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El “Fat fashion” una tragedia anunciada

Actualmente la industria textil se ha duplicado aproximadamente el doble debido al


fenómeno de la pronta moda o más conocido alrededor del mundo por su nombre en
inglés “fast fashion”. Se trata básicamente de indicar que el ciclo de vida de las prendas
es cada vez más corto. Lo que incide en que aumenta la generación de desechos e
incrementa el uso de las sustancias toxicas, agua y energía que impacta
negativamente el medio ambiente. A cusa de esto, la industria de la moda es
responsable por una gran variedad de consecuencias. Es por esto, que en este texto se
abordara cual es la huella ecológica causada por este fenómeno, la explotación laboral
a la que están expuestas miles de personas y las marcas colombianas que son
participes de este fenómeno

Siendo importarte resaltar que el sector textil-confección es considerado como una de


las actividades más antiguas e influyentes en el desarrollo industrial, la cual ha tenido
un crecimiento importante a nivel mundial y nacional, debido a sus grandes
contribuciones en el empleo, la modernización, la tecnología y la economía en general
de los países. (Superintendencia de Sociedades, 2017). Por ende, esta industria se ha
visto influenciada por el acontecimiento del “fast fashion”.

Anteriormente las colecciones de ropa se veían divididas en primavera-verano y otoño-


invierno. Sin embargo, hoy en día esto no funciona, ya que las empresas tienen un
distinto concepto influenciado por la pronta moda, de manera que se modificó la idea
de lanzar sus colecciones anuales para ahora lanzar su propia versión. Donde las
prendas que se diseñan, fabrican, distribuyen y venden casi tan rápido como los
clientes cambian sus gustos. Además, la misma empresa también está impulsando
estos cambios acelerados, dotando a sus tiendas de nuevos diseños cada semana,
creando un ambiente de oportunidad y haciéndole entender al cliente que, si le gusta
un modelo, es mejor comprarlo en ese momento, porque es probable que se agote en
las próximas semanas y no esté disponible, por lo que el cliente compra la prenda para
no perder la oportunidad de conseguirlo, debido a que es un “lujo” tener la posibilidad
de comprar las mismas prendas que se están vendiendo en países populares como
Japón, París y Nueva York, al mismo tiempo.
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En primer lugar, la industria textil se ha caracterizado por ser una de las más
contaminantes, debido a los residuos que genera. Aproximadamente el 20% de la
contaminación del agua viene del teñido y tratamiento de textiles, así como las
emisiones de gases de la industria son equivalentes a 373 millones de carros
manejados en un solo año (Common Objective, 2020). Muchos de estos no
permanecen en el producto textil final, sino que son desechados después de cumplir
con un uso específico.

Dada la variedad de fibras, colorantes y productos utilizados, estos procesos generan


efluentes de gran diversidad y complejidad química, los cuales no se tratan
adecuadamente en una planta convencional de tratamiento de aguas residuales. La
composición química de los efluentes textiles cambia rápidamente como resultado de
las diferentes preferencias de los consumidores y de la moda, lo cual hace más difícil el
trabajo de remoción de contaminantes. Hay empresas que cuentan con su propia
planta de procesamiento de aguas residuales, pero desafortunadamente son muy
pocas.

Como consecuencia de la no reutilización de materias primas y las contaminaciones de


aguas, los animales son las principales víctimas por el consumo de estas de forma
ingenua. Ya que las empresas piensan en un beneficio propio, y en la forma de como
seguir produciendo en gran masa a bajos costos, sin tener en cuenta una producción
más limpia y amigable con el medio ambiente, para que las generaciones futuras
puedan seguir disfrutando de estos recursos como lo es el agua. Debido a que, el agua
es un recurso natural no renovable indispensable para el bienestar social, ya que se
trata de un líquido vital para el ser humano, plantas y animales debido a sus
propiedades únicas. Todos los procesos de acabado que se le realizan lo están
contaminando a tal grado que en el futuro no podrá ser utilizado por los humanos,
según algunas visiones ecologistas (ODS).

