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21
Fuentes del can. 747 § 1: c. 1322; PIO XII, Enc. Mystici Corporis, 29 jun. 1943
(AAS 35 [1943] 193-248); JUAN XXIII, Aloc. 11 oct. 1962 (AAS 54 [1962] 790);
IM 3; LG 24, 25; CD 19; DV 7-10; DH 13; PABLO VI, Hom. 7 dic. 1965 (AAS 58
[1966] 51-59; PABLO VI, Exh. ap. Quinque iam anni, 8 dic. 1970, I (AAS 63 [1971]
98-100); SE Decl. In Spiritu Sancto, 25 oct. 1974, 4 (EV 5, 611-624); EN 6-15; RH
19.
22
Cf. J. WICKS, «Deposito della fede», en R.E. LATOURELLE, R. FISICHELLA (Dirs.),
Dizionario di teologia fondamentale, Cittadella editrice, Assisi 1990, pp. 297-310.
39
El Papa Juan XXIII hace un resumen de esta doble dimensión
del depósito de la fe: su sentido es siempre el mismo, pero
requiere de una continua adaptación a los nuevos tiempos y
destinatarios23.
23
«É necessario che questa dottrina certa e immutabile, che debe essere fedelmente
rispettata, sia approfondita e presentata in modo che risponda alle esigenze del
nostro tempo. Altra cosa é infatti il deposito stesso della fede, vale a dire le verità
contenute nella nostra dottrina, e altra cosa è la forma con cui quelle vengono
enunciate, conservando ad essere tuttavia lo stesso senso e la stessa portata.
Bisognerà attribuire molta importanza a questa forma e, se sarà necessario,
bisognerà insistere con pazienza nella sua elaborazione: e si dovrà ricorrere ad un
modo di presentare le cose, che più corrisponda al magistero, il cui carattere è
preminentemente pastorale» (Discorso nella Solenne apertura del Concilio, 11 ott.
1962: EV 1, 55*).
24
La función de enseñar de la Iglesia consiste básicamente en estas cuatro tareas:
custodiar, profundizar, proclamar y exponer el mensaje revelado. J.C. ERRÁZURIZ
construye su libro sobre esta visión: véase Il munus docendi ecclesiae: diritti e
doveri dei fideli, Milano, Giuffrè editore, 1991, 279 p.
40
comunicación social; (2) hacerlo independientemente de
cualquier poder humano (cf. can. 1254 § 1), es decir, esta tarea
no le viene de ningún poder humano o civil, sino del mismo
Cristo, de tal manera que nadie se lo podría impedir.
25
Fuentes del can. 747 § 2: PÍO XI, Enc. Firmissimam constantiam, 28 mar. 1937
(AAS 29 [1937] 196); JUAN XXIII, Enc. Mater et Magistra, 15 mayo 1961 passim
(AAS 53 [1961] 401-464); JUAN XXIII, Enc. Pacem in terris, 11 abr. 1963 (AAS 55
[1963] 301); CD 12; DH 15; GS 76, 69; HV 4; SE Convenientes ex universo, 30
nov. 1971 (AAS 67 [1971] 923-942).
42
El Evangelio comporta un cambio de vida en quien lo recibe.
Por ello, este párrafo 2 es consecuencia lógica del párrafo
anterior, ya que enuncia la dimensión social y política de la
función de enseñar de la Iglesia, y la caracteriza como un
derecho y un deber. Este párrafo 2 no encuentra correspondencia
en el código de 1917. Se basa esencialmente en la doctrina del
Vaticano II: GS 76, DH 14. Se refiere a la competencia de la
Iglesia para proclamar los principios morales, incluso en el orden
social y también para juzgar cualesquiera asuntos humanos,
cuando así lo requieran los derechos fundamentales de la persona
y la salvación de las almas. Aunque la misión propia de la Iglesia
no es de orden político, económico o social, sino religioso (GS
42), sin embargo la salvación que se persigue es del hombre
entero: su persona, su dignidad, su salvación integral. Ello no
significa que la Iglesia tenga derecho de intervenir en cualquier
asunto humano, sino en lo que toque a los derechos
fundamentales de la persona y a la salvación de las almas. Como
ejemplos, están los documentos de la enseñanza social de la
Iglesia, sobre todo las encíclicas papales o algunas declaraciones
de conferencias episcopales; también concretizan este principio
del párrafo 2, los documentos del Magisterio sobre la doctrina
moral de la Iglesia.
