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ontonio costa

SABER VER
EL ONE
5. E l cine mudo

5.1 Cómo ver (y escuchar) el cine mudo

Hace una decena de años la R A I adoptó un sistema


un poco curioso para la emisión de un ciclo de clásicos
del cine mudo. L o s rótulos fueron eliminados y sustituidos
por un stop frame (un fotograma fijo: véase el aparta-
do 10.2) del último plano que apareciera antes de los ró-
tulos. U n círculo blanco en sobreimpresión indicaba el per-
sonaje que estaba hablando y una voz en ojf recitaba los
diálogos.
E s evidente que esta manipulación de los textos fílmi-
cos originales fue inspirada por la preocupación de no
modificar los hábitos «audiovisuales» del telespectador,
considerado incapaz de soportar el orden del discurso del
cine mudo.
A nadie, según creo, se le ocurriría jamás añadir ba-
lloons * a los frescos de Giotto en la Cappella degli Scro-
vegni, o sonorizar las figuras que hizo Bonanno para las
portadas del Duomo de Pisa. E n nuestro caso —tratándose
sólo de cine—, puede uno tomarse la libertad de alterar
el equilibrio entre las imágenes en movimiento y los rótu-
los. Se trata de un capricho grave, sobre todo si se tiene
en cuenta que ese equilibrio era el resultado de cuidadosas
investigaciones sobre los valores rítmicos y plásticos de la
«compaginación» del film y de la puesta en escena de
«cuadros» y «escritura».
Con respecto al cine mudo, empero, pueden realizarse

* Se trata de los «globos» o «bocadillos» que rodean los diá-


logos de los personajes de los comics. [ T . ]
n. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 5. E L C I N E MUDO 63
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estragos aún más graves que los descritos hasta aquí. Hace táculo. E l cine mudo había establecido ya su propio códi-
tiempo que circula una copia sonorizada de Octubre go cromático. Cada tonalidad dominante del plano se co-
(1928), de Sergei M . Eisenstein, de la cual se han elimi- rrespondía con ciertos caracteres de la escena: por ejem-
nado los rótulos y añadido, a modo de pegote, un increíble plo, el virado en azul servía para producir lo que hoy se
comentario que anula por completo y convierte en algo conoce como «noche americana».
grotesco el complejo sistema de metáforas visuales en el Y además de que los ejemplos de films en color que
que se basa el sentido de todo el film. han pervivido hasta nuestros días son más bien escasos,
Estos ejemplos demuestran ampliamente que, si se dado el rápido deterioro de las copias tratadas con colores
quiere facilitar el acercamiento a los films mudos, se ter- de anilina, se ha hecho muy poco, hasta ahora, en el cam-
mina inevitablemente por desnaturalizarlos y destruirlos. po de la restauración del color en los films mudos, o al
Si se quiere conocer y amar el cine mudo hay que tener menos en aquellos en los que el color desempeñaba un
claro que su lenguaje es distinto al del cine sonoro. papel básico.
E l espectador que hoy quiera acercarse al cine mudo Junto al problema de la restauración del texto fílmico
debe adecuarse a un código comunicativo y expresivo muy en su forma original, existe también el del «texto-espectácu-
distinto al que está habituado. No se puede entender un lo», aún más complejo. E n efecto, en muchos casos, la pro-
partido de rugby si sólo se conocen las reglas del fútbol, yección del film iba acompañada por ejecuciones musicales
ni se puede comprender la pintura de los primitivos si se (para orquesta, piano o pianola), canciones y expresivas
tiene, como único punto de referencia, el espacio en la lecturas de los rótulos.
pintura renacentista: del mismo modo, no se puede ver el i E s extremadamente difícil hacerse una idea de cómo
cine mudo como se ve el contemporáneo o el clásico de ; podía ser la proyección de Cabiria (1914), de Giovanni
los años cuarenta y cincuenta. Pastrone, sin el acompañamiento musical para gran orques-
E s cierto que no es fácil, hoy en día, poder ver cine ta de la Sinfonía del fuoco, de Ildebrando Pizzetti, o la de
mudo. L a dificultad, más que subjetiva, es objetiva y sej Rapsodia Satánica (1915), de Niño Oxilia, sin la música :
debe, antes que nada, a las condiciones en las cuales nos: de Pietro Mascagni. Por no hablar de las «puestas en
ha llegado y resulta visionable el patrimonio del cine mudo. escena» de la escuela napolitana, acompañadas por la in-
E n la mayor parte de los casos, los films mudos, roda-: terpretación de la canción en la que se basaba la intriga del
film. i
dos con una frecuencia de 16 fotogramas por segundo, se
proyectan con una frecuencia de 24 (que es la de los mo- E l empleo de elementos sonoros de distintas clases cons-
dernos proyectores sonoros), y esto altera irremediablemen- tituyó una de las aspiraciones de ciertas corrientes del cine
te el ritmo del film. mudo: ya Edison había concebido su investigación sobre
También está el problema del color. Gran parte de los la reproducción de imágenes en movimiento como un per-
espectadores de hoy ignoran que el color fue ampliamente feccionamiento de su fonógrafo y las mismas «tiras» del
utilizado desde los principios del cine. L a Star-Films de théátre Optique con las que Emile Reynaud anticipó, ya
Méliés producía films coloreados a mano, fotograma a fo- desde 1899, el cine de animación, estaban dotadas de
tograma, con la ayuda de pequeñas placas (pochoirs). Su- un ingenioso sistema de sincronización con efectos sonoros
cesivamente, fueron adoptados sistemas más sofisticados, de distintos tipos. Pero no siempre la ausencia del sonido
como la coloración por inhibición o los virados. y de la palabra fue considerada una carencia. A l contrario,
Estas formas primitivas del color no constituían un puede afirmarse que los resultados más significativos de
aditivo que proporcionara más o menos eficacia a l espec^ los primeros treinta años de la historia del cine fueron
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frente a los 1 5 5 de la versión original y las dos horas,


obtenidos a través de una utilización coherente de las po-
jjiás o menos, de las copias hoy en día disponibles). H a
sibilidades expresivas de la «escena m u d a » .
adoptado, para la nueva edición de la película, un sistema
L a fórmula usada por Tinianov (en K R A I S K I , 1 9 7 1 , 5 7 ) de virados (en sepia, en azul, en rojo y en oro) utilizado
hacia finales de los años veinte («la "pobreza" del cine con mucha libertad respecto a los de la época (es decir, sin
constituye en realidad su riqueza»), sintetiza perfectamente demasiadas preocupaciones filológicas) y con ciertas colo-
la oposición de los cineastas y teóricos que se esforzaron raciones adicionales, sin alterar, no obstante, la esencia
por llevar hacia su madurez el potencial del lenguaje del figurativa del film.
silencio y que supieron convertir la ausencia de la «pala- Pero, sobre todo, el trabajo de Moroder consistió en
bra hablada» en uno de los puntos principales de su inves- el añadido de una banda sonora que no tiene nada que
tigación. ver con la partitura para orquesta que en su época escri-
Y es en el contexto de este tipo de producciones don- bió Gottfried Huppertz y que está compuesta por una serie
de el espectador de hoy debe llevar a cabo un mayor es- de temas de rock interpretados por distintos grupos, entre
fuerzo para superar la dificultad subjetiva que convierte los cuales figura Queen, que había ya utilizado fragmentos
la comprensión de ese lenguaje en algo arduo. No se trata de Metrópolis en su videoclip Radio Gaga, y por inter-
de un problema de «restauración», sino de recuperación, pretaciones instrumentales basadas en sonidos producidos
a través de instrumentos críticos e informativos, de las electrónicamente.
actitudes perceptivas propias de aquella particular concep- E l efecto es, seguramente, sugestivo, y el éxito obteni-
ción del lenguaje cinematográfico. Una concepción donde do por el film hace pensar que la operación se repetirá con '
la palabra está presente, según la sugestiva fórmula de otros clásicos del cine mudo.
Eichenbaum, como discurso interior producido por el es- Uno de los motivos del «éxito» del trabajo de Moro-
pectador en contacto con las imágenes (en K R A I S K I , 1 9 7 1 , der reside en la calidad visual y rítmica del film de Lang.
