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Se denomina Romancero viejo al conjunto de romances recogidos y publicados durante el siglo XV, XVI
y parte del XVII. El romance tradicional fue una manifestación amplia de la poesía folclórica hispánica en
respuesta a la llamada balada europea. De acuerdo con el momento histórico en el que se publican y
recogen estas composiciones, los estudios literarios hispánicos han optado por dividir este género en dos: el
romancero viejo y el romancero de tradición oral moderna, o también conocido como el Romancero nuevo.
Aunque existen diferencias notables entre los textos romancescos de ambas recolecciones, las semejanzas
en cuanto a su estilo y la repetición de ciertos temas y motivos han permitido asegurar que se trata de un
mismo género; simplemente el paso del tiempo y su fuerte carácter oral de transmisión han hecho que
muchos de los romances sufran contaminaciones y modificaciones de acuerdo a la época en la que se han
recogido.
Índice
Fuentes
Pliegos sueltos
Cancioneros
Otras fuentes
Ediciones
Formas del romancero viejo
Métrica
Tirada y estrofa
Rima
Estribillo
Estructura interna
Temáticas principales
Clasificaciones
Tradición oral
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Fuentes
La popularización del romance durante el siglo XV generó un gran
interés por la publicación y la recopilación de estas composiciones
transmitidas originalmente de forma oral. Los testimonios más antiguos
conocidos de este género están recogidos principalmente en dos tipos de
fuentes: los pliegos sueltos y los cancioneros castellanos.
Pliegos sueltos
Cancioneros
Otras fuentes
Para Mercedes Díaz Roig,4 la importancia de estas fuentes reside no solo en el origen medieval de estas
composiciones, sino también en que evidencian una característica fundamental del romancero: su calidad de
poesía tradicional. Las variantes que se encuentran en las diversas composiciones, algunas debidas a la
transmisión oral y otras al paso del tiempo, dan cuenta del carácter folclórico y popular que tienen los
romances y que han hecho que su conservación sea posible. Al fijar su carácter tradicional, no solo se
evocan su antigüedad y su circunscripción en una tradición literaria, sino que además se ve la vigencia del
género en cualquier época al permitir incorporar diversas variantes cortesanas, tradicionales y populares.
Ediciones
Hacia mediados del siglo XVI el Romancero estaba constituido como un género de moda. Paloma Díaz-
Mas1 señala cómo este género estaba presente en la cotidianidad, tanto en el ámbito cortés como en el
popular. Se estima que la mayoría de las personas conocían algunos romances, los cantaban
y ocasionalmente los acompañaban con instrumentos musicales, como la vihuela. De igual forma, estos
eran leídos en pliegos sueltos e incluso copiados para uso personal, por lo que no es de extrañar que con el
tiempo se empezaran a publicar libros exclusivamente dedicados a los romances.
Algunas de las primeras publicaciones en las que se encontraron romances escritos, a manera de pretextos
para glosas y contrahechuras de poetas cortesanos, fueron:
Portada de
Romancero
historiado de Alcalá.
Métrica
Se ha considerado que los romances estaban conformados por versos monorrimos de dieciséis sílabas, si su
origen es de tipo épico, o por versos octosílabos con rima asonante en los versos pares, si su procedencia es
lírica. Según la idea defendida por Milá y Fontanals,15 Menéndez Pelayo,16 Andrés Bello y Menéndez
Pidal,17 el romance sería un desgajamiento de la canción de gesta que los juglares habrían hecho al extraer
los momentos clímax de las narraciones que más agradaban al público. En esos romances primitivos épicos
de estilo juglar, la métrica era oscilante; su tradicionalización fue reduciendo la extensión, dándoles
tonalidades cada vez más líricas y dramáticas. La balada europea, en auge durante el siglo XIV, contribuyó
a que la oscilación métrica propia de la épica empezara a ceder, lo que reguló el verso largo de dieciséis
sílabas al doble octosílabo que se conoce actualmente.
Tirada y estrofa
Según los partidarios del origen épico o lírico de los romances, la tirada varía de acuerdo al tema tratado en
cada uno de ellos. Según Díaz Roig,14 el estrofismo parece no ser más que una invención de los músicos
del siglo XVI que buscaban ajustar la letra de la composición a la música con la que se cantaban algunos de
estos textos.
Rima
La rima propia de este género es la asonante. En los romanceros viejos esta regla es completamente estricta,
a diferencia de los de tradición oral actual, o romances nuevos, donde aparecen algunas veces versos con
rima consonante.
Las asonancias más comunes son las llanas (ía, áa, áo); las que les siguen son las agudas (á, é y ó); y
suelen ser frecuentes las rimas en éa y áo, en comparación con las asonancias ío, í y óe.
Estribillo
Esta adición de origen lírico que poseen algunos romances que fueron adaptados para el canto parece
resaltar el carácter musical con el que fueron usados en las cortes. Usualmente, no marca una división
conceptual entre los versos, como lo hacían las canciones gallegoportuguesas o los villancicos castellanos,
sino que acentúa su musicalidad y lirismo. Uno de los ejemplos más conocidos de este tipo de romances es
el de La pérdida de Alhama, en el cual el estribillo funciona como refuerzo dramático del momento en el
que la Alhambra cae a manos de los cristianos. Esta adición no marca ningún cambio conceptual a lo largo
del romance, solo refuerza el lamento de la pérdida que sufren los moros en ese momento.
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—
—¡Ay de mi Alhama!—.
Estructura interna
Los romances pocas veces se presentan como una narración pura en tercera persona. Por lo general,
contienen una mezcla de narración y diálogos que confieren al poema una organización particular, en la
cual los hechos narrados se acentúan a través de los diálogos.
