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Cuestiones-historia (del Bloque ...

Laura_fg

Historia de España

2º Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales

SAN MATEO

Reservados todos los derechos.


No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
BLOQUE 1
1.1. SOCIEDAD Y ECONOMÍA EN EL PALEOLÍTICO Y NEOLÍTICO. LA PINTURA RUPESTRE.
Durante el Paleolítico peninsular tiene lugar el proceso de hominización que comienza con la llegada de los
primeros homínidos y culmina con la extensión del homo sapiens. Los grupos paleolíticos solían constituirse al aire
libre y en cuevas en pequeños grupos, desplazándose en función del alimento (nomadismo). Eran
cazadores-recolectores (economía depredadora) y trabajaban la piedra tallada (y huesos) para elaborar
instrumentos y desarrollaron un incipiente arte mobiliar. Sobresale el yacimiento de Atapuerca. El Neolítico
(5.500-2500aC) se asocia a la llegada de grupos del este que conocían la agricultura y ganadería, lo que supuso: el
paso a una economía productora, el sedentarismo, la pulimentación de la piedra, la jerarquización social y la
división del trabajo. Las principales manifestaciones se encuentran en el área mediterránea: cultura de la cerámica
cardial, cultura de los sepulcros en fosa y megalitismo. La pintura rupestre se desarrolló sobre todo durante el
Paleolítico Superior (35.000-8.000 aC) en el norte de España y Francia (Atapuerca). En cuevas hallamos un arte
naturalista y detallado en el que destacan los animales policromados en escenas aisladas, con idea de volumen.
En el Neolítico se desarrolla la pintura levantina (Cogull, Lérida) en abrigos. Incluye la figura humana, formando
escenas con sentido narrativo, presentando figuras estilizadas, esquemáticas y monocromáticas. La finalidad de
ambas manifestaciones artísticas podría ser mágico-religiosa.

1.2. PUEBLOS PRERROMANOS. LAS COLONIZACIONES HISTÓRICAS: FENICIOS Y GRIEGOS. TARTESOS.


En la Edad de Hierro llegan a la Península los pueblos indoeuropeos (griegos, fenicios, cartainenses) que convergen
con los autóctonos (tartessos, íberos, celtas, celtíberos). Tartessos (XI-V a. C.): situados en el bajo Guadalquivir se
caracterizan por su desarrollo minero y comercio con los fenicios, sobre todo de estaño; destacan sus ajuares
funerarios (El Carambolo). Los iberos (VIII-III a. C.): vivían en pueblos fortificados de la costa mediterránea, con
economía agrícola y ganadera, junto a la metalurgia y cerámica; organizados ciudades-estado, con sociedades
estratificadas, sin unidad entre sí , comerciaban productos artesanos y minerales. Manifestaciones artísticas como
la Dama de Elche o la Bicha de Baza. Los celtas (VII-III a.C.): organizados en clanes en centro, norte y noroeste de la
Península, economía basada en la agricultura y ganadería, dominaban el hierro, eran un pueblo guerrero. Los
celtíberos era un mestizaje entre íberos y celtas en los que predominaban los elementos celtas. Los fenicios (IX-VII
aC) se asentaron en la costa andaluza y aportaron el torno de alfarero, escritura alfabética y generalizaron el uso
del hierro. Los griegos (VII-III aC), fundaron colonias como Emporion, introdujeron la vid y el olivo, y la acuñación
de moneda. Los cartagineses (III-II aC) procedentes del Norte de África sustituyeron a los fenicios y fundaron
colonias como Cartago Nova, explotación minera; sus intereses chocaron con Roma, enfrentándose en las Guerras
Púnicas.

1.3. CONQUISTA Y ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. PRINCIPALES APORTACIONES ROMANAS


EN LOS ÁMBITOS SOCIAL, ECONÓMICO Y CULTURAL.
La conquista de la Península por los romanos puede dividirse en tres periodos. En la primera fase (218-197 aC), con
la ocupación del área de levante y los alles del Ebro y del Guadalquivir tras derrotar a los cartagineses (2as Guerras
Púnicas). En la segunda fase (197-133 aC) con rebeliones como las de Numancia y los lusitanos, se ocupa el centro
y oeste peninsular y Baleares. En la tercera fase (29-19 aC) se finaliza la conquista del norte derrotando a astures,
cántabros y vascones con Augusto (los últimos no caería nunca bajo el control total romano). A esta conquista le
sucede la romanización (adopción de las costumbres romanas), un proceso lento favorecido por la administración
en provincias, el ejército, el latín, la moneda, la concesión dela ciudadanía y la construcción de infraestructuras. No
fue homogénea; siendo intensa en el levante y sur, y en el norte fue escasa y tardía. Roma aportaría una estructura
social jerarquizada (colonos romanos, élites indígenas, indígenas libres, libertos y esclavos), la racionalización y
coordinación del sistema productivo (destacan en la minería, el cultivo de la trilogía mediterránea, salazones y
cerámica), infraestructuras (puentes, calzadas, templos,...), la religión (romana y cristianismo), el latín, el derecho
romano, etc. Además, Hispania aportaría a Roma grandes figuras: filósofos (Séneca), poetas (Lucano) y
emperadores (Trajano, Adriano).

