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Día 117 de 365

JUECES 07 Progreso: 32.1 %

La reducción del ejército de Gedeón Lectura de hoy:


Jueces 07 y 08
1 A la mañana siguiente, Ierubaal –es decir, Gedeón– se Salmo 118
levantó de madrugada con la gente que lo acompañaba, y Santiago 03
acamparon en En Jaród. Madián había acampado más al norte,
al pie de la colina de Moré, sobre el valle.

2 Entonces el Señor dijo a Gedeón: "La gente que te acompaña es demasiado numerosa
para que yo ponga a Madián en sus manos. No quiero que Israel se gloríe a expensas
mías, diciendo: ‘Es mi mano la que me salvó’.

3 Por eso, proclama a oídos del pueblo: ‘El que tenga miedo o tiemble, que se vuelva’".
Así Gedeón los puso a prueba, y veintidós mil hombres se volvieron, quedando sólo diez
mil.

4 Luego el Señor dijo a Gedeón: "Hay todavía demasiada gente; ordénales que bajen
hasta el borde del agua, y allí te los pondré a prueba. Irán contigo solamente los que yo
te indique; los otros no te acompañarán".

5 Gedeón hizo que la gente bajara hasta el agua, y el Señor le dijo: "A todos los que
beban con la lengua, como lamen los perros, los pondrás de un lado; y a todos los que
se arrodillen para beber, los pondrás del otro".

6 Los que lamieron el agua llevándosela a la boca, fueron trescientos; el resto de la


tropa, en cambio, se arrodilló para beber.

7 El Señor dijo a Gedeón: "Yo los voy a salvar con estos trescientos hombres y pondré a
Madián en tus manos. Que el grueso de la tropa regrese cada uno a su casa".

8 Los trescientos hombres recogieron los cántaros de toda la tropa, y también sus
trompetas, mientras Gedeón despedía a los otros israelitas, quedándose sólo con esos
trescientos. El campamento de Madián estaba en el valle, debajo del suyo.

Presagio de la victoria

9 Aquella noche, el Señor dijo a Gedeón: "Baja ahora mismo contra el campamento de
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Madián, porque lo he puesto en tus manos.

10 Si tienes miedo de atacar, baja tú primero con tu servidor Purá 11y escucha lo que
dicen. Así tendrás valor y atacarás el campamento". Gedeón bajó acompañado de Purá,
su servidor, hasta el extremo del campamento, donde estaban los puestos de guardia.

12 Madián, Amalec y todos los Orientales que habían irrumpido en el valle eran
numerosos como langostas, y sus camellos eran incontables, como la arena de la playa.

13 Cuando llegó Gedeón, oyó que un hombre le estaba contando un sueño a su


compañero. "Tuve un sueño, le decía; vi que una galleta de cebada venía rodando por el
campamento de Madián. Al llegar a una carpa, chocó contra ella y la volteó, de manera
que la carpa cayó por tierra".

14 Su compañero le respondió: "Esto no significa otra cosa que la espada de Gedeón,


hijo de Joás, el hombre de Israel. Dios ha puesto en sus manos a Madián y todo su
campamento".

15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se postró para adorar.
Luego regresó al campamento de Israel, y dijo: "¡Arriba! El Señor ha puesto en manos
de ustedes el campamento de Madián".

Derrota y persecución de Madián

16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos, y distribuyó entre ellos
trompetas y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros.

17 Después dijo: "Fíjense bien en lo que yo hago, y hagan ustedes lo mismo. Cuando
llegue al extremo del campamento, hagan lo mismo que yo.

18 Yo y todos mis compañeros tocaremos las trompetas; entonces también ustedes


tocarán las trompetas alrededor del campamento y gritarán: ‘¡Por el Señor y por
Gedeón!’".

19 Gedeón y los cien hombres que lo acompañaban llegaron al extremo del


campamento al comienzo de la guardia de la medianoche. Cuando se acababa de hacer
el relevo de los centinelas, ellos tocaron las trompetas y rompieron los cántaros que
llevaban en la mano.

20 Los tres cuerpos de la tropa hicieron lo mismo. Tenían las antorchas en la mano
izquierda, y con la derecha tocaban las trompetas. Y todos gritaban: "¡Por el Señor y
por Gedeón!".

21 Cada uno permanecía quieto en su respectivo lugar, alrededor del campamento.


Entonces se despertó todo el campamento, y se dieron a la fuga lanzando alaridos.

22 Mientras los trescientos hombres tocaban las trompetas, el Señor hizo que en todo el
campamento volvieran la espada unos contra otros. La tropa huyó hasta Bet Sitá, hacia
Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá, frente a Tabat.

23 Entonces se reunieron los hombres de Israel, procedentes de Neftalí, de Aser y de


todo Manasés, y persiguieron a Madián.