Menéndez Pidal17 propone dos maneras de ver la estructura del romance: la primera, el romance-diálogo;
y la segunda, el romance narrativo. Di Stefano13 discute esta clasificación considerando que, además de
que un romance se puede identificar por su mera descripción, se debe tratar más a fondo otros elementos,
como el tiempo, el espacio, la narración, etc. Este último propone dos maneras diferentes de organizar el
relato: la estructura alfa y la estructura omega.18
Temáticas principales
Este tipo de composición admitió que se hablara sobre una gran variedad de temas: desde las guerras, las
rebeliones y las traiciones, hasta el amor, el adulterio, la fidelidad, el heroísmo, la aventura y la muerte, por
nombrar algunos. Estos motivos suelen ser repetitivos en los romances viejos, pero cada composición los
trata de manera única y particular. Algunas de las fuentes que tomaron estos elementos están relacionadas
con la historia de España, la épica francesa, algunos cuentos y leyendas folclóricas, temas propios de la
balada europea y, la mayoría de ellas, con varios elementos de la imaginación del poeta que recogía de su
propio entorno.
Clasificaciones
Aunque se han hecho otras clasificaciones, en las que se incluyen también los romances nuevos, Mercedes
Díaz Roig4 enfatiza que hasta el momento todo intento de clasificar este género ha sido una labor
imperfecta si comprendemos que las temáticas, su origen y su tratamiento estarían presentes en muchas
composiciones al mismo tiempo. Un romance clasificado como histórico puede, a la vez, hablar de temas
fronterizos y tener un componente épico o novelesco. Así mismo, muchos de los llamados romances
novelescos tienen como base relatos históricos o textos de origen caballeresco.
Un ejemplo del modo como un romance se clasifica de manera arbitraria de acuerdo a los criterios del
editor o compilador es el romance del El Cid y Búcar,20 el cual pasó de ser un romance épico en las
versiones publicadas en el siglo XVI a un romance novelesco en las versiones modernas del siglo XIX.13
Tradición oral
Díaz Roig4 señala que el romance, como género poético, esta sometido a las dos fuerzas que rigen la lírica
popular: la conservación de sus contenidos y la renovación de sus formas. Las distintas versiones que tiene
un romancero son el resultado de múltiples contactos con el ámbito popular y de su transmisión oral a
través del tiempo. La conservación permite que una composición se mantenga viva en la memoria colectiva
de una sociedad durante años, incluso siglos, pasando de generación en generación a través de los relatos
familiares y sociales. En la mayoría de las culturas se tiende a repetir lo heredado como símbolo de
apropiación de una identidad que define su propia tradición. Pero al mismo tiempo, existe una necesidad y
un deseo en las mismas sociedades (ya sea consiente o inconsciente) por renovar y mejorar lo que se tiene,
transformando las mismas composiciones que se han conservado en otros textos, a veces muy similares,
pero con variantes propias de una época.
Así, la gama de transformaciones que han sufrido los romances son infinitas, puesto que infinitas son las
capacidades y las características de las distintas sociedades y culturas en las que se han transmitido estas
composiciones. Para algunos no es importante las características formales, para otros los contenidos; unos
mantienen los temas y otros los cambian de acuerdo a los hechos que viven en su momento. Es tal la
variabilidad y plasticidad que tiene el romance que se ajusta a su entorno y aun así conserva lo más propio
de su forma. De esta manera, para Díaz Roig "el romance cambia y permanece, varía y queda el mismo,
porque la historia rara vez se pierde; puede acortarse o alargarse y también, aunque no es frecuente,
convertirse en un romance diferente".14
Todo este trabajo de la tradición solo es posible gracias a que en la conciencia de las personas se sabe que
un texto popular no pertenece a nadie, y como tal, al aprenderse, se toma como si fuera propio. La
incorporación de estas formas líricas al pensamiento social es lo que permite que siga vigente este género
hoy en día, desarrollándose y transformándose a medida que sigue transmitiéndose a las generaciones
futuras.
Referencias
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Bibliografía
Colecciones de romances viejos en ediciones modernas
Enlaces externos
Wikisource contiene una colección sobre El romancero viejo.
Aul@Medieval (https://parnaseo.uv.es/AulaMedieval/AulaMedieval.php?valor=txtcorpus&le
ngua=es): Portal de Literatura Medieval Española dirigido a la comunidad universitaria.
Biblioteca Digital Hispánica (http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inic
io/index.html): repositorio de varias ediciones del romancero viejo.
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/romancer
o-viejo--0/html/): colección del romancero viejo.
Fundación Ramón Menéndez Pidal (http://www.fundacionramonmenendezpidal.org/el-roma
ncero/): página sobre estudios y textos del romance tradicional.
Fundación Universitaria Española (http://www.fuesp.com/litnet/referencias.php?tipo=materia
s&idcodigo=1.1.8.&titulo=HISTORIA%20DE%20LA%20LITERATURA%20ESPA%D1OL
A%20-%20Fuentes%20Generales%20-%20Bases%20de%20Datos): Portal de acceso a
recursos de Literatura Española e Hispanoamericana en internet.
Hispanomedievalismo (https://www.waldemoheno.net/recursos.html): recursos en Literatura
en línea (Lillian von der Waldo Moheno).
Proyecto sobre el Romancero Pan-Hispánico (https://depts.washington.edu/hisprom/):
Portal en el que se encuentra bibliografía, base de datos textual y archivo sonoro sobre el
romancero.
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