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1.4. EL REINO VISIGODO. ORIGEN Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA. LOS CONCILIOS.
El Imperio Romano llegó a un acuerdo con los visigodos para expulsar a los suevos, vándalos, y alanos de la
Península. Tras la caída del Imperio en el 476 dC, se produjo la penetración visigoda. La consolidación de la
monarquía fue obra de varios monarcas: Leovigildo impulsa la unificación política y territorial, expulsando a los
suevos (585) y dominando a los vascones; la unificación religiosa llegó con Recaredo al abandonar el arrianismo por
el catolicismo (III Concilio de Toledo de 589); por último, la unificación jurídica se produjo con Recesvinto, que
promulgó el Liber Iudiciorum (654), ley única del reino. La organización política se basó en una monarquía electiva,
dependiente del apoyo de nobleza e Iglesia. Esta gobernaba apoyada en varias instituciones: el Aula Regia,
asamblea consultiva que asesoraba al rey en asuntos políticos, militares y en la elaboración de leyes; y el Officium
Palatinum, más restringido (magnates que auxiliaban en tareas de gobierno). Los territorios eran gobernados y
administrados por duques en las provincias y condes en las ciudades. Los Concilios eran inicialmente asambleas
eclesiásticas, se convirtieron en grandes asambleas de Estado de carácter legislativo formadas por el poder
religioso y político máximo (clero, nobles y rey).

BLOQUE 2
2.1. AL ÁNDALUS: LA CONQUISTA MUSULMANA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. EMIRATO Y CALIFATO DE
CÓRDOBA.
La conquista musulmana de la Península Ibérica, liderada por Tariq y su lugarteniente Muza, fue iniciada tras la
derrota del reino visigodo de Don Rodrigo en la Batalla del Guadalete (711). Finalizó en torno a 750 y su rapidez se
debió en gran parte a las capitulaciones con la nobleza goda, que les permitían mantener sus tierras a cambio del
pago de tributos. La Península se transformaría en un Emirato dependiente de Damasco (714-755) siendo
gobernada por un emir nombrado por el califa, se caracterizó por las continuas disputas entre árabes y bereberes, y
por 2 límites en la expansión (Covadonga en 722 y Poitiers en 732). En el Emirato independiente de Córdoba
(756-929), proclamado por Abderramán I, se consolidó del poder musulmán y continuaron las tensiones sociales,
tanto entre musulmanes, como critianos y judíos. Le sigue el Califato de Córdoba (929-1031) formado tras la
autoproclamación de Abderramán III como califa, que logró la independencia política y religiosa y aumentó las
fronteras hasta el Duero. A este le sucedieron Al-Hakam, quien logró el mayor esplendor cultural; e Hixam II, que
delegó su poder en Almanzor, convirtiendo el reino en una dictadura militar. Posteriormente, se sucedieron varios
califas débiles, hasta que una rebelión depuso al último (Hixam III) en 1031 y causó la fragmentación del Califato en
los reinos de taifas.

2.2. AL ÁNDALUS: REINOS DE TAIFAS. REINO NAZARÍ.


En 1002 comenzó la crisis del Califato, tras la muerte de Almanzor, con la sucesión de varios califas débiles hasta su
caída en 1031, cuando se fragmentó en los reinos de taifas. Los reinos pagaban parias a los cristianos a cambio de
protección militar, los más pequeños se acabaron integrando en los más grandes y sus enfrentamientos propiciaron
el avance cristiano (Reconquista). A finales del XI las taifas se ven incapaces de frenar este avance y piden ayuda a
los almorávides, guerreros bereberes que habían consolidado un imperio norteafricano. Estos lograron reunificar
Al-Ándalus en 1090, hasta 1145 cuando sucumbieron. Los reinos de taifas recibirán entonces otra invasión, la de los
almohades (1146-1232), de gran rigor religioso que, tras victorias como la de Alarcos, fueron derrotados por los
cristianos en las Navas de Tolosa (1212), replegándose al norte de África. Los reinos fueron conquistados, excepto el
reino nazarí de Granada (1248-1492) que se sostuvo mediante el pago de tributos a los cristianos y convirtiéndose
en un reino vasallo de Castilla. En el S. XIV entra en crisis sucesorias y en 1482 se inicia la guerra contra Castilla, que
culmina con la capitulación de Granada y exilio de Boabdil en 1492. Con su caída acabó el dominio musulmán en la
Península.

