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“El fedro” de platón

 FEDRO
 
INTRODUCCION

Se trata de un libro que no se sabe si realmente lo escribió Platón y,


aunque así fuese, no se sabe muy bien en qué época de su vida lo hizo. Este
libro se llama así porque es un diálogo permanente entre Fedro y Sócrates,
diálogo en el cual discuten diversos aspectos de la filosofía de Platón.

Los temas discutidos son básicamente los siguientes: el Alma, el


Amor, la Belleza, la Teoría de las Ideas, la Retórica y la Dialéctica. Hacia el
final del libro, se intenta una síntesis para poder relacionar todos estos
conceptos.

El Fedro corresponde a la época de madurez de Platón trata sobre el


amor, la belleza, la retórica y una combinación de diálogos con monólogos,
éstos últimos se presentan como discursos. El Fedro de Platón pareciera no
mostrar con claridad el tema sobre el que fundamentalmente trata.

Revisando esta obra, Platón la inicia con un diálogo entre Sócrates y


Fedro mostrando la gran importancia y el valor que le da al discurso, a la
retórica, al arte del buen decir, a la capacidad de tratar ampliamente y con
profundidad un tema, en este caso el amor, así como el problema del que
ama y del que no ama.

Fedro intenta además, ejercitar su memoria pretendiendo exponerle a


Sócrates el discurso de Lisias, mostrando también la importancia de
desarrollar esta facultad retentiva para el máximo aprendizaje, y por una
avidez de conocimiento que los mantiene expectantes, ansiosos y muy
atentos ante cualquier exposición y nueva enseñanza; además de la
capacidad de elocución e invención que son algunas de las partes en que se
divide la retórica.

Este diálogo tiene una forma "dramática", ya que los interlocutores o


personajes aparecen desde el comienzo cada uno con su individualidad, con
su propio estilo de pensamiento y con su reacción frente a las cuestiones
filosóficas que se van planteando, y sirve de introducción al primer discurso
que es de Lisias, pero expuesto por Fedro.

Esquemáticamente, la obra consta de seis (6) partes:


 
1.      Compara el Amor con la locura.
2.      Habla sobre el Alma y su inmortalidad.
3.      Explica el alma recurriendo al Mito del Carro Alado.
4.      Habla de la Teoría de las Ideas.
5.      Habla sobre la Belleza.
6.      Conjunción o síntesis sobre los conceptos anteriores incluyendo
aquí también referencias a la retórica y la dialéctica.
 
Se agrega el hecho de que en el segundo discurso de Sócrates aparece
una teoría del alma que completa con la nueva prueba de la inmortalidad y
la doctrina de su tripartición.

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“El fedro” de platón

El amor juega un papel importante en la filosofía de Platón, ya que


merced al impulso que da el alma hacia las cosas bellas, a las “alas” que
hace renacer en ella, puede esta remontar su vuelo hacia la idea de belleza.

Dentro de las exigencias de la retórica, que quiera ser verdadera ciencia,


está la de tener previamente un conocimiento científico del alma. De ahí que
sea necesaria la doctrina de su tripartición y la demostración de su
inmortalidad.

EL AMOR

 El amor es el más antiguo de los dioses y, por ello, el más poderoso y
venerable, tal como atestigua Hesíodo cuando dice: “Ante todo kháos, y luego
la Tierra, sede siempre firme de todas las cosas, y el Amor…”, y también
Parménides al decir: “de todos los dioses, [la diosa] concibió primero al Amor” .

        Además, el amor es el causante de los mayores bienes, tanto para las
póleis como para los individuos, pues al inculcar en los hombres la
vergüenza por la deshonra y la emulación de las acciones nobles, los incita a
comportarse decentemente y a realizar obras bellas, a fin de hacerse mejores
en todo a los ojos de sus amados o amantes. Tan beneficioso es el amor que
si hubiera una pólis o un ejército formado exclusivamente por amados y
amantes, la una sería la pólis mejor gobernada y el otro el ejército más
victorioso, por pequeño que fuese, ya que “nadie es tan cobarde que el propio
Amor no le inspire un divino valor, de suerte que quede en igualdad con el que
es valeroso por naturaleza”. Hasta tal punto es poderoso el impulso divino
inspirado por el amor que los hombres son capaces de renunciar a todo,
incluso a la propia vida, a fin de proteger al objeto de su amor o permanecer
a su lado, aunque lo amado se encuentre en el mismísimo Hades. “Así, pues,
lo que sostengo es que el Amor no sólo es el más antiguo de los dioses y el de
mayor dignidad, sino también el más eficaz para que los hombres, tanto vivos
como muertos, alcancen la virtud y la felicidad”.

Platón habló mucho sobre el amor. En “Sofistas” compara el amor con


la caza (quizás por esto se parezcan tanto “cazamiento” y “casamiento”). En
otros libros compara el amor con un dios poderoso, y finalmente en “Fedro”
lo compara con la locura.
Hay dos formas de locura: 1) la locura como enfermedad psíquica; y 2) la
locura como posesión divina, y esta es la que aquí nos interesa, y que
también se llamará manía o delirio.
La locura como posesión divina puede adoptar cuatro formas distintas:
 
1.      La adivinación (en relación al dios Apolo) (el adivino es un loco)
2.      El delirio religioso o místico (Dios Dionisos), propio de las
iniciaciones y purificaciones. (El místico se volvió loco).
3.      Inspiración poética o delirio de las Musas (todo poeta está loco).
4.      Locura Amorosa (Diosa Eros y diosa Afrodita) (estar loco de amor).
 
Por lo tanto, el Amor es una forma de locura, un delirio que envían los
dioses, que, aun en sus aberraciones, cuando es sincero, produce en las
almas de quienes lo experimentan efectos mucho más nobles, es decir, el
puro y simple hedonismo sin compañía de sentimiento. Y esta divina fuerza
es un patrimonio que el hombre no debe desbaratar ni malvender y es la

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“El fedro” de platón

única capaz de llevar al alma a su suprema felicidad, es la única capaz de


darle su salvación.

Los razonamientos de Lisias tratan sobre la diferencia entre el hombre


que ama y el hombre frío, expresándose muy duramente de los amantes,
aún cuando el mismo dice que éstos "no gozan de un buen sentido; dicen
que se encuentran como fuera de sí y que no pueden adueñarse de su
voluntad", por tanto si hacen daño, no lo hacen intencionalmente, siendo así
el amado más digno de lástima que de envidia porque el que no es dominado
por el amor es más dueño de sí mismo.

Además, muestra al amante como un ser frívolo, calculador e


interesado, el amor no se escoge o elige, el amor llega sin que lo elijamos,
nos toma de improvisto la mayor parte de las veces, hasta sin darnos
cuenta, y llega por sí solo. En todo caso se es víctima, víctima de un
privilegiado sentimiento - emoción que solo podemos tener los humanos.

El amor que describe aquí Lisias es prohibitivo y patológico. Sin duda


alguna, el amor tiene su porción de egoísmo pero a dosis, se podría decir,
"aceptables", si predominase el egoísmo yo dejaría de ser amor y es que
acaso ¿el que no ama no sufre también de egoísmo?.

Desde luego, la mayor parte de los amantes se "enamoran"


inicialmente de la belleza física, pero cuando éste enamoramiento trasciende
y alcanza el verdadero amor, se puede llegar hasta la sublimación y llegar a
amar con los ojos del alma, con tal profundidad que lo físico quedaría a un
lado, pudiendo sobrevivir con el tiempo a la satisfacción de los deseos; esto
si hablamos del verdadero amor y no como plantea Lisias, que sería solo una
simple atracción si nos quedamos con la belleza del cuerpo.

