiales. Se tiene una primera
incursión en 2001, un silencio durante dos años que desemboca en una
publicación amplia en 2004, este espacio no tendría gran importancia si en 2004
9
En Zuazo, Moira, op. Cit.
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Cabe resaltar que si bien se da la presencia de Evo Morales como primer Presidente indígena de Bolivia
está también su participación en diferentes posiciones dentro de organizaciones sindicales. Esto explicaría en
parte hechos como, por ejemplo, que en su momento Alejo Véliz o Felipe Quispe no hayan conseguido un
apoyo mayor en las urnas. La subsistencia de resabios de la importancia de los sindicatos en el
establecimiento e institucionalización de una ciudadanía corporativa convive con el deseo de sectores
indígenas de legitimarse como partícipes del poder y de la toma de decisiones. Se hablaría entonces de una
ciudadanía participativa que, a diferencia de la anterior, sí asume una responsabilidad real por la toma de sus
decisiones, por los efectos de las mismas y que tendría que preocuparse de hacer un seguimiento al proceso.
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hubiera salido a la luz tan sólo un título, pero además de ser 3 los títulos que salen
a la luz repentinamente, en 2004 la Cinemateca Boliviana organiza un ciclo
dedicado al cine negro mundial.
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El proceso es interesante en la saga de Santiago Blanco, escrita por Gonzalo
Lema. Ya que se trata de la única saga policial publicada y, si se toma en cuenta
los años de publicación (2001, 2004 y 2010) permiten ver diferentes elementos
llamativos en cada uno. La saga de Santiago Blanco, el detective creado por
Gonzalo Lema, está compuesta por dos libros de cuentos y una novela. El primer
libro de cuentos Un hombre sentimental, publicado en 2001, contiene los cuentos:
“Un hombre sentimental”, “El gordo de La Paz”, “No me deje solo” y “Adiós,
Angelina”. En este libro hace su aparición el detective Blanco. El segundo texto,
publicado en 2004, es la novela Dime contra quién disparo. Finalmente está la
colección de cuentos Fue por tu amor, María, publicada en 2010, que contiene los
cuentos: “Cuando desperté era sábado”, “Una pena de amor”, “El club de golf”,
“Fue por tu amor María”, “El hombre araña”, “El Legend of the Seas”, “Cualquier
rato nos llaman” y “Nota final”, que marca el final de la carrera de Blanco con un
retiro voluntario.
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La publicación de este cuento se da en el año 2001, a poco de la llamada Guerra
del Agua, el retrato responde posiblemente a una de las tantas movilizaciones que
se producen en este período. En la búsqueda del realismo y de la relación con el
contexto en el que el libro es escrito –casi toda la saga está ambientada en
Bolivia, en la ciudad de Cochabamba–, es imposible omitir un suceso de esta
naturaleza. Ya en una página anterior, al revisar el contexto en el que los textos de
Lema son publicados se había tocado el tema de la participación política de
diversos sectores, los cocaleros entre ellos, a través de formas como marchas,
bloqueos y medidas de presión, en donde se exigen ciertos puntos sin asumir el
control del espacio de poder pertinente para poder efectivizarlos. Tiene sentido
entonces la afirmación de Marvic, al señalar que aunque exista un poder
económico respaldando a este sector (puede o no existir, nos remitimos al
comentario del texto) en realidad no sirve en la participación de la toma de
decisiones de un modo institucional.
–Ni Cristo resucita a la COB, pero no hay quien le haga entender eso al maestro
Lechín. Siempre fue así: terco. Se le metía una idea en la cabeza y empezaba a darle
con todo hasta conseguirlo. ¿Se fijó usted con qué rabia hizo propaganda en contra
de Durán? Prefirió que los votos de los viejitos del PRIN favorecieran a Banzer.
Con tal de salirse con la suya se metería con el mismísimo diablo.
–¿Usted votó por el MNR?
