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1.

- Localización del texto


El texto propuesto es un romance anónimo de tradición oral, cuyo
origen se sitúa en la Edad Media, en torno al siglo XIV.

A mediados de ese siglo triunfa la poesía cortesana, cultivada en el


ámbito de las cortes y palacios por trovadores e incluso por los
propios nobles. Se trata de una lírica culta en castellano, cuya
temática gira predominantemente en torno al amor cortés.
Algunos de sus autores, bajo la influencia del humanismo italiano,
comienzan a manifestar su orgullo creador firmando sus obras; tal
es el caso de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana,
Juan de Mena o Jorge Manrique. Muchas de estas
composiciones se recogen por escrito en cancioneros
recopilatorios, como el de Baena o el de Estúñiga.
Pero junto a esta lírica cortesana encontramos
también composiciones de carácter popular y autoría desconocida,
como villancicos, endechas, zéjeles… que hasta entonces se
habían transmitido de forma oral, y que ahora aparecen
mezcladas con poemas que, a imitación de aquellas, realizan los
poetas cortesanos.
Entre tales composiciones de carácter popular hay
también romances. Los primitivos solían tener un contenido
narrativo y parece que podrían proceder de la fragmentación de
los larguísimos cantares de gesta: al pasarse estos de moda, el
pueblo fue memorizando sólo los episodios más interesantes y
transmitiéndolos oralmente (de ahí las muy distintas versiones de
un mismo poema); más tarde, los juglares los fueron
incorporando a su repertorio y compusieron nuevos, a imitación
de los tradicionales. Finalmente, unos y otros se recogieron por
escrito en recopilaciones, confundiéndose así los populares con
los juglarescos.
Estaríamos a mediados del siglo XV y el decisivo papel que
desempeñan los juglares en todo este proceso, tanto de creación
como de transmisión, hace que este conjunto de composiciones
se agrupe bajo la denominación genérica de “mester de juglaría”,
frente al “mester de clerecía”, que estudiamos en el post
dedicado a Gonzalo de Berceo.
A raíz de la invención de la imprenta, los romances se difundirán
rápidamente, en muchas ocasiones acompañados de la notación
de la música con que se suelen cantar. Y si hasta entonces lo
habitual era que los ciegos los incluyeran en sus repertorios,
cantándolos por las plazas de los pueblos, a partir de su
impresión en papel comenzarán a venderse también en pliegos
sueltos. De este modo, ya en la primera mitad del siglo XVI,
encontramos el Cancionero general, compilado por Hernando del
Castillo, que contiene cincuenta romances, y el Cancionero de
romances, de Martín Nuncio, que incluye ciento cincuenta.
Este corpus de romances tradicionales y juglarescos constituyen
lo que llamamos el “Romancero viejo”.
Durante el siglo XVII, se añade a este el llamado ”Romancero
nuevo”, integrado por los romances compuestos por autores
como Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, etc. a
imitación de los de tradición popular.

Así pues, desde el punto de vista de su génesis, los romances


pueden dividirse en dos grandes grupos:

 Romancero viejo: entre mediados del siglo XIV y principios del XVI. A
su vez se subdivide en:
 Romances tradicionales, provenientes de los cantares de gesta.
 Romances juglarescos.
 Romancero nuevo: romances artísticos creados por autores de finales del
siglo XVI y del siglo XVII.
La gran variedad de temas y motivos dificulta una clasificación de
los romances atendiendo a su contenido: el amor, las pasiones, la
guerra, los conflictos con la autoridad (real, señorial, paterna…),
el heroísmo, la muerte, el lamento del prisionero, las cuitas de la
malcasada… Por ello, numerosos romances pueden ser
encuadrados en diferentes tipologías temáticas al mismo tiempo.
 La mayor parte de los romances tradicionales procede, como ha
quedado ya señalado, de la fragmentación de cantares de gesta,
relacionados especialmente con personajes de la Reconquista: el Cid,
don Rodrigo, Bernardo del Carpio, Fernán González, los siete Infantes
de Lara, etc.
 Los romances juglarescos atienden a una temática muy diversa:
 La mayoría son de carácter histórico, y su contenido está relacionado
con episodios de las cortes a las que los juglares pertenecían,
generalmente con un propósito propagandístico: luchas internas entre
familias cristianas, intrigas entre los miembros de la corte…
 También encontramos contenidos relacionados con las luchas y la
convivencia (amorosa en ocasiones) que se desarrollan entre
cristianos y los moros en la frontera, especialmente en la etapa final
de la Reconquista.
 Son asimismo frecuentes los contenidos de carácter novelesco:
amores, dramas, conflictos familiares, etc.
 Hay romances líricos, de contenido sentimental, descriptivo, etc.
 Por último, hay que citar los romances que se inspiran en temas
legendarios relacionados con Carlomagno o el rey Arturo, o en temas
clásicos, bíblicos o incluso mitológicos.
2.- Determinación del tema
El Romance del conde Olinos trata sobre el triunfo del amor, por
encima de cualquier obstáculo que pudiera surgir frente a la
voluntad de los amantes: desde la oposición familiar hasta la
propia muerte.
3.- Distribución de su estructura y resumen de su argumento.
 En los versos 1-16 se nos presenta al conde Olinos, cantando un cantar
tan bello, que tiene el poder de atraer a cuantos lo escuchan.

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