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2.3. AL ÁNDALUS: ECONOMÍA, SOCIEDAD Y CULTURA.
La economía andalusí era fundamentalmente agrícola, los musulmanes extendieron el uso del regadío mediante
sistemas como la noria o las acequias e Introdujeron nuevos cultivos (algodón, arroz, azafrán, cítricos) que unieron
a la tríada mediterránea (cereal, vid y olivo). También explotan la ganadería y la minería. Destaca la producción
artesanal, en concreto el textil (seda, lana y lino) y productos de lujo (pedrería, orfebrería, cuero,...). El comercio
interior se realizaba en los zocos, y el comercio exterior a través de sus puertos con el mundo islámico y la Europa
cristiana. La ciudad se revitalizó, surgiendo expresiones arquitectónicas como la mezquita de Córdoba o el palacio
de la Alhambra. La sociedad andalusí era muy heterogénea, por su gran diversidad étnica y religiosa. La principal
división era religiosa, con aristocracia árabe y siria, seguida de los bereberes y por último los muladíes. Después las
minorías religiosas de mozárabes y judíos, que tenían que pagar impuestos y gozaban de menos derechos. Su
cultura estuvo marcada por la religión musulmana con periodos más aperturistas (Califato de córdoba, Taifas) y
otros más rigurosos (almorávides y almohades). Al-Ándalus actúo como puente de cultura entre el mundo islámico
y occidente donde ejerció su influencia en varios órdenes: arte (mezquita de Córdoba, Alhambra de Granada),
filosofía (Averroes, Maimónides), literatura (El collar de la paloma) y ciencia (álgebra, medicina, astronomía).

2.4. LOS PRIMEROS NÚCLEOS DE RESISTENCIA CRISTIANA. PRINCIPALES ETAPAS DE LA RECONQUISTA.


MODELOS DE REPOBLACIÓN.
En la primera etapa (S.VIII al X) Al-ándalus mantiene su hegemonía y se forman: el Reino Astur tras la batalla de
Covadonga (722) y que en torno al s. XX se convertiría en el Reino de León; y el Condado de Castilla, que se
convertiría en Reino con Fernando I. En el oeste aparece el Reino de Pamplona tras vencer a los carolingios en
Roncesvalles, que alcanza su máximo apogeo con Sancho III el Grande, y Condado de Aragón, que con Sancho
formaría parte del reino navarro. Fin de la Marca Hispánica (territorio de control carolingio) con la desvinculación de
los condados catalanes. La repoblación de estos territorios se realiza mediante la presura (pequeña propiedad de
colonos libres). El núcleo occidental se extiende sobre zonas desocupadas hasta la cuenca del Duero. La segunda
etapa fue de gran expansión (XI y XIII), con el protagonismo de los reinos de Castilla y Aragón, coincidiendo con el
fin del Califato de Córdoba (1031). Se conquista Toledo (1085) y el avance se detiene con las derrotas tras la invasión
almorávide, estableciendo la frontera en el Tajo y valle del Ebro. La llegada de almohades y ls disputas en los reinos
cristianos frenarían el avance causando derrotas como la de Alarcos, aún así se conseguiría la ocupación de la
Mancha, la cuenca media del Guadiana y las cuencas del Turia y el Júcar. En esta etapa los monarcas conceden
fueros a las villas, dividiéndose los territorios en concejos ( con pequeña propiedad y la propiedad comunal). En el
siglo XIII una coalición de ejércitos cristianos vence en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) a los almohades. Se
producirá entonces la conquista de amplios territorios del Valle del Guadalquivir (Sevilla, Córdoba, Jaén) y Murcia
por Fernando III de Castilla. De esta etapa destacan las propiedades de gran extensión en manos de nobleza, clero y
órdenes militares: encomiendas y repartimientos. Última etapa (S. XIV - XV), tras sucesivas crisis durante el s. XIV,
se completa la Reconquista con la toma de Granada (Reino Nazarí) por Castilla en 1492, bajo el reinado de los Reyes
Católicos.

2.5. LOS REINOS CRISTIANOS DE LA EDAD MEDIA: ORGANIZACIÓN POLÍTICA, RÉGIMEN SEÑORIAL Y
SOCIEDAD ESTAMENTAL.
Los reinos cristianos en la Edad Media se organizan en torno al monarca, cima del poder feudal, pero limitado por
las casas nobiliarias, lo que dió lugar a su alrededor se formase una corte o Curia Regia. Las Cortes se formaron a
partir del s. XIII como reuniones extraordinarias de esta corte, en las que se representaban los estamentos
medievales, e integradas por nobleza, alto clero y representantes de las ciudades. Eran de carácter consultivo, para
debatir temas pospuestos ante situaciones graves a cambio de que el rey atendiera sus peticiones. En el sistema
feudal medieval tuvieron gran importancia los señoríos, instituciones que suponían el dominio de terrenos por
parte de la nobleza o el clero, muchos en régimen de mayorazgo. La mayoría surgen como pago a los nobles en la
Reconquista y en un principio eran de tipo territorial, pero más tarde los nobles obtuvieron prerrogativas judiciales
para sus dominios, erosionando el poder del monarca. La sociedad era estamental; donde cada grupo realizaba una
función (oratores, bellatores e laboratores) y la pertenencia por nacimiento, excepto en el clero. Los grupos
privilegiados, nobleza y clero, estaban exentos de pagar impuestos. Los no privilegiados (tercer estado) eran un

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grupo muy heterogéneo dedicado principalmente a la agricultura y al comercio, y debían pagar numerosos
impuestos.