Lo que afecta a los ríos, océanos y mares, poniendo en peligro a su fauna y flora
marina, por la presencia de microplásticos en el mar producto de los textiles sintéticos
como las fibras de poliéster, acrílico y otros materiales utilizados para estas
fabricaciones. Teniendo en cuenta que muchos de estos microplásticos son ingeridos
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por la biota marina y desencadenan procesos de bioacumulación que son perjudiciales


para las especies marinas como para las especies que se alimentan de ellas, incluso
muchas veces algunos animales quedan atrapados en estos residuos y mueren, o en el
peor de los casos, esto puede llegar a causarles malformaciones debido a que no
pueden desarrollarse de una manera correcta. Por ejemplo, hoy en día el desierto en
Chile está convertido en un vertedero de ropa nueva y usada debido a la
sobredemanda de esta, causando daños ambientales irreversibles.

Por último, la industria textil impacta negativamente otros tipos de ecosistemas


específicamente en temas como la deforestación, la diversidad y los suelos. En cuanto
a la deforestación, se estima que alrededor de 150 millones de árboles son talados
cada año y convertidos en tejidos textiles, además de que el 40% de especies de
insectos están amenazadas por la agricultura, el uso de insecticidas y pesticidas de
estos cultivos (FR, 2020).

En segundo lugar, la industria textil genera 13 kilogramos de desecho al año por


persona y el 58% de las personas que trabajan en condiciones de “esclavitud”
pertenecen a los países principalmente reconocidos por su producción de algodón o
prendas de ropa.

El Índice Global de Esclavitud indicó que el 58% de las personas trabajando en lo que
se consideran “esclavitud” se encuentran en países como China, India, Tailandia,
Bangladesh en la producción de algodón o prendas de ropa, mientras que la coalición
de salarios dignos de Bangladesh demuestra que el salario mínimo para el sector de
producción de ropa alcanza a estar 40% menor de lo esperado (Common Objective,
2020). A causa de esto, en la industria textil permitió que el “fast fashion” ocasionara la
peor tragedia en la historia de la moda con más de 1.000 muertos en Bangladés donde
el 24 de abril de 2013 se derrumbó el complejo textil Rana Plaza, en su capital Daca.

El énfasis “La tragedia marcó un punto de quiebre para mostrar algo que ya sabíamos
que sucedía: que la moda rápida usaba mano de obra mal remunerada de países en
desarrollo para poder ser así de barata. Entonces, se puso el foco en ¿quién hace mi
ropa y quiénes están detrás de lo que tengo puesto?”, explica Carolina Agudelo,
diseñadora textil. Además, desde entonces, las consecuencias de ofrecer ropa tan
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económica dejaron de ser un secreto, porque vale la pena mencionar que los textiles
consumidos alrededor del mundo representan casi el 82 % de las exportaciones de
Bangladés. En vista de esto, luego de la tragedia, el gobierno de Bangladés, más de
200 empresas y los dueños de las fábricas de ropa tomaron medidas para aumentar los
salarios e incrementar el control corporativo para garantizar la seguridad de los
edificios. Las compañías extranjeras se comprometieron a terminar sus contratos con
proveedores que no cumplieran con las condiciones que determinaron en el Acuerdo
de Seguridad de Bangladés (Rojas L.C 2022).

Muchas de estas personas varían entre su gran mayoría mujeres, ancianos y niños. Lo
que significa que no reciben un pago suficiente por más de 12 horas de trabajo diario.
Así que los trabajadores son esclavizados, la explotación infantil está presente y hay
millones de perjudicados por la contaminación que producen las fábricas.

Algo semejante ocurre en cuanto a otros impactos sociales, puesto que, durante dos
meses del año, el gobierno Uzbeck obliga a 1.5 a 2 millones de niños en edad escolar
de tan solo nueve años a faltar el colegio y ayudar con la cosecha 12 de algodón. En
Egipto, se estima que un millón de niños entre 7 y 12 años trabajan manualmente para
eliminar las plagas de las plantas de algodón cada año (Overeem, P., Theuws, M,
2014).