Sócrates aparentemente se ve obligado por Fedro a presentar su


primer discurso donde pareciera como que no quiere hacerlo, pero realmente
se muere por decirlo, un juego que en él pudo mostrar la fascinación por el
discurso tanto por quien lo oye como por quien lo expone, y para iniciarlo se
cubre el rostro ¿por qué lo hace?... acaso para inspirarse mejor, por
vergüenza, al incurrir en la misma reflexión de Lisias que hace sobre la
relación amorosa, o porque no conoce o presenta la verdad y solo se ha
preocupado como Lisias de simples opiniones, sin eximir un arte o un
análisis exacto de la naturaleza de la retórica.

Pareciera que en la exposición de estos dos primeros discursos se


confundieran términos y en lugar de hablar de amor, del enamorado, del
verdadero Eros, esa fuerza que nos mueve, estaríamos hablando sólo de
atracción, de placer, de un asunto de cantidad, donde dar y estar dispuesto
a recibir amor es malo, es estar o no estar enamorado, situación en dos
polos muy opuestos, pero el estar enamorado, amar, es confundido o
definido solo como pasión o deseo, y de allí deriva el problema, pues en estos
términos se está hablando de un sentimiento a un nivel más superficial, y yo
diría que hasta mundano, sobre un plano físico solamente, el de la belleza
corporal.

Esto explicaría por qué el ocultamiento del rostro de Sócrates quien


probablemente tiene alguna conciencia de la deficiencia y pobreza de su
discurso, que es un insulto a la verdadera retórica y da espacio a un

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“El fedro” de platón

segundo discurso que pueda sostenerse por sí mismo, ya que el de Lisias y


el primero de Sócrates no pueden defenderse por sí mismos, solo tienen
alguna capacidad de persuadir pero no lo suficiente, merecen muchos
reproches, les falta mucha ciencia y saber, necesitando de alguien que los
defienda.

Gracias al "poder adivinatorio del alma" al que se refiere Sócrates, el


hacer caso a "esa divina señal", por la culpa que siente al haberse expresado
tan despiadadamente del amor que es un Dios e hijo de Venus, y al temor de
ser castigado por lo antes expuesto, Sócrates anuncia un segundo discurso
que reivindique la posición del enamorado, elogie el amor, y sobre todo que
muestre la verdadera naturaleza del objeto sobre el que se habla o se
escribe, sin que necesite la presencia de un padre que lo defienda, si acaso
es discutido o puesto en duda.

Designa así la conducta del enamorado como delirio, que es un don


magnífico procedente de los Dioses, debiéndole nuestros más grandes bienes
y superando con esto los deseos de la carne, un sentimiento verdaderamente
profundo y hermoso que rebasa cualquier límite, llegando a la verdadera
belleza, la del alma, que se convierta en su más atrayente y embelesante
objeto, será algo tan preciado que dejará absolutamente todo por él y esto si
es el verdadero AMOR.

Esta interpretación que hace Sócrates del amor y del mito de los
Dioses en el que Júpiter avanza en su carro alado hasta la cumbre más
elevada de la bóveda de los cielos seguido por un ejército de dioses y
demonios, nos habla del destino que siguen las diferentes almas según el
nivel de pureza y jerarquía que hayan alcanzado, de la necesidad de
esforzarse el hombre por conocer la idea para llegar al acto de la reflexión,
de la belleza infinita y de sus aspiraciones, de querer siempre que el alma
tenga alas y pueda volar para ver las esencias.

Así concebida, esta segunda interpretación se construye en un


lenguaje con una verdadera capacidad de persuadir a cualquier ser
humano, un discurso que puede sostenerse, mantenerse y defenderse por sí
mismo, con un fundamento y saber muy profundo, de gran conocimiento,
tan maravilloso que solo oyendo o leyéndolo puede hacer que nos posean las
musas, y en este caso nos enamoremos del amor, porque realmente
persuade y guía las almas a donde se quiere.

Para finalizar cabe la inquietud en quien es el que piensa cuando


habla Sócrates, son realmente ideas, pensamiento de Sócrates, o es el propio
Platón el que, a través de Sócrates, se consagra a una discusión sobre la
retórica, y nos muestra toda su capacidad pedagógica y el conocimiento que
tiene sobre la misma, criticando la teoría y la práctica de la retórica de ese
momento, atacando la indiferencia que existe con respecto a la verdad, para
hacer un llamado a que la retórica supere el abismo que le separa de la
filosofía.

Con el último mito el de Teuth y Tamos, Platón se hace consciente de


lo inevitable de la escritura, y la conveniencia o no-conveniencia del escribir,
pudiendo hacerlos más sabios y aliviando su memoria, haciendo ver su
aspecto positivo y benéfico para trascender los discursos a través del tiempo,
y llegando así a la inmortalidad.

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“El fedro” de platón

El primer discurso de Sócrates avanza un poco más en el camino que


conducirá a la descripción del verdadero amor. La condena moral de la tesis
lisíaca se pone de relieve en el hecho de hablar con Sócrates con la cabeza
velada por vergüenza y en el hábil cambio de la situación que realiza, al
poner en boca de un enamorado astuto y que finge no estarlo, la tesis
paradójica de que se deben otorgar los favores al no-enamorado con
preferencia al que ama de verdad.

Su discurso reviste un carácter negativo al sostener que no debe ceder al


amante, absteniéndose después de hacer la defensa del no-enamorado. Con
ello se condena de nuevo la inmortalidad de la Tesis de Lisias.

En este discurso el amor es concebido como un estado de desequilibrio


que produce en el alma el triunfo del apetito. Este concepto del amor lo une
estrechamente a la psicología, y preludia el más amplio desarrollo de esta
cuestión en el segundo discurso socrático.

Los anteriores discursos habían recriminado al amor por ser una


enfermedad, una locura, en el supuesto de que la locura es siempre un mal,
lo cual es falso. Frente a una locura humana, causada por trastornos
funcionales, hay una locura de origen divino que es fuente para la
humanidad de los mayores bienes. El amor igualmente es una forma de
locura, la más grande de todas, y la que mayores bienes produce en las
almas , tanto del amante como del amado. De ahí que Sócrates pase a
demostrar primero de una forma racional la inmortalidad del alma y que
haga una comparación metafórica de la misma con una viga alada y su
cochero, y exponga un mito del doble destino del alma. Ahora podemos
comprender el por qué del amor: el alma cae en la tierra con las dos alas
rotas, al ver la belleza del mundo y las cosas sensibles que percibimos a
través del corazón, el alma recuerda la belleza que contempló antes,
entonces siente un escalofrió y luego un gran calor que hace que reviva el
plumaje de sus alas. A este estado se le llama AMOR.

Se pueden distinguir dos casos según predomine en los respectivos


miembros de la pareja la parte mejor o peor del alma:

- el primero llevara un régimen ordenado de vida en el amor de la


sabiduría, y una vez que mueran se habrán transformado en seres
alados y vivirán en el Olimpo.
- El segundo llevará un régimen de vida vulgar, con el amor de los
honores, pero no de la sabiduría y al morir no se habrá convertido en
ser alado y vivirá en el Hades.

En otra pareja, si no recibe recompensa de la anterior, saca provecho de


su locura: no ira al Hades, y esperará en luminosidad a que le salgan las
alas. Los falsos amantes, los hedonistas, los que tienen en si el delirio de
Eros, los que sólo buscan cosas humanas y mezquinas tendrán castigo:
andar errantes en el Hades durante nueve millares de años.

