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CODIGOS DE LIBERTAD

EL PERDON
Parte 2 de 2
Versículo Clave:
Ef. 4,32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo.

Necesitamos sentirnos amados, pero cuando no recibimos el amor que nuestro corazón necesita, hay
insatisfacción que trae consigo sentimientos como rechazo, abandono, culpabilidad, frustración, ira o rebelión.
Cuando hemos sido heridos y no perdonamos el corazón se llena de raíces de amargura.

¿Qué actitudes dañan nuestro corazón con mayor frecuencia?


1 La falta de amor, el rechazo o abandono, la indiferencia.
2 Abuso o maltrato físico, mental y sexual
3 Golpes emocionales, burla, robo, engaño, sarcasmo.

Desafortunadamente estas heridas provienen mayormente de las personas que más cerca estan de nosotros.
Estadísticamente el mayor número de violaciones son por los familiares cercanos.

¿POR QUE NO SE PUEDE PERDONAR?


Podremos dar mil y una razón, pero la verdad es que el pecado es lo que estorba para perdonar. El corazón es
la fuente de todas las acciones y la forma en que vivimos todos los días. Estos pecados detienen que el perdón
sea ejecutado adecuadamente.
Veamos algunos pecados que obstruyen el perdón verdadero y completo:
1
a) Orgullo, soberbia: ¿Por qué me he de humillar perdonando? Es la pregunta que se hace el ofendido. El
orgullo es un pecado detestable en particular por Dios. Pero el da mayor gracia, por esto dice Santiago 4,6 Dios
resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.

b) Deseos de venganza en contra del ofensor: El corazón terrenal anhela desesperadamente que el ofensor
sufra por la agresión que cometió. Pero la reprensión del Padre Eterno nos dice: No os venguéis vosotros
mismos, amados mios….No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. Rom. 12:19,21

c) Una raíz de amargura que ha tomado lugar en el corazón: La falta de perdón ya ha tenido tiempo
para echar raíces de amargura y ahora resulta cada vez más difícil otorgar perdón. Sin embargo Dios
nos sigue llamando a través de la escritura: Rom. 4,31-32 Quítense de vosotros toda amargura, enojo,
ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

d) Actuar con dureza de corazón: Cuando hemos persistido una y otra vez en no atender la voz de
Dios respecto a perdonar al prójimo viene una dureza de corazón que nos hace retroceder en nuestra
relación con Dios, esta dureza solo puede terminar cuando viene un quebrantamiento. Jer. 7,24 Y no
oyeron, ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón
malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante.

e) Dejar pasar la ofensa y ocultar el dolor de la ofensa: Podemos aparentar que somos maduros y más
espirituales que el resto de la iglesia al comportarnos así, sin embargo tarde o temprano nuestra vida
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dará evidencia de esta falta de perdón, solo se irán acumulando más y más heridas en el corazón que
guarda las apariencias y actúa como si todo estuviera bien.

En todas las razones anteriores hay un pecado personal de por medio. Si no lo identificamos
claramente debemos preguntar a Dios: ¿Qué pecado mío me impide perdonar a esa persona? Cuando
lo identifiquemos plenamente, debemos arrepentirnos. Hechos 3, 19 nos dice: Así que arrepentíos y
convertíos para que sean borrados nuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio.

La palabra santa nos dice en Col. 3,12-13 Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo
os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Dios nos hace un gran desafío, así como en Cristo nos perdonó, así debemos hacerlo nosotros
también. Para lograrlo necesitamos vestirnos de una nueva estructura mental, emocional y espiritual,
esforzándonos y teniendo la voluntad de querer tener victoria sobre las heridas de nuestro corazón.

Destacan tres aspectos que debemos practicar, según el texto de colosenses:

1 Practicar el carácter de Jesús: manso y humilde. Esto incluye practicar la misericordia, es decir amar
incondicionalmente, tener un corazón bondadoso, actuar como Cristo actuaría, ser humilde venciendo
el deseo de venganza; ser manso (no violento), tener paciencia para esperar el resultado de practicar
el carácter de Cristo. 2

2 Soportar al agresor: La palabra soportar quiere decir cargar a una persona. El agresor pudo haber
actuado en la ignorancia o con malicia, para el agredido no importa el “porque lo hizo” sino el hecho
de que no tuvo la capacidad de detener la agresión. LA TOLERANCIA ES RESPETAR LA CONDICION DE LA OTRA
PERSONA Y AMARLO INCONDICIONALMENTE, AUN CUANDO ESTEMOS PAGANDO EL PRECIO DE SU DEBILIDAD
(PECADO).

3 Perdonar para olvidar la ofensa: Dar el perdón total es saber que la relación entre el ofendido y el
ofensor está en paz, no hay agravio, pecado o culpa que reclamar. Se renuncia al deseo de venganza
y a olvidar la agresión.

La bendición será total en el momento que decidamos vivir conforme a la escritura: Col. 3,14-15 Y
sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones, a la que asimismo fuistéis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

PIDIENDO PERDON Y RESTITUYENDO

Así como nos han dañado, también nosotros hemos sido instrumentos de maldición para muchas
personas al provocar heridas en otros corazones, sea que lo hayamos hecho con pleno conocimiento
y propósito o sin intención. Es bastante común, que la persona que se acerque a pedirle perdón
también ha sido herida por algún comentario o actitud de usted y como resultado reaccionó
ofendiéndole. Un buen consejo es que a la persona que se acerque a pedirle perdón, también le
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pregunte si alguna vez se ha sentido herida u ofendida por usted y desafortunadamente nos
sorprenderá en muchas ocasiones enterarnos que sí. Y esto presenta la ocasión para pedirse un
perdón mutuo y sanar dos corazones a la vez.

