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¿SERÁN MUCHOS O POCOS LOS QUE SE SALVEN?

No es difícil intuir la razón que ha llevado a Lucas a insertar en su evangelio palabras tan
duras. En sus comunidades se han infiltrado la laxitud, el cansancio, la presunción de estar en
excelentes relaciones con Dios, la arrogante convicción de que bastan los buenos propósitos
para obtener la Salvación a buen precio. Lucas se da cuenta de que muchos cristianos corren
el riesgo de quedar excluidos del reino y se siente en el deber de desenmascarar el falso
optimismo que se ha extendido.

En el evangelio de la misa del domingo 21 del Tiempo Ordinario, ciclo "c", preguntan a Jesús: «Señor,
¿serán pocos los que se salven?». Pregunta que sigue siendo actual y a la que Jesús no responde.
De hecho, lo que Jesús contesta es: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha». Es decir: «No andéis
dando vueltas a esas preguntas, mirando lo que hacen los demás y qué será de ellos. Vosotros haced lo
que está en vuestras manos y dejad lo demás en manos de Dios».
En su contexto original, la pregunta tenía unas connotaciones concretas. Quien la hace era un judío y ellos
estaban convencidos de que se salvarían por ser descendientes de Abrahán, miembros del pueblo
elegido. La intención de la pregunta es saber si muchos o pocos no judíos se salvarán también.
Jesús dice que no basta con pertenecer a un pueblo o a una raza para tener automáticamente la
salvación, que cada uno debe acogerla personalmente.
La tentación, ayer como hoy, es pensar que nosotros somos los buenos y los que «no son de los
nuestros», los malos.
Por eso Jesús advierte que nadie está seguro y que muchos que consideramos últimos (alejados,
pecadores, que no merecen la salvación) pueden precedernos en el reino de los cielos.
En lugar de mirar lo que los otros hacen y juzgar si ellos merecen o no ser salvados , pongamos atención
en lo que cada uno de nosotros está llamado a hacer y pongamos nuestra vida y la de los demás en las
manos del Señor.

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