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TEMA 5.

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Temas 1-25

4º Derecho Procesal Penal

Grado en Derecho

Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales


UCO - Universidad de Córdoba

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Tema 5: EL OBJETO DEL PROCESO PENAL

I. INTRODUCCIÓN

La noción de objeto del proceso penal no aparece definida en las leyes procesales españolas.
Una primera reflexión sobre la noción del objeto del proceso conduce a entenderlo como “aquello sobre lo
que recae la actividad que en el proceso penal desarrollan sus sujetos, que no debe confundirse con el
fin del proceso”.

Nota: el fin del proceso penal es castigar.

La doctrina más solvente coincide en que el objeto del proceso penal lo constituye el hecho punible.
El hecho penal o punible considera que el delito es lesión efectiva o potencial de un bien jurídico y
ofrece al ciudadano la garantía de no ser condenado por desobediencia o por peligrosidad genérica, sino

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por agresión concreta a bienes de la sociedad”.

El objeto del proceso penal está constituido por el “thema decidendi”; es decir, por las acciones u
omisiones delictivas sometidas a juicio; o sobre los hechos enjuiciados en cuanto son delictivos y sobre las
consecuencias penales que tiene para los sujetos inculpados.

Siguiendo al Prof. Almagro, podemos definir el objeto del proceso penal como el “enjuiciamiento de una
supuesta acción u omisión aparentemente delictiva para determinar, en su caso, con carácter de
certeza, su culpabilidad o inocencia” En caso de que sea declarado culpable, se establecerá su
responsabilidad penal y civil derivada del delito.

El delito se vincula a un actor que lo produce, en cualquiera de los grados punibles (conspiración,
proposición y provocación para delinquir; tentativa, delito frustrado y delito consumado) cuya autoría puede
ser única o participada (coautoría) y otros sujetos pueden auxiliar en la preparación o realización del hecho
delictivo (cómplices) o que contribuyen a su impunidad o ilegítimo provecho (encubridores).

(III. INTEGRACIÓN DEL OBJETO DEL PROCESO PENAL)

El objeto del proceso penal no se configura en un solo acto procesal, es fruto de sucesivos actos,
producidos tanto durante la instrucción como durante el juicio oral, porque el modo de introducir el
objeto en el proceso penal viene dado por la estructura del proceso penal.

a) Desde que sobre una persona recaen imputaciones que dan lugar a la incoación del proceso penal,
empieza a configurarse el objeto del proceso, aunque sea de forma indiciaria.

b) Posteriormente, la situación del procesado (art. 384 LECr), o la del acusado (art. 783 LECr), revela
la existencia de indicios racionales de criminalidad contra el mismo, en la comisión de un delito y su
grado de participación.

Por ello, cabe hablar de un objeto del proceso instructorio penal, compuesto por la investigación del
concreto hecho delictivo, cuya dirección corresponde al Juez Instructor y es mantenido por la persistencia de
la imputación penal, donde el Fiscal y las demás partes personadas han intervenido y colaborado.

Si resulta que los indicios racionales de haberse perpetrado el hecho delictivo desaparecen; o el hecho no es
constitutivo de delito; o aparecen exentos de responsabilidad penal, los procesados como autores,
cómplices o encubridores, debe ordenarse el sobreseimiento libre (art. 637 LECr).

Nota: el sobreseimiento no es sentencia.

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Y si no resulta debidamente justificada la perpetración del delito que haya dado motivo a la formación
de la causa; o si resulta del sumario haberse cometido un delito sin que haya motivos suficientes para
acusar a determinada o determinadas personas, como autores cómplices o encubridores, debe ordenarse el
sobreseimiento provisional (art. 641 LECr) (se puede reabrir el proceso).
En ambos casos, el sobreseimiento significa el cierre del proceso, y por tanto, la no apertura a juicio oral.

c) Ordenada la apertura a juicio oral , desaparece el objeto indiciario del proceso penal a cargo del Juez

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Instructor y adquiere pleno relieve la función que corresponde a las partes acusadoras y acusada; es decir,
aparece la configuración del objeto del proceso penal.