2.6. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA CORONA DE CASTILLA, DE LA CORONA DE ARAGÓN Y DEL REINO


DE NAVARRA AL FINAL DE LA EDAD MEDIA.
En el caso castellano, la monarquía tuvo un carácter autoritario debido al escaso poder de las Cortes y la
aceptación del origen divino de la autoridad. Contaban con el Consejo Real (asesoraba al rey), la Audiencia
(funciones de justicia), la Hacienda (recaudadora de ingresos fiscales), y las Cortes (carácter consultivo) integradas
por nobleza, clero y representantes de las ciudades. Su principal instrumento de control municipal eran los
corregidores (funciones judiciales y militares). El territorio estaba dividido en merindades, a cargo de un merino
(funciones de gobierno y administrativas); y adelantamientos gobernados por un adelantado en zonas fronterizas. A
nivel local hallamos concejos (ayuntamientos) y regidores (alcaldes). La Corona de Aragón, era una confederación
de territorios con leyes e instituciones propias y de monarquía pactista. Los reyes estaban limitados por las Cortes
de cada reino con capacidad legislativa, contaban con 4 brazos (la nobleza se dividía en alta y baja) y eran
supervisadas por las Diputaciones (Generalitat en Cataluña). El Justicia de Aragón era el encargado de resolver los
problemas entre el rey y la nobleza. Al igual que en Castilla tenían Consejo Real y Audiencia. La autoridad real
estaba representada por los virreyes y los reinos se dividían en honores . El gobierno municipal que terminó siendo
controlado por la oligarquía urbana, contaba con: un delegado, magistrados y un consejo. En Navarra junto al rey
hallamos: las Cortes (velaban por la conservación de los fueros), el Consejo Real (órgano judicial y de asesoramiento
real), y la Cámara de Comptos (finanzas reales). En su Fuero General se recopilan y ordenan las leyes del reino. Tras
la conquista castellana se impuso un virrey y la división territorial varía en función del momento histórico en
merindades o honores.

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3.1. LOS REYES CATÓLICOS: UNIÓN DINÁSTICA E INSTITUCIONES DE GOBIERNO.
En 1469 se produjo el matrimonio Isabel de Castilla (hermanastra del rey Enrique IV) y Fernando de Aragón (hijo del
rey Juan II). En un contexto de guerra sucesoria castellana (1475-1479), la unión dinástica se acordó en la Concordia
de Segovia (1475), según el cual los reyes gobernaban conjuntamente y tomaban las grandes decisiones de acuerdo
mutuo, naciendo así la monarquía hispánica. No supuso la unidad territorial e institucional, sus leyes y sus
respectivas instituciones se mantuieron, pero compartían ciertos objetivos: el dominio peninsular, la unidad
religiosa y el fortalecimiento del poder real. Su reinado supone el tránsito hacia el Estado moderno, limitando sus
reformas a Castilla, que desempeñó un papel hegemónico; mientras que en Aragón se mantuvo la tradición
pactista. La autoridad de los monarcas se impuso sobre: la nobleza (Leyes de Toro), la Iglesia (derecho de
patronato) y los municipios (sometidos al poder real mediante corregidores). Se sirvieron además de una serie de
instituciones que organizaron y optimizaron: Consejo Real, Consejos especializados (Inquisición, Indias,...)
compuestos por funcionarios con formación jurídica, Chancillerias (tribunales), las Cortes (finanzas reales), ejército
permanente, cuerpo de diplomáticos, Hacienda (ingresos) y Santa Hermandad (cuerpo de policía rural) . Se
extendió la figura del virrey, encargado de representar los intereses de la monarquía en los distintos territorios. En
1478, los reyes establecen la Inquisición, implantada en ambos reinos, que buscaba perseguir los delitos de herejía.

3.2. EL SIGNIFICADO DE 1492. LA GUERRA DE GRANADA Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.


En el año 1492, se suceden tres acontecimientos con enorme repercusión interior y exterior; la conquista del reino nazarí
de Granada, el descubrimiento de América y la expulsión de los judíos. La expulsión de los judíos (salvo conversión) se
produjo el 31 de marzo mediante el Edicto de Granada, con el objetivo de unificar religiosamente los reinos bajo el
catolicismo. La Guerra de Granada fue consecuencia de la política de unificación de la Península Ibérica, la disminución
del pago de parias, la amenaza de piratas berberiscos y las luchas internas en el Reino Nazarí. En la primera fase se
conquistó la frontera oeste, seguida de la este ,y por último, fue el asedio de Granada; finalmente ocupada el 2 enero de
1492, tras un acuerdo con su rey Boabdil el Chico (Capitulaciones de Granada). Fue también en Granada, ese mismo año,
cuando el proyecto del navegante Cristóbal Colón para llegar a las Indias por el Atlántico se selló con Castilla mediante
las Capitulaciones de Santa Fe (1492), donde se acuerda que Colón sería almirante, virrey y gobernador de los territorios

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descubiertos y obtendría un 10% de las ganancias. El objetivo era acceder al mercado de especias de Oriente tras
cerrarse el paso de Constantinopla, que había caído en manos de los turcos en 1453. El primer viaje partió de Palos el 3
de agosto, llegando a Guanahani (San Salvador) el 12 de octubre, para dirigirse hacia: Cuba (Isla Juana), y Haití (La
Española) tomando posesión de las islas en nombre de la Corona. En 1493, emprendería el viaje de vuelta a la Península,
realizando tres más sin ser nunca consciente del descubrimiento de un nuevo continente.