Me parece que podemos afirmar que los dos párrafos del can.
747 corresponden, respectivamente, a la bina «fe y moral». En
efecto, mientras el primero hace referencia directa a los
contenidos de la fe, el segundo párrafo se refiere a los principios
morales, fundados también en la razón. Ambos contenidos
conforman el objeto de la función de enseñar de la Iglesia.
26
Fuentes del can. 748 § 1: c. 1322 § 2; JUAN XXIII, Enc. Ad Petri Cathedram, 29
jun. 1959 (AAS 51 [1959] 497-531); DH 1. Can. 748 § 2: c. 1351; Sec Notif. Se
referant, 25 ene. 1942; DH 2, 4; AG 13. Véase también cann. 211, 225 § 1; GS 16.
27
Pareciera que el Papa Pío IX era contrario a la libertad religiosa por condenar la
proposición siguiente: «Todo hombre es libre de abrazar y profesar la religión que,
guiado por la luz de la razón, tuviere por verdadera»: Syllabus, prop. 15, en DzH
2915. Sin embargo, en su contexto propio se condenaba justamente el relativismo,
basado en el propio juicio subjetivo.
44
Ahora bien, este principio de la libertad religiosa que se
apoya en la libertad de conciencia, no obstante que acompaña
siempre al ser humano, se aplica sobre todo al momento anterior
a la incorporación a una determinada iglesia. En este sentido,
decía el Papa Pablo VI que la libertad religiosa vale para la
decisión personal ante la fe, pero no es absolutamente válida
para la determinación del contenido y del alcance de la
revelación divina28. Por eso mismo, una vez que hemos abrazado
la fe, los católicos estamos obligados a conservar la comunión
con la Iglesia (can. 209) y a participar activamente en la
evangelización (cf. can. 747 § 1). Consiguientemente, un
católico no puede apoyarse en el derecho a la libertad religiosa
para oponerse a la doctrina de la Iglesia.
28
Cf. PABLO VI, Exh. ap. Quinque iam anni, 8 dic. 1970 (EV 3, 2885).
29
Véase A.G. URRU, La funzione di insegnare della Chiesa nella legislazione
attuale, Vivere In, Roma 20012, pp. 34-35.
45
«Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar
inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares
como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello
de tal manera que en materia religiosa ni se obligue a nadie a
obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a
ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro
de los límites debidos» (DH 2).
3. El magisterio eclesiástico
30
Véase JUAN PABLO II, Message L’Église catholique, a las altas autoridades de los
países subscriptores del Acta final de Helsinki (1 ago. 1975), sobre la libertad de
conciencia y religión, 1 sept. 1980 (EV 7, 564-567 o AAS 72 [1980] 1252-1260).
31
Para un estudio sobre el origen y desarrollo del término «magisterio» puede verse
Y. CONGAR, «Pour une histoire sémantique du terme magisterium», en Revue des
48
ejercido por dichos pastores; otras veces, en cambio, hace
referencia al contenido de la enseñanza. El Vaticano II también
le llama «magisterio vivo» de la Iglesia, en cuanto interpreta y
aplica, aquí y ahora, el depósito de la fe.
33
Fuentes del can. 749 § 1 y 2: LG 25. Can. 749 § 3: c. 1323 § 3; SCpC Instr. Inter
ea, 4 nov. 1969, 9 (AAS 62 [1970] 126-127).
34
«... con aprobación del sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma
divinamente revelado que: el Romano Pontífice, cuando habla ex cátedra −esto es,
cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su
suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe y las costumbres debe ser
sostenida por la Iglesia universal−, por la asistencia divina que le fue prometida en
la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el
Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la
doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano
Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia»,
en DzH 3073-3074.