2 3 - 2 4 ) . Debería bastar esta interpretación —que parece Las voces aullantes del rock y la sonoridad metálica de
anticipar las recientes teorías de la cooperación interpreta- los sintetizadores ilustran un film respecto al cual Buñuel,
tiva— para hacernos comprender cuán compleja y «pro- en la época de su estreno, utilizó expresiones de este tipo:
ductiva» debe ser la participación que el lenguaje del cine « . . . ¡ Q u é arrebatadora sinfonía del movimiento; ¡ C ó m o
mudo requiere del espectador. Pero, por otra parte, los cantan las máquinas en medio de admirables transparen-
cronistas de la época y los historiadores del cine nos pro- cias, arcotriunfadas por las descargas eléctricas! [ . . . ] Cada
porcionan sabrosas informaciones acerca de la activa par- acérrimo destello de los aceros, la rítmica sucesión de
ticipación del público en los films mudos, con comenta- ruedas, émbolos, de formas mecánicas increadas, es una
rios, aplausos, risas, etc. L a llegada del sonoro modificó admirable o d a . . . » ( B U Ñ U E L , 1 9 8 2 , 1 5 9 ) .
los. hábitos del público y las relaciones entre palabra e
E n efecto, como ya habíamos observado, en las mani-
imagen: «El público vociferante de los films mudos se
festaciones más maduras y coherentes del cine mudo, los
convirtió en un público mudo para los films sonoros»
valores rítmicos de la secuencia desempeñan un papel esen-
(SKLAR, 1975).
cial. No es casualidad que la moderna video-music recu-
¿ C ó m o debe juzgarse, pues, la reciente ( 1 9 8 4 ) reediij
rra tan frecuentemente a citas del cine mudo, por la facili-
ción de Metrópolis ( 1 9 2 7 ) , de Eritz Lang, llevada a cabíá
dad con que puede encontrar secuencias con imágenes v i -
por el músico Giorgio Moroder? Pero veamos antes díj
sualmente ritmadas, ni que el cine influido por ella haya
qué se trata. j
recuperado técnicas típicas del montaje (rítmico, sinfónico,
Moroder ha elaborado una copia reducida ( 8 7 minutoaf
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analógico y contrapuntístico) de la época del mudo, tal)
efectuado el paso del cinematógrafo al cine (MORIN, 1956,
y como sucede en algunas secuencias de Koyaanisqatsi
58 y ss., edic. esp.). Con el primero de estos términos el
(1982), de Godfrey Reggio. ;
estudioso francés quiere indicar el puro y simple aparato
Sin duda, el trabajo de Moroder, más que una reedFi| fie filmación y proyección de fotografías animadas inven-
ción, constituye un remake, una nueva versión, y, por con-; tado por los hermanos Lumiére, que, por otra parte, no
siguiente, forma parte de la «estética del remake» que se' tuvieron nunca demasiada fe en las posibilidades artísti-
viene manifestando en distintos sectores, y no sólo cinema-, cas de su invención. Con el segundo, Morin quiere indicar
tográficos (véase C O L E C T I V O , 1984). el complejo dispositivo expresivoespectacular capaz de
E n este sentido Metrópolis, en la adaptación de Moro-! articular su propio lenguaje y cuyo potencial ya pusieron
der, representa un hecho completamente distinto al de lasj en evidencia las producciones de Méliés.
presentaciones de los grandes films de la época del mudo' Otros estudiosos no comparten la opinión de Morin:
en copias restauradas con la recuperación de los virados Mitry, por ejemplo, niega que Méliés pueda ser ya consi-
originales y con el acompañamiento de grandes orquestas derado un director cinematográfico (y ni siquiera teatral)
que interpretan las partituras originales o músicas de la y, como mucho, sólo está dispuesto a concederle la cali-,,,
época. E n lo que se refiere a Italia, pueden recordarse las, ftcación de escenógrafo ( M I T R Y , 1967, 26). •:
proyecciones del Napoleón (1927) de Abel Gance pre-' Pero las diferencias de opinión acerca de los pioneros !
sentado en Roma (1982) por Francis y Carmine Coppola, del cine no terminan aquí: según Kracauer, las filmaciones ;
de Nosferatu, el vampiro (1922), de F . W. Murnau (Por- de lo real de los Lumiére, en cuanto anónimas y aparen- ¡
denone, 1984) o de Espejismos (1928), de King Vidor temente insignificantes, expresan ya la verdadera vocación ;
(Florencia, 1983). E n estos casos, la restauración filológic del cine, que es la realista y que proviene directamente de \
de la copia original convive con la recuperación de 1? la fotografía instantánea; por consiguiente, las extravagan- '
dimensiones espectaculares que aporta la ejecución musi* tes fantasías de Méliés —fruto de una ingeniosa combina-
cal. De notable interés filológico y musical son también las ción de elementos pictóricos, escenográficos y teatrales—
recuperaciones de partituras para films de la época de constituyen una especie de traición a la auténtica naturale-
mudo presentadas por Cario Piccardi en la televisión d za del cine ( K R A C A U E R , 1960, 33). Según otros, por el
la Suiza italiana. contrario, Méliés, aunque sea en su forma primitiva, recoge
tanto el carácter esencialmente onírico del cine como el
que se presenta en las formas objetivas y neutrales de la
5.2 Del cinematógrafo al cine: el nacimiento de un filmación de lo real.
lenguaje Esta disparidad de opiniones comprende distintas con-
cepciones del cine, pero sobre todo es el resultado de apli-
Historiadores y teóricos del cine están más o men
caciones a menudo reductivas de categorías y parámetros
de acuerdo a la hora de considerar la época de los pi
interpretativos elaborados en relación al cine posterior o,
ñeros (aproximadamente, desde 1895 a los primeros añ
<^n ciertos casos, tomados en préstamo de las artes tradi-
diez) como una fase de descubrimiento y definición
cionales. Y todo esto no ayuda a comprender mucho ese
una técnica reproductiva utilizada con fines espectacular
complejo fenómeno que fue el cine de los orígenes.
más que como el inicio de un nuevo arte y de un nue
A un público que asiste por primera vez a la proyec-
lenguaje. Aunque Edgar Morin atribuye ya a Méliés (ad
ción de una antología de films de Edison, Lumiére, Méliés
más de ja dos pioneros de Brighton) el mérito de ha^
o Porter, después de una primera sensación de divertida
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curiosidad, la «fotografía en movimiento» y los «trucos de Los lugares en los que aparece el cine constituyen el
transformación», que constituían los elementos de atrae-- espacio indiferenciado de la atracción espectacular. E s im-
ción de los primeros espectáculos cinematográficos, pueden posible, en ese contexto, atribuir caracterizaciones estéticas
acabar pareciéndole una especie de exhibición repetitiva" o lingüísticas a los films presentados. ¿Qué sentido puede
de un prodigio técnico que aún no ha adquirido su esta- tener la atribución de opciones de tipo realista o fantástico
tuto de lenguaje. a este o aquel pionero, cuando sabemos que en el Oíd
E l espectador de hoy experimenta cierta dificultad en poly, la sala del Royal Polytechnical Institution donde
concentrarse en aquello que se le muestra: la técnica de fil- tuvo lugar la primera representación londinense del Cine-
mación —frontal, sin articulación de planos ni variación de matógrafo Lumiére, el público podía ver al mismo tiempo
ángulos— no le permite ver suficientemente a los persona- trenes eléctricos en miniatura, las «ruedas de la vida» que
jes o, de todas formas, no en la manera en que está acos- ^ permitían la animación de pequeñas siluetas pintadas, m á -
tumbrado. Además, cuando se pasa de la filmación de lo quinas eléctricas que producían chispas y el coreutosco-
real de los Lumiére —engañosa, porque nos hacer ver «el pio que proyectaba esqueletos gesticulantes?
