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Durante el confinamiento por la pandemia COVID-22 presenciamos el crecimiento

de las redes sociales, así como de la búsqueda por obtener servicios a domicilio
para así evitar el contacto con otras personas. Por esto, cuando la corriente del Fast
Fashion incrementó con tal intensidad no nos tomó desprevenidos, pero sí por
sorpresa su intensidad.
Fuimos testigos de cómo mediante redes sociales y con ayuda de los muchos
influencers es que se siguió propagando a todos lados del mundo. Los bajos costos
y variedad de diseños jugaron un papel esencial en su ascenso.

A pesar de los aparentes beneficios, las desventajas a largo y corto plazo de su


crecimiento son tantas, que nos hace preguntarnos qué tan correcto es seguir
consumiendo estas prendas.

Al medio textil, como la segunda industria más contaminante del mundo, se le ha


exigido con más fuerza la aplicación de su responsabilidad social entorno a la
fabricación de sus productos, sin embargo, esta empresa de Fast Fashion a
demostrado en múltiples ocasiones el uso desmedido de los recursos y la baja
calidad de dichos. Esta industria produce al menos el 10% de las emisiones del
carbono y consume un aproximado de 100 millones de toneladas de petróleo cada
año. El proceso para fabricar el poliéster necesario para un año de producción textil
produce la misma cantidad de CO2 que 108 centrales de carbón. Ni se hable de los
microplásticos en toneladas. Un 15% de sus prendas muestran niveles de químicos
tóxicos por encima de los permitidos en UE. Dicha marca es considerada "Ultra-Fast
Fashion" debido a como ha acortado su tiempo de producción de prendas promedio
de 3 meses a 3 días, produciendo de entre 35 000 a 100 000 productos al día.
¿Cómo es que logran esta producción?

Esta empresa de Fast Fashion ha sido constantemente acusada de abuso y


explotación laboral. Por diversos medios y documentales, ex-trabajadores chinos
han hablado de sus como las jornadas son equivalentes de hasta 18 horas y eran
multados por cometer errores. Debido a las múltiples demandas y presión por parte
de la autoridades, dicha empresa se vio obligada a reducir sus jornadas. En una de
sus revisiones se descubrió cómo actualmente trabajan 13.5 horas diarias. Todo
esto sin mencionar las bajas pagas que los trabajadores han protestado tener, más
sin embargo que no han especificado.

Por si no fueran ya muchas las problemáticas, las pequeñas empresas también se


han visto perjudicadas al ser víctimas del robo de sus diseños.
Esta empresa de Fast Fashion recibe múltiples acusaciones de plagio y apropiación
de diseños, como en caso de las marcas independientes Valfré y Flaws Of Couture,
quienes han sido señalados por mismos compradores de la empresa de Fast
Fashion por copiar los que son sus propios diseños.
Esta empresa, considerada el gigante del fast-fashion, se ha convertido oficialmente
en la empresa de fabricación y distribución textil más grande del mundo, ya que ha
conseguido una valoración de 92.000 millones de euros, superando la suma de las
cifras de Inditex ($62.000 millones de euros) y H&M ($18.500 millones de euros).

Todo esto nos hace preguntarnos ¿Qué tan benéfico sería seguir consumiendo esta
empresa? ¿El daño ambiental, moral y social lo vale por esa falsa sensación de
ahorro y las corrientes de moda? ¿Qué tanto conviene aumentar su influencia y que
prevalezca a largo plazo?

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