Hay varias clases de amor: hay un amor terrenal, pero también un amor
celeste (de aquí lo de amor platónico) que lleva al conocimiento, a la
contemplación del mundo de las Ideas. El amor terrenal, carnal, es para
Platón malo, salvo que esté acompañado por el amor celestial.

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“El fedro” de platón

En “El Banquete” y en “Fedro” el amor supremo es el que se


manifiesta en el deseo del bien. Todo amor es siempre amor a algo (a una
persona, a un objeto, etc.), pero el amor no es posesión (si no no habría
amor). Tampoco en el amor se está completamente desposeído del objeto
amado (si no no lo amaría), de aquí que en el amor se da una situación de
oscilación entre poseer y no poseer, tener y no tener al mismo tiempo.
 
La visión que se da por parte de Lisias del amor, es la de que los
enamorados se arrepienten de los beneficios que hacen, tan pronto como
cesan en su deseo. En cambio los que no lo están no tienen ocasión en que
les toque arrepentirse. También, los enamorados consideran aquellos
asuntos propios que administraron mal por culpa del amor juntamente con
los beneficios que hicieron, y añadiendo a esto los sinsabores que tuvieron.
Por el contrario, los no-enamorados no pueden alegar descuido de sus
intereses privados por esa causa. Los enamorados reconocen que están más
locos que cuerdos, y que saben que no están en su sano juicio, pero que no
pueden dominarse(“se están dejando llevar por los impulsos”). De modo que
una vez recobrada la sensatez, ¿cómo podría considerar que están bien las
cosas sobre las que toman una decisión en ese estado?.

También trata sobre qué dirán los demás, qué pensarán, cómo
actuarán, los celos, si se mantendrá la amistad... . Por ello evitan el trato de
sus amados con los demás.

Muchos enamorados son dominados por el deseo del cuerpo, antes


que por el deseo de conocer el carácter y tener experiencias sobre las demás
particularidades de sus amados, y también obtener placer momentáneo, en
vez de un placer a largo plazo.

No hace falta estar enamorado de una persona para tener su amistad.

Sócrates lo critica porque no está de acuerdo con algunas de las


cosas que dice. En el discurso se repiten dos y tres veces las mismas ideas,
incluso pudiéndolas decir de otro modo, ya que tiene inspiración para decir
muchas más cosas sobre el mismo tema. Se le revela pueril. Éstos temas los
habían tratado sabios de antaño.

A su concepción de amor, el Fedro, no aporta nada nuevo. Su única


novedad ha sido la de unir lo que hasta el momento había aparecido
separado en la obra platónica: Eros y psiqué. Y describir el drama interno
del alma, personificado en los esfuerzos del cochero y e del corcel noble para
oponerse al corcel salvaje.

EL ALMA
 

• El cuerpo: Es la cárcel del alma, algo así como el caparazón que lleva dentro
a la ostra.

- Supone un lastre negativo para el alma, pues le crea necesidades,


enfermedades, deseos, temores, pasiones y sensaciones que le
obstaculizan la búsqueda de la verdad.

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“El fedro” de platón

- Es un estorbo del que el alma tiene que liberarse poco a poco, del que
tiene que purificarse para poder acceder a la contemplación de las
Ideas.

- El cuerpo inclina al alma a poseer cada vez más, a ser ambiciosa, al


comportamiento violento y a la guerra, a los placeres sensibles (Fedón,
250 D y 66).

No debe extrañar, por tanto, que Platón estuviera convencido de que


"morir es lo mejor que le puede pasar al filósofo" y de que la filosofía sea una
"preparación para la muerte". En el Fedro, Platón sostiene que el alma se halla
unida accidentalmente al cuerpo como castigo por algún pecado. Pero en el
Timeo afirma que el alma puede estar en perfecta armonía con el cuerpo.

• El alma: Es muy superior al cuerpo. Es la que constituye nuestro yo.

- Representa lo más auténtico del ser humano, y al lado de ella el


cuerpo es sólo una sombra, una apariencia.

- El alma racional es una creación directa del Demiurgo, tomando como


modelo las Ideas eternas (Timeo, 41).

- El alma obtuvo sus conocimientos mientras estuvo en contacto con las


Ideas, en su primera existencia (Fedro, 245).

El alma, creada directamente por los dioses, desciende en un carro


alado a la tierra, donde se une accidentalmente a un cuerpo y queda instalada
en el mundo sensible. Pero el cuerpo sigue manteniendo su naturaleza más o
menos depravada después de esta unión. Por eso, más que de unión hay que
hablar división o dicotomía entre cuerpo y alma. El elemento material, el
cuerpo, está cargado de connotaciones negativas y es un obstáculo para la
búsqueda de la verdad. El alma es el elemento espiritual, bueno y positivo,
interesado en purificarse y hallar la verdad.

Con esta concepción, Platón deja abierto un profundo abismo entre el


mundo material -el mundo de lo sensible, de lo físico- y el mundo de lo
espiritual, de las Ideas y de lo mental. Esta oposición tajante entre
materialismo y espiritualismo hará del hombre un ser escindido, imperfecto,
incapaz de conseguir unidad y auténtica armonía.

ii) Las partes del alma: Platón habla de tres partes, que en algunos textos
parecen almas independientes más que partes de un alma única.

• Alma racional (noûs, lógos), de naturaleza divina y situada en el cerebro, es


inmortal e inteligente. Se dedica al pensamiento puro y busca la
contemplación de la verdad.

• Alma irascible (thymós), fuente de pasiones nobles, situada en el tórax


e inseparable del cuerpo, mortal.

• Alma concupiscible o apetitiva (epithymía), situada en el abdomen y


mortal. De ella proceden las pasiones más bajas y los sentimientos
innobles.

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“El fedro” de platón

Como vemos, también la teoría platónica del alma es dualista: habla de


una parte inmortal del alma y considera mortales las demás, mucho más
ligadas al cuerpo. Quizá esta división en partes pretenda ser reflejo de los
conflictos éticos y psíquicos que el ser humano experimenta en sí mismo. En
la República habla de tres funciones distintas de una misma alma, mientras
que en el Timeo ya da la impresión de estar pensando en tres almas diferentes.
El alma inmortal es creación directa del Demiurgo, con los mismos elementos
que el Alma del Mundo, lo que la hace muy semejante al mundo de las Ideas.
Esa semejanza con las Ideas es lo que le permite conocerlas. La distinción de
partes en el alma está muy en relación con la vida ética individual y la
concepción política de la sociedad.

iii) La inmortalidad del alma: Fue una de las doctrinas filosóficas importantes
de Platón más novedosas en su momento. El alma no es inmortal por
naturaleza, sino únicamente por la voluntad del Demiurgo que la formó. Al
mismo Platón no le convencían demasiado los argumentos que daba para
demostrarla. Los consideraba sólo probables, y les daba un alcance sólo
relativo:

• Argumento 1: La anámnesis. Puesto que el alma recuerda las Ideas tenidas


anteriormente y tiene muchas ideas no adquiridas por la experiencia, esto
indica que antes de unirse al cuerpo tuvo una preexistencia diferente. Lo
natural, por tanto, es que vuelva de nuevo al estado que tuvo anteriormente,
es decir, que pase de la existencia terrena a la pura contemplación del Mundo
de las Ideas (Fedón, 72).