París de Proust sin Proust» (MAURIAC, 1966, 7 8 ) — al Atribuir al cine de los primitivos características, líneas
universo curioso e irreal de Méliés, la serialidad repetitiva de tendencia o tomas de posición estética que serán propias
de los trucos nos hace sentir la falta de una dialéctica en- de la evolución posterior puede, por consiguiente, resul-
tre lo real y lo fantástico: los diversos prodigios y las si- tar engañoso. Más productivo, por el contrario, es enten-
tuaciones cómicas se suceden ininterrumpidamente sin un der la época de los pioneros, más que como la fase inicial
verdadero desarrollo narrativo. de un nuevo arte y de una nueva forma narrativa, como
A partir de constataciones de este tipo, el público de una época de disolución del sistema tradicional de las ar-
hoy puede tomar conciencia —en carne propia— de cuán tes, lo que BENJAMÍN (1936) ha llamado «la época de la
poco universal es el lenguaje del cine, sujeto a deterioros reproducibilidad técnica».
y modificaciones, aunque su base sea siempre, más o me- A esta disolución contribuyó, ciertamente, la llegada
nos, la misma. Sin duda, el lenguaje de los films de Lumié- de la fotografía y del cine, aunque en la base del fenóme-
re y de Méliés aparece hoy bastante más obsoleto que el no se encuentran las profundas transformaciones econó-
de la prosa periodística o la narrativa coetánea. micas, sociales y culturales determinadas por la revolución
Y a sea porque el espectador de hoy considera el cine industrial. L a disolución del sistema tradicional de las ar-
como un arte, ya porque más modestamente lo considere tes, por consiguiente, tiene como escenario el espacio ur-
una forma de narración en imágenes, los films propues- bano de las metrópolis industrializadas, donde se afirman
tos por esas antologías no le parecerán adaptables a nin- las formas de percepción estética «colectiva» y «distraída»
guna de estas ideas sobre el cine. Y , de alguna manera, (BENJAMÍN, 1936, 44-45) que definen las características es-
acierta, porque no son ninguna de esas dos cosas. Entonces, tructurales de muchos fenómenos a mitad de camino entre
¿qué son? L a respuesta es sencilla: una curiosidad cien- el espectáculo y la información, y que constituyen la pri-
tificotecnológica para uso de los ingenuos espectadores de mera configuración de la moderna cultura de masas (ex-
las barracas de feria, de los «salones del progreso». Esto posiciones universales, paisaje urbano, periodismo ilustra-
no significa menospreciar las aportaciones, a menudo ge- do, cine, etc.).
niales, de los pioneros del cine, sino que para comprender E s precisamente el carácter indiferenciado y repetitivo
el significado de sus trémulas fotografías, hay que tener de las «atracciones» que vuelven a proponernos las anto-
presente el contexto en el que hicieron su aparición. logías de los pioneros del cine lo que más rápidamente ad-
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poco más de veinte años desde las primeras proyecciones ci-


vierte el espectador de hoy. Algo así sucedió también con
nematográficas de los hermanos Lumiére, con sus tímidos
el público de la época: y aquí encontramos el resorte que
films de pocas decenas de metros. Y , sin embargo, con El
precipitó la rápida evolución del lenguaje cinematográfico. nacimiento de una nación, el cine había ya conquistado to-
Y también las razones de la rápida decadencia de Méliés: das sus bases: tanto en lo que se refiere al espectáculo,
limitado por su romántica concepción del artesanado artís- como a la narración y al lenguaje, y a la economía, lo
tico, se encontró, tras el extraordinario éxito de Viaje a la cual no es lo menos importante: el film costó alrededor
luna (1902), cultivando exclusivamente su propio universo de 100 000 dólares y recaudó al menos 50 millones. E in-
poético, sin duda coherente, pero que muy pronto quedó cluso luego pueden hacerse consideraciones no menos im-
obsoleto. portantes sobre la fuerza propagandística del film, como
Y a en el curso de la primera década de nuestro siglo, demuestra, por otra parte, el ejemplo del héroe de Dos
la rápida evolución del lenguaje del cine no pasa por el Passos que, bajo la influencia de las emociones que le pro-
laboratorio de Montreuil, sino por otros caminos. E l ame- voca el film, decide alistarse.
ricano Edwin S. Porter, partiendo como imitador, o mejor
Con esta película, Griffith consiguió demostrar las posi-
falsificador, de los films de Méliés, empieza a otorgar una bilidades que ofrecía el cine: 1) articular un complejo
articulación espacial y narrativa más compleja al repertorio espectáculo de casi tres horas de duración, al estilo de una
de trucos (Dreams of the rarebit friend, 1906) y a organi- representación operística; 2) desarrollar una narración
zar en estructuras narrativas las pequeñas escenas de la completa y de notable complejidad temática, al estilo de
actualidad y de la vida americana {Salvamento en un in- una voluminosa novela; 3) articular la narración alternan-
cendio, 1903, y Asalto y robo de un tren, 1903). Pero será do las más grandiosas y espectaculares escenas de conjun-
sobre todo la frenética actividad de David W. Griffith en to con la captación de los más mínimos detalles a través
la Biograph, entre 1903 y 1912, la que dará forma a los del primer plano y la utilización del «iris», con una efica-
procedimientos técnicos y de organización logiconarrativa cia y una inmediatez absolutamente novedosas e inéditas
de los planos, permitiéndonos hablar así del «nacimiento hasta entonces.
del lenguaje cinematográfico» ( B R U N E T T A , 1974).
Naturalmente, el cine llegó a estos resultados no sólo
E n la novela Paralelo 42, John Dos P A S S O S (1930)
gracias a Griffith: fueron necesarios el trabajo, la dedica-
describió con extrema eficacia, superior a la de cualquier
ción y la experimentación de muchos, consiguiéndose así
historia del cine, la fuerza del impacto que provocó en el
diversos resultados parciales que, convirtiéndose en patri-
público un film como El nacimiento de una nación (1915),
monio común, aceleraron la formación y el desarrollo del
de David W. Griffith.
nuevo lenguaje. Si nos limitamos a la experiencia griffithia-
E l escritor americano se recrea en las emociones que
na, hay que observar que la historiografía más reciente
el film suscita en el joven Charley y en su novia, citando
tiende a dar mucha más importancia que en el pasado al
en particular «las batallas, la música y las trompetas» (he
papel desempeñado por Billy Bitzer (el operador del film
aquí otra prueba de la importancia de la música en el cine
de Griffith) que, con toda seguridad, fue algo más que un
mudo: véase el apartado 5.1); la muerte en el campo de
simple colaborador técnico.
batalla, durante la guerra civil, de dos jóvenes, «uno en
brazos del otro» y el ataque del K u K l u x Klan que condu- Por otra parte, no puede comprenderse la evolución
ce al desenlace final ( D o s P A S S O S , 1930, 380, edic. esp.). del lenguaje cinematográfico si nos limitamos sólo a regis-
trar una serie de «primeras veces», como ha observado el
E n la época en que Dos Passos ambienta este episodio
crítico francés Jean-Louis Comolli: nos arriesgamos a caer
de su novela (la primera guerra mundial), habían pasado
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en el anecdotario o en la curiosidad arqueológica y poco
más ( C O M O L L I , 1971, 43).. Smith se comporta aún como Mélü. , que se divertía fil-
Detengámonos un poco, por ejemplo, en el problema mando los extraños efectos ópticos producidos por la «ace-
de la introducción y el empleo del «primer plano». E n la ra móvil» en la Exposición Universal de París.
ya citada novela El último magnate (1941), ambientada Y , sin embargo, en el caso de Smith no se trata sólo
en el mundo de Hollywood, Fitzgerald, hablando de una de la exhibición de la curiosidad óptica, sino también de
guionista, dice irónicamente: «Pero si se decía que ella es- su contextualización a través de las variaciones del en-
taba en el plató el mismo día que Griffith inventó el primer cuadre. L a relación entre los primeros planos y los planos
plano» ( F I T Z G E R A L D , 1941, 155, edic. esp.). de conjunto sobre los que está construido este breve film
Más allá del chiste introducido para ironizar sobre la nos autoriza a hablar de montaje, no sólo en un sentido
omnipresencia de una anciana guionista, se trata simple- técnico, sino también logicodiscursivo: nos encontramos
mente de un lugar común historiográfico. E n realidad, po- frente a un efecto de sentido producido mediante la selec-
demos encontrar primeros planos (y, es más, primerísimos ción de diversos encuadres (los detalles y los planos de
planos y planos de detalle) en películas realizadas bastante conjunto de una misma escena) y la combinación, es decir,
antes de que Griffith iniciase su actividad en la Biograph la elección de una determinada alternancia de los encua-
(1908). dres (véase el apartado 10.6).
