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“Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo”

RIESGOS: vivir la fe individualista...


El mensaje de Jesús con estas dos imágenes nos previene de una fe individualista
“Ustedes son la sal de la tierra”:
 Da sabor a los alimentos. Resalta el sabor propio de cada alimento. Un cristiano de verdad da sabor a la vida de
los otros. Su presencia potencia la persona del prójimo. No busca que todos sean iguales a él… sino que el con la
justa medida de su presencia, de sus acciones hará que resalte lo más noble de la personalidad del otro. Ser sal
significa que el cristianismo no es una cosa de cantidad sino de calidad. Una comida sin sal es desabrida y una
comida con cantidad de sal, es incomible. Cada cristiano por la calidad de su vida, por la fidelidad al Evangelio
otorga la sazón justa para que la vida de los otros tenga sabor.

 La sal está hecha para mezclarse. la sal está hecha para mezclase, casi deshacerse a sí misma. El cristiano está
llamado a mezclarse entre los demás. Cristo se deshizo a sí mismo, se mezcló entre los pecadores. Por ello no fue
comprendido, por ello incomodaba. La sal conserva los alimentos. Esa sangre derramada en la cruz es la sal más
pura derramada en favor de la humanidad.

 La sal conserva los alimentos. En un mundo tan corrompido, urge cristiano de calidad. Hay una tendencia a la
relajación. Es ser capaz de resistir. Es ejercer el AGERE CONTRA. La presencia cristiana verdadera y de calidad,
previene la corrupción. Tanta corrupción nos habla de un cristianismo mediocre. No porque seamos los mejores.
Sino porque hemos sido rescatado por Cristo desde nuestra imperfección, somos enfermos sanados, pecadores
perdonados, caídos levantados. Por eso señalamos a Cristo como único camino verdad y vida.

 La sal tiene un efecto sanador. La sal sana las heridas, junto con el agua. Sirve para sanar. Sabemos que
escuece, pero sana.

“Ustedes son la luz del mundo”:


 La luz alguien la enciende. Aquel que cree que ilumina por si mismo está equivocado. Ser luz no es creerse sabio,
sino que dejarse encender por Cristo, para que su luz brille a través nuestro en la oscuridad. La luz no se enciende
para sí misma, sino para iluminar a lo que está alrededor. Somos luz reflejada. La luz de Cristo se refleja en
nosotros.

 No podemos confundir dar luz con ir a lucirnos.


LA PRIMERA LECTURA COMO MANERA PARA SER SAL Y LUZ

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