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Jueces 6:1-31

1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del SEÑOR, y el

SEÑOR los entregó en manos de Madián por siete años. 2 Y el poder de

Madián prevaleció sobre Israel. Por causa de los madianitas, los hijos de

Israel se hicieron escondites en las montañas y en las cavernas y en los

lugares fortificados. 3 Porque sucedía que cuando los hijos de Israel

sembraban, los madianitas venían con los amalecitas y los hijos del

oriente y subían contra ellos; 4 acampaban frente a ellos y destruían el

producto de la tierra hasta Gaza, y no dejaban sustento alguno en Israel,

ni oveja, ni buey, ni asno. 5 Porque subían con su ganado y sus tiendas,

y entraban como langostas en multitud, tanto ellos como sus camellos

eran innumerables; y entraban en la tierra para devastarla. 6 Así fue

empobrecido Israel en gran manera por causa de Madián, y los hijos de

Israel clamaron al SEÑOR. 7 Y cuando los hijos de Israel clamaron al

SEÑOR a causa de Madián, 8 el SEÑOR envió a los hijos de Israel un

profeta que les dijo: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Fui yo el que os

hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. 9 "Os libré

de la mano de los egipcios y de la mano de todos vuestros opresores; los

desalojé delante de vosotros, os di su tierra, 10 y os dije: 'Yo soy el

SEÑOR vuestro Dios. No temeréis a los dioses de los amorreos en cuya


tierra habitáis.' Pero no me habéis obedecido." 11 Y vino el ángel del

SEÑOR y se sentó debajo de la encina que estaba en Ofra, la cual

pertenecía a Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo

en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel del SEÑOR

se le apareció, y le dijo: El SEÑOR está contigo, valiente

guerrero. 13 Entonces Gedeón le respondió: Ah señor mío, si el SEÑOR

está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? ¿Y dónde están

todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado, diciendo:

"¿No nos hizo el SEÑOR subir de Egipto?" Pero ahora el SEÑOR nos ha

abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y el

SEÑOR lo miró, y dijo: Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano

de los madianitas. ¿No te he enviado yo? 15 Y él respondió: Ah Señor,

¿cómo libraré a Israel? He aquí que mi familia es la más pobre en

Manasés, y yo el menor de la casa de mi padre. 16 Pero el SEÑOR le

dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a Madián como a un

solo hombre. 17 Y Gedeón le dijo: Si he hallado gracia ante tus ojos,

muéstrame una señal de que eres tú el que hablas conmigo. 18 Te

ruego que no te vayas de aquí hasta que yo vuelva a ti, y traiga mi

ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Me quedaré hasta que

vuelvas. 19 Y Gedeón entró y preparó un cabrito y pan sin levadura de

un efa de harina; puso la carne en una cesta y el caldo en un caldero, y


se los llevó a él debajo de la encina y se los presentó. 20 Y el ángel de

Dios le dijo: Toma la carne y el pan sin levadura, ponlos sobre esta peña

y derrama el caldo. Y así lo hizo. 21 Entonces el ángel del SEÑOR

extendió la punta de la vara que estaba en su mano y tocó la carne y el

pan sin levadura; y subió fuego de la roca que consumió la carne y el

pan sin levadura. Y el ángel del SEÑOR desapareció de su vista. 22 Al

ver Gedeón que era el ángel del SEÑOR, dijo: ¡Ay de mí, Señor DIOS!

Porque ahora he visto al ángel del SEÑOR cara a cara. 23 Y el SEÑOR le

dijo: La paz sea contigo, no temas; no morirás. 24 Y Gedeón edificó allí

un altar al SEÑOR y lo llamó El SEÑOR es Paz, el cual permanece en Ofra

de los abiezeritas hasta hoy. 25 Sucedió que aquella misma noche el

SEÑOR le dijo: Toma el novillo de tu padre y otro novillo de siete años;

derriba el altar de Baal que pertenece a tu padre y corta la Asera que

está junto a él; 26 edifica después, en debida forma, un altar al SEÑOR

tu Dios sobre la cumbre de este peñasco; toma el segundo novillo y

ofrece holocausto con la leña de la Asera que has cortado. 27 Gedeón

tomó diez hombres de sus siervos e hizo como el SEÑOR le había dicho;

