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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PRÁCTICA DEPARTAMENTAL CLÍNICA PSICOANALÍTICA I


Docente. Carmen Hernández

“Alianza terapéutica”
Alianza terapéutica
Freud lo define como "la situación analitica que consiste en aliarnos nosotros
mismos con el yo de la persona bajo tratamiento, para someter
porciones de su ello que están sin control, es decir, incluirlas en la síntesis de su yo"
(1937).
Esta alianza es la capacidad del paciente para trabajar y sostener propositivamente
el tratamiento, eso pasa en los adultos. en los niños la alianza es el producto del
deseo consciente e inconsciente del niño en cooperar y su buena disposición a
aceptar la ayuda, tanto del terapeuta como de la psicoterapia. Contiene elementos
neutralizados o ligados del yo y superyó.
La transferencia es de gran ayuda ya que sirve para sostener a la alianza.
Melanie Klein nos explica que la distinción de transferencia y alianza, debe ser
hecha entre los componentes sexuales directos de la transferencia positiva y los así
llamados inhibidos en su fin o desexualizados. esto ayuda al terapeuta a reconocer
los componentes instintivos especialmente libidinales de la alianza terapéutica y
separarla de los elementos no instintivos, el yo y el superyó.
para tener una buena construcción de la alianza terapéutica es necesario ser
previsible, es decir, no faltar a las sesiones y llegar siempre a tiempo. Toma en
cuenta la responsabilidad y compromiso que se presenta tanto del terapeuta como
del paciente. Aunque es indiscutible el que si se presenta una situación en la que no
se pueda asistir.
La empatía es un sentimiento importante en análisis, pues ayuda a desarrollar la
confianza, es ponerse en el lugar del otro y sentir como el otro siente.
Ser flexible es al igual una cualidad básica en la psicoterapia infantil, pues nos
ayuda a poder interpretar cuando sea necesario.
Ser comprensivo y receptivo en el ámbito de masque nada aceptar todas las
verbalizaciones del niño en los distintos niveles: oral, anal, fálico-edípico, entre
otros. También aceptar sus afectos: tristeza, alegría, ansiedad, coraje o rabia,
desilusión o amor. se entienden y se reciben, pero no se sellan ni se justifican con
un objeto de que ya no se parezca.
El terapeuta debe evitar juicios morales o de valor, reproches, correcciones,
prédicas, críticas, consejos o sermones. Solamente cuando se corre peligro la salud
de él o de otros, sobre todo si se presentan armas o hay riesgo de suicidio, es el
interés de lo que es mejor para él y protegerlo.
Hay muchos niños que tratan de “retar” al terapeuta, pero no caer en la tentación de
“castigar” la conducta.
Para tener e iniciar una buena relación en el tratamiento con los niños, es
importante no forzarlos a que hable, es respetar su forma de comunicación y darles
tiempo para hacerlo. Una de las reglas esenciales es parar, ver y escuchar.
Verbalizar los afectos que el terapeuta siente, mostrar que lo comprende al cómo se
debe sentir, empatizar.
El terapeuta debe ofrecerse como un alguien valioso útil para el niño, aprender a ver
que el terapeuta lo va a ayudar a sentirse mejor.
Un aspecto al igual importante es mostrar al niño que su terapeuta sabe que está
sufriendo, que no es feliz y que el tratamiento lo puede ayudar a sentirse mejor, esto
contribuye a una mejor alianza. La fortaleza del yo le permitirá tolerar los aspectos
displacenteros, lo que se ha hecho distónico y tomar decisiones saludables.
No se debe ignorar la realidad externa. aunque el foco principal sigue siendo la
realidad psíquica. Se le ayuda al niño enseñando a manejar situaciones difíciles.
Recordar el material del niño, es de gran ayuda en la relación del trabajo, es
aquellas fantasías , los nombres que inventan, los personajes que crea o las
batallas que escenifica, entre otros.
Otro detalle de gran importancia para construir la relación es recordar la fecha del
cumpleaños del niño, no se necesita hacer un regalo costoso, es suficiente un
pequeño obsequio, pensando en sus gustos o necesidades.
Emplear la información proporcionada por los padres, se necesita ser muy
cuidadoso en el qué y el cómo se le comunica para sobrecargar el yo del niño,
balancear información. Se le deja saber primero el contenido del material, lo que se
dijo de él, después, se le presenta profundamente y, por último, se le da el mensaje
de que la puerta está abierta para cuando él se sienta capaz.

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