Está el famoso precedente del primer plano del bandi- E n Griffith, por el contrario, la utilización del primer
do Barnes que dispara en dirección al público en Asalto y plano, es decir, de un mismo procedimiento técnico que,
robo de un tren (1903), de Edwin S. Porter. Pero se trata- en cuanto tal, no inventó él, tiene una función mucho más
ba sólo de un efectismo sin una función narrativa deter- compleja, de tipo ya completamente narrativo, y sólo en
minada, hasta el punto de que el catálogo de Edison co- este sentido se podrá hablar de invención, si es que se
municaba a los exhibidores que podían colocarla indiferen- quiere utilizar verdaderamente este término.
temente al principio o al final del film. Los primeros planos que, de su heroína Annie Lee,
Podemos encontrar otro ejemplo, algunos años antes, introduce Griffith en Después de muchos años (1908), film
entre los films de la llamada «escuela de Brighton» (Gran que, a pesar de sus atrevidas innovaciones, obtuvo tal éxito
Bretaña): en Grandma's Reading Glass (1900), de George que le indujo a realizar un remake tres años después
A . Smith, vemos — a través de las gafas de aumento que (Enoch Arden, 1911), ya no son curiosidades ópticas exhi-
la abuela utiliza para leer— detalles de un periódico y del bidas y justificadas por el empleo de un instrumento (las
rostro de la propia abuela, así como primeros planos de la gafas). Griffith utiliza una posibilidad óptica (la filmación
cabeza de un gato y de un canario en su jaula. de la actriz desde una distancia tan corta que el encuadre
Técnicamente se trata de primerísimos planos e incluso acaba abarcando tan sólo su rostro) sin justificación al-
de planos de detalle, cuyo efecto de aislamiento del con- guna, excepto la de comunicar de un modo expresivo los
texto viene acentuado por el «iris» circular que sirve para estados de ánimo del personaje.
simular la visión a través de las gafas. Otros «artificios» inventados y utilizados por los pio-
E s indudable que la finalidad de Smith es, aún, exhibir neros como simples curiosidades ópticas corrieron la misma
curiosidades ópticas (lo demuestra claramente la lógica em- suerte que el primer plano, que con Griffith entró a for-
pleada en la sucesión de los planos: del detalle mágico y mar parte de la nueva gramática de la narración por imáge-
misterioso de la realidad vista a través de las gafas al nes. E s el caso del fundido encadenado, que, utilizado por
plano de conjunto que revela el origen del extraño efecto). Méliés como truco para las transformaciones, volvemos a
encontrar en el cine de Griffith con funciones mucho más
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y buena parte del mercado mundial del cine» (BACHLIN,
complejas, como indicador del paso del presente al pasado
1945).
y viceversa, es decir, como signo de puntuación para in-
E n Europa, las difíciles condiciones de rodaje tras el
troducir o dar por finalizado un flash-back.
trágico paréntesis de la guerra no impidieron el florecer
Con Griffith, el cine aprende las reglas del relato y
de las investigaciones y experimentaciones, con resulta-
establece las bases de su sintaxis narrativa. A l parecer, al
dos tales que indujeron a los productores americanos a
propio Griffith, para tranquilizar a sus productores, que
contratar a directores y actores europeos. Sin embargo, esto
temían que el público se desorientara ante estas innovacio-
no siempre significó un punto de encuentro entre la pri-
nes, le gustaba recordar que se trataba de procedimientos
macía económica de Hollywood y la artística de Europa,
ya utilizados por Dickens en sus novelas: se trataba, como
y no siempre condujo a los resultados esperados.
siempre, de contar una historia de modo claro y emocio-
L a vitalidad, en el plano económico, de la producción
nante, aunque ahora fuera con imágenes en lugar de pa-
hollywoodiense de los años veinte (y, en buena medida,
labras (ARVIDSON, 1969, 66).
también de las décadas siguientes) se basó principalmente
en dos factores: el studio system y el star system. L a lle-
gada del sonoro no hizo más que otorgar una articulación
5.3 L a ascensión de Hollywood
más compleja y una organización más estable a un sistema
que, en líneas generales, se había ya afianzado en los años
E n el período que va desde el final de la primera veinte y que restaría sustancialmente inmutable hasta 1948,
guerra mundial (1918) hasta el crack de Wall Street (1929), en que un decreto de la Corte Suprema juzgó ilegal la
es decir, en algo más de una década, el cine experimenta concentración monopolística de los tres sectores de la
un gran desarrollo en todas partes para alcanzar un nivel industria cinematográfica practicada por las Major Com-
—tanto en el plano de la industria como en el del espec- panies.
táculo y el del lenguaje— que viene habitualmente defi-
L a constitución del studio system puede seguirse a tra-
nido como el «apogeo del cine mudo».
vés de la irresistible ascensión de Adolph Zukor que, a
Es cierto que, al final de este período, exactamente el
principios de los años veinte, lleva a cabo, bajo la deno-
6 de octubre de 1927, se presenta en Estados Unidos el
minación de Paramount, el proyecto de una compañía de
primer film sonoro. El cantor de jazz, pero las consecuen-
ciclo completo que, además de la producción y de la dis-
cias de esta innovación tecnológica fundamental no se ma-
tribución, controle directamente la exhibición, es decir las
nifestarán por completo hasta la década siguiente.
salas de proyección. E l futuro magnate del cine americano,
L a afirmación de la supremacía de Hollywood en la el húngaro Zukor, había llegado de Europa muy joven
economía cinematográfica mundial es el primer dato signi- —igual que Cari Laemmle, Louis B . Mayer, William E o x
ficativo. Esta supremacía es una consecuencia del desa- o los hermanos Warner— y empezó como propietario de
rrollo y los resultados de la primera guerra mundial, pero algunas salas, pasando luego a la importación de films
también de una política productiva basada en ingentes in- europeos y dando, finalmente, vida a la Eamous Players,
versiones de capital y en el desarrollo de formas de inte- una sociedad de producción independiente que, junto con
gración vertical, es decir, de control, por parte de una sola otras se opuso a la superpoderosa M P P C (la Motion Pie-
sociedad, de los tres sectores sobre los que se articula la ture Patents Company, que monopolizaba el sector de la
industria cinematográfica: la producción, la distribución y producción). E n 1916, la fusión entre la Eamous Players y
la exhibición. Se calcula que, alrededor de 1928, siete la Lasky Eeature Play Company, permitió a Zukor una
trust dominaban «casi por completo el mercado americano
76 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 5. E L C I N E MUDO 77

primera integración entre producción y distribución, com- Pero el fenómeno no fue sólo americano. Muy al con-
pletada luego con una política de adquisición sistemática trario, los mismos productores intentaron inicialmente ex-
de salas cinematográficas, que ya eran casi 600 en 1921. plotar fenómenos preexistentes, como por ejemplo el ya
A la cabeza de una sociedad que asumió el nombre de citado Zukor, que empezó su fortuna importando un film
Paramount, Zukor constituyó un modelo muy pronto imi- interpretado por la estrella de la escena parisina Sarah
tado por las demás sociedades, que adoptaron una estruc- Bernhardt (Elizabeth, reina de Inglaterra, 1912) e inten-
tura análoga. L o s productores independientes no tenían más tando posteriormente una explotación de otras estrellas
que constituir sus propias compañías de distribución: ése teatrales, lo cual no dio los resultados esperados.