51
A. Infalibilidad del Romano Pontífice
35
DzH 3903.
52
B. La infalibilidad del Colegio de los Obispos
36
Fuentes del can. 750 § 1: c. 1323 § 1; PÍO XII, Const. ap. Munificentissimus
Dominus, 1 nov. 1950 (AAS 42 [1950] 753-771); LG 25; DV 5, 10; SCDF Ep. Cum
Oecumenicum, 24 jul. 1966 (AAS 58 [1966] 659-661); SE Decl. Ratione habita, 28
oct. 1967, 2 (EV 2, 1720); SCDF Decl., 24 jun. 1973, 2-5 (AAS 65 [1973] 398-404).
37
«Magisterio ordinario y universal» es un concepto introducido por la carta Tuas
libenter, 21 Dic. 1863, de Pío IX (PII IX Pontificis Maximi, Acta pars prima, vol.
III, p. 642: DzH 2879) y repetido después por el Concilio vaticano I, en la Const.
dog. Dei Filius, Sesión III, Cap. 3 (Acta et decreta sacrosancti oecumenici Concilii
55
Iglesia hecha por los obispos de ayer y de hoy en comunión con
el Papa. La universalidad se juzga en el tiempo y en el espacio.
Es decir, debe ser una enseñanza constante en los diferentes
testimonios de la tradición, presente en la predicación, en los
símbolos de la fe, en la liturgia, en el consenso de los Padres y
de los doctores, en los concilios, en la enseñanza corriente de los
obispos en sus respectivas Iglesias; en fin, es la palabra de Dios
en la palabra diaria de la Iglesia. El magisterio ordinario y
universal puede ser descrito como el consensus pastorum de
todos los tiempos sobre un punto de doctrina de fe divina y
católica. La adhesión común de los fieles a esta enseñanza
(consensus fidelium) muestra que el Espíritu Santo también
asiste al pueblo de Dios que se mantiene y progresa en la unidad
de la fe (LG 25).
38
Fuentes del can. 750 § 2: JUAN PABLO II, m.p. Ad tuendam fidem, 18 may. 1998
(AAS 90 [1998] 457-461).
57
magisterio como aquello que está conectado con la revelación
mediante una relación histórica o una conexión lógica 39.
39
Davide Salvatori expone sintéticamente la teología de los manuales anteriores al
Vaticano II sobre el objeto secundario del magisterio infalible. En ellos se describe
como pertenecientes a este magisterio: las conclusiones teológicas, los hechos
dogmáticos, las leyes universales de la Iglesia, la aprobación de las órdenes
religiosas, la canonización de los santos y las censuras acerca de una doctrina o
proposición. Véase D. SALVATORI, L’oggetto del magistero definitivo della Chiesa
alla luce del m.p. Ad tuendam Fidem: Il can. 750 visto attraverso i Concili Vaticani,
Editrice Pontificia Università Gregoriana, Roma 2001 (Tesi Gregoriana. Serie
Diritto Canonico 51) 193-201.
40
L'Osservatore romano 30 (1998) 416.
58
desarrollo del dogma de la infalibilidad papal antes de la
definición del Concilio Vaticano I; es decir, desde antes de la
definición, la doctrina sobre el primado de jurisdicción y la
infalibilidad del Romano Pontífice ya se reconocía como
doctrina definitiva; el concilio lo proclamó como verdad
divinamente revelada. Otros ejemplos son la declaración de la
ilicitud de la eutanasia, de la prostitución y de la fornicación.
41
La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió una Nota Ilustrativa de esta
carta apostólica, en L'Osservatore romano 30 (1998) 416-417. Para una explicación
más amplia, véase M. MEDINA BALAM, «Para defender la fe. Un comentario», en
Revista Mexicana de Derecho canónico 5 (1999) 7-30; D. SALVATORI, L’oggetto del
magistero definitivo della Chiesa alla luce del m.p. Ad Tuendam Fidem.