3.3. EL IMPERIO DE LOS AUSTRIAS: ESPAÑA BAJO CARLOS I. POLÍTICA INTERIOR Y CONFLICTOS
EUROPEOS.
Carlos I (1517-1556) hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, accedió al trono heredando de sus padres y abuelos un
conjunto de territorios que se extendía por todo el mundo conocido. De sus abuelos paternos, heredó los territorios de la
Casa de Austria en Centroeuropa, la opción a la corona imperial (que obtendría en 1520), el Franco Condado y Flandes.
De sus abuelos maternos, heredó los reinos de Castilla y de Aragón, junto a sus posesiones mediterráneas y americanas.
La política interior estuvo marcada por el conflicto de las Comunidades de Castilla (1520-1522); sublevación apoyada por
sectores de la baja nobleza y de las ciudades, opuestos a la obligación impositiva derivada del acceso a la corona imperial,
a los consejeros flamencos y a Adriano de Utrecht como regente. La rebelión derivó en una insurrección popular y la
creación de un gobierno (la Santa Junta) siendo derrotados en Villalar (1521). Al tiempo estallaron las Germanías
(1519-1523) en Valencia y Mallorca, dirigidas por las clases populares debido a la crisis económica y las epidemias. Este
levantamiento fue reprimido por el éjercito real, la nobleza y la alta burguesía. Su política exterior se vio condicionada
por su ideal de monarquía imperial y cristiana. Siete guerras con Francia (1521-1544) en Italia confirmando la hegemonía
de Carlos I (victoria en Pavía). El apoyo del papado a Francia causaría su saqueo (1527) y la Paz de Cambrai (1529). Lucha
contra los turcos en el Mediterráneo, alternando triunfos (conquista Túnez 1535) y fracasos (fallida conquista Argel
1541). Por último, conflictos religiosos iniciados con la reforma protestante de Lutero en Alemania. Se iniciaron con
victorias del emperador (Mühlberg, 1547); pero con el apoyo francés a los príncipes alemanes y la Paz de Augsburgo,
Carlos I reconoció las dos religiones en el Imperio.

3.4. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE FELIPE II. GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN. LOS PROBLEMAS


INTERNOS. GUERRAS Y SUBLEVACIÓN EN EUROPA.
En 1556 Felipe II (hijo de Carlos V y de Isabel de Portugal) se hizo cargo de la corona de los reinos hispánicos tras la
abdicación de su padre, logrando un imperio incluso mayor que el suyo, la anexión de más territorios americanos,
Filipinas y Portugal (resultado de enlaces matrimoniales). La monarquía adquirió un carácter más hispánico con cortes en
Madrid y más autoritaria, con una menor influencia de la nobleza. El Estado no fue unitario, solo el Consejo de Estado
(función consultiva) reunía miembros de distintos reinos, en los que el rey se hacía representar mediante virreyes y
gobernadores. Se desarrolló un sistema polisinodial que asesoraba al monarca mediante mediante Consejos (temáticos y
territoriales) y secretarios (intermediarios entre los Consejos y el monarca). Se mantuvo la misma administración
territorial e instituciones (Audiencias, corregidores, Hacienda,...), al igual que la hegemonía castellana. En el interior, se
han de afrontar dificultades como las rebeliones en las Alpujarras granadinas (insurrección morisca tras el decreto que
obligaba al abandono de costumbres y lengua musulmana) y en Aragón (tras el proceso al secretario Antonio Pérez).
Felipe II hubo de afrontar numerosos conflictos heredados (con Francia logró la victoria de San Quintín y derrotó a los
turcos con la Liga Santa en la batalla de Lepanto, 1571) y en Países Bajos el surgimiento del protestantismo en el norte
(apoyado por Inglaterra) que sería una sangría militar y económica que se prolongó hasta 1648. Además se halla el
intento de invasión a Inglaterra con La Gran Armada (1588) que fracasó en su objetivo.

3.5. EXPLORACIÓN Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA. CONSECUENCIAS DE LOS DESCUBRIMIENTOS EN


ESPAÑA, EUROPA Y AMÉRICA.
La rápida conquista del continente americano se vio facilitada por: la superioridad tecnológica y militar, la debilidad
y colaboración de los imperios precolombinos y el factor psicológico que les supuso la llegada de extranjeros. El
proceso de conquista y colonización se inició en 1492 en las Antillas y se realizaron varias expediciones: Núñez de
Balboa descubrió el océano Pacífico (1513); Magallanes y Elcano realizaron la vuelta al mundo; Hernán Cortés
conquistó el imperio azteca (1521); Francisco Pizarro el imperio inca(1532), el actual Perú. La expansión en
América fue realizada por particulares, (los conquistadores) que firmaban capitulaciones con la Corona. Valdivia y

