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5° Semestre | Filosofía
Prof. Juan Luis Martínez Zamacona
Sócrates, se había sentido admirado y hasta llego a sentir algo de envidia por este
tipo de artistas, a causa de su profesión. Por las ventajas que tenían como utilizar
ropa espléndida, y al mismo tiempo un estudio continuo de una multitud de
excelentes poetas (como Homero). Además, decía que jamás será buen recitador
el que no tenga conocimiento de las palabras del poeta, porque los que le
escuchan, es el intérprete del pensamiento de aquél; función que le es imposible
desempeñar, si no sabe lo que el poeta ha querido decir.
Sócrates considera que aquello que permite a Ion proclamar tantos y bellos
poemas sobre Homero se debe a una fuerza divina; todos estos poemas no son
de factura humana ni hechos por los hombres, sino divinos y creados por los
dioses, de ahí que los poetas sean intérpretes de los dioses.
Por lo que recurrió al ejemplo del imán y su capacidad de atracción a los artículos
de metal que se le acercan, para demostrar cómo el poeta y el rapsoda “hablan no
en virtud de su sabiduría, sino en virtud de una inspiración divina que se transmite
de la divinidad al poeta, del poeta al rapsoda, del rapsoda al oyente.” Repetir lo
que otros dijeron, a pesar de representarlo con absoluta perfección, no es
sabiduría.
Sócrates piensa que los poetas (y artistas en general) simplemente son intérpretes
de los intérpretes de los dioses. Es un Sócrates un tanto burlón, criticón y un tanto
orgulloso, ya que él no considera como una fuente confiable o como sabios;
considera que son subjetivos y poseen conocimientos que no tienen. Platón, a mi
punto de vista, plasma a un Sócrates objetivo, buscando la verdad por medio de
su método. Un Sócrates sabio (a pesar que él sostenía que sabe que no sabe
nada).
Alumno: Israel Emiliano Gutiérrez Rabelo
5° Semestre | Filosofía
Prof. Juan Luis Martínez Zamacona