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24 Gedeón envió mensajeros por toda la montaña de Efraím, para que dijeran: "Bajen
al encuentro de Madián y ocupen antes que ellos los vados hasta Bet Bará y el Jordán".
Los hombres de Efraím se reunieron y ocuparon los vados hasta Bet Bará y el Jordán.

25 Así tomaron prisioneros a los dos jefes madianitas, Oreb y Zeeb; al primero lo
mataron en la peña de Oreb, y al segundo, en el lagar de Zeeb. Luego de perseguir a
Madián, presentaron a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán, las cabezas de Oreb
y Zeeb.

JUECES 08
Reproche de Efraím a Gedeón

1 La gente de Efraím dijo a Gedeón: "¿Qué nos has hecho? ¿Por qué no nos llamaste
cuando fuiste a combatir contra Madián?". Y se lo reprocharon violentamente.

2 Pero él les respondió: "¿Qué hice yo comparado con lo que hicieron ustedes? Un solo
racimo de Efraím vale más que toda la vendimia de Abiézer.

3 Dios puso en manos de ustedes a los jefes de Madián, Oreb y Zeeb. Comparado con
esto, ¿qué he logrado hacer yo?". Después que les dijo estas palabras, se calmó su
animosidad contra él.

Persecución y derrotade Zébaj y Salmuná

4 Gedeón llegó hasta el Jordán y lo cruzó. Él y los trescientos hombres que lo


acompañaban estaban cansados y hambrientos.

5 Entonces dijo a la gente de Sucot: "Por favor, traigan un poco de pan para la tropa
que me acompaña, porque están agotados de cansancio, y yo estoy persiguiendo a
Zébaj y a Salmuná, reyes de Madián".

6 Pero los jefes de Sucot le respondieron: "¿Acaso tienes prisioneros a Zébaj y a


Salmuná para que le demos pan a tu ejército?".

7 "Está bien, respondió Gedeón; cuando el Señor ponga en mis manos a Zébaj y a
Salmuná, desgarraré la carne de ustedes con espinas y cardos del desierto".

8 De allí subió a Penuel y les hizo el mismo pedido. Pero la gente de Penuel le respondió
lo mismo que la gente de Sucot.

9 Entonces Gedeón dijo a los de Penuel: "Cuando vuelva victorioso, derribaré esta
torre".

10 Zébaj y Salmuná estaban en Carcor con su ejército. Eran unos quince mil hombres,
es decir, todos los sobrevivientes del campamento de los Orientales. Los que habían
caído eran ciento veinte mil armados de espada.

11 Gedeón subió por el camino de los nómadas, al este de Nóbaj y de Iogbohá, y


derrotó al ejército, cuando ya se creían seguros.

12 Zébaj y Salmuná, reyes de Madián, trataron de huir, pero Gedeón los persiguió, los
capturó a los dos y sembró el pánico en todo el ejército.
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La venganza de Gedeón

13 Después del combate, Gedeón, hijo de Joás, regresó por la pendiente de Jares.

14 Entonces detuvo a un joven de Sucot, lo interrogó, y él le dio por escrito los


nombres de los jefes y los ancianos de Sucot. Eran setenta y siete hombres.

15 Luego se presentó ante los hombres de Sucot y les dijo: "Aquí están Zébaj y
Salmuná, los hombres por los que ustedes se burlaron de mí, diciendo: ‘¿Acaso ya
tienes en tu poder a Zébaj y Salmuná para que les demos pan a tus tropas
hambrientas?’".

16 Después tomó a los ancianos de la ciudad, recogió espinas y cardos del desierto e
hirió con ellos a los hombres de Sucot.

17 También derribó la torre de Penuel y mató a los hombres de la ciudad.

18 Gedeón dijo a Zébaj y a Salmuná: "¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron
en el Tabor?". "Se parecían a ti, respondieron ellos; todos tenían aspecto de príncipes".

19 Gedeón les respondió: "Ellos eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Juro por la
vida del Señor, que si ustedes les hubieran perdonado la vida, ahora no los mataría!".

20 Entonces dijo a Iéter, su hijo mayor: "Mátalos aquí mismo". Pero el muchacho tuvo
miedo de sacar la espada, porque todavía era muy joven.

21 Zébaj y Salmuná dijeron: "Mátanos tú, porque un hombre se mide por su valor".
Gedeón se levantó, mató a Zébaj y a Salmuná, y se guardó los adornos que sus
camellos llevaban en el cuello.

Propuesta de los israelitas a Gedeón

22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: "Gobiérnanos tú, y que después de ti nos
gobiernen tu hijo y tu nieto, porque nos salvaste del poder de Madián".

23 ni yo los gobernaré ni tampoco mi hijo; sólo el Señor los gobernará".

24 Luego añadió: "Les voy a pedir una cosa, que cada uno me dé un anillo de lo que le
ha tocado como botín". Porque los vencidos eran ismaelitas, y por eso tenían anillos de
oro.

25 "Te los daremos con mucho gusto", respondieron ellos. Entonces él extendió su
manto, y cada israelita depositó en él un anillo de su botín.