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Almagro exploran la región de Chile y Mendoza, Río de la Plata. El descubrimiento y colonización acarrearon
consecuencias en España, Europa y América en distintos ámbitos. La navegación y la cartografía sufrieron una gran
evolución. Políticamente se produjo la formación de un imperio hispánico que dominaba vastos territorios,
creándose el Consejo de Indias para decidir las líneas de actuación en el continente. Económicamente, supuso el
impulso comercial a través de la Casa de Contratación de Sevilla (monopolio castellano del control de las Indias), la
explotación de las minas (oro y plata), y la inflación derivada en Castilla y en Europa por la llegada del metal
americano (revolución de los precios). En América, se produjo la caída de los imperios precolombinos. La población
indígena disminuyó notablemente debido a las enfermedades y a la explotación, lo que produjo el debate de los
justos títulos (Leyes de Burgos, 1512 y Leyes Nuevas, 1542).

3.6. LOS AUSTRIAS DEL S.XVII: EL GOBIERNO DE VALIDOS. LA CRISIS DE 1640.


En la política del siglo XVII, durante los reinados de los Austrias menores, se introduce la figura del valido, aristócrata de
confianza del rey al que delegaba sus funciones de gobierno, posición que favoreció la corrupción. Este modelo de
gobierno se inicia con Felipe III (1598-1621) y el Duque de Lerma, bajo su reinado se produjo la expulsión de los
moriscos (1609) y siguió una política exterior pacifista y de tratamiento, mejorando las relaciones con Francia e
Inglaterra y firmando con Provincias Unidas a Tregua de los Doce Años (1609-1621). El conde-duque de Olivares, valido
de Felipe IV (1621-1665), buscó la colaboración equitativa de los reinos y reforzar la autoridad real mediante proyectos
de reforma que fracasaron como: un banco estatal (la red nacional de erarios), la unificación jurídica e institucional de
la monarquía, o un ejército nacional permanente (la Unión de Armas) mediante el que se pretendía una aportación
ecuánime y así poder afrontar los gastos de la Guerra de los Treinta Años (1618-1848), una de las muchas guerras y
consecuencia de una política exterior agresiva. 1640 fue un año de grave crisis, cuando coinciden la rebelión en Cataluña
(1640-1652), iniciada con el asesinato del virrey en el Corpus de Sangre, tras el cual la Generalitat tomó el control y llegó
a ofrecer el condado a Luis XIII de Francia; y la crisis e independencia de Portugal, debido al hostigamiento de sus
colonias y buques por los enemigos de la monarquía y su recelo a la castellanización de sus instituciones. El conflicto
Catalán culmina con su rendición a cambio del respeto a los fueros (1652) y la independencia portuguesa se aceptaría en
1668. El reinado de Carlos II (1665-1700), de gran inestabilidad política a causa de las luchas de poder entre Nithard y
Juan José de Austria así como la ausencia de un sucesor a la Corona, supone además el fin de la casa de Austria en
España.

3.7. LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS Y LA PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA EN EUROPA.


El siglo XVII significará para la monarquía hispánica la pérdida de hegemonía europea. El conde-duque de Olivares,
valido de Felipe IV (1621-1665), trata de restaurar su prestigio militar, involucrando a España en la Guerra de los
Treinta Años (1618-1648), apoyando al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Fernando II contra la
rebelión de príncipes alemanes. Al mismo tiempo se reanudó el conflicto con Holanda finalizada la Tregua de los
Doce Años (1621). Fue una guerra librada principalmente en Europa central y aunque aparentemente fue un
conflicto religioso (entre protestantes y católicos), lo que en realidad estaba en juego era la hegemonía de los
Habsburgo de España y de Austria en Europa frente a Francia e Inglaterra, y al creciente poder de los príncipes
alemanes frente al del emperador, así como de las aspiraciones de Dinamarca y Suecia en el norte. La Guerra para
España comienza con éxitos iniciales pero la entrada de Francia contra los intereses de España y las sucesivas
derrotas (destacando Rocroi), junto a la crisis interior (Cataluña y Portugal, 1640) precipitaron la Paz de Westfalia
(1648) y la Paz de los Pirineos (1659), tratados que ponen fin a la hegemonía de los Habsurgo, y por ende de la
monarquía española. Estos acuerdos suponen la confirmación del fracaso de la política en Flandes (reconocimiento
de las Provincias Unidas) y cesión de territorios (Rosellón, Cerdaña y algunas plazas de Países Bajos para Francia)
amén del matrimonio de la infanta Teresa con Luis XIV. España queda definitivamente relegada a un segundo plano
internacional, derrotada militarmente, arruinada económicamente y reducida territorialmente.