• Argumento 2: La simplicidad. Sólo se corrompe lo que está compuesto de


partes; como el alma es la única que conoce las Ideas porque se identifica con
ellas -que también son simples-, hay que pensar que también el alma es
simple. Y si todo lo que es simple no puede corromperse, podemos deducir que
tampoco morirá, es decir, que es inmortal (la República, 608).

• Argumento 3: El principio de movimiento. Alma significa vida, es decir,


principio de movimiento. Pero no se trata de un movimiento que procede de
fuera del alma, sino de sí misma, producido por su propia naturaleza. Esto
significa que por sí misma siempre estará en movimiento, siempre tendrá vida,
y esto equivale a decir que es inmortal (Las Leyes, 895).

iv) La transmigración y el destino del alma. Platón dedicó alguno de sus mitos
más bellos al destino del alma (en el Fedro, el de la caída y ascensión del alma,
donde compara el alma con un carro tirado por dos caballos; en el Gorgias, el
Fedón y la República los mitos del juicio final, donde incluye la doctrina
pitagórica de las sucesivas reencarnaciones del alma). En síntesis, Platón
afirma que las almas salen de las manos del Demiurgo, todas iguales, eternas
y atemporales; después se encarnan espacio-temporalmente en cuerpos
materiales concretos. Se trata de la primera encarnación.

Después de la muerte, el alma permanece peregrina durante unos mil


años, encarnándose sucesivamente en diferentes cuerpos, eligiendo su
destino. Cada vez que se encarna en un cuerpo nuevo elige también un nuevo
género de vida, y esta elección encierra muchos peligros, porque muchos
eligen destinos aparentemente ideales que luego se revelan terribles. No son
los dioses, sino nosotros, los que elegimos nuestro destino. Los dioses no son

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“El fedro” de platón

responsables de que algunos hombres elijan destinos que les aparten de la


verdad. Pero lo importante es que la parte racional del alma domine y controle
sus tendencias irracionales, sus pasiones, sus deseos y sentimientos, para que
tras sucesivas reencarnaciones pueda llegar a la contemplación de la verdad
(así lo explica con el mito del carro alado en el Fedro, 386).

En el Fedro (245c) encontramos un nuevo argumento sobre la


inmortalidad del alma, basado en la idea de que el alma es el origen de todo
movimiento; la inmortalidad del alma, entendida el alma como origen o
primer principio del movimiento, se sigue aquí de la teoría de que el alma es
el origen de la vida, el principio vital, y que sin ella no hay vida posible; se
establece una equivalencia entre vida y movimiento, siendo el origen de
ambos el alma, la única realidad que tiene capacidad de moverse a sí misma
sin necesidad de la acción de una fuerza exterior:

"Toda alma es inmortal. Pues aquello que está siempre en


movimiento es inmortal. Todo aquello que mueve a otra cosa
siendo, a su vez, movido por otra cosa, cuando cesa su
movimiento, cesa también su vida. Sólo aquello que se mueve a
sí mismo, al no fallar nunca, tampoco cesa nunca de moverse,
sino que es la fuente y principio del movimiento para todas las
otras cosas que mueve. Pues el principio nunca comenzó a
existir. Y todo lo que comienza a existir nace a partir del
principio, mientras que el principio mismo no procede de nada.
Pues si el principio proviniera de alguna otra cosa, dejaría de
ser principio.
Y puesto que no comenzó, tampoco será destruido. Pues si el
primer principio fuera destruido, no podría ya originarse partir
de ninguna otra cosa, ni ninguna otra cosa podría originarse a
partir de él, dado que todas las cosas se originan a partir de un
primer principio. Así, pues, el primer principio del movimiento
es aquello que se mueve a sí mismo."

Pero la afirmación de que la naturaleza del alma es simple no fue la


última palabra de Platón. Posteriormente, en el Fedro y en el libro IV de la
República, nos presentará el alma como siendo de naturaleza tripartita,
posición que se verá reafirmada en el Timeo. ¿Se refiere Platón a una sola
alma o a tres almas distintas? La forma de referirse Platón al alma, tanto en
el Fedro como en la República, nos permite afirmar que Platón no concibe la
existencia de tres almas distintas en el hombre, sino la de una sola alma
que realiza tres funciones distintas.

En el Fedro, en efecto, nos habla Platón de un alma tripartita en el


mito del carro alado. El alma es comparada a un carro tirado por dos
caballos y controlado por un auriga:

"El alma es como un carro de caballos alados y un auriga que


forman una unidad. Ahora bien: los caballos y aurigas de las
almas de los dioses son todos buenos y de excelente linaje; los
de las otras almas, sin embargo, son mezclados. Nuestro
auriga gobierna a la pareja que conduce; uno de sus caballos
es bello y bueno y de padres semejantes, el otro es lo contrario

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“El fedro” de platón

en ambos aspectos. De ahí que la conducción nos resulte dura


y dificultosa". (246 a)

El auriga representaría la parte racional del alma, encargada de


dirigir el conjunto hacia sus fines; el caballo bueno representaría las
tendencias nobles, y el caballo malo representaría las tendencias más
materiales. A diferencia de lo que ocurría en el Fedón, donde la alma no
tenía ninguna relación con las pasiones, que eran atribuidas exclusivamente
al cuerpo, en el Fedro Platón atribuye al alma el origen de las pasiones, por
lo tanto de la vida emocional del hombre. Es un avance importante en la
interpretación psicológica de la vida humana, tratando de dar cuenta de los
constantes conflictos a los que nos tiene habituados la experiencia. No
obstante, la dirección del conjunto le corresponde al auriga, es decir, a la
parte racional del alma. Esta posición corrige el intelectualismo del Fedón y
nos ofrece una visión más acorde con lo desarrollado en la República, en la
que el tipo de hombre dependerá no de la naturaleza del alma, sino de su
orientación.

En la República aparece varias veces la división tripartita del alma:


razón, sentimientos y pasiones, con las mismas características que en el
Fedro. La parte racional es la encargada de dirigir y controlar la actividad
del hombre, y es el alma que predomina en la clase de los gobernantes de la
ciudad ideal de la que nos habla en la República; la parte irascible es la
responsable de los buenos sentimientos del hombre, y es la propia de la
clase de los guerreros; y la parte concupiscible es la que predomina en la
clase de los artesanos, que es la poseída por la mayoría de la población. El
tipo de hombre que se es depende, pues, del tipo de alma que se posea; y el
tipo de alma, depende de cuál de sus partes predomine.

En el Timeo se volverá a exponer la teoría de la alma, explicando su


procedencia y describiendo su creación con cierto detalle e insistiendo en su
configuración tripartita. Luego de haber creado el alma del mundo, el
Demiurgo crea las almas particulares; la parte inmortal, la racional, creada
directamente a partir del alma del mundo, es situada en el cerebro; la parte
irascible es colocada en el tórax y la concupiscible en el abdomen. Se le
siguen atribuyendo las mismas funciones que habíamos visto
fundamentalmente en el Fedro y en la República

En ”Fedro” se explica que todo cuerpo que recibe de afuera su


movimiento es inanimado, mientras que el cuerpo que lo recibe de adentro
es animado: posee, en este último caso, un alma. En esto radica la esencia
del alma: es algo que otorga animación, movimiento al cuerpo desde dentro.
En “Fedón” y “Fedro” Platón discrimina alma de cuerpo: el cuerpo es
mortal, y el alma es inmortal y puede separarse del cuerpo, cuando éste
muere, migrando a otro cuerpo. Instalada en un nuevo cuerpo, el alma
puede recordar (reminiscencia) su vida anterior.

