Está en la página 1de 2

SERMÓN CUARTA SEMANA DESPUÉS DE EPIFANÍA.

“LUTERANOS…¿POR QUÉ NO VINIERON ANTES?” Viña.


“IDENTIDAD PARA MOSTRAR”. Valparaíso.

Lectura del Evangelio:

Les anuncio la Buena nueva de Jesucristo, según aparece en el Evangelio


de Mateo 5:1-12; 13-16.
Hasta aquí La lectura del Santo Evangelio, esta es Palabra de Dios, Amén.

«Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sean con cada uno de ustedes.

Introducción.

Nos situamos el denominado Sermón del Monte, el primer discurso de Jesús


dirigido a una Multitud. Es un sermón muy extenso, en que la gente estuvo
probablemente horas escuchando las palabras de Jesús.
Y en los primeros 16 versículos del capítulo 5 Jesús declara quienes somos.

1.- Somos Felices.

Comienza Jesús declarando quiénes son los bienaventurados o Felices, pero


felices no a modo de sentimiento, sino de reconocimiento. Se utilizaban en los
epitafios, para describir la feliz vida que llevó una persona.
En las bienaventuranzas encontramos un contraste con la falsa felicidad,
pues ahora los bienes seculares son secundarios respecto al bien supremo del
reino.
La verdadera felicidad no es para los ricos y seguros, sino para los pobres y
oprimidos, que solo son ricos en compasión, pureza y paz.
Al mencionar Jesús quiénes son los felices hace una lista que si ponemos
atención, en muchas de ellas, sino todas. Podemos ver reflejada a nuestra
comunidad. A modo de ejemplo:
_______________________________________________________.
Pero este reconocimiento, estas felicitaciones, no son meramente para
ponerlas en nuestra tumba, no basta solo con ser un bienaventurado, sino que
continúa Jesús declarando que no solo somos felices sino también sal de la tierra y
luz del mundo.

2.- Somos Sal.

La sal era importante en el antiguo mundo de la religión como símbolo de


durabilidad y valor, y también en la celebración de pactos entre las personas o
pueblos. (Cfr: Ex. 30:35, Lv. 2:13, Ez 43:21, Nm 18:19).
¿Cuánto dura la sal? La sal como tal no caduca, se usa como conservante
para que otros productos alimenticios no se hagan malos. Cuando no existía el
refrigerador era la forma de conservación de ciertos alimentos.
Jesús nos llama ahora sal de la tierra, tierra como lugar de morada del
hombre, no aquello con lo que juegan los niños.
Somos entonces, aquellos que dan sabor a éste mundo, los que perduran en
el tiempo, los que añaden valor a la humanidad.
¿Cómo estamos dando valor a la sociedad como comunidad y como
individuos?

3.- Somos Luz.

Finalmente, señala Jesús que somos la Luz del Mundo, se refiere a la luz del
día, la luz del sol, la brillantez, la luminosidad o la lámpara para el mundo.
La luz es tanto un medio como un objeto para la vista. Nos capacita para
captar el mundo y dominarlo; ver la luz es vivir. La luz trae libertad, liberación y
esperanza. Denota lo que públicamente es conocido, y es un recurso constante en
el Nuevo Testamento como señal de lo divino.
Pero la luz que nos llama a ser Dios, en éste caso no es solamente de la
tierra, sino del mundo, el mundo entendido como Cosmos, el universo. Se extiende
por tanto a toda la creación de Dios.
Con ésta última referencia a nuestro ser, Dios nos llama a mostrarnos y no a
escondernos. No procede entonces un cristianismo personal, una fe calladita,
introspectiva y hacia dentro. Sino que todo el mundo debe saber de nuestra fe, toda
la creación debe conocer de nuestro seguimiento a Jesús y de su Reino. La iglesia
Luterana en Valparaíso, no se puede esconder debe ser conocida por todos y todas,
debe alumbrar al mundo con su luz, para que la gente pueda acercarse a Jesucristo
y glorificar a Dios el Padre.

Conclusión.

Amados en el Señor, Cristo nos ha dotado de una identidad, somos felices,


somos sal, somos luz. Y la identidad es para mostrarla, para reconocerse a uno
mismo como parte de la comunidad de los felices, la comunidad de aquellos que
perduran, que añaden valor a los demás, y una comunidad que no se puede
esconder pues es luz para todo el mundo.
Seamos entonces responsables por ésta identidad que Cristo nos ha dado, y
pongamos manos a la obra para compartir el evangelio a nuestro prójimo.

«Que Dios ilumine nuestros corazones, para que podamos conocer la esperanza a
la que hemos sido llamados… y la extraordinaria grandeza del poder con que Él
obra en nosotros. Amén»

También podría gustarte