y sucedió, que como temía mucho a la casa de su padre y a los hombres

de la ciudad para hacerlo de día, lo hizo de noche. 28 Cuando los

hombres de la ciudad se levantaron temprano en la mañana, he aquí, el

altar de Baal había sido derribado y cortada la Asera que estaba junto a
él, y el segundo novillo había sido ofrecido en el altar que se había

edificado. 29 Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y cuando

buscaron e inquirieron, dijeron: Gedeón, hijo de Joás, ha hecho

esto. 30 Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: Saca a tu hijo

para que muera, porque ha derribado el altar de Baal, y ciertamente ha

cortado la Asera que estaba a su lado. 31 Pero Joás dijo a todos los que

estaban contra él: ¿Contenderéis vosotros por Baal, o lo libraréis? A

cualquiera que contienda por él, se le dará muerte antes de llegar la

mañana. Si es un dios, que contienda por sí mismo, porque alguien ha

derribado su altar.

«Jehová está contigo, ¡varón esforzado y valiente! ¡Salvarás a Israel


de la mano de los madianitas!»

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Estas palabras, habladas a Gedeón por un ángel enviado por Dios,
fueron claramente con el pensamiento de ser alentadoras – pero
al parecer el primer pensamiento de Gedeón fue: «¿Por qué yo?
¿No hay otros más fuertes o más valientes que puedan hacerlo?»

Los mandamientos de Dios no siempre nos parecen razonables.


Como seres humanos somos cortos de vista y débiles. Caemos una
y otra vez cuando confiamos en nuestra propia fuerza en lugar de
esforzarnos para encontrar y hacer la voluntad de Dios en nuestras
vidas. Gedeón llegaría a experimentarlo él mismo en su vida.

Un pueblo oprimido
Debido a que el pueblo de Israel se había apartado de Dios, Él
permitió a los madianitas aterrorizar a Israel por siete años, y
destruir los frutos de su tierra y ganado. En Jueces 7,12 está escrito
que los madianitas estaban «tendidos en el valle como langostas
en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que
está a la ribera del mar en multitud.»

Israel clamó a Dios en su necesidad. Dios intervino por su gracia y


decidió que Gedeón llevaría a los pobres, oprimidos y temerosos
israelitas a la victoria.

Cuando escuchó esto, Gedeón tuvo que haber pensado «¿No


sabes lo débil y temeroso que soy?» Por supuesto que Dios lo
sabía, pero de todos modos escogió a Gedeón. Dios conoce
nuestra personalidad y nuestras debilidades, nuestra tendencia al
pecado. Pero no nos ha elegido por error. Los que se ven a sí
mismos como el más grande, el más fuerte, el más sabio,
difícilmente escucharán la voz de Dios por encima de sus
pensamientos altos y opiniones propias. Los  que son humildes,
con un corazón abierto y receptivo, por el contrario tendrán la
capacidad para convertirse en hombres de Dios, listos para hacer
su voluntad.

El líder incierto
Gedeón tomó el rol contra su voluntad. Le pidió repetidas señales
a Dios. Primero, el ángel consumió en fuego la comida que
Gedeón había traído de ofrenda. Después, Gedeón dejo un vellón
de lana en la era dos noches seguidas. Primero pidió que la lana
estuviera húmeda quedando toda la tierra seca, y luego que el
vellón quedara seco y el roció sobre la tierra.

Dios se negó a dejar de creer en Gedeón, incluso cuando el mismo


Gedeón había dejado de creer en sí mismo.

¿Dios se desanimó con todas estas peticiones constantes?


¿Comenzó a reconsiderar su elección? ¡No! Todas estas señales y
milagros sucedieron, ¡y le dieron a Gedeón la fuerza y fe que
necesitaba! Dios se negó a dejar de creer en Gedeón, incluso
cuando el mismo Gedeón había dejado de creer en sí mismo.