fue el caso de David W. Griffith, Charles Chaplin, Douglas E l estréllalo cinematográfico tuvo, desde sus orígenes,
Fairbanks y Mary Pickford, todos los cuales formaron la características distintas a las de otros sectores análogos, ca-
United Artists. racterísticas que dependían, en buena medida, de la ra-
Naturalmente, el studio system no es sólo una forma de dical novedad de aquel particular dispositivo de produc-
integración especial entre los distintos sectores de la in- ción del imaginario que fue el cine.
dustria, sino que también representa un método preciso E l mayor relieve de que disfrutó el estréllalo americano
de organización del trabajo que se propone la maximiza- desde los años veinte es una de las consecuencias del
ción de los beneficios a través de una óptima explotación hecho, de muy simple enunciación, de que Estados Unidos
de los recursos. Ello supone una rígida división del tra- produjera casi el 1,80 por ciento del total de películas pro-
bajo y una subordinación total de todos los componentes ducidas en el mundo durante la época del mudo. Fue el
de la producción (directores, actores, guionistas, etc.) a la enorme poder de la industria cinematográfica estadouni-
figura del productor. dense el que amplificó y otorgó dimensiones inéditas a un
«La unidad artística soy yo», declara el protagonista fenómeno tan íntimamente relacionado con el desarrollo
de la novela El último magnate, de F . Scott Fitzgerald, que, de la cultura de masas: el viaje a Europa llevado a cabo
como ya hemos recordado, se inspiró en la mítica figura de en 1926 por Mary Pickford y Douglas Fairbanks demostró
Irving G . Thalberg, producer de la Metro Goldwyn Mayer. la fuerza de atracción tanto del mito del cine como del
Están estrechamente relacionados con el studio sys- mito de América. Basta con pensar en que, a su llegada a
tem, por una parte, el star system, es decir, el estréllalo Moscú, fueron recibidos por una multitud de más de tres-
como peculiar y complejo instrumento de promoción del cientas mil personas (BRONWLOW, 1979, 157).
producto cinematográfico, y, por otro, el sistema de los gé- Un fenómeno como el de Rodolfo Valentino, que in-
neros, es decir, un eficaz instrumento de diferenciación teresa tanto a la historia de las costumbres como a la del
de los productos, además de un buen medio de racionali- cine, demuestra la capacidad de la institución cinemato-
zación de los distintos componentes del trabajo artístico (di- gráfica para imponer un mito en unos pocos años: desde
rectores, guionistas, actores, etc.). Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921), el film de R e x
«Los productores podían presentar el menú, pero era Ingram que lo dio a conocer al público, hasta su prema-
el público quien escogía el plato.» Aunque no haya que tura muerte pasaron sólo cinco años.
compartir del todo e.sta optimista valoración del estré- E l fenómeno de los géneros cinematográficos está es-
llalo (BRONWLOW, 1979, 157), es indudable que éste, ya trechamente relacionado con el del estréllate: la estrella
fuera espontáneo o manipulado, fue, desde los años diez, está destinada a encarnar papeles fijos, a repetir determi-
uno de los principales instrumentos de promoción del con- nados trabajos cuando éstos consiguen el favor del público.
sumo cinematográfico. De ahí que Douglas Fairbanks dedique su carrera de actor
78 II. L A S DISTINTAS ÉPOCAS D E L C I N E
5. E L C I N E MUDO 79
(y también la de productor) al género de aventuras y Lon
Chaney al Horror, mientras Theda Bara inaugura el mo- E l slapstick es un mecanismo —que proviene ya de la
delo de la «vamp» en el cine histórico. Lommedia dell'Arte italiana— formado por dos tablillas
E l sistema de los géneros estaba ya totalmente confi- con las que se simulaba el ruido de los bastonazos que se
gurado en los años veinte: la comedia sentimental, el me- intercambiaban los actores. L a propia etimología ya nos
lodrama, el drama epicohistórico, el western, la gángster recuerda que la slapstick comedy viene de lejos y es el
story y, por último, aunque no el último en importancia,^ resultado de una amplificación y de una intensificación,
la slapstick comedy, el único género que, dado que nO' posibles gracias al nuevo medio, de una serie de efectos
sobrevivió a la llegada del sonoro, continúa siendo proyec- ya codificados por el teatro, las variedades y el circo. Con
tado, aún hoy en día, para públicos no especializados. el desarrollo de este género cómico, el cine americano, por
una parte, permanece fiel al cine de los orígenes (pensemos
en Méliés, que representó el momento de conversión ci-
5.4 L a gran época del cine cómico nematográfica de las tradiciones del music-hall, pero tam-
bién en Max Linder), y, por otra, conquista el espacio
Un historiador del cine americano ha escrito que el urbano de donde toma las situaciones, los objetos y el
fenómeno del cine cómico ha producido «algunas de las ritmo para la construcción de sus delirios cómicos.
más grandes obras de arte de la América del siglo xx» Hay que añadir que la slapstick comedy, que el público
(SKLAR, 1975). L a frase puede parecer excesivamente so- siempre ha identificado con los rostros maquillados de sus
lemne para un cine que procedía de formas de espectáculo actores más conocidos (Mack Sennett, Charlie Chaplin»
como el burlesque, el vaudeville y el music-hall, y que, a Buster Keaton, Harold Lloyd, etc.), fue un cine de direc-)
pesar del grado de precisión rítmica y de elegancia com- tores. Los historiadores más atentos han subrayado lo que;
positiva al que lo condujeron Charlie Chaplin y Buster Sennett debía a las lecciones de Griffith y a su técnica def
Keaton, se basó principalmente, al menos en sus inicios, montaje, aunque es evidente que la consecución del efecto
en las persecuciones, las batallas de tartas, las «bellezas cómico requiere ritmos más enloquecidos y situaciones
en el baño» y las catastróficas intervenciones de torpes exasperantes. L a realización de un gag de efecto irresis-f
policías (los célebres Keystone Cops). tibie requiere una ejecución perfecta: una escena dramática,
Y , sin embargo, el reconocimiento de la importancia puede ser buena e incluso discreta (puede funcionar muy,'
de este género tuvo lugar muy pronto, en Europa, y por bien en el desarrollo del relato, aunque tenga algún de-
parte de las vanguardias intelectuales más sofisticadas y fecto), pero un gag sólo puede ser perfecto, es decir debe
refinadas: basta recordar la evidente influencia del burles- dar directamente en el blanco. Por consiguiente, no hay
que americano sobre un clásico de la vanguardia dadaísta nada más absurdo que las críticas hechas a Chaplin en el
como es Entreacto ( 1 9 2 4 ) , de René Clair y Francis Picabia, sentido de haber hecho «teatro filmado», de haberse limi-
o el homenaje a Chaplin presente en el film experimental tado a traspasar al celuloide, y sin ninguna elaboración
del pintor Fernand Léger Le ballet mécanique ( 1 9 2 4 ) . especial, sus performances mímicas y gestuales. Téngase
¿Cuáles son las razones de la extraordinaria vitalidad en cuenta, por ejemplo, que Chaplin, para Charlot emi-
de este género que conquistó al público popular de todos grante (1917), rodó más de veintisiete mil metros de pe-
los continentes e incluyó en el imaginario de nuestro siglo lícula para acabar utilizando poco menos de seiscientos
los prototipos de la condición tragicómica del hombre con- (SKLAR, 1975).
temporáneo? Hna última consideración, no menos importante que
las precedentes: no sólo con Chaplin y Keaton, sino desde
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las primeras producciones de la Keystone hasta Haroli^ I ' os entendido en un principio. Encontraremos ejemplos
Lloyd, el burlesque americano construyó el más sistemátic ' *"^Harold L l o y d y en Buster Keaton.
repertorio de lugares, situaciones y objetos definidores del ^'^ A l principio de El hombre mosca (1923), un plano en
espacio urbano y de la «civilización de las máquinas». He.; üue el «apuesto» Harold Lloyd parece estar a punto de
vando totalmente a cabo la adecuación —preconizada po^ ^ r ahorcado, junto a un sacerdote que lo consuela y mu-
el futurismo— de la estética a la nueva sensibilidad, modij ? ^es que lloran, resulta ser sólo un detalle de una norma-
ficada por la velocidad y las máquinas. f lísima escena de despedida en una estación: una serie de
E l tráfico urbano, los automóviles, las fábricas ( r f e m i í concomitancias, oportunamente «aisladas» por el encuadre,
pos modernos, 1936, de Chapün), los lugares de diversiájWl han producido un efecto de sentido totalmente distinto.