Según Platón, el alma equilibrada es aquella que practica la


moderación de todas sus partes. Según el mito del carro alado del Fedro
(246 D-249 D y 253 C-254 E), si el auriga (razón) es capaz de controlar el
caballo blanco (coraje), que tiende a correr demasiado y moderar también el
negro (apetito) sin cansarlos, se produce el equilibrio del alma. Esta idea
podría quedar representada en la escultura si en lugar de reconstruir una
alfa prima se reconstruyera, por ejemplo, la palabra griega "psyché". Así, el

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“El fedro” de platón

conjunto de la obra se leería como: el equilibrio perfecto de las tres partes


del alma produce la mejor expresión de esta, la mejor "psyché".

El alma tiene tres funciones, cada una de las cuales está relacionada con
distintas partes del cuerpo. Las funciones son:
 
1.      Apetitiva (vientre)
2.      Pasional (pecho)
3.      Racional (cabeza)
 
En “Fedro”, Platón recurre al mito del “carro alado” para explicar con
mayor claridad qué es alma y cuál es su modo de operar.
El tiro alado es un carro que puede volar (tiene alas), que es tirado por un
par de caballos y conducido por un “auriga”.
El alma puede asemejarse a una fuerza natural que mantiene unidos al
carro y su conductor (el auriga). Los caballos de los dioses son buenos, pero
los mortales tienen un carro conducido por un caballo bueno y otro malo, lo
cual hace difícil la conducción del carro.

El alma perfecta tiene sus alas intactas y vuela libremente por los
cielos, pero cuando pierde las alas se arrastra sobre la tierra hasta que se
apodera de un cuerpo inanimado, dotándolo de vida: surge así un nuevo ser
viviente, mortal. ¿Por qué pueden perderse las alas? Lo que provoca esto es
lo malo, lo vergonzoso, que es lo que consume las alas y las hace perecer. En
cambio todo lo divino, lo sabio y lo bueno alimenta las alas y las hace crecer,
de aquí que el ser mortal, el hombre, debe alimentar sus alas, perfeccionar
su alma.

El alma es dicho lugar donde reside la realidad carente de calor, de


forma, impalpable y visible únicamente para el piloto del alma, el
entendimiento; esa realidad que “es” de una manera real, y constituye el
objeto del verdadero conocimiento.

El cuerpo posee todo lo malo, el alma al no ser material está en


contacto directo con lo divino. El cuerpo es inferior al alma, ya que cuando
se pierdan las alas del alma, ésta baja hasta alcanzar algo sólido donde se
instala y toma un cuerpo terrenal.

El alma hace “nuevas alas” porque mientras el alma es perfecta está


alada y camina por las alturas y rige al universo entero; pero aquella que las
ha perdido es arrastrada hasta tomar un cuerpo terrenal.

La propiedad natural de las alas es la de levantar el peso a lo alto,


elevándolo a la región donde habita el linaje de los Dioses. Para conocer la
esencia y el destino del alma hace falta demostrar la inmortalidad del alma,
como requisito de su conocimiento de la realidad inteligible de las formas, y
dar a conocer después su naturaleza y destino. El razonamiento es el
siguiente:

- si dentro de las cosas móviles las hay que se mueven a sí mismas y


las que mueven a otras, pero que de otras reciben, a su vez,
movimiento, lo que siempre se mueve habrá de pertenecer
necesariamente al primer tipo de móviles, puesto que una cosa no se

11
“El fedro” de platón

abandona jamás a sí misma. Aparte de esto, lo que siempre se mueve


es inmortal, porque al no cesar de moverse, no puede cesar de vivir.

Una vez probada la inmortalidad del alma, Sócrates, pasa a hablar de su


naturaleza, recurriendo aun símil, dado que la dificultad del tema descarta
la posibilidad de su tratamiento dialéctico y exige el empleo de un lenguaje
alegórico. Dice que el alma puede compararse con una biga alada, en la que
el auriga cuenta con un corcel noble y disciplinado frente a otro salvaje e
indomable.

Hay varias hipótesis sobre la caída del alma:


- se podría comprender la caída del alma debida a su deseo de
contemplar la verdadera realidad.
- Parece inconcebible que la parte pura e intelectiva pudiera caer en un
cuerpo terrestre, excluyéndose de toda posibilidad de inmortalidad
personal.

El alma cuando es alada está en lo alto y cae a un cuerpo terrenal. Para


explicar todas estas cosas hay que hablar del alma antes de encarnar un
cuerpo mortal, contar el final cuando se separe del cuerpo donde estaba.

Las almas siguen el cortejo de los dioses que encabezaba Zeus,


encuadradas en once escuadrones al mando cada uno de un dios. De este
modo se encaminan hacia la parte más elevada del cielo, y una vez que han
llegado a sus confines salen afuera de la bóveda superior y, apoyadas en
ella, se dejan transportar por su movimiento circular, mientras contemplan
el lugar supraceleste en el que tienen su sede las verdaderas realidades: la
Justicia, la Templanza, el Conocimiento y la Belleza. Reconfortadas por esta
visión tras recibir el alimento que les es propio, de nuevo se introducen en
el interior del cielo, y el cochero al regresar a casa, lleva a la cuadra a sus
corceles y les da de comer ambrosía y de beber néctar. Las demás almas al
tener que conducir un mal caballo, indisciplinado, y que gravita hacia la
tierra, se esfuerzan por seguir a aquellas, pero no todas pueden. Tropiezan,
chocan, unas elevan, otras se hunden y la que más sólo logra contemplar a
duras penas las realidades. Por esto a muchas se les rompen las alas y
muchas tienen que alimentarse de la opinión.

Así se explica la predestinación del alma. Toda alma que haya podido
contemplar alguna de las ideas se librará de encarnar en un cuerpo hasta la
próxima revolución. Las que pierdan las alas y caigan a la Tierra tendrán
que vivir en cuerpos terrestres, liberándose en la primera generación de
hacerlo en un cuerpo de animal. Y según si ha visto más o menos, así será
su vida en la Tierra.

También así viene la trasmigración, un alma que cambia sucesivamente


de cuerpos sin guardar recuerdos de sus experiencias en sus vidas carece de
personalidad. Las almas tal como aparecen en la doctrina de Platón quedan
reducidas a la categoría de simples fuerzas animadoras del cosmos, pese a
su índole espiritual. Excepción son las almas de los filósofos que no han
engañado o amado a los mancebos con filosofía, que si sus almas han caído
tres veces en el mismo tipo de vida, regresan al cumplirse el tercer milenio al
punto del que han partido.
 

12
“El fedro” de platón

LA TEORÍA DE LAS IDEAS


 
Discrimina aquí Platón dos mundos o regiones: el mundo sensible
(imperfecto, temporal), y el mundo de las Ideas (perfecto, eterno).
Las Ideas estás en este mundo último, el mundo de las Ideas, también
llamado supraceleste o “topos uranos”. La reminiscencia justamente
consiste en el acto por el cual el alma accede a la visión de estas ideas que
había ya contemplado en su anterior estado cuando estaba delegada del
cuerpo.

El lugar supraceleste es la realidad verdadera (y no la apariencia, que


sería el mundo sensible), y sólo puede ser contemplado con la inteligencia
(no con los sentidos). Así, se contemplan las ideas de belleza, justicia, etc.
Los dioses, con sus carros alados, recorren libremente el mundo
supraceleste siguiendo movimientos circulares. Las almas que ingresan a los
cuerpos de los mortales, los hombres, encuentran dificultad para volar
libremente, y caen hacia la tierra (aquí se ve en Platón una interpretación
del origen del hombre como una caída). El hombre común no puede seguir
el viaje circular, el cortejo de los dioses.