Un avance rápido en poco tiempo: Gedeón se ha armado recién


con el Espíritu del Señor, y está a la cabeza de un ejército
israelita de 32.000 guerreros. ¡Es realmente un ejército poderoso!
Entonces vino un nuevo mandamiento de Dios: ¡Todo el que tema
devuélvase a casa! Dios sabía que Israel se atribuiría el mérito de
la victoria, y celebraría su propia fuerza en lugar de darle la gloria
que le corresponde a Dios como jefe del ejército.
¿Crees que a Gedeón no le hubiera encantado escapar en ese
momento? ¿Ser uno de los que teme, y no tener que ir a la guerra
y arriesgarse a morir? ¿Te imaginas cómo Gedeón debió haber
sentido, cuando transmitió este nuevo mandamiento a sus
32.000 soldados? ¿Qué tipo de líder es este, que voluntariamente
les dice a sus soldados que escapen justo antes de la batalla?

«¡Aún es mucho el pueblo!»


Esa noche se fueron 22.000 soldados de Gedeón. Debió haber sido
un golpe duro para Gedeón. Como un líder de 32.000 hombres
hubiera creído que era posible. ¡Con sólo 10.000 hombres era casi
imposible!

Entonces Dios habló nuevamente: «¡Aún es mucho el pueblo!»

Una cosa es escuchar lo que Dios quiere que hagamos… ¡pero otra
es realmente hacerlo, puede sentirse como una lucha totalmente
nueva!

¿Aún muchos? ¡Este nuevo mandamiento iba contra todo


razonamiento humano! Y es exactamente como Dios lo quería.

En obediencia a la guía de Dios, Gedeón llevó el ejército al río a


beber. Sólo los que lamieron el agua con sus lenguas, como lame
el perro, se les permitió quedarse, mientras los demás fueron
enviados a su lugar. ¡Cuando el polvo se asentó, Gedeón se había
quedado con sólo 300 hombres!

300 hombres contra todo un ejército


Imagínate el temor de Gedeón cuando Dios dijo, «Levántate, y
desciende al campamento [de los madianitas]; porque yo lo he
entregado en tus manos. » Una cosa es escuchar lo que Dios
quiere que hagamos… ¡pero otra es realmente hacerlo, puede
sentirse como una lucha totalmente nueva!

Nuevamente Dios alentó a Gedeón a seguir. Le dio instrucciones


de espiar el campamento, y aquí Gedeón escuchó que los
soldados madianitas también tenían miedo. Uno hablaba de un
sueño donde veía que un pan de cebada rodaba hasta el
campamento de Madián y la golpeaba y la tienda caía. «¡Esto no
es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de
Israel!» exclamó el soldado madianita. «Dios ha entregado en sus
manos a los madianitas con todo el campamento.»

La fe de Gedeón se renovó al escuchar esto. Con sus 300 hombres,


armados nada más que con trompetas y antorchas ardiendo
dentro de cántaros, los israelitas se arrastraron hasta el extremo
del campamento medianita. Cuando se dio la señal, los israelitas
rompieron los cántaros, revelando las antorchas, y soplando sus
trompetas, gritando «¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!»

Los medianitas fueron sorprendidos, y pensaron que habían sido


emboscados por un gran ejército. Entraron en pánico, poniendo la
espada de cada uno contra su compañero hasta finalmente huir en
la noche. Su gran poder había sido vencido por sólo 300 hombres,
liderados por Gedeón, un hombre de Dios.

Escucha su voz
Escucha la voz de Dios que te guía en tu vida. Día tras día
podemos sentir que enfrentamos paredes y obstáculos
insuperables; momentos en que vemos a nuestro enemigo – el
pecado que está profundamente arraigado en nosotros – y somos
tentados a sentir miedo que no tenemos ninguna oportunidad de
ganar esta batalla. Pero Él sabe quiénes  somos, y nos ha escogido
antes del principio de los tiempos ¡para surgir como vencedores
sobre nuestro pecado que mora en nosotros! ¡Cuando dejamos
que Dios tome la responsabilidad de dirigir nuestras decisiones,
entonces somos vencedores!

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