y de espectáculo: todos aquellos aspectos plásticos y figuS A l principio de La costilla de Pamplinas (1922), Bus-
rativos que inspiraron las sinfonías visuales del cine europeoíB ter Keaton se presenta como un escultor empeñado en
(de Dziga Vertov a Walter Ruttmann) y proporcionaron a M realizar sus creaciones, pero una ampliación del encuadre
cine americano un trasfondo para sus comedias s e n t i m e n - « nos hace comprender que el «yeso» es pasta y que el «es-
tales, historias criminales y dramas sociales, se convirtie-H cultor» sólo está manipulándola para meterla en el horno.
ron, con el burlesque, en los elementos constitutivos de u o l l E n un estudio semiótico sobre la estructura del gag
derrumbamiento paródico del universo. en Buster Keaton, S. D u PASQUIER (1970) ha demostrado
L a definición de los mecanismos y de la estructura del que éste se basa en la sucesión de dos funciones distintas:
gag ha sido uno de los problemas que más ha fascinado a a una primera unidad de significado, definida como nor-
los historiadores y teóricos del lenguaje cinematográfico. mativa, se contrapone una segunda, definida como pertur-
Naturalmente, no es posible establecer una ley única vá- badora; esta última pulveriza el sentido de la primera sin
lida para todos, de Chaplin a Keaton, de Harold Lloyd a desmentir la situación, aunque presentando un sentido dis-
Sennett, de Harry Langdon a Larry Semon, puesto que tinto al aparente.
cada uno de los autores atribuye al gag una función dis- Pero el universo de la slapstick comedy no sólo está
tinta. dominado por la incertidumbre y la inestabilidad de las
Y , sin embargo, el denominador común de los distintos relaciones entre el cuerpo y el espacio: la dificultad en la
gags puede encontrarse en la estructura de la subversión. coordinación motriz, o los obstáculos imprevistos e insu-
Esto puede suceder en el centro mismo de la acción escé- perables que aparecen en las situaciones más simples y ele-
nica, como ocurre en la continua transformación del sen- mentales, son la base del slow-burn, un tipo de gag en el
tido que Chaplin atribuye a los objetos y a las situaciones, que Buster Keaton fue maestro y que consiste en el lento
subvirtiendo usos y funciones codificados y afirmando la pero irremediable deterioro de una situación que inicial-
razón de su yo arbitrario, lírico e imprevisible: en Charlot mente parecía sencillísima. L a ambigüedad de las relacio-
prestamista (1916), le vemos abrir un despertador como si nes personales, del significado de las situaciones y de los
se tratara de una lata de conservas; en Charlot en la calle gestos, y de los datos más comunes de la experiencia per-
de la Paz (1917), transforma un farol en una especie de ceptiva cotidiana: he aquí los temas recurrentes en los que
mortífera «cámara de gas», con la cual se desembaraza se apoyan las más irresistibles acumulaciones de efectos
de su adversario. cómicos. A esto se puede añadir la repetición obsesiva de
Pueden darse efectos análogos de subversión del sen- una serie de situaciones que han permitido asociar la es-
tido por una sucesión de diversos planos que nos Hevan a tructura del gag con la de las configuraciones oníricas:
descubrir un sentido completamente distinto al que ha- puede recordarse la lucha espasmódica que sostiene Charlot
5. E L C I N E MUDO 83
82 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E
nio hizo el futurismo) y para 1 uabajo destructivo»
para que un barracón suspendido en el vacío guarde morendido contra la odiada cul'i. ,i «burguesa» (como
equilibrio en La quimera del oro ( 1 9 2 5 ) , o para no caers ^ cede en el dadaísmo). E n otros casos, por el contrario,
mientras una mona le muerde la nariz en El circo ( 1 9 2 8 ) gl cine se convierte en un punto de referencia o un campo
las «catástrofes» en las que se ve continuamente envuelt ¿e experimentación para la elaboración de una nueva esté-
el frágil cuerpo de Buster Keaton; o la loca escalada d tica y P^''^ í^ atribución de nuevas funciones al lenguaje
un rascacielos por parte de Harold Lloyd. artístico (es lo que ocurre, aunque sea en formas distintas,
en el surrealismo y en la vanguardia soviética).
E n el ámbito de la interacción entre el cine y las van-
5.5 E l cine y las vanguardias históricas i guardias históricas pueden incluirse fenómenos muy diver-
sos. Tanto los referentes a los artistas de vanguardia —co-
E n Europa, ya a partir de la década de los años d i mo Schonberg, Kandinsky, Ginna y Corra, Survage, Egge-
y con mayor intensidad durante la década de los años ling o Richter— que prefiguraron o experimentaron direc-
veinte, se desarrolla una compleja interacción entre el cine tamente con la utilización del cine para otorgar una dimen-
y las vanguardias artisticoliterarias. sión dinámica, rítmica y plástica a sus investigaciones sobre
Hablar de interacción entre cine y vanguardia, en lugar la forma abstracta, quedando así fuera o al margen de la
de —directamente— cine de vanguardia, supone el reco- institución cinematográfica, como los que tienen que ver
nocimiento de la diversidad de dos fenómenos (las vanguar- con cineastas que partieron de las elaboraciones formales y
dias, por una parte, y el cine, por la otra) que se relacionan temáticas de las vanguardias artisticoliterarias para la rea-
entre sí con modalidad, finalidad y resultados distintos. lización de sus films, como sucedió en el cine alemán, que
E l cine, en sus distintos aspectos de dispositivo técnico- constituyó un importante polo de expansión y difusión de
científico, industria cultural y nuevo medio de comunica- todo lo que el expresionismo había elaborado en los cam-
ción, constituía por sí mismo un fenómeno profundamente pos literario, pictórico y teatral.
innovador o incluso revolucionario, sobre todo con res- Pasaremos ahora a reseñar los momentos principales ,
pecto a la organización tradicional de las artes. Todo estQ de la interacción entre cine y vanguardias históricas, insis- i
lo comprendió muy bien BENJAMÍN ( 1 9 3 6 ) , que estableció tiendo sobre todo en las distintas modalidades de la inte-
una estrecha relación entre el nuevo estatuto del arte «en racción (para un conocimiento más profundo del fenó-
la época de su reproducibilidad técnica» y el desarrollo de i meno en sus distintos aspectos, véase V E R D O N E , 1 9 7 7 , si
su posible utilización revolucionaria. lo que se quiere es una caracterización resumida; B E R -
Con un lenguaje que parece proceder de los más fogo- TETTO, 1983 y 1975, RONDOLINO, 1972 y 1977, KURTZ,
sos manifiestos de la vanguardia soviética, Benjamin des- 1926; y TONE, 1978, y QUARESIMA, 1979, por lo que ^
cribe así la llegada del cine: «Luego llegó el cine y en respecta a manifiestos, ideas y documentos).
décimas de segundo dinamitó aquel universo que parecía
una prisión; y así fue como nosotros pudimos emprender
tranquilamente aventureros viajes entre sus ruinas espar- 5.5.1 Futurismo y Dada
cidas» (BENJAMÍN, 1936).