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–Ni muerta. Yo voté por Banzer porque esa consigna nos lanzó el maestro a todos
los ex. Yo acaté, más por amor que por estar de acuerdo. Gran lección de la escuela
del sindicalismo: uno para todos, todos para uno (Lema 2, p. 181)
–Ya no entiendo a este país con tanta ley para todo y que sin embargo nadie cumple ni
acata. Ahora son capaces de meter bala en el Parlamento por una cuestión de buena o mala
redacción de un artículo. Qué absurdo. Se legisla sin parar y las leyes no se cumplen ni
siquiera en las ciudades, imagínese en el campo. En mis épocas se metía bala al enemigo
político y punto. La política era cosa de machos, no de abogadillos de cuello mugroso
prendidos a los curules como sanguijuelas. El Estado gasta mucho dinero para que ellos
protagonicen la historia de la frustración política boliviana. (Lema 2, p. 185)
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claro, esto no impide que lleguen al lector, permitiendo esbozar un perfil del
protagonista con referencia a su posición política. Es llamativa en este sentido, la
conversación con la dueña de casa, maestra también:
–Dice que a la gente se le raja las caras con esas heladeras. Por eso es medio mudita. Si
abren la boca les entra una ráfaga helada que puede partirles los pulmones. Una barbaridad.
(…) Blanco se encogió de hombros por varias razones. La gente de aquí no parecía ser
gente de aquí. Criticaban el frío, la altura, detestaban a los indios, querían transformar a una
llama en Twiggy. Aquello sólo podía significar que se consideraban ajenos al medio,
extraños a la llajta. Pero no se iban. Vivían por generaciones en las alturas sin comprender
nada, sin querer su terruño. Hijos de puta. (Lema 2, p. 93-94)
Este fragmento sirve para poner de manifiesto prejuicios existentes. Sirve también
para plantear un posible debate fuera de las páginas del libro y a través de él un
acercamiento al lector. El medio boliviano es un espacio en el que la política
convive con la cotidianeidad, temas políticos e históricos están presentes en todo
momento y más en el período en que la saga fue publicada. Como se planteó en
el acápite destinado a la descripción del contexto, el período 2000-2010 fue
particularmente conflictivo, otros temas se dejaron de lado para centrar la atención
en temas políticos e ideológicos, los prejuicios se hicieron evidentes. Un fragmento
particularmente revelador al respecto es el siguiente:
– (…) Antes se comía mucho charque en las casas porque el contacto con el campo
era mayor. Los indios venían y nosotros íbamos constantemente. Todo eso se echó a
perder con el 52. Ya ni se llaman indios, sino campesinos.
– Ajá.
–Por eso odio a los monos ¿Qué se sacó luego? Nada. Pobreza. El campesino es un
flojo, no le gusta trabajar, sólo farrear y vota como un animalito por quien le regala
un balde de chicha. Así no hay futuro para nadie. Ni siquiera mandan a sus hijos a la
escuela. Si viera usted la desolación de las aulas en el campo. Uno, dos, tres
alumnos. A veces ninguno. Si dan ganas de renunciar pero no hay vacancias en la
ciudad. (Lema 2, p. 155)
Hay una crítica que parte del prejuicio de que los campesinos son holgazanes y
rechazan la educación que se les proporciona. Pero hay otros prejuicios en la
novela, algunos son evidentes, como los manifestados por la mujer con la que
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Blanco conversa, otros, sin embargo, perviven por debajo. Es lo que pasa en el
deseo que manifiesta Blanco de adoptar a un niño indígena:
Entonces tal vez si Marilú aceptaba, además de los propios, un adoptado. Un k’echi, un
cabellos parados nacido en las montañas, de vientre y pinga indígenas. Así pues sí. Esa era
su última contraoferta. Se matrimoniaban si ella aceptaba que él llegara con un quechua
adoptado de mejillas p’aspas. ¿Se animaba? ¿Lo aceptaría como uno propio junto a los que
vendrían? Se trataba de tomar una decisión sin arrepentirse. Quedaba claro que el niño
estaría inclusive por delante del matrimonio mismo, así de sagrado.
Marilú guardó silencio al otro lado de la línea.