59
el Colegio de los Obispos, en el Collegium Episcoporum de fide
ejercicio de su magisterio autén- vel de moribus enuntiant, cum
tico, enseñan acerca de la fe y de magisterium authenticum exer-
las costumbres, aunque no sea su cent, etsi definitivo actu eandem
intención proclamarla con un proclamare non intendant; chris-
acto decisorio; por tanto, los tifideles ergo devitare curent quae
fieles cuiden de evitar todo lo cum eadem non congruant.
que no sea congruente con la
misma 42.
42
Fuentes del can. 752: PÍO XII, Enc. Humani generis, 12 ago.1950 (AAS 42 [1950]
567-568); LG 25; Vaticano II, Notif. Quaesitum est, 15 nov. 1965 (AAS 58 [1966]
836); SCDF Ep., 24 jul. 1966 (AAS 58 [1966] 659-661); SE Decl., 28 oct. 1967, 2
(EV 2, 1720); SCpC Instr. Inter ea, 4 nov. 1969, 9 (AAS 62 [1970] 126-127);
SCDF, Decl., 24 jun. 1973, 2-5 (AAS 65 [1973] 398-404).
43
Véase F.A. SULLIVAN, «The Reponse Due to the Non-Definitive Exercise of
Magisterium», en Studia canonica 23 (1989) 267-283; F.J. URRUTIA, «Obsequio
religioso de entendimiento y voluntad (can. 752). Clarificación de su sentido», en
J.M. URTEAGA (Ed.), La misión docente de la Iglesia, pp. 21-40.
60
están en conformidad con las verdades de fe o finalmente
guardarla contra ideas que sean incompatibles con ellas» 44.
44
Donum veritatis, 17, 23 (EV 12, 266. 273-274). Dice también el Vaticano II:
«Pues por voluntad de Cristo, la Iglesia católica es la maestra de la verdad, y su
misión es exponer y enseñar auténticamente la verdad, que es Cristo, y al mismo
tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden moral que
fluyen de la misma naturaleza» (DH 14).
45
El concepto «obsequium» puede interpretarse de diversos modos, que van desde la
sumisión hasta el respeto. Véase L. ÖRSY, «Magisterium. Assent and Dissent», en
Theological Studies, 48 (1987) 473-497; L. BLYSKAL, «Obsequium: A case Study»,
en The Jurist 48 (1988) 559-589.
46
Véase F.J. URRUTIA, «La réponse aux textes du magistère pontifical non
infaillible», en L’Année canonique 31 (1988) 97-99; cf. L. ÖRSY, «Reflections on
the Text of a Canon», en America 154 (1986) 397.
61
documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma
doctrina, ya sea por la forma de decirlo»47.
47
LG 25.
48
CDF, Instr. Donum veritatis, 30-32 (EV 12, 282-287).
49
Por ejemplo la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos en 1968
exponía ciertas condiciones para un legítimo disenso teológico: (1) cuidadoso
respeto del que disiente por la conciencia de aquellos que carecen de la competencia
que él posee, o la oportunidad de investigar; (2) expresar su disenso con propiedad,
dependiendo de la gravedad de la materia y del respeto debido a la autoridad que ha
expuesto tal doctrina; (3) proponer el disenso con prudencia; (4) tener en cuenta que
el magisterio autoritativo de la Iglesia, aun el no infalible, goza de la presunción de
verdad; (5) que quien disiente tenga razones bien fundadas, no cuestione o impugne
la autoridad del magisterio de la Iglesia, ni de escándalo; (6) que el disenso sea
efectivamente expresado, de tal manera que permita diálogo entre obispos y
teólogos; (7) el disenso no excluye de presentar fielmente la doctrina auténtica de la
62
algún punto de doctrina. Sería legítimo, en cuanto se trata del
ejercicio de unos derechos fundamentales, a saber, la justa
libertad para investigar y manifestar prudentemente los hallazgos
(can. 218), y el derecho/obligación de expresar la propia opinión
para el bien de la Iglesia (can. 212 § 3). A este respecto, me
parece que un tal legítimo disenso debe observar las siguientes
condiciones: (1) se debe referir sólo a la doctrina del magisterio
no infalible; (2) el que disiente debe ser competente en la
materia en cuestión; (3) el disenso debe ser el último recurso,
después de un sincero esfuerzo de asentir a la enseñanza
auténtica de la Iglesia; (4) el disenso debe ser formulado con
propiedad, mostrando debido respeto por la autoridad de la
Iglesia; (5) el disenso debe ser propuesto prudentemente,
teniendo en cuenta el tipo de audiencia, para evitar escándalo en
la comunidad.