Precisamente por estas características suyas, todas las E l manifiesto La cinematografia futurista fue redactado
vanguardias históricas empezaron a contemplar al cine con por E . M . Marinetti y sus seguidores en 1 9 1 6 , relativamente
gran interés. De él extrajeron a menudo elementos para tarde respecto a las precedentes y más notables declaracio-
una discusión radical de los valores estéticos tradicionales
84 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 5. E L C I N E MUDO 85

nes programáticas del movimiento: el primer manifiesto tética que él propugnaba. Además, las «cronofotografías»
de 1909, y ya en intervenciones anteriores, en especial j ^ l americano Edward Muybridge y el francés Etienne-
sus teorizaciones y experimentaciones teatrales, los futu7| I les Marey, aparte de representar la fase preparatoria de
ristas habían demostrado, aunque sin mencionarlo explíci- la llegada del cine, hacía tiempo que habían proporcio-
tamente, estar —de distintos modos— influidos por el cine. nado ejemplos de la extraordinaria belleza de la reproduc-
Ese manifiesto, en realidad, no hace otra cosa que pre- á ción mecánica del cuerpo en movimiento, en el que se
figurar una plasmación cinematográfica de las provocacio-J inspiraron tanto las vanguardias pictóricas (Marcel D u -
nes y experimentaciones ya realizadas por los futuristas, d u j champ, por ejemplo, con su célebre Desnudo bajando una
rante sus «veladas», en el campo de la poesía y el teatro escalera, 1912) como las investigaciones sobre el «fotodi-
fusión de las distintas artes en una única fuerza de supera namismo» de Bragaglia (1916). Resultan también evidentes
ción de los valores estéticos tradicionales, encuentro caótio las analogías entre las espirales giratorias utilizadas por
y disonante de materiales visuales extraídos de los má Duchamp en su film experimental Anemia Cinema (1926)
diversos contextos, plena libertad respecto a cualquier uti- y los efectos de figuras geométricas en movimiento realiza-
lización lógica, coherente, codificada y codificable de dos, en la época precinematográfica, con el cromatoscopio,
nuevo medio... una sofisticada aplicación de la linterna mágica.
Pero, desgraciadamente, no llegó a desarrollarse m Del mismo modo, la sugerencia del universo fantástico
verdadero cine futurista. Vita futurista (1916), de Arnaldn de Georges Méliés está construida sobre la compenetración
Ginna, se ha perdido, y, por lo que sabemos, plasmaba de los muy elaborados elementos escenográficos y los mo-
sólo parcialmente los programas del manifiesto, mientra vimientos de los actores, es decir, sobre un procedimiento
que en Thais (1916), de Antón Giulio Bragaglia, los el? de construcción del espacio fílmico que será frecuente en
mentos vanguardistas se limitan a la escenografía elaborad los experimentos de las vanguardias: además del ya citado
por E . Prampolini para la última parte. Thais, hay que recordar el expresionismo alemán, a partir
Jean M I T R Y (1917, 39, edic. esp.) proporciona un de El gabinete del doctor Caligari (1919), de Robert Wiene,
visión muy limitada de las relaciones entre futurismo y la primera vanguardia francesa (por ejemplo. La iililU-
cine, afirmando que Marinetti, en su manifiesto, «anunJ mana, de Marcel L'Herbier).
ciaba verdades que el peor de los films americanos ya ha- E n el movimiento Dadá, la referencia al cine significa,
bía puesto en evidencia hacía años (simultaneidad de las sobre todo, l a negación y el escarnio de los valores esté-
acciones, desplazamientos en el espacio y el tiempo, signifi- ticos tradicionales. Se puede recordar una de las primeras
cado de los objetos, primeros planos, etc.)». Sin embargo, veladas dadaístas en París (el 5 de febrero de 1920), con
hay una verdad implícita en este juicio (que, desgraciada- el (falso) anuncio de la participación de Charles Chaplin,
mente, Mitry enuncia de modo tan drástico sólo en el como prueba del interés de la vanguardia europea por un
caso del futurismo): el reconocimiento de la influencia que género como el burlesque (véase apartado 5.4).
ejerció el cine sobre las vanguardias artisticoliterarias. E n el curso de otra velada dadaísta, titulada Le coeur
L a celebración de la belleza de la locomotora, a la a barbe, se proyectó el film Le retour á la raison
cual se dedicaron algunos párrafos fundamentales del pri- (1923), que el fotógrafo americano Man R a y había
mer manifiesto futurista (1909), había empezado ya con la obtenido montando fragmentos de película impresiona-
primera película de la historia del cine. La llegada del tren dos de las más diversas formas, desde la tradicional,
(1895), de los hermanos Lumiére, catorce años antes de con efectos de refinada elegancia, a otras no muy ortodo-
que Marinetti la exaltase como símbolo de la revolución xas, consistentes en poner en contacto con la emulsión
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5. E L C I N E MUDO

materiales como alfileres, clavos, etc.


desarrollaron al margen o fuera del movimiento: tal es,
E l repertorio más completo de «figuras» del lenguaje
ñor ejemplo, el caso de Le ballet mécanique (1924), del
cinematográfico tomadas en préstamo al repertorio de
pintor Fernand Léger, o del film del poeta Jean Cocteau,
«trucos» y gags del cine cómico (ya sea del viejo burlesque
¿ a sang d'un poete (1930), que, aún presentando elementos
francés o de la slapstick comedy norteamericana) se en-
muy próximos al surrealismo, fueron siempre rechazados
cuentra en Entreacto (1924), realizado por René Clair
sobre un guión del pintor dadaísta Francis Picabia. Este por el movimiento.
film, cuyo título significa literalmente intermedio, debía ser Del mismo modo, también fue violentamente rechazado
el clou de una velada teatral titulada Reláche, es deci La coquille et le clergyman (1927), realizado por Germaine
reposo. Buena parte del film lo ocupa un grotesco fuñe Dulac según un guión de Antonin Artaud. A pesar de la
transformado en una «comedia de persecución», de desdichada elección del protagonista y de una utilización
artista-prestidigitador que, al final, hace desaparecer poco controlada de los trucos, tanto cuantitativa como cua-
todos los personajes, incluido él mismo, lo cual es litativamente, el film de la Dulac presenta, por lo menos,
clarísima ejemplificación del programa dadaísta de esi el clima obsesivo y delirante de lo que escribió Artaud. L a s
nio-destrucción del arte burgués y de su asimilación ideas y las teorizaciones de Artaud en el campo cinemato-
aquella mezcla de juego y de magia que era el espectác" gráfico son de muchísimo interés, sobre todo si se rela-
cinematográfico de las barracas de feria. ' cionan con sus trabajos más notables en el campo del tea-
tro. Desgraciadamente, el cine «visionario» preconizado '
por Artaud sólo tuvo una formulación literaria, como su-
5.5.2 Surrealismo cedió, por otra parte, con los guiones de otros poetas, como
Soupault y Desnos, aunque de este último se puede re-
E l movimiento surrealista, que nació en París en 192 cordar un poema que inspiró el flm de Man R a y L'étoile
tras la crisis del movimiento Dadá, no sólo prefiguró, de mer (1928) que puede ser considerado auténticamente
en parte realizó, un nuevo tipo de cine, sino que tambié surrealista.
se interesó activamente por el hecho cinematográfico, Pero los films que presentan la más coherente y exhaus-
por las analogías existentes entre el cine, sobre todo e tiva plasmación del verbo surrealista son Un perro andaluz
sus manifestaciones más populares, y el sueño, entre 1 (1928) y La edad de oro (1930), ambos de Luis Buñuel.
mecanismos de la visión fíimica y los mecanismos del s u " E l primero, realizado en colaboración con el pintor
consciente. Ado Kyrou atribuye a Bretón, líder del mo\ Salvador Dalí, la utilización del montaje y la técnica de
miento, el mérito de haber demostrado con su habitu construcción de las secuencias constituyen el equivalente
clarividencia «la fuerza del cine, que puede (y debe) fílmico de la «escritura automática» que experimentaron
el mayor trampolín desde donde el mundo exterior podr 'os poetas surrealistas: una asociación libre —según los
zambullirse en las aguas magnéticas y brillantemente ne caminos sugeridos por el subconsciente y sin ningún tipo
gras del subconsciente, de la poesía y del sueño» ( K Y R O ' de control logicorracional— de imágenes extraídas de los
1963, 9). más diversos contextos.
Indudablemente, el surrealismo v, más aún, el dadaí E l célebre prólogo de Un perro andaluz, en el que ve-
mo, desempeñaron un papel fundamental al sugerir o i n á | mos asociadas la imagen «lírica» de una tenue nulie que
pirar las más libres y radicales experimentaciones en e pasa por delante de la luna, y aquella otra, literalmente
campo cinematográfico. A menudo, sin embargo, éstas s: msoportable, de una navaja rasgando el ojo de una mujer.