Se entiende aquí ahora la ley de Adrastea, que dice que toda alma que
habiendo estado en el cortejo de un dios haya visto algo de lo verdadero,
queda exenta de pruebas hasta la siguiente revolución (pues realiza un
movimiento circular). Pero puede ocurrir que un alma no pueda seguir a los
dioses, en cuyo caso no ha visto la verdad, y se llena de olvido y de maldad,
se hace pesada, pierde las alas y cae a tierra.

El alma que cayó se implanta en un cuerpo humano: puede ser un


rey, un guerrero, un político o negociador, un gimnasta, un médico, un
adivino, un versificador, un artesano, un campesino, un sofista, un
demagogo o un tirano (este orden es decreciente, o sea va de la vida mejor a
la vida peor, siendo el primer grado, el mejor, el sabio o filósofo, que está
antes que el rey). En todas estas clases de hombres el que haya llevado una
vida justa obtiene en otra vida, en recompensa, una vida mejor, y quien
haya llevado una vida injusta, tendrá un destino peor. Por ejemplo el
guerrero que haya tenido una vida justa pasará a ser luego rey, etc.

Cada existencia nueva dura 1.000 años, o sea que si un es tirano y


quiere llegar a filósofo, tiene que hacer buena letra más o menos unos 1.000
años. Por otro lado, si algún alma perdió las alas, éstas tardan en crecer de
nuevo 10.000 años, salvo que uno haya sido filósofo durante tres vidas
consecutivas, en cuyo caso al cumplirse esos tres ciclos (3.000 años) vuelve
a tener alas. Las demás almas, una vez que terminaron su primera
existencia, deben someterse a un juicio, del cual pueden salir condenadas (y
van a cumplir su prisión debajo de la tierra), o bien con una sentencia
aligerada, y entonces van a parar a algún lugar del cielo donde llevan una
vida más digna de la que llevaron en la tierra.

Recordemos que casa 1.000 años se cumple un movimiento circular


por el cielo (se cierra el círculo), y es el momento en que cada alma elige su
segunda existencia de acuerdo a cómo se haya portado anteriormente. El
refrán podría ser entonces “Dime cómo te has portado y te diré cómo te
reencarnarás”.

13
“El fedro” de platón

Todo este mito del carro alado tiene relación con la teoría de las
Ideas: cuando el filósofo asciende desde el mundo sensible al mundo de las
Ideas, cuando va de lo efímero a lo eterno, de las numerosas sensaciones a
la Idea única, no está sino haciendo una reminiscencia de aquello que en
otro tiempo contempló su alma cuando marchaba en compañía de los
dioses.

El filósofo es el único que sabe servirse de tales recuerdos, y por tanto


el único hombre perfecto, pero como se aparta de las ocupaciones terrenales
consagrándose a lo divino, el vulgo lo reprende, lo trata de loco sin darse
cuenta que es una locura divina, está poseído por los dioses. Esta forma de
locura es la suprema.
 
LA BELLEZA
 
La cuarta forma de locura es la Belleza. La belleza de este mundo es
un reflejo de la Belleza en el aspecto supremo, divino, espiritual.
Contemplando la belleza de este mundo, el alma nos transporta hasta la
Belleza. Penetra a través de la vista y produce un sentimiento de veneración.
El que es capaz de captar la Belleza, siente un escalofrió y siente respeto,
como si fuera una divinidad. Después siente un acaloramiento y las alas del
alma comienzan a crecer (un cosquilleo en el enamoramiento). La belleza es
su alimento y el alma se siente libre, “alada”, capaz de volar.

En “Hipías el Mayor” Platón busca averiguar qué es la belleza a partir


de la discusión entre Hipías (empirista y relativista) y Sócrates (racionalista
y absolutista).
Para Hipías lo bello se capta con los sentidos, por ejemplo lo bello es una
muchacha hermosa. Para Sócrates la belleza es una Idea, se contempla con
la inteligencia (la belleza es lo que hace que las cosas terrenales u otras sean
bellas). Hipías atiende a la apariencia, pero Sócrates dice que debe
discriminarse apariencia de esencia, pues algo puede “parecer” bello y no
serio.

En “Fedro” dice Platón que la Idea de Belleza tiene un privilegio sobre


las demás Ideas: por ejemplo dice que mientras en la tierra no hay imágenes
de la Sabiduría, sí las hay de la Belleza. Las cosas bellas pueden apreciarse
con la vista como sentido, las cosas sabias no.

La justicia, la templanza y todas las demás Ideas o contemplaciones


supraempíricas no tienen un reflejo en imágenes en este mundo. La Belleza
en cambio brilla y la captamos mediante el más claro de los sentidos: la
vista.
 
CONJUNCIÓN DE LAS DOCTRINAS DE LA LOCURA, EL ALMA, EL AMOR,
LA BELLEZA Y LA MUERTE
 

El tema del alma y de su supervivencia después de la muerte, son


temas mistéricos, relacionados con el más allá y con las verdades últimas, lo
que de acuerdo con lo visto, los hace apropiados para su tratamiento a
través de relatos míticos. 
En el caso específico del mito de Er, Platón expone a sus lectores la idea del
alma que sobrevive a la existencia del cuerpo, la presencia de un juicio en el

14
“El fedro” de platón

que se reciben premios y castigos según la conducta seguida durante la vida


terrena, la elección de una nueva vida y la consecuente encarnación en otro
cuerpo mortal. La importancia de la vida en la tierra radica en que las
mejores, las más virtuosas, acompañadas del conocimiento, serán las que
elijan apropiadamente su vida futura.

Platón al hablar del alma, se silencia. Son múltiples los pasajes que
ejemplifican esto. En Timeo se establece una estrecha relación entre
cosmología y doctrina del alma. En Fedro 270 c, Platón dice que no puede
conocerse el alma sin conocerse el Todo. En el mismo diálogo, en 246 a 4-6,
habla de la inmortalidad del alma y de su configuración, y afirma que
exponer la estructura de esta llevaría a una larga y divina explicación y que
por ello sólo se limitará a decir a qué se parece. En República libro IV,
encontramos una teoría del alma con limitaciones. En Gorgias 491 e-492 c
habla del alma que permite conocer la Forma con la imagen del carro
tripartito. La estructura dicotómica del alma con el corte ontológico de la
parte inmortal o logistikón y las dos partes mortales, se expresa claramente
-según Szlezák- además de en Timeo y República, en Leyes 713 c y Político
309 c, mientras que en el Fedón es claro que las ha supuesto.

En Fedro Platón se vale de la narración escuchada a Estesícoro de


Himera para hablar del alma, la encarnación y las consecuencias de la
conducta recta. Este relato presenta rasgos similares al de Er. Para explicar
cómo es el alma utiliza la imagen de los caballos alados, uno bueno y otro
malo, guiados por una auriga, eludiendo nuevamente una explicación
racional.

Más adelante cuenta que el alma perfecta y alada, surca y gobierna el


Cosmos; iniciando así el relato de un viaje con los dioses en los que el alma
del hombre pierde las alas por no acceder totalmente a la contemplación de
la Verdad; encarnándose, según lo que haya podido atisbar de las Ideas, en
diferentes tipos de hombre. Quien más haya visto, se encarnará en un
filósofo. Aquel que haya llevado una vida justa es partícipe de un mejor
destino, y el que haya vivido injustamente, recibirá uno peor. Finalmente
este hombre sin alas busca algo sólido en que instalarse transformándose
así en un mortal. 