En tercer lugar, hoy en día existen algunas marcas de ropa colombianas que también
influyen en esta problemática. Debido a que una marca de moda para ser sostenible
tiene que usar materiales limpios, una mano de obra bien paga y no tener desperdicios,
pero si no se cumple con estos mínimos requisitos no es una marca de moda
sostenible, por lo tanto, muchas empresas entran en el discurso del fast fashion. Como
consecuencia actualmente no existen muchas empresas colombianas 100 %
sostenibles (Rojas L.C 2022).

Tal es el caso de Koaj una marca colombiana que se tomara como ejemplo, la cual
últimamente se ha vuelto viral en una polémica en redes sociales donde se expone que
junto a otras marcas de moda textil colombianas y organizaciones como Permoda y
Grupo Inditex son participes de este fenómeno en un escenario de lucha de clases.
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Para esta marca de ropa, la moda del fast fashion obligó a Don Hanoj su fundador,
como popularmente lo llaman, a unificar en 2008 los tres formatos que tenía en un
comienzo en uno solo denominado Koaj. Esos cambios produjeron una transformación
organizacional en varios frentes como producción, logística y mercadeo, siendo más
eficientes en el proceso de producción en sus cuatro plantas localizadas en Bogotá,
una de ellas especializada en jeans y otra al estampado digital. Casi la mitad de sus
ventas son de tejido de punto, seguido por jeans, blusas y camisas. Entre estas cuatro
categorías se concentra el 80 % de sus ventas. (Koaj, 2022).

Esto es consecuencia de que las marcas grandes nacionales ya se rindieron ante estos
modelos de producción a bajo costo. Además, de que comprar de una marca
“colombiana” no garantiza que la ropa se produzca en Colombia. Todo es Made in
China/Vietnam/India/Etc. La única diferencia con las marcas de Fast Fashion es que no
logran igualarlas en velocidad de tendencia. Por lo que se demuestra, que en Colombia
las empresas se están viendo casi que obligadas a manejar este tipo de prácticas para
poder sobrevivir.

A nivel de gobierno se tiene una gestión lamentable. Institucionalmente se buscó el


apoyo al TLC como una oportunidad para expandir marcas nacionales cuando debieron
crearse mecanismos de protección a la economía interna. Por fin llegaron las marcas
globales a comerse el mercado y la única solución que plantean ahora esas mismas
instituciones es intentar que la industria nacional se parezca más a ese monstruo de la
moda rápida. (Lunareja, 2022).

Es por esto por lo que, el obstáculo que presenta la moda sostenible en los
colombianos son los precios elevados que las marcas sostenibles manejan debido a
sus procesos de producción, la comodidad de las nuevas generaciones y la
complejidad del consumidor colombiano debido a sus costumbres y la forma en la que
fue criado, debido a que a este no le importa la ética, sino la apariencia y los precios
bajos. Estos factores afectan e influyen la forma en la que las marcas deben acercarse
a sus consumidores, la forma en la que deben venderles, pues hay que entender para
quién se vende y se trabaja. Por esto, estas empresas seguirán vigentes y en
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tendencia, donde el consumidor privilegiaría a estas marcas y los circuitos de


abastecimiento seguirán siendo cortos.

Para concluir, creo que este fenómeno seguirá existiendo durante mucho tiempo, a
menos que las personas se preocupen y tomen conciencia del daño ambiental y social
que este genera. Por lo tanto, en mi opinión es fundamental la educación desde casa y
en las escuelas para que podamos llegar a generar un cambio. Porque si no
cambiamos esta mentalidad seguirá creciendo la contaminación en los diferentes
ecosistemas, generada por los desperdicios a causa del Fast Fashion y seguiremos
siendo participes de esto. Además, de seguir poniendo a la intemperie a muchas
personas que son afectadas laboralmente en condiciones extremas, ya que estas
merecen una vida digna y condiciones de calidad para trabajar, estudiar y vivir.