«Debe ser castigado con una pena justa: 1° quien fuera del caso
del que trata el can. 1364 § 1, enseña una doctrina condenada
por el Romano Pontífice o por un Concilio Ecuménico o
rechaza pertinazmente la doctrina descrita en el can. 750 § 2 o
Can. 753. Los Obispos que se Can. 753. Episcopi, qui sunt in
hallan en comunión con la Cabeza communione cum Collegii capite
y los miembros del Colegio, tanto et membris, sive singuli sive in
individualmente como reunidos en conferentiis Episcoporum aut in
Conferencias Episcopales o en conciliis particularibus congre-
Concilios particulares, aunque no gati, licet infallibilitate in do-
son infalibles en su enseñanza, cendo non polleant, christi-
son doctores y maestros autén- fidelium suae curae commisso-
ticos de los fieles encomendados a rum authentici sunt fidei doc-
su cuidado; y los fieles están tores et magistri; cui authentico
obligados a adherirse con asen- magisterio suorum Episcoporum
timiento religioso a este magis- christifideles religioso animi
terio auténtico de sus Obispos 51. obsequio adhaerere tenentur.
50
Cf. La Documentation catholique 82 (1985) 262.
51
Fuentes del can. 753: c. 1326; PÍO XII, Aloc., 31 may. 1954 (AAS 46 [1954] 313-
317); LG 25; SCDF Ep., 24 jul. 1966 (AAS 58 [1966] 659-661); SE Decl., 28 oct.
1967, 2 (EV 2, 1720). Véase también ASu.
52
Véase R. SOBANSKI, «Les canons 753 et 754: problèmes choisis», en Studia
canonica 23 (1989) 285-298; L. DE J. HERNÁNDEZ MERCADO, «La naturaleza
teológica y Jurídica de las Conferencias Episcopales», en Revista Mexicana de
Derecho Canónico 5 (1999) 105-120; F.A. PASTOR, «Authenticum Episcoporum
Magisterium. Las Conferencias de Obispos y el ejercicio de la potestas docendi», en
Periodica 89 (2000) 79-118; G. GANSWEIN, «I vescovi... sono autentici dottori e
64
600 del CCEO. La doctrina conciliar sobre la función magisterial
de los obispos está a la base del can. 753, sobre todo LG 25, 21;
CD 38, 18.
maestri della fede. Annotazioni sulla genesi e l’interpretazione del can. 753 CIC», en
Ius Ecclesiae 14 (2002) 135-155.
65
Obispo, dado en nombre de Cristo, en materia de fe y moral. Así
lo declara el Vaticano II:
53
G. GHIRLANDA, «De episcoporum conferentia deque exercitio potestatis
magisterii», en Periodica 76 (1987) 573-603; J.P. GREEN, Conferences of Bishops
66
F.J. Urrutia, J. Manzanares y otros, sostenían que el canon se
refiere a la conferencia episcopal como sujeto de esta autoridad
magisterial54. Así las cosas, y a petición del Sínodo general
extraordinario de Obispos (1985), de que se hiciera una
explicitación de la naturaleza teológica y de la autoridad
doctrinal de las Conferencias Episcopales, el Papa Juan Pablo II
encomendó a la Congregación para los Obispos la coordinación
de un estudio sobre la naturaleza teológica y la autoridad
doctrinal de las conferencias episcopales.
and Exercise of the Munus Docendi of the Church, Gregorian University, Rome
1987, 2 vols.; G. MUCCI, «Le Conferenze episcopali e l’autorità di magistero», en La
Civiltà cattolica 138 (1987) I, 321-337.
54
F.J. URRUTIA, «De exertitio muneris docendi a Conferentiis episcoporum.
