Kubrick, podríamos pasar horas y horas hablando de la película, de su final, de su análisis filosófico… Me resulta imposible resumir en unas breves líneas la importancia del filme, me resulta imposible profundizar en todas las cuestiones que plantea, por lo que trataré, en la medida de lo posible, de acercarme un poco al trasfondo de la película. Stanley Kubrick llevó a la gran pantalla esta película en 1971, aunque en muchos países no pudo verse hasta más adelante; la película sufrió censuras y prohibiciones, pero aún así, se convirtió en todo un clásico y se elevó a la categoría de película de culto. La naranja mecánica está basada en la novela homónima del británico Anthony Burgess, la obra es considerada una de las más importantes del género distópico en Reino Unido. Sin embargo, teniendo en cuenta lo difícil que es abarcar todo el análisis, solo me centraré en la versión cinematográfica, por ser la más conocida y porque presenta algunas diferencias importantes respecto al libro. No cabe duda de que La naranja mecánica es una obra de arte del mundo cinematográfico. Kubrick logró una película en la que dejó muy marcada su impronta, su sello personal. Los colores, los planos, la música… todo en La naranja mecánica está perfectamente diseñado y medido al milímetro, visualmente nos fascina y nos cautiva desde el comienzo. Destaca también el lenguaje, la jerga utilizada por los protagonistas, que combina palabras de otras lenguas, especialmente, del ruso; esta jerga la inventó Anthony Burgess, autor de la novela, y se conoce como nadsat. La música juega un papel fundamental, no olvidemos el I’m singing in the rain del protagonista, el uso de sintetizadores y la presencia de la música clásica, en especial, de Beethoven.