Una de las soluciones que últimamente se está haciendo muy popular por la nueva
generación y que en mi caso aplico, es la venta y compra de ropa de segunda mano,
también conocida como “second hand”. Esta consiste en vender ropa nueva y usada en
buena calidad o con muy pocas imperfecciones siendo vendida a un bajo costo,
ayudando a que toda esa ropa que es desechada debido al Fast Fashion pueda tener
una segunda oportunidad y sea algo nuevo para otra persona. El objetivo de esta es
que con esta práctica se reduzca muchas de las consecuencias que este fenómeno
causa a diario en el mundo.

Actualmente en Colombia existen muchas aplicaciones, páginas web o cuentas en


Instagram las cuales venden ropa de segunda mano, inclusive en ciudades como
Bogotá, Medellín, hasta Ibague en la zona centro y cerca de las universidades se
pueden encontrar tiendas físicas de venta de garaje de ropa para que las personas
puedan brindar una segunda oportunidad a las prendas olvidadas. Otra alternativa muy
similar, es que la ropa que no se encuentra en buen estado es utilizada para generar
otro diseño nuevo, por ejemplo, de un jean se puede sacar una fada de jean o hasta un
conjunto completo. Así, muchos diseñadores y personas las reciclan, con esto no es
necesario aprender o tener un curso de diseño de modas o costura. Es cuestión de
creatividad, tener conciencia ambiental, ser empático con nuestros recursos y la
sociedad.
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Para mí es importante resaltar que, muchas de las personas que toman estas
decisiones lo hacen inconscientemente y aunque sepan información del tema lo pasan
por alto, porque estas consecuencias no las viven ellos y para algunos lo que al final
importa es “estar a la moda”. Además, tienen la creencia que mientras pase en otro
lado no importa, pero esto no debería ser así y cambiar esa idea errónea de que esto
no nos está afectando.

Jesica Nicole Torres Guzmán cod 051750702021


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REFERENCIAS

Andrade Ascencio, M. J., Aponte Parejo, J. E., & Gale Coronado, P. A. (2022). Relación
entre la producción “fast fashion” y la huella hídrica de la industria textil en China y
Colombia: una revisión de su posible impacto a los objetivos de desarrollo sostenible
(ODS). Ediciones Universidad Simón Bolívar.
http://bonga.unisimon.edu.co/bitstream/handle/20.500.12442/10315/Relación_Producción_
Fast_Fashion_Huella_Hídrica_Industria_Textil_China_Colombia_Resumen.pdf?
sequence=2&isAllowed=y

Common Objective. (2020). Sustainability Issues: An introduction to the key social and
environmental issues facing the fashion industry today. Common Objective. Obtenido de:
https://www.commonobjective.co/hubs/sustainability-issues

(FR 2020) Fashion Revolution. (2020). El reto que enfrenta la industria colombiana de
confecciones y afines ante el Covid-19 - Fashion Revolution : Fashion Revolution. Fashion
Revolution Colombia. https://www.fashionrevolution.org/- blog/el-reto-que-enfrenta-la-
industria-colombiana-de-confecciones-y-afinesante-el-covid-19/

Lunareja, D., & Perfil, V. T. mi. (n.d.). Fast fashion en Colombia. Vestirdesentido.com.
Retrieved August 31, 2022, from http://www.vestirdesentido.com/2013/11/fast-fashion-en-
colombia.html

Koaj, la fuerza del Fast Fashion en Colombia. (n.d.). Mallyretail.com. Retrieved August 31,
2022, from https://www.mallyretail.com/index.php?id=&id_news=786

Overeem, P., Theuws, M. (2014). Child labour in the textile & garment industry. SOMO.
Obtenido de https://www.somo.nl/wp-content/uploads/2014/03/Fact-Sheet-child-labour-
Focus-onthe-role-of-buying-companies.pdf

Rojas, L. C. (2022, April 23). ¿A dónde va a parar la ropa en Colombia? El Espectador.


https://www.elespectador.com/economia/a-donde-va-a-parar-la-ropa-en-colombia/

SuperIntendencia de Sociedades. (2017). INFORME COMPORTAMIENTO SECTOR REAL


DE LA ECONOMÍA. https://www.supersociedades.gov.co/Noticias/Documents/2017/Estudio
Textil 2016 v3.pdf

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