En el mismo relato menciona un período de diez mil años, tiempo


necesario para recuperar las alas perdidas y retornar al lugar de partida del
viaje celeste. Este período, se subdivide a su vez en períodos de mil años, en
los que el alma elige la vida humana que desea, a continuación de un juicio
que la sentencia al mundo subterráneo o al celeste. Después de tres
períodos de elecciones acertadas retorna al lugar en que las almas inician el
viaje con los dioses . Advertimos, en líneas generales, semejanzas entre
ambos relatos; en un caso se enfatizan más los elementos referidos al juicio
y castigo, en el otro se detalla la contemplación de las Ideas y las
características del alma.

Los argumentos racionales que da Platón respecto de la inmortalidad


del alma se relacionan con el movimiento, en Fedro 245 c-d, en Timeo 37 a-
b, en Leyes 892-895 b; pero la explicación exhaustiva respecto de la muerte
y la vida extra mundana, la realiza recurriendo al mito.

15
“El fedro” de platón

Según estos relatos ¿qué es la muerte?. La muerte es una


oportunidad. Es también una prueba. Por un lado quienes gozaron una vida
justa son premiados con los deleites celestiales ratificando así la tesis de que
la vida justa es mejor que la injusta. Por otro es la oportunidad para
contemplar la verdad, para elegir con corrección la próxima vida, mostrando
así que tipo de conocimiento se adquirió; también es la oportunidad para
descubrir que clase de persona se es. Es la ocasión para que el alma
recupere su alas, para que recupere su esencia. Es el momento para elegir
una próxima vida acorde al bien y la virtud, es la oportunidad de aprender
lo que no se aprendió en la vida terrena.

Dos últimas reflexiones respecto de lo contado por Er. La elección de


Odiseo, el más astuto de los héroes griegos, es la más llamativa pues quiere
reencarnar en un hombre común. Platón parece sugerirnos que la vida más
alejada del éxito, los honores, el poder y la gloria es en realidad la única que
puede conducir al hombre a la virtud, al bien y al conocimiento. La segunda
reflexión se relaciona con que aquellos que sufrieron los tormentos en el
inframundo o vieron padecerlos a otros son quienes eligen con mayor
esmero su próxima vida, y no ocurre lo mismo con quienes descienden del
mundo celeste, que deberían ser los más preocupados por volver a él. Quizás
la sugerencia sea que el dolor y el sufrimiento, si bien no son deseables en sí
mismos, son mejores maestros.

Concepción de la muerte en Platón

Platón utiliza la narración de Er para finalizar la República porque


contrapone un relato mítico a toda su exposición dialéctica, contrapone la fe
a la explicación racional, con el fin de facilitar al otro la contemplación de
las Ideas. Al tratar éste sobre la muerte y las verdades últimas, Platón no
desea sino sugerir una respuesta, capaz de ser develada por almas
preparadas a lo largo de muchos años, amantes de la verdad y del saber.

El beneficio que reporta una vida justa elegida gracias al


conocimiento buscado, queda claramente ilustrado mediante este mito.

¿Podríamos inferir otras conclusiones respecto de la concepción de la


muerte para Platón como hombre? El ser humano se diferencia de los demás
animales en que si bien morirá como los demás tiene conciencia de ello, lo
que lo lleva a reflexionar respecto del tema. La experiencia de la muerte del
otro, vivida dolorosamente, nos conduce a cuestionamientos sobre la justicia
y la vida después de la muerte. El vacío dejado por la desaparición física del
otro es una experiencia extrema de pérdida y fracaso, que sin embargo se
diferencia de la experiencia de la muerte propia, ya que en caso de tener
conciencia de la misma, es una experiencia particular, única, y a la que nos
enfrentamos en nuestra singularidad.

¿Puede ser diferente la impresión de Platón al respecto? Cuando


leemos el relato de los últimos momentos de la injusta muerte de Sócrates,
Platón nos trasmite una vivencia que trasciende el tiempo y que semeja
nuestra desazón e impotencia frente a la inexorable e injusta muerte del
otro. La revalorización de la vida justa llevada por su maestro, también nos
es sugerida a través del Mito de Er, como a través de la argumentación de la
República. Quizás estas analogías surgidas en parte, de los diálogos, en

16
“El fedro” de platón

parte de su autobiografía, expresada en la Carta VII, no tengan la suficiente


rigurosidad que el análisis filosófico exige, pero la coherencia entre el
accionar de Platón y su obra justifican plenamente la reflexión.

Quien ha contemplado las realidades del mundo suprasensible


(justicia, belleza, etc.), al ver un rostro que imita bien la belleza verdadera
primero siente un estremecimiento, luego lo venera como a una divinidad y,
si no temiera pasar por un loco exaltado, ofrecería sacrificios a su amado,
como a una imagen santa.

El alma se vuelve loca al contemplar las cosas bellas, y las ama. Esta
oración puede resumir las relaciones entre alma, locura, belleza y amor.

Cuando el alma, entonces, contempla algo bello experimenta una ola


de deseo, se reanima, alivia sus sufrimientos y experimenta alegría. En
cambio cuando el alma está separada de la cosa bella amada, enloquece de
dolor (aunque su recuerdo también la alegra). Hay entonces una mezcla de
sentimientos opuestos, característicos de este estado de locura.

En presencia de lo bello, el alma se obnubila, se olvida de todo, aún


de su madre y amigos. El alma, en este estado, además de la veneración que
siente por el poseedor de la belleza, encuentra en él el remedio para sus
penas. Esta es la condición que los hombres llaman amor.

Todas estas tragedias y alegrías las sufre quien tuvo el privilegio de


contemplar la Belleza como Idea, o sea el iniciado. En cambio el no iniciado,
al contemplar la cosa bella, no siente veneración por ella y procura una
satisfacción sensorial (por ejemplo fecundar), y no siente ni miedo ni
vergüenza de sumirse en un placer contrario a la naturaleza.

Los hombre se conducen en la tierra según el dios a cuyo cortejo


perteneció su alma, acomodándose al carácter de ese dios en su trato y
relaciones con los objetos y personas amadas y los demás. Por ejemplo los
que son del dios Zeus investigan si el ser amado es filósofo o director por
naturaleza y si es así, se enamoran de él y hacen todo lo posible para que
llegue a serlo efectivamente, ya que Zeus rige las actividades del filósofo y
del director.
 
RETÓRICA Y DIALÉCTICA
 
Al comienzo de “Fedro” Platón critica a la retórica como método de los
sofistas, como método de la persuasión. La retórica busca por la persuasión
convencer al otro de su verdad, y por tanto no hay verdades únicas. Así, la
retórica sofista o seudoretórica se da más importancia a la forma de decir
algo que al contenido mismo de lo dicho.

Hacia el final de “Fedro”, Platón habla de la verdadera retórica, o arte


de conducir a la verdad (y no a la persuasión del otro). La oratoria, como
instrumento de la retórica, entonces puede estar al servicio de la retórica
sofística o bien de la retórica de la verdad, esta última a la que tiene que
aspirar el filósofo.

El fundamento de la retórica es la dialéctica. La dialéctica, al conducir


a la verdad, conduce también a la felicidad (aquí coincide Platón con

17
“El fedro” de platón

Aristóteles en cuanto a entender la filosofía como el logro de la felicidad por


la vía del conocimiento).