Impugnatio sententiae praecedentis», en Periodica 76 (1987) 605-636; J.
MANZANARES, «La autoridad doctrinal de las Conferencias episcopales», en H.
LEGRAND, J. MANZANARES, A. GARCÍA Y GARCÍA (Eds.), Naturaleza y futuro de las
Conferencias episcopales, Departamento de publicaciones de la Universidad
Pontificia, Salamanca 1988 (Actas del coloquio internacional de Salamanca, Enero
3-8, 1988), pp. 289-321; A. ANTÓN, Conferencias episcopales ¿Instancias
intermedias? El estado teológico de la cuestión, Ediciones Sígueme, Salamanca
1989, 491 p.; ID., «Ejercen las conferencias episcopales un munus magisterii?», en
Gregorianum 70 (1989) 439-494; L. ÖRSY, «Reflections on the Teaching Authority
of the Episcopal Conferences», en T.J. REESE (ed.), Episcopal Conferences.
Historical, Canonical and Theological Studies, Georgetown University Press,
Washington, D.C. [1989], pp. 233-252; A. DULLES, «Doctrinal Authority of
Episcopal Conferences», en T.J. REESE, Episcopal Conferences, pp. 207-232; ID.,
«The mandate to Teach», en America 158 (1988) 293-295; ID., «The teaching
Authority of Bishops’ Conferences», en America 148 (1983) 453-455; Id.,
«Bishops’ Conference Documents: What Doctrinal Authority?», en Origins 14
(1984-1985) 528-534.
67
autoridad magisterial de las conferencias episcopales, sobre todo,
cuando emiten alguna declaración doctrinal.
55
En una Carta dirigida a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, 13 de
mayo de 1999 (Prot. No. 763/98), la Congregación para los Obispos ofrece unas
indicaciones para la revisión de sus estatutos, sobre todo, en lo referente al
procedimiento para la aprobación de las declaraciones doctrinales con valor de
magisterio auténtico; véase Comm. 31 (1999) 34-37; L’Osservatore romano 31
(1999) 380.
68
«Dando por supuesto que el magisterio auténtico de los
Obispos, es decir, aquel que realizan revestidos de la autoridad
de Cristo, debe estar siempre en comunión con la Cabeza del
Colegio y con sus miembros, si las declaraciones doctrinales de
las Conferencias Episcopales son aprobadas por unanimidad,
pueden sin duda ser publicadas en nombre de la Conferencia
misma, y los fieles deben adherirse con religioso asentimiento
del ánimo a este magisterio auténtico de sus propios Obispos.
Sin embargo, si falta dicha unanimidad, la sola mayoría de los
Obispos de una Conferencia Episcopal no puede publicar una
eventual declaración como magisterio auténtico de la misma al
que se deben adherir todos los fieles del territorio, salvo que
obtenga la revisión (recognitio) de la Sede Apostólica, que no
la dará si la mayoría no es cualificada. La intervención de la
Sede Apostólica es análoga a la exigida por el derecho para que
la Conferencia Episcopal pueda emanar decretos generales. La
revisión (recognitio) de la Santa Sede sirve además para
garantizar que, al afrontar las nuevas cuestiones planteadas por
los rápidos cambios sociales y culturales característicos del
tiempo presente, la respuesta doctrinal favorezca la comunión y
no prejuzgue, sino que prepare, posibles intervenciones del
magisterio universal» (ASu 22).
56
La razón de ser, de la inclusión de los obispos y la exclusión de los prelados no
obispos, se funda en el carácter episcopal. Los obispos, en la consagración
episcopal, han recibido la función de enseñar con la autoridad de Cristo (cf. can. 375
§ 2).
57
Cf. C ONGREGACIÓN PARA LOS O BISPOS , prot. N. 763/98, en Revista
mexicana de derecho canónico 12 (2006), 131.
70
excluye a los que solo tienen voto consultivo 58. Antes que dicha
declaración sea publicada debe ser enviada a la Sede Apostólica
(CDF) para su recognitio (revisión) 59.