Es en los escritos de calificación o de acusación y defensa, donde se delimita de manera provisional el


objeto del proceso penal, se determinan los hechos punibles, la calificación legal de los hechos, la
participación que en ellos han tenido el o los imputados, las circunstancias atenuantes, agravantes o eximentes
y las penas solicitadas (art. 650 y 652 LECr).
Nota: el escrito de calificación y el de acusación es lo mismo, dependiendo de la fase en que se encuentre el
proceso.

d) Hasta después de practicadas las pruebas en el acto de juicio oral (Vista), no se formularán las
calificaciones o conclusiones definitivas; es decir, es prácticamente al término del proceso penal cuando las
partes tienen que concretar definitivamente el objeto del proceso.

Es más, concluidas por las partes estas calificaciones definitivas, cabe que el Tribunal –si considera que el
hecho justificable ha sido calificado con manifiesto error- pueda solicitar de las partes una recalificación del
delito en el proceso ordinario (art. 733 de LECr).

IV. RELACIONES ENTRE DERECHO A LA JURISDICCIÓN, ACUSACIÓN Y OBJETO DEL


PROCESO PENAL.

El derecho a la jurisdicción penal en su lado positivo, confiere a todos los ciudadanos la posibilidad de
querellarse para perseguir un delito, ejercitando un derecho a intervenir y colaborar en la investigación
oficial y un derecho a ejercitar la acusación penal contra quienes resulten responsables.

Nota: con la denuncia no se obtienen esos derechos.

También la denuncia otorga un derecho de pronunciamiento judicial.

Obligatoriamente el derecho a la jurisdicción penal por razón de su oficio corresponde al Ministerio fiscal,
que tiene el deber de colaborar en la investigación oficial y mantener la acusación penal conforme al
principio de legalidad; esto es, siempre que tenga noticias de la comisión de un hecho delictivo y que de la
investigación oficial practicada resulten elementos de cargo suficientes para mantener la acusación.
Por tanto, la delimitación de la acusación es lo que determina la materia sobre la que ha de recaer el
juicio, es decir, la que fija los hechos presuntamente delictivos y la participación de los delincuentes en
los mismos, con la consiguiente petición de imposición de penas (art. 650 LECr).

Lo característico de la acusación, en relación con el objeto del proceso penal, es que si no hay acusación el
proceso penal queda sin objeto (art, 106 y 115 LECr). La falta de acusación o la retirada de la acusación
producen la cancelación del proceso o, en todo caso, si el juicio ha comenzado, la necesidad de dictar
sentencia absolutoria.

En su lado pasivo, es decir del lado de las personas que tienen que soportar las consecuencias del proceso, el
derecho a la jurisdicción penal se manifiesta como un derecho a la defensa que les faculta, igualmente,
para intervenir en su descargo en la investigación sumarial y actuar conforme a una pretensión de
absolución o modificación favorable de las peticiones acusadoras, dentro del juicio oral o fase de
plenario del proceso penal.

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Por todo lo expuesto, el objeto procesal penal consta de tres elementos:


a) Elemento subjetivo: son los titulares de la acción. Exige para mantener su mismidad únicamente,
conexión subjetiva con el mismo acusado (art. 113 LECr).

b) Elemento objetivo: lo constituye el componente fáctico (declaración de los hechos) y jurídico


en el proceso penal; esto es la importancia del hecho como suceso o acontecer histórico que debe
presumirse investigado en todas sus conexiones.

c) Elemento formal: o consecuencias jurídicas que delimitan las pretensiones, se concreta en la


petición punitiva. La relación entre el hecho delictivo, pena impuesta y ejercicio del derecho a la
defensa está perfectamente clara en la LECr, y es hoy una exigencia constitucional en lo relativo a
la indefensión como causa de infracción del derecho al proceso debido (Art. 24 CE).