26 El peso de los anillos que recogió fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar los
prendedores, los aros y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, y sin
contar tampoco los collares de los camellos.

27 Con todo eso, Gedeón hizo un efod, y lo instaló en su ciudad, en Ofrá. Todo Israel
fue a prostituirse allí, delante del efod, que se convirtió en una trampa para Gedeón y
su familia.

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Muerte de Gedeón

28 Madián quedó humillado delante de los israelitas, y no volvió a levantar cabeza. El


país estuvo tranquilo durante cuarenta años, mientras vivió Gedeón.

29 Ierubaal, hijo de Joás, se fue y permaneció en su casa.

30 Gedeón tuvo setenta hijos propios, porque tenía muchas mujeres.

31 La concubina que tenía en Siquém también le dio un hijo, a quien puso el nombre de
Abimélec.

32 Gedeón, hijo de Joás, murió después de una feliz vejez, y fue enterrado en la tumba
de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer.

Nuevas infidelidades de Israel

33 Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los


Baales y tomaron como dios a Baal Berit.

34 Así se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de todos los enemigos de
alrededor.

35 Y no agradecieron a la casa de Ierubaal Gedeón todo el bien que él había hecho a


Israel.

SALMO 118 (117)


CANTO PROCESIONAL DE ACCIÓN DE GRACIAS

1 ¡Aleluya!

Invitación a la acción de gracias

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,


porque es eterno su amor!
2 Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!

3 Que lo diga la familia de Aarón:


¡es eterno su amor!

4 Que lo digan los que temen al Señor:


¡es eterno su amor!

Reconocimiento de la ayuda recibida

5 En el peligro invoqué al Señor,


y él me escuchó dándome un alivio.

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6 El Señor está conmigo: no temeré;
¿qué podrán hacerme los hombres?

7 El Señor está conmigo y me ayuda:


yo veré derrotados a mis adversarios.

8 Es mejor refugiarse en el Señor


que fiarse de los hombres;
9 es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.

10 Todos los paganos me rodearon,


pero yo los derroté en el nombre del Señor;
11 me rodearon por todas partes,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
12 me rodearon como avispas,
ardían como fuego en las espinas,
pero yo los derroté en el nombre del Señor.

13 Me empujaron con violencia para derribarme,


pero el Señor vino en mi ayuda.

14 El Señor es mi fuerza y mi protección;


él fue mi salvación.

15 Un grito de alegría y de victoria


resuena en las carpas de los justos:
"La mano del Señor hace proezas,
16 la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas".

17 No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.

18 El Señor me castigó duramente,


pero no me entregó a la muerte.

Entrada solemne en el Santuario

19 "Abran las puertas de la justicia


y entraré para dar gracias al Señor".

20 "Esta es la puerta del Señor:


sólo los justos entran por ella".

21 Yo te doy gracias porque me escuchaste


y fuiste mi salvación.

22 La piedra que desecharon los constructores


es ahora la piedra angular.

23 Esto ha sido hecho por el Señor


y es admirable a nuestros ojos.

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24 Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.

25 Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.

26 ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!


Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
27 el Señor es Dios, y él nos ilumina.

"Ordenen una procesión con ramas frondosas


hasta los ángulos del altar".

28 Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;


Dios mío, yo te glorifico.

29 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,


porque es eterno su amor!

SANTIAGO 03

1 Hermanos, que no haya mucho entre ustedes que pretendan ser maestros, sabiendo
que los que enseñamos seremos juzgados más severamente, 2 porque todos faltamos
de muchas maneras. Si alguien no falta con palabras es un hombre perfecto, porque es
capaz de dominar toda su persona.

3 Cuando ponemos un freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan,
dominamos todo su cuerpo.

4 Lo mismo sucede con los barcos: por grandes que sean y a pesar de la violencia de los
vientos, mediante un pequeño timón, son dirigidos adonde quiere el piloto.

5 De la misma manera, la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, puede


jactarse de hacer grandes cosas. Miren cómo una pequeña llama basta para incendiar
un gran bosque.

6 También la lengua es un fuego: es un mundo de maldad puesto en nuestros


miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el mismo infierno, hace arder
todo el ciclo de la vida humana.

7 Animales salvajes y pájaros, reptiles y peces de toda clase, han sido y son dominados
por el hombre. 8 Por el contrario, nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo
siempre activo y lleno de veneno mortal.

9 Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella maldecimos a los hombres,
hechos a imagen de Dios. 10 De la misma boca salen la bendición y la maldición. Pero
no debe ser así, hermanos.

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11 ¿Acaso brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente?

12 ¿Acaso, hermanos, una higuera puede producir aceitunas, o higos una vid? Tampoco
el mar puede producir agua dulce.

13 El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus
actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.

14 Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se


vanagloríen ni falten a la verdad.

15 Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y


demoníaca.

16 Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de
maldad.

17 En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica,
benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es
imparcial y sincera.

18 Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.

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