58
De acuerdo con un escrito de la Congregación para los Obispos (prot. 763/
98), 17 febrero 2006, no publicado, el término «praesules» del art. 1 del m.p.
Apostolos suos debe entenderse sólo como «Obispos» por ser quienes han
recibido la función del magisterio auténtico. Por tanto, quienes se equiparan
al Obispo diocesano, por presidir comunidades de fieles equiparadas a la
diócesis, como son la abadía territorial, la prelatura territorial, el vicariato
apostólico, la prefectura apostólica, y la administración apostólica erigida de
modo estable (cc. 381 § 2, 368), si carecen del carácter episcopal, aunque
tengan de propio derecho voto deliberativo en las reuniones plenarias (c. 454
§ 1), sólo podrán votar cuando se trate de aprobar decretos generales.Cf.
C ONGREGACIÓN PARA LOS O BISPOS , prot. N. 763/98, en Revista mexicana de
derecho canónico 12 (2006), 131-132.
No deja de llamar la atención el supuesto del prelado no Obispo, equiparado
al Obispo diocesano, que rigiendo como pastor propio una Iglesia particular,
no pueda enseñar auténticamente a los fieles confiados a su cuidado. Cf. G.
G HIRLANDA , «Il m.p. Apostolos suos sulle Conferenze dei Vescovi», en
Periodica 88 (1999), 656.
59
El Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos interpreta de modo
diverso la prescripción del m.p. Apostolos suos. En efecto, dice que «Cuando se trata
de aprobar las declaraciones doctrinales de la Conferencia episcopal, los miembros
no obispos del organismo episcopal no tienen derecho de votar en el seno de la
Asamblea Plenaria» (n. 31). Sin embargo, el m.p. es claro cuando dice: «…vel
postquam eas in plenario conventu duae saltem partes Praesulum qui ad
Conferentiam pertinent ipsique suffragio deliberativo fruuntur comprobaverunt»
(ASu art. 1). Es decir, el documento papal no excluye de la votación a ningún
miembro de la conferencia episcopal que goza de voto deliberativo en la reunión
plenaria. En todo caso, habría inconsistencia en el m.p. Apostolos suos.
71
poder a las Comisiones o a otros organismos constituidos
dentro de ella» (Art. 2) 60.
60
Véase Comm. 31 (1999) 35.
61
Fuente del can. 751: c. 1325 § 2.
62
Cf. Communitaiones 9 (1977), 260.
72
estrictamente (cf. can. 18). Veamos cada una de estas posturas
negativas hacia la fe y la comunión eclesial:
8.1. Herejía
8.2. Apostasía
8.3. Cisma
63
Unirse formalmente, o pasarse formalmente a una secta no cristiana, significa que
la persona, bautizada en la Iglesia católica o recibida en ella, se adscribe a dicha
secta o con sus acciones manifiesta que se ha adherido a ella.
73
20-21): se trata de una actitud de rechazo a la autoridad papal, no
un simple acto de desobediencia. En la práctica, implica
inevitablemente la herejía, por rechazar la supremacía e
infalibilidad papal. Ejemplo claro es el caso de Mons. Lefevre
después de la ordenación de obispos en 1988 64.
En conexión con este canon han de verse los cann. 1364, 194
§ 1, 2°, 1041, 2°, 1044 § 1, 2°, 1184 § 1, 1°, que se refieren a
ciertas penas y sanciones contra los delitos de herejía, apostasía
y cisma.
Can. 754. Todos los fieles están Can. 754. Omnes christifideles
obligados a observar las consti- obligatione tenentur servandi
tuciones y decretos promulgados constitutiones et decreta, quae ad
por la legítima autoridad de la doctrinam proponendam et erro-
Iglesia para proponer la doctrina neas opiniones proscribendas fert
y rechazar las opiniones erróneas, legitima Ecclesiae auctoritas,
y de manera especial los que speciali vero ratione, quae edit
promulga el Romano Pontífice o Romanus Pontifex vel Colle-
el Colegio de los Obispos 65. gium Episcoporum.
64
Véase La Documentation catholique 85 (1988) 739, 788; AAS 75 (1983) 392-
393.
