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FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Dios siendo uno, es tres personas a la
vez. Más que comprender, esto nos permite acércanos al misterio. Y la trinidad nos
acerca, a una cuestión particular, …. Estamos juntos, pero podemos estar solos, pero
podemos estar separado, pero podemos estar juntos.

Podemos comprender que nunca estamos solo.. cuando nos damos por los demás.. Dios
siendo todo, lo entregó todo, el misterio, nos abre a la totalidad y a la plenitud.. en ese
misterio está la plenitud, cuando la solidaridad…. Que se refleje que la unidad y la
comunidad…

Nos es fácil de entender, pero se puede vivirñ

Nunca estamos solos, cuando

Jesús: nos ha dado a conocer el rostro de Dios como Padre Misericordioso; se presentó a
si mismo, hombre verdadero como hijo de Dios y la Palabra del Padre, como el Salvador
que da su vida por nosotros; y ha hablado del Espíritu Santo que procede del Padre y
del Hijo, Espíritu de verdad, espíritu paráclito.

Cultivar la unidad en la diversidad.

En numerosas ocasiones, la liturgia repite la fórmula “Gloria al Padre, al Hijo y al


Espíritu Santo”. Es fácil caer en la rutina y rezarla mecánicamente. Hoy es el día más
indicado para darle todo su valor, igual que a la recitación del Gloria, que se extiende
en la alabanza del Padre y del Hijo (aunque al Espíritu solo lo menciona de pasada.
. Nuestra fe en la Trinidad nos debe impulsar a la realización de lo que
ella significa

En la liturgia de la Eucaristía abundan las referencias a la Santísima Trinidad:

 “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión


del Espíritu Santo estén con ustedes”, es el saludo del celebrante
después de hacer la señal de la cruz invocando a Dios uno y trino.
 En el himno del “Gloria”, que se reza o canta los días domingos y
festivos, alabamos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
 En la oración anterior a las lecturas invocamos al Hijo, que vive y reina
con el Padre en la unidad del Espíritu Santo, y en el Credo proclamamos
nuestra fe en la Santísima Trinidad.
 Después de la alabanza al tres veces Santo, el celebrante le pide a Dios
Padre que santifique con su Espíritu el pan y el vino para que sean el
Cuerpo y la Sangre de Cristo.
 Al terminar la plegaria eucarística, reconocemos la gloria de Dios trino:
“Por Cristo, con Él y en Él...”
 Y al finalizar la Eucaristía, el celebrante da la bendición de Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

: “Por Cristo, con Él y en Él...”

Y al finalizar la Eucaristía, el celebrante da la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu


Santo.

Joseph Ratzinger, quien luego sería el papa Benedicto XVI (2005-2013), en su libro
titulado El Dios de los Cristianos, escribió: “¿Cuántas veces hemos hecho la señal de la
cruz sin recapacitar? Pues bien, otras tantas hemos invocado al Dios trino y uno. Por su
sentido originario, esa invocación es renovación bautismal, aceptación de las palabras
con las que nos hicimos cristianos y apropiación de lo que, en el bautismo, se infundió
en nuestra vida. En aquella ocasión se derramó agua sobre nosotros mientras eran
pronunciadas las palabras: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo”.

Renovemos nuestra fe en el misterio de Dios, reactivando nuestro compromiso de


realizar lo que significa que, por haber sido creados a su imagen, también nosotros,
empezando por la familia, llamada a seguir el modelo de la unidad trinitaria,
cumplamos cada día mejor la voluntad de Dios uno y trino, que quiere que seamos, y
nos hace posible ser, si lo dejamos obrar en nuestra vida, una auténtica comunidad de
Amor.

Un Misterio que nos acompaña siempre

La vida cristiana se desarrolla totalmente en el signo y en presencia de la Trinidad. Al


inicio de nuestro ser cristianos, fuimos bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo» y al final, de nuestra vida también se invocará a la Trinidad, “en el
Nombre de Dios, el Padre omnipotente que te ha creado, en el nombre de Jesucristo que
te ha redimido, y en el nombre del Espíritu Santo que te santifica».

Entre estos dos momentos extremos, se enmarcan todos los otros que vamos viviendo a
lo largo de nuestras jornadas y que siempre realizamos en su nombre. En la liturgia de
la Iglesia toda oración que se realiza en este nombre. No es éste un misterio remoto e
irrelevante, sino más bien fundante de nuestra fe y existir como cristianos.
Ninguna filosofía puede desvelar el misterio de la vida trinitaria, como tampoco
ninguna inteligencia humana por más perfecta que sea, puede llegar a la compresión de
este Misterio.

1. Nuestra gratitud a Jesucristo que es el revelador de la Santisima Trinidad y el


espíritu santo, es aquel que nos va dando más capacidad de entender la
revelación que jesus nos había.
2. Nuestra respuesta es : la gratitud y la atención a Jesucristo.
3.

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