–Acepto. Qué tierno. (Lema 2, p. 196)
Lo que trabaja Lema con la inclusión de comentarios y prejuicios tiene que ver con
la apuesta por el realismo. Cada uno identifica a segmentos de la sociedad que
asumen las opiniones como verdades y parte de un conocimiento y análisis en
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común. Esa apuesta por el realismo busca también la identificación de diversos
lectores que puedan encontrarse también reflejados en los personajes de la saga
de Blanco.
(…) revisando sus múltiples bolsillos comprendió que estaba a un paso de pedir limosna. Ni
modo. No era, en todo caso, la primera vez que se hallaba en estado de indigencia. En
realidad fue siempre su suerte. En la infancia los panes guardados, durísimos, recalentados
para dar la idea de galletas crocantes; el salto del desayuno a la cena, del té al almuerzo del
día siguiente. En fin. Los pantalones rotos a lo largo de toda la adolescencia y juventud. Los
zapatos abiertos de las puntas. Típico. (…) (Lema 2, p. 47)
Recordaba que en su infancia, en cambio, despertar de madrugada era un placer por el canto
de los pájaros: las golondrinas, los canarios, los ulinchos, los mismos tordos y los loros…
Punata era una fiesta matinal incomparable. Él salía a comprar pan porque a su tía July le
gustaba que fuera pan del día. Se entretenía en el camino buscando a los pájaros en medio
del follaje de los árboles (…) Era un niño feliz pese a todo. (Lema 3, p. 420)
Las dos versiones varían en el tipo de pan consumido y la forma en que la infancia
se recuerda, la primera parece pesimista, la segunda, en cambio, es feliz. Líneas
después se incorporan también en la dieta del niño los duraznos sustraídos de una
huerta vecina y otros alimentos:
Y corría sin cesar porque era un niño contento. En la casa lo esperaba su tía Julieta, un lindo
perro de múltiples razas y un cuarto íntegro para él. ¿Con qué más se soñaba a esa corta
edad? Por las mañanas tenía leche fresca de la vaca de la casa. Al mediodía tenía chancho,
lechón, cordero o corazón de vaca, siempre con papa blanca y fideo macarrón. Y en las
noches tomaba café con pan de Arani, el pueblo vecino. Por eso era un niño gordo y
contento aunque no hubiera conocido a su papá. (Lema 3, p. 423)
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contradicción es más llamativa porque con la publicación de las tres entregas en
un solo volumen, en 2010, las dos historias están dentro del mismo texto.
¿Qué quiere decir esto? El que en una primera versión, pesimista, se hable de
hambre y carencias en la ciudad, y en la segunda se hable con optimismo de la
abundancia del campo. Más que eso ¿qué ha cambiado para que esto pase? A
través de Blanco, Gonzalo Lema muestra dos tendencias presentes en el
imaginario boliviano durante la época mencionada. Sin embargo, pese a este
optimismo, llama la atención que los cuentos exclusivos de la última entrega se
aparten un poco del contexto y, exceptuando “Fue por tu amor, María”, pierdan el
contacto con la realidad. Así se tiene a Blanco a bordo de un barco ocupándose
en un caso muy lejos de Bolivia o preocupándose por encontrar a un hombre que
ha huido del país abandonando a su esposa y llevándose el producto de un
cuantioso robo que eventualmente le será robado a él.
Hay dos temas más. Uno, el tema de los apellidos, presente ya en la novela y, por
otro lado, la descripción física de Blanco y su pertenencia a un determinado grupo
social que se da en la última entrega. El tema del apellido se trata con otros
personajes, el coronel al mando de Blanco y el detective: “Pendejo, usted me
desprecia tanto que no me hace caso. ¿Cómo un Blanco va a hacer caso a un
Martínez? Ni que el mundo estuviera al revés. Claro que el Blanco es nadie y el
Martínez es un oficial graduado en la escuela panameña. Eso no importa para el
infeliz sangre azul (…)” (Lema 2, p. 117) Páginas más adelante, la protesta es
mayor y se establece la creencia de un posicionamiento social basado en un
sistema que priorizaría el apellido por sobre otros factores:
–Ah, carajo, pero si aquí está el sangre azul de apellido Blanco. Por supuesto que no
saludará a su coronel. Cómo, psss, por mucho que uno sea graduado en la Escuela
de Oficiales de Panamá. Y si no saluda siquiera, cómo, entonces, pedirle una
explicación… No, señor. No dará ninguna Él no vino a jugar porque no valía la
pena atajar para su inferior. No le dio la gana. Es un Blanco, después de todo. Eso es
harto. ¿Cómo un Blanco va a obedecer a un Martínez? Jamás. Sería bajar muchas
gradas en la escala social. (…) Es impune. Puede incumplir sus compromisos y
puede dejar de redactar informes y, pese a todo, cobrar su sueldo. Cuánta ventaja
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por ser un Blanco. Aunque sea un Blanco pobre, pobrísimo, diría yo. (Lema 2, p.