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3.8. PRINCIPALES FACTORES DE LA CRISIS DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA DEL S.XVII Y SUS
CONSECUENCIAS.
Bajo el reinado de los Austrias del XVII (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) se produjo, junto a la pérdida de la hegemonía
política europea, una crisis demográfica y económica profunda. En el ámbito demográfico, la población disminuiría
debido a la emigración a las Indias, las continuas guerras emprendidas en el siglo XVII, las epidemias de peste, las
crisis de subsistencia y la expulsión de los moriscos (1609). La economía también entró en crisis, que llevó a la
Hacienda al endeudamiento constante agravado por la disminución de metales americanos e hizo necesarias
nuevas fuentes de ingresos que agravaron la situación (nuevos impuestos, venta de cargos públicos y privilegios
nobiliarios). La recesión fue generalizada y afectó en la agricultura, la ganadería y el comercio, sobre todo con
América debido al contrabando, solo teniendo una menor intensidad en Aragón. Para paliar la situación se
propusieron arbitrios, informes en los que se analizaban y proponían soluciones a los problemas del país. También
tuvo efectos en el ámbito social, la nobleza aumentó en número debido a la venta de títulos, pero se vió
empobrecida; en el clero se vió una salida ante la crisis; la burguesía apostó por la tenencia de la tierra; el pueblo
llano sufrió malas cosechas y un aumento en la presión fiscal y señorial; bandoleros, mendigos y pícaros se
multiplicaron.

3.9. CRISIS Y DECADENCIA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA: EL REINADO DE CARLOS II Y EL PROBLEMA


SUCESORIO.
La dinastía de los Habsburgo en España termina con el reinado de Carlos II (1665-1700), hijo de Felipe IV y Mariana
de Austria, apodado “El hechizado” debido a su carácter débil y enfermizo. Su madre ejercería la regencia confiando
en válidos (Nithard, Fernando de Valenzuela) hasta 1675, Carlos se apoyaría también en sucesivos válidos: Juan
José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa, convirtiendo la corte en escenario de continuas
intrigas y luchas de poder. La grave crisis económica se vería acrecentada por la ineficacia e incapacidad de los
gobernantes, solo el conde de Oropesa creando una Superintendencia de Hacienda que inició una recuperación
económica que cristalizaría en el s. XVIII. En lo referente a la política exterior, en 1668 se reconoce la
independencia de Portugal y se mantendría una actitud defensiva ante la política agresiva francesa, con la que se
disputaron territorios del camino español. Se sufren continuas pérdidas (el Franco Condado y plazas fuertes como
Lille) y ganancias con la firma de diversos tratados (destacando el de Nimega). No obstante, el problema sucesorio
fue el más importante, al no existir descendencia, se convirtió en un asunto de la política europea. Había 2
candidaturas del archiduque Carlos de Austria (Habsburgo), que defendían la candidatura de Felipe de Anjou (nieto
de Luis XIV). Poco antes de morir, Carlos dejó como heredero en su testamento al francés, esperando que supiera
conservar mejor el patrimonio territorial. Sin embargo, no podrá evitar que, a su muerte en 1700, se inicie un gran
conflicto europeo, conocido como la Guerra de Sucesión, que acabará desmembrando el Imperio, cediendo todos
los territorios europeos por el tratado de Utrecht en 1713.

BLOQUE 4
4.1. LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA Y EL SISTEMA DE UTRECHT. LOS PACTOS DE FAMILIA.
La muerte sin descendencia de Carlos II (1700) provocará una guerra internacional que enfrentó al archiduque
Carlos de Austria, apoyado por Países Bajos, Inglaterra, Portugal, Prusia y Saboya; contra el Borbón Felipe de Anjou
(que había sido designado heredero) apoyado por Francia. Además en España el conflicto cristalizó en una guerra
entre Castilla, Navarra y País Vasco -que apoyaban a Felipe de Anjou- y la corona de Aragón -al archiduque-, ya que
desconfiaba del modelo centralizador Borbón, temiendo por la supresión de sus fueros. La Guerra de Sucesión
(1701-1714) tuvo como escenario la Península y otras plazas europeas; se inicia con una serie de éxitos del bando
Habsburgo pero viró después hacia los intereses de Felipe (destacando la Victoria de Almansa en 1707). Se
recuperan los reinos de Aragón y Valencia, anulando sus fueros mediante los Decretos de Nueva Planta. Al obtener
el archiduque Carlos el título de emperador (1711), los países en guerra iniciarían negociaciones, que desembocan
en una serie de tratados bilaterales: el Sistema de Utrecht (1713). Tuvieron un carácter: político (Felipe V era
reconocido rey de España, prohibiendo la unión de Francia y España); territorial (Inglaterra se quedó con Gibraltar y

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Menorca, Austria con Flandes y territorios italianos); económico (fin del monopolio español americano con el
asiento de negros y el navío de permiso). Desde 1733 se inicia la política de Pactos de Familia con Francia basada
en la relación de la casa Borbón. Comienza con el Primer Pacto de Familia en el reinado de Felipe V (1700-1746),
con la conquista de Nápoles y Sicilia (1734); el Segundo Pacto supuso la participación en la guerra de sucesión a la
corona de Austria (1743-48) que culmina con la obtención de los ducados de Parma y Piacenza; por último, un
Tercer Pacto (161) bajo el reinado de Carlos III, fue el inicio de una guerra contra Inglaterra en las colonias
(1739-1749).