V. EL OBJETO CIVIL DEL PROCESO PENAL

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El CP contempla en su articulado que de una actuación delictiva dimanan responsabilidades civiles. En
primer término, afectan directamente a los criminalmente responsables por el delito (art. 116) y,
subsidiariamente, a las personas que determina la Ley (art. 120).
La responsabilidad civil dimanante del delito se extiende:

 a la restitución de las cosas objeto del delito.


 a la reparación del daño causado.
 a la indemnización de perjuicios materiales y morales (art 110 CP).

Por ello, la LECr, establece que “de todo delito o falta nace acción penal para el castigo del culpable, y
puede nacer también acción civil para la restitución de la cosa, la reparación del daño y la
indemnización de perjuicios causados por el hecho punible” (art 100).
Al Ministerio Fiscal, conjuntamente con la acusación particular, le corresponde reclamar la
responsabilidad civil, salvo que el ofendido hubiera renunciado expresamente a su derecho a restitución,
reparación o indemnización, en cuyo caso el Ministerio Fiscal se limita a pedir el castigo de los culpables (art.
108 LECr).
Por tanto, el objeto civil del proceso penal exige plena satisfacción jurisdiccional, de modo que la
sentencia debe ser congruente y no incidir en “reformatio in peius”.

La responsabilidad civil de origen delictivo puede exigirse en un proceso civil independiente, una vez
terminado el juicio criminal (art. 111 y 112 LECr). Los perjudicados por un delito o falta que no hubieran
renunciado a su derecho podrán mostrarse parte en la causa, si lo hicieren antes del trámite de calificación
del delito y ejercitar las actuaciones civiles y penales que procedan o solamente unas u otras (art. 110
LECr).

VI. INTERDEPENDENCIAS CONCEPTUALES DEL OBJETO DEL PROCESO PENAL

La “pendencia” de un proceso penal supone que determinados hechos presuntamente delictivos están
siendo objeto de juicio (es lo mismo que la litispendencia; es decir litigio que se halla pendiente de
resolución). La litispendencia no tiene tratamiento específico en la LECr. Sus efectos pueden hacerse valer
por medio de la observancia de las reglas de competencia generales (art. 14 y 15 LECr: competencias de los
Juzgados y Tribunales en el orden penal), o específicas de los delitos conexos (art. 18 LECr).

A falta de la actuación “ex officio”, corresponde promover la cuestión al Ministerio Fiscal o a las partes, por
declinatoria o por inhibitoria (art. 666. 1 y 674 LECr).
La actuación de la jurisdicción criminal excluye la intervención de otras manifestaciones
jurisdiccionales, hasta tanto no se decida sobre la concurrencia de los hechos y su calificación.

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La LECr dispone que “promovido juicio criminal en averiguación de un delito o falta, no podrá seguirse
pleito sobre el mismo hecho, suspendiéndole si lo hubiere en el estado en que se hallare hasta que recaiga
sentencia firme en la causa criminal (art. 114). Principio mantenido, con matizaciones por la LOPJ (art.
10.2. cuestiones prejudiciales penales suspenderán los demás procedimientos).

VII. ACUMULACIÓN DE OBJETOS PROCESALES PENALES

La regla general establecida en la LECr es que cada delito sea enjuiciado en un solo proceso; es decir, que
el objeto del proceso penal debe consistir exclusivamente en el enjuiciamiento de los hechos delictivos
subsumibles al tipo penal (art. 300).

Sin embargo, esta regla general experimenta notables derogaciones en los supuestos de los delitos
denominados “conexos” a que se refiere el art. 17 de la LECr. En estos casos, los distintos hechos
delictivos son enjuiciables en un sólo proceso penal, lo que motiva una acumulación de objetos del

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proceso penal.

Esta conexión se reconoce con el nombre de “concurso de delitos”, en sus distintas modalidades de
concursos, que dispone el CP; y respecto a la imposición de las penas, en los casos en que sea juzgado el
culpable de dos o más delitos o faltas que regulan los arts. 73 y 74 del CP, según sean o no las penas a
imponer susceptibles de cumplimiento simultáneo.

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