155-156)
Sin embargo, Blanco no tiene el menor interés en aceptar o refutar esta creencia,
porque a él, en realidad, el apellido no le da ningún beneficio al interior de la
trama. Así el personaje del coronel sirve como excusa para reflejar un modo de
pensar, contribuyendo con lo que se había estado observando respecto de
prejuicios. El trabajo que se da al tema de los nombres y apellidos funciona de
diferentes formas pero en busca de un objetivo común, atraer la atención del
lector. En una institución que se asume de organización vertical, como la Policía,
nada tiene que ver un discurso de esa naturaleza, el subordinado incumple, se
somete al castigo correspondiente asignado por el superior y el trabajo continúa.
Blanco no puede hacer nada acerca de su apellido o el del otro, por lo tanto el
fragmento pretende plasmar un prejuicio pero situándolo en un espacio que al
mismo tiempo sugiera que se trata de ficción. En este aspecto se tiene mucho
cuidado de no tocar directamente puntos sensibles como otro prejuicio que podría
articularse mejor con la queja, el racismo.
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Sin embargo, sí se establece una diferencia notoria con otro personaje, el
abogado Lema: “El abogado se puso de pie y dio tres grandes trancos por su
oficina. Estaba impecable. El pantalón bien planchado y luciendo una caída
espectacular sobre los zapatos. La camisa fina, de corte exacto, formándole el
cuerpo.” (Lema 3, p. 457) El abogado se presenta como el personaje vencedor en
un caso de Blanco: “- Lo suyo es una manera de pensar –dijo, con tono sereno-,
pero siempre le faltarán pruebas. Son conjeturas como tantas otras. No puede
negar que lo de Terceros es un crimen perfecto.” (Lema 3, p. 457) Porque si bien
el detective resuelve el crimen, la imposibilidad de castigar a los culpables
constituye el eje central de la trama, el detective afirma que será cuestión de
tiempo, pero no hay nada que indique que pasará. Por otro lado, el abogado se
muestra también vencedor en la posesión (porque la mujer aparece en calidad de
objeto a poseer y ‘marcar’) de María, una mujer mucho más joven que ambos y, se
supone, hermosa. En esta presunta superioridad, Lema demuestra haber vencido
en donde Blanco sólo pudo intentar, Mientras Blanco tiene una lista de fracasos,
Angelina, Soledad, Marilú, Lema no sólo transforma a María en su amante, tiene
un hijo con ella sino, sobre todo, logra la fidelidad de la mujer que, aun siendo
acosada por decenas de pretendientes, más jóvenes, propietarios de tierras, etc.,
nunca cede ante ninguno de ellos y su fidelidad llega al punto de no revelar, sino
hasta el final, cuando ya es imposible callar, el nombre del padre de su hijo.
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A través de la lectura de la saga de Santiago Blanco, el detective creado por
Gonzalo Lema se ha visto el vínculo de los textos con el medio en el que son
escritos, que les sirve además de ambiente. Se han encontrado aspectos
sumamente interesantes respecto de la reproducción de prejuicios y temas
sensibles y cómo la posición desde la que se narra puede cambiar, cambiando la
trama en una contradicción voluntaria y evidente.
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Bibliografía
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Tendencias, del periódico La Razón. La Paz, domingo 2 de mayo de 2010.
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2010
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Compendio de Leyes de 1825 a 2009. Nueva Constitución Política del
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Presidencia del Honorable Congreso Nacional, Fundación de Apoyo al
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