¿Qué debemos hacer para restituir?

Primero es reconocer que hemos dañado a otros. No nos engañemos suponiendo que somos los
únicos heridos. Disponer nuestro corazón para pedir perdón con humildad. A los que tenemos cerca
hacerlo en forma personal, a los que estén lejos a través de algún medio, a los que no se puede
localizar hacerlo como si estuvieran presentes.

Sabemos que no va a ser posible estar en paz con todos los que hemos tenido algún conflicto, la
palabra lo dice en Rom. 12,18 En cuanto de vosotros dependa, haced lo posible por vivir en paz con
todo el mundo. Pero aun esto no es impedimento para que nosotros hagamos nuestra parte de pedir
perdón, el otro es responsable de hacer la suya también y eso ya no nos corresponde, el Señor y Dios
de ambos es el que dará a cada uno su pago según su actuar.

En cuanto a la restitución, ¿Qué debemos restituir? Amor, tiempo, dinero, esfuerzo, compañerismo.
¿Cómo lo hacemos? Con humildad, en el momento que sea posible, debemos esforzarnos por hacerlo
con prontitud. Cuando practicamos el perdón y la restitución seguramente encontraremos una nueva
dimensión en las relaciones personales.

Existen algunas verdades que es necesario mantener vivas y frescas en nuestra mente para que el 3
perdón sea concretado correctamente:

1 Que nosotros también hemos sido perdonado. Ef. 4,31-32 Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

2 Que Cristo ya perdonó ese pecado. Col. 2,13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

3 Qué el pecado es contra Dios y de rebote contra nosotros mismos. La falta de perdón es un pecado
engañoso, nos hace creer que está bien y es justo que no perdonemos porque la ofensa fue grande.
Sin embargo, hemos visto que la falta de perdón es un pecado contra Dios, no hay excusas ni
argumentos “sabios” que justifiquen su permanencia en la vida de un hijo de Dios. Cuando Dios nos
pide perdonar es porque busca nuestra bendición, él está viendo realmente el daño (espiritual y
físico) que causa este pecado en nuestra vida, él no puede ser burlado o engañado por la falta de
perdón, conoce verdaderamente el daño que causa en el corazón del hombre y por eso nos insiste
como Padre amoroso: ¡Perdona! Sal. 51,4 Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo
delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
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4 Que debemos ser humildes para entender la debilidad nuestra y la debilidad del agresor. Cuando
ofendemos es porque cedimos lugar al pecado, fuimos débiles y no lo resistimos con fuerza; lo
mismo es con el agresor, el también fue débil y sucumbió ante el pecado. Gal. 6,1
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

5 No debemos permanecer viendo solo la ofensa cometida a nuestra persona, sino el problema del
pecador con Dios. Activar nuestro corazón en sentir compasión por el ofensor, sentir misericordia
porque no está actuando con juicio delante de los ojos de Dios. Luc. 23,34 Y Jesús decía: Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen.

6 Dar el primer paso para perdonar, no esperar que otros tomen la iniciativa. Dejar de un lado nuestro
“yo” y reconocer que también nosotros hemos ofendido, vencer el orgullo y acercarse con humildad
genuina para solicitar el perdón. 2 Tim. 4,16 En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que
todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.

7 El otorgar y pedir perdón es un acto que debe ser motivado directamente por Dios en nuestro
corazón, lo que no es así, es del diablo y motivo de pecado. Debemos dar un perdón sincero,
verdadero, motivado por el amor de Dios que está en nuestro corazón; también al pedir perdón
debemos hacerlo con veracidad, genuinamente, motivados por el Santo Espíritu. Puede darse el caso
de que nos sintamos desanimados o frustrados al sentir que estamos perdonando y perdonando y
nada cambia con la otra persona, el Señor Jesús lo sabía y aun así pidió que no se retuviera el perdón.
4
Mt. 18:21-22 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que
peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

8 Perdonar de acuerdo al carácter de Cristo. Aquel que no perdona de acuerdo al carácter de Dios, es
decir que no se compromete con el ofensor a usar misericordia, amor y compasión, no está siguiendo
el ejemplo de Cristo y no está tendiendo el sentir que tuvo Cristo Jesús. Fil. 2,4-7 4no mirando cada
uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir
que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres.

OREMOS:

“Querido Jesucristo, sabes que otros me han lastimado. Sabes que mi resentimiento me ha hecho actuar
de una manera que ha sido irrazonable e inútil y poco saludable. Necesito tu poder para liberar y
perdonar a los que me han lastimado y no permitir que eso me controle. Cambia mi dolor por tu paz y
amor. Dios, me doy cuenta de que he lastimado a muchas otras personas con mis hábitos, mis malas
decisiones y mis complejos. Te ruego me perdones por lastimar a otros. Ayúdame a hacer una lista de
aquellos a quienes he dañado y buscar humildemente hacer una enmienda con ellos de la manera
correcta y en el momento adecuado. Jesucristo, quiero reenfocar mi vida en ti. Quiero enfrentar el futuro
con valentía, con amor y paz en mi corazón. Cambia mi resentimiento con tu amor, mi amargura con tu
gracia. Gracias por tu bondad y tu perdón. En el nombre de Jesús. Amén”.

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