65
Fuentes del can. 754: c. 1324; PÍO XII, Enc. Humani generis, 12 ago. 1950 (AAS
42 [1950] 561-578; SCDF Ep., 24 jul. 1966 (AAS 58 [1966] 659-661); SE Decl., 28
oct. 1967, 2 (EV 2, 1720).
66
Véase M.R. SOBANSKI, «Les canons 753 et 754: problèmes choisis», en Studia
canonica, 23 (1989) 295; A. MARZOA, J. MIRAS y R. RODRÍGUEZ-OCAÑA (dirs.),
Comentario exegético al Código de Derecho Canónico, EUNSA, Pamplona 1996,
vol. 3, pp. 68-69; M. MEDINA BALAM, The Obligations to Observe the Constitutions
and Decrees of Church Authorities: An Analysis of Canon 754 (Tesis Doctoral),
74
que recibió durante el proceso de formulación, el can. 754
conserva una visión juridicista de la función del magisterio de la
Iglesia, en el sentido de que impone a la observancia de los fieles
ciertos documentos emitidos por la legítima autoridad de la
Iglesia. Los documentos a que se refiere son las constituciones y
decretos.
Saint Paul University, Ottawa, 1996; ID, «Los documentos eclesiásticos del canon
754», en Revista mexicana de derecho canónico 6 (2000) 61-135.
67
Véase can. 212 § 1, can. 605 de CCEO, PB art. 48.
75
En base a este canon, se podría pensar que todos los
documentos del magisterio de la Iglesia vinculan jurídicamente a
los fieles. Más bien, por encima de este canon está el can. 212 §
1 que enuncia el principio de relación pastores-fieles. Más aun,
para el discernimiento del peso doctrinal y obligatorio de los
diversos documentos de la autoridad eclesiástica, hay que tomar
en cuenta los principios teológicos de los cann. 749-753,
identificando el grado y la autoridad del autor, el modo en que se
ejerce el magisterio (extaordinario u ordinario) y la certitud con
que la doctrina se enseña (infaliblemente o no definitivamente).
68
Fuentes del can. 755 § 1: PÍO XI, Enc. Mortalium animos, 6 ene. 1928 (AAS 20
[1928] 5-16); LG 13-15; OE 24-30; UR 4, 8,9; AA 13, 14; AG 15, 36; SCDF Ep., 24
76
Este canon encuentra su fuente principal en el Vaticano II,
sobre todo en el decreto Unitatis redintegratio; véase los nn. 1,
4, 8, 9; véase también OE 24-30; AG 15, 3669. El movimiento
ecuménico está dirigido a restaurar la unidad entre los cristianos,
como es el deseo de Jesucristo (Jn. 17, 22). De aquí, el canon
adquiere su fuerza obligatoria. Sin embargo, ésta no fue siempre
la actitud de la Iglesia. Con el Papa Juan XXIII y el Vaticano II,
esta actitud ha cambiado. Debido a la complejidad de materias
implicadas en este movimiento, la promoción y dirección no es
asunto de personas privadas, sino de la autoridad eclesiástica. El
párrafo 1 indica que, a nivel universal, el fomento y la dirección
del movimiento ecuménico corresponden a la Sede Apostólica y
al Colegio de los Obispos. Para este efecto, el Vaticano II emitió
el decreto Unitatis redintegratio, que a su vez fue implementado
por el Directorio para los asuntos ecuménicos, publicado en dos
partes por el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos70 y, a su vez, actualizado por el Directorio La
récherche de l’unité 71.
72
Véase PB arts. 135-138, 159-162, 163-165.
73
La tarea que compete al obispo diocesano en el fomento de la unidad de
los cristianos, puede verse en P ONTIFICIO C ONSEJO PARA LA P ROMOCIÓN DE
LA U NIDAD DE LOS C RISTIANOS , Vademecum ecuménico El Obispo y la
unidad de los cristianos, 4 diciembre 2020, en
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2020/12/04
/doc.html.
78
2), los templos ecuménicos compartidos, los institutos
ecuménicos, etc.
Conclusión