La dialéctica es el método filosófico por excelencia, puesto que por la


dialéctica el filósofo va de lo múltiple (mundo sensible) a lo único (mundo de
las Ideas), encontrando en este último el fundamento de lo primero. Por
ejemplo como ascenso, la dialéctica implica ir de la multiplicidad a la
unidad, de la aprehensión sensible de muchos caballos concretos, a la Idea
de caballo.
 
Además de la oratoria (lo hablado) plantea Platón lo escrito (los libros)
como instrumentos retóricos, pero privilegia el lenguaje hablado: lo escrito
está muerto, petrificado, y para que las ideas escritas revivan deben ser
habladas, es decir, otro hombre debe reproducir en su persona, en su
individualidad, en su situación vital las ideas escritas. Sólo entonces puede
decirse que las frases del libro han sido entendidas y que el decir pretérito
se ha salvado.

Para Platón un “dialéctico” es un método de conocimiento que,


partiendo de la contraposición de las argumentaciones del verdadero
dialogo, permite ascender hacia la verdad mediante la explicación de tales
argumentaciones opuestas y, así, complementarlas. Aristóteles habla del
razonamiento sobre lo meramente probable y aparente, en el que sólo es
posible la controversia y no la demostración. Kant se refiere a él como el
conjunto de conocimientos aparentes, derivados de la razón, entendidos
como capacidad deductiva que se ejerce más allá de los limites de la
experiencia. Según Hegel, la dialéctica es la condición o naturaleza
verdadera, tanto de las determinaciones del entendimiento como de las
mismas cosas, y, en general, propia de lo finito que engloba a la vez el
desarrollo histórico del espíritu y el de la naturaleza misma. En el marxismo
es el modo de pensamiento que se funda en el análisis de las
contradicciones que constituyen la realidad histórico-social.

La dialéctica es un termino de significados varios y atraviesa toda la


historia de la Filosofía: ya sea en referencia al dialogo y a la confrontación
argumentativa, ya sea connotando la contradicción misma como motor del
conocimiento, o ya sea significando la negación de todo dialogo
argumentativo y de todo conocimiento de la realidad como posibles. En este
tercer sentido, dialéctica se opone a analítica y cobra un significado más
bien peyorativo: el de la pretensión del sujeto de conocer aquello que no es
susceptible de serlo verdaderamente. Desde el siglo XIX, sin embargo, la
acepción común de dialéctica es inseparable tanto de la idea de
contradicción como de una connotación del todo positiva, y corresponde a
las dos primeras significaciones consignadas del termino. Referida tan sólo
al ámbito del diálogo y del conocimiento o al ámbito mismo de la realidad.

La dialéctica supone la contraposición y la interrelación como fuerza y


vid mismas del conocimiento objetivo, e incluso, también de los mismos
objetos, de las cosas; en este sentido, Platón y el marxismo vienen a
converger con Hegel. En Platón aquello a lo que la dialéctica apunta es a
ascender de lo múltiple a lo único y cabe verla como anticipación de la
“identidad” y la “no-identidad”.

18
“El fedro” de platón

En cuanto a Hegel, basta indicar que tanto el desarrollo de la


conciencia individual y del proceso histórico del espíritu colectivo como el
desarrollo mismo de la naturaleza vienen determinados por la fuerza de la
negación, de la negatividad de la contradicción, es decir, por la fuerza
anticipada de la totalidad que hace superar de forma incesante lo inmediato
y abre el amino a lo que no es aquella inmediatez, sino una etapa o un
estrato ulteriores en el ascenso hacia el saber absoluto y hacia la plenitud
de la historia y de la realidad. El optimismo y la ilusión de un continuo
progreso que semejante concepción comporta no son ajenos al panlogicismo
y a la apariencia de síntesis total que se dan también en Hegel. Sin embargo
esta actitud y esta pretensión no dejan de entrar en contradicción con el
carácter de incesante que el progreso y el ascenso tienen, en la medida
precisamente en que la dialéctica sea la esencia del saber y de la realidad.

En el “FEDRO” el ataque de Sócrates contra la retórica del momento


se cuenta en la indiferencia que profesa con respecto a la verdad.

El arte de la oratoria, según Sócrates, no es sino un medio de seducir


las almas por medio de la palabra, tanto en los tribunales y demás
reuniones publicas como en las reuniones privadas. La retórica es el arte de
la antología, de la controversia, el arte que confiere aun individuo la
capacidad de hacer semejante a todo todas las cosas susceptibles de ello, y
asimismo la de sacar las cosas a la luz, cuando es otro el que realiza este
proceso de ocultación de la verdad.

Cabe una posibilidad de instauración de un nuevo genero de retórica


que sea verdaderamente científica, si se supera la antinonimia existente
entre Filosofía y oratoria, si esta ultima se decide a plantearse con la misma
seriedad que aquella el problema del conocimiento. Pues el orador ha de
conocer el objeto sobre el que se dispone a hablar, discerniendo si es un
concepto de los que no se prestan a dudas en el auditorio, o bien si es uno
de aquellos, como son los conceptos del bien o de la justicia, que dan pie a
múltiples interpretaciones. Y en la exposición del tema ha de proceder como
lo hicieron los dos discursos de Sócrates. Ambos hablaron sobre el amor,
una de las cosas que a más erróneas interpretaciones se prestan, y pasaron
de la alabanza. Pero esto lo pudieron hacer porque partieron previamente de
una definición, porque le consideraron unitariamente como una forma de
locura y después le fueron dividiendo en subespecies. El método que
siguieron consta de dos momentos:

- uno es la “colección”, el llevar con una visión de conjunto a una sola


forma, lo que esta diseminado en muchas partes.
- El otro es la “división”, el ir distinguiendo especies dentro de lo que
presenta como una unidad, siguiendo las articulaciones del objeto.

Platón le da a este método filosófico el nombre de “Dialéctico”. Lo que con


este método se pretende es la adquisición gradual del conocimiento,
mediante una clasificación de los conceptos en géneros y especies, no
puramente subjetiva, sino ajustada a las condiciones de la realidad.

La base metodológica de la retórica es puramente filosófica, como más


adelante vuelve a poner de relieve Sócrates. La retórica tiene una esfera de
aplicación que abarca toda clase de discursos y temas, tiene un único
objetivo: el alma del hombre. La retórica tiene la misma particularidad que

19
“El fedro” de platón

la medicina, es decir, analizar el alma (como la medicina con los


medicamentos).

Sócrates trata también la cuestión de la conveniencia o no de componer


discursos escritos. El escribir debe considerarse a lo más como un
pasatiempo, no como una ocupación seria y su justificación sólo puede
encontrarse en el hecho de querer atesorar recordatorios para la vejez.
Únicamente tienen valor las obras de aquellos que las compusieron con
conocimiento de la verdad, de aquellos que pueden salir en su defensa, y
dejar con sus palabras empequeñecidos los productos de pluma, de aquellos
que pueden recibir con propiedad el nombre de filósofos, es decir, de
“amantes de la sabiduría”. Carecen de ellas que tan sólo pueden mostrar un
merito meramente formal y son el resultado de un laborioso trabajo literario.

Hay que tener en cuenta que Platón defiende que las enseñanzas orales del
maestro, es decir, la dialéctica, de este con sus discípulos, da mejores
resultados en la búsqueda de la verdad que la letra muerta de sus libros, tal y
como muestra en el libro Fedro.

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