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“Me resulta muy claro que a mejor contexto, mejor progreso. Creo que el proceso
es esencialmente más importante que el progreso, porque uno nunca sabe hacia
dónde conduce el proceso, y el progreso puede ser una ilusión; el progreso en un
territorio puede destapar algo prodrido en otro, algo que nadie sabía que existía”.
P- 150. Por ello resulta muy crítico establecer el escenario y la pauta de la terapia
familiar.
¿QUÉ ES UN PSICOTERAPEUTA?
Las personas que eligen alguna profesión parten de motivaciones propias
generalmente inconscientes y los profesionistas del área de la salud mental, a
veces eligen desde sus temores o necesidades de reparación. Los
psicoterapeutas, a palabras de Carl Whitaker, deciden su profesión a raíz de un
esfuerzo por sanar a sus padres de la infancia y en mecanismos de transferencia
en la vida real busca activar estos deseos de cambio.
Un psicoterapeuta profesional es aquel que continuamente está en un
entrenamiento para incrementar sus recursos. El terapeuta imita el rol paternal, al
posicionarse de un status superior, de tener competencia y sabiduría, conoce sus
limitaciones y cuida su ser terapeuta y su ser persona, por ello continuamente
acude a su propio proceso de terapia para poder clarificar justamente esta
separación, para luego ponerlo al servicio del propio proceso terapéutico. No
habrá de olvidarse que una relación psicoterapéutica, es por principio de cuentas
una relación de persona a persona.
- El terapeuta es la persona que alivia la angustia en la medida en que lo
considera aconsejable y también la persona que controla la cantidad de
angustia tolerada.
- Es un crítico de la interacción entre los miembros de la familia.
- En su rol como progenitor temporal, otorga muchos derechos al paciente:
expresar su ira, contenerse, al secreto, a confesar y a quejarse, pero nunca
a querer controlar.
- Es una persona que gradualmente va a desarrollar una seguridad personal
en el trato con los problemas que se enfrentan en cada familia.
ROL DEL TERAPEUTA
Para el terapeuta su disciplina es la base que pondrá en juego durante los
procesos de psicoterapia.
Pero... ¿qué supone el rol del terapeuta?: un esfuerzo voluntario para ayudar al
paciente, a “ser más de sí mismo”, lo consigue mediante atributos personales
como siendo atento, sensible y orientando el esfuerzo del paciente a ser mejor
persona. Entre terapeuta y paciente se establece lo que es una alianza terapéutica
a través de la técnica, pero fortalecerla implica una relación de intimidad que
puede llevar al éxito o al fracaso. Aunque en un principio pueda darse una
transacción de dependencia hacia el paciente, esta se puede contrarrestar cuando
el cliente paga su sesión al terapeuta, es decir, también lo parentaliza.
En esencia el rol del terapeuta se convierte como en un “padre o madre
sustitutos”, que el individuo o la familia necesitan para crecer, aunque no para toda
la vida, esta presencia suele ser temporal. Este rol como “sustituto temporal”
suele ser además: artificial, decidido, estimulado, de la intimidad y de la relación
humana. En su obra “Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar”, Carl
Whitaker comparte su recorrido en formación como terapeuta familiar y señala
como fue comprendiendo su función ante un escenario de psicoterapia, se retoma
el siguiente pensamiento: “Yo estaba aprendiendo a ejercer el papel de madre y,
después de adquirir esa conciencia y esa habilidad, dejé de necesitar la técnica” p.
31.
Otra atribución positiva del terapeuta es su libertad para reírse del paciente y de sí
mismo, junto con él, este es un indicativo de salud en el proceso psicoterapéutico.
El rol del terapeuta también consiste en alentar con entusiasmo al paciente y en
disfrutar de su progreso.
Uno de los mayores desafíos para el terapeuta es perfeccionar su rol para no
perpetuar la dependencia de los pacientes o la fantasía de su propio poder. Por lo
tanto, ser terapeuta implica la ser persona y rol. Whitaker específica, que el rol se
puede aprender, pero ser persona es un proceso lento y doloroso, pues implica
cambiar el funcionamiento en la propia vida. Él sugería a sus alumnos de
psiquiatría en formación como terapeutas que aprendan a vivir en relación consigo
mismos, que hagan de la relación un proceso de meditación, de convivencia
corporal y un proceso de reflexión.
LA RAZÓN DE LA SUPERVISIÓN
La supervisión implica un ejercicio donde el terapeuta deberá ser instruido,
corregido y dirigido acerca de cómo tiene que otorgarse la psicoterapia. La
supervisión es un proceso, que incluye no sólo mecanismos de transferencia, sino
una desvalorización en cuanto que el terapeuta (en entrenamiento) no debe
confiar en sí mismo, por el contrario, debe mostrar una actitud de apertura a las
instrucciones del grupo. En la relación de supervisor y aprendiz puede surgir una
conducta de regresión, el terapeuta en formación necesita aumentar la seguridad
que le ofrece su transferencia y de adular al supervisor.
El entrenamiento, generalmente sucede en un contexto grupal, el supervisor se
coloca detrás de un espejo transparente con un grupo de estudiantes que
observan al compañero que trabaja con un paciente individual, una pareja o una
familia.