4.2. LA NUEVA MONARQUÍA BORBÓNICA. LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA. MODELO DE ESTADO Y
ALCANCE DE LAS REFORMAS.
Tras la Guerra de Sucesión (1700-1714) la Casa de Borbón implementaría el absolutismo y la centralización en
España. Esta obra comienza bajo el reinado de Felipe V (1700-1746) con los Decretos de Nueva Planta (en Aragón,
Valencia, Mallorca y Cataluña), aplicando el principio de uniformidad política y jurídica imponen las mismas leyes
para todos los reinos; aboliendo Cortes, fueros e instituciones propias. Solo Navarra y País Vasco conservaron sus
fueros por su fidelidad a Felipe V. Además, se aprobó la Ley Sálica (1713). La administración central va a renovarse
mediante la creación de las Secretarías Estados, sustituyendo a los consejos. Territorialmente, el estado se dividió
en Intendencias (provincias) dirigidas por intendentes, los capitanes generales ejercían la autoridad militar, las
audiencias la judicial y los municipios perdieron autonomía. En América se añadieron 2 virreinatos (Nueva España y
Perú), se establecieron Intendencias y un ejército regular. Las medidas económicas buscan sanear la Hacienda
(impuesto del Catastro de Ensenada con Fernando VI), impulsar el comercio (se suprimen impuestos al tráfico
interior del grano y se liberaliza el comercio colonial) y el sector financiero (Banco de San Carlos y vales reales de
deuda pública). Otro aspecto relevante será el fomento de la cultura; se crea la Real Academia de San Fernando, las
Sociedades de Amigos del País o la Biblioteca Nacional. Además, se inicia una política regalista reivindicando la
autoridad de la Corona sobre la Iglesia española (Patronato Regio gracias al Concordato de 1753) y expulsión de los
jesuitas (1767) por Carlos III.

4.3. LA ESPAÑA DEL S.XVIII. EXPANSIÓN Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS: AGRICULTURA,


INDUSTRIA Y COMERCIO CON AMÉRICA. CAUSAS DEL DESPEGUE ECONÓMICA DE CATALUÑA.
El modelo económico de la monarquía borbónica, influido por las ideas ilustradas, impulsará profundas reformas
para modernizar el país. El crecimiento demográfico del siglo (sería desigual, mayor en la periferia y Madrid) debido
a la mejora en la economía y los avances en sanidad ayudará al desarrollo de estas reformas. Los esfuerzos
modernizadores se centrarán en la agricultura, base económica del país, con programas de colonización en Sierra
Morena y proyectos de Ley Agraria (1766, Campomanes, Olavide y Jovellanos). Estas reformas pretendían liberalizar
las propiedades amortizadas de nobleza, Iglesia y municipios. Para potenciar la producción industrial española se
fomentaron políticas proteccionistas y la construcción naval, y se crearon Reales fábricas de artículos de lujo. En
cuanto al comercio, el interior era escaso debido al bajo consumo, la dificultad de las comunicaciones y las aduanas
interiores; el exterior lastrado por la escasez de una burguesía emprendedora y el comportamiento económico de la
nobleza era deficitario respecto a los países más avanzados. Tras la sustitución del sistema de flotas por el de
registros (1735), se establece el libre comercio de todos los puertos españoles con América con Carlos III (1778).
Esta medida junto al proteccionismo, beneficiaría especialmente a Cataluña, permitiéndole exportar productos
locales. Se convertirá en la región más dinámica y avanzada causada por: la extensión e intensificación de los
cultivos, el estímulo que supuso la orientación de la producción al comercio y no al autoconsumo, la aparición de
una burguesía industrial gracias a la implantación de fábricas de algodón mecanizadas.

4.4. IDEAS FUNDAMENTALES DE LA ILUSTRACIÓN. EL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III.


La Ilustración fue un movimiento europeo intelectual del s.XVIII que buscaba la modernización de la cultura y la
economía, la crítica al modelo económico, social y político del Antiguo Régimen para mejorar la vida de la población
mediante la razón y el progreso. En España comenzó canalizándose a través de 2 grupos minoritarios en los
reinados de Felipe V y Fernando VI: novatores (renovación intelectual) y proyectistas (remediar los problemas del

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país). Fue un movimiento de la minoría culta impulsado desde la monarquía a través de las Reales Academias
(centros de estudio y difusión cietífica), las Sociedades Económicas de Amigos del País (instituciones privadas que
fomentaban proyectos reformistas), las nuevas instituciones con una enseñanza más útil y práctica con nuevas
disciplinas (medicina, biología,..) o la prensa (El Pensador, La Gaceta de Madrid). Carlos III (1759-1788) aplicará en
España la política del despotismo ilustrado (“Todo para el pueblo pero sin el pueblo”: reformar el país usando el
poder absoluto del monarca). España tomó un carácter más profesional y centralizado: se potenció el control sobre
la Iglesia (expulsión de los jesuitas en 1767), modernizó la morfología de Madrid, emprendió reformas educativas,
agrícolas (repoblación de colonos en Sierra Morena), administrativas y judiciales (primera división provincial),
económicas (liberalización del comercio con América, Banco de San Carlos), industriales (Reales Fábricas) y
militares (sistema de quintas).

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