Puede ser considerado el manifiesto programático del en-
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• Caligari, y con ciertas características comunes:
cuentro entre surrealismo y cine, la plasmación fíimica de p^'^" ntación en espacios únicos rigurosamente delimita-
la fórmula surrealista «rasgar el velo de la razón lógica g ^^'^'una particular atención hacia los objetos que, además
contemplar el abismo» (véase C O S T A , 1976). 1 do*-" jjipeñar funciones precisas en el plano dramático,
Las violentas polémicas y las intervenciones de la c e n en complejos valores simbólicos; movimientos de cá-
sura provocadas por La edad de oro, en la cual, al escarnW ' a (travellings, panorámicas...) y variaciones en los án-
de los valores burgueses y al espíritu anticlerical e icon3| de las tomas que persiguen una dilatación de los
clasta se unió una exaltación de los valores subversivos der ^f'ctos dramáticos; una limitación sistemática, e incluso
erotismo (el tan celebrado amour fou de los surrealistas), % a casi total eliminación, de la utilización de los rótulos,
incitaron a Bretón y a sus compañeros no sólo a abrazar la en un intento de alcanzar un tipo de narración basada en
causa del film, sino también a dedicarle un enfebrecida elementos puramente visuales y umversalmente comprensi-
manifiesto. bles; etc. Esta serie de films —que comprende Escalera de
servicio (1921), de Paul Leni y Leopold Jessner, y Scher-
Ijen (1921) y Sylvester (1923), de Lupu-Pick— halla su
5.5.3 Expresionismo culminación en El último (1924), de F . W. Murnau, una
obra en la que la más rigurosa estilización de la puesta en
E n el cine alemán, después de la primera guerra mun- escena convive con el respeto a las convenciones del rea-
dial, la influencia del expresionismo pictórico, literario y lismo cinematográfico. E l film de Murnau, definido como
teatral, provocó la aparición de un grupo de films que ha- «una evidente y estilizada obra maestra» por el más impor-
llaron su estandarte en El gabinete del doctor Caligari tante teórico de las relaciones entre cine y expresionismo
(1919), de Robert Wiene. (KURTZ, 1926) despertó un enorme interés en Hollywood,
Con el término caligarismo, muy pronto divulgado gra- donde los productores, a la caza de talentos europeos que
cias a la gran resonancia internacional del film, se quiere poder introducir en su organización productiva, rivaliza-
designar un estilo basado en escenografías y métodos de ron para contratar a todo el équipe que lo había realizado.
interpretación de raíces teatrales y pictóricas, que acabe L a experiencia del cine expresionista dejó huellas muy
presentando una visión deformada de situaciones y am- profundas, y no sólo en el cine alemán. Por una parte se
bientes en consonancia con los temas, que incluyen perso- puede resumir en algunos aspectos formales y, sobre todo,
najes decididamente patológicos y a veces fuertemente em- temáticos, las obsesiones y prefiguraciones que se conver-
blemáticos. E n el Caligari, una serie de misteriosos delitos tirían en realidad con la experiencia del nazismo: es lo
resultan ser obra de un sonámbulo manipulado por un psi- que hace K R A C A U E R (1947) en su ya clásico estudio, que
quiatra mediante un insensato experimento, aunque al final en su edición original se titulaba From Caligari to Hitler.
todo resulta ser la alucinación de un enfermo mental. (Trad. cast.: De Caligari a Hitler, Barcelona, Paidós, 1985.)
E n los excesos del caligarismo, sin embargo, está toda- Por otra parte, si se analizan los componentes formales y
vía presente la exigencia de un control absoluto de todos las técnicas de realización del cine expresionista (véase
los elementos de la puesta en escena, lo cual constituye, EisNER, 1981), es posible dilucidar las bases metodológi-
probablemente, la herencia más importante de las expe- cas y estilísticas de un grupo de directores, encabezados
riencias del cine expresionista y del Kammerspielfilm. por F . W. Murnau y Fritz Lang, de operadores como K a r l
Con este último término, basado en el Kammerspiel Freund y Fritz-Arno Wagner, y de directores artísticos y
(teatro de cámara) ideado por Max Reinhardt, se designa actores que contribuyeron de una manera fundamental a
un grupo de films escritos por Cari Mayer, coautor del^
90 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 5. E L C I N E MUDO 91

la evolución del lenguaje cinematográfico, incluso despu- eñó un papel privilegiado, puesto que se trataba
del traspaso a Hollywood, tras la llegada al poder de Hitlg^^ ücscuip^^j.^ capaz, no sólo de reflejar las modificaciones
de una buena parte de los equipos artísticos y técnicos ál] de .""gxperiencia perceptiva introducidas por la técnica y
cine alemán.
d^ las nuevas condiciones de vida de la sociedad indus-
''"'^lizada, sino también de replantearse por sí mismo, en
^'^sentido revolucionario, las concepciones del espacio y
5.5.4 La vanguardia rusa
- I tiempo-
E n Rusia, las relaciones entre cine y vanguardia des- Según Dziga Vertov, autor de films de montaje basa-
pués de 1917 consistieron en la atribución al nuevo medio jos en filmaciones de la realidad, el cine, si renunciaba a
expresivo de un papel privilegiado en la realización de un los platos, a la escenificación y, sobre todo, a la temática
proyecto revolucionario, más en un sentido político que «decadente» del teatro y la literatura «burgueses», podía
estético. L a experiencia del cine revolucionario ruso está contribuir a la liquidación del arte («la propia palabra
caracterizada por la convivencia de dos proyectos estrecha- arte es contrarrevolucionaria», afirmaba en 1924); y si
mente relacionados. Por una parte, el estudio sobre bases aceptaba y exaltaba su naturaleza de ojo mecánico estaría
experimentales, como se pretendía hacer en el laboratorio en condiciones de restituir «una percepción del mundo más
Kulechov (véase apartado 10.6); y por otra, el proyecto fresca» (véase B E R T E T T O , 1975, 69-78). E n realidad, el
revolucionario. , principal interés de la obra de Vertov reside en la relación
que establece entre la naturaleza documental del material
Según el espíritu cientifista de la época, Kulechov y susí
y el artificio del procedimiento de su organización rítmica,
discípulos estudiaron las leyes constitutivas de la comuni-'
basado en un método muy parecido a la técnica poética
cación fíimica y los elementos específicos del lenguaje ci-
de Maiakovski y a la teoría del método formal.
nematográfico. Paralelamente se desarrollaban las investi-
Naturalmente, este modo de combinar compromiso po-
gaciones del grupo formalista, constituido por lingüistas y
lítico y experimentación formal estaba destinado a chocar
críticos literarios como R o m á n Jakobson, Shklovski, T i -
con l a incomprensión del gran público, que en la U R S S
nianov o Eichenbaum, quienes, además de abordar el cine
continuaba admirando a las estrellas hollywoodienses,
como teóricos o como guionistas, influyeron profundamen
como demuestra la acogida dispensada a Mary Pickford y
te, con sus investigaciones sobre la estructura de la com
Douglas Fairbanks en 1926 (véase apartado 5.3). Aunque
nicación literaria, en la elaboración teórica y la puesta
las cosas tampoco podían ir mejor con el aparato burocrá-
marcha de una vanguardia cinematográfica netamente for-
tico del Partido Comunista, que prefería menos investiga-
malista, en el sentido más completo del término (véase
ción formal y más eficacia propagandística.
K R A I S K I , 1971).
A l «cine-ojo» de Vertov, siguiendo el estilo pintoresco
A l mismo tiempo que elaboraban una especie de gra- y ruidoso de la vanguardia soviética, Eisenstein contrapuso
mática de la comunicación visual basada esencialmente su «cine-puño»: es decir, cine «interpretado», basado en l a
en el montaje, los cineastas rusos participaron en un movi- escenificación, y cuyas «atracciones», rigurosamente produ-
miento político que creía en la posibilidad de liberar el cidas y orquestadas, estuvieran en condiciones de influir
arte de las condiciones de incomunicación y aislamiento en profundidad sobre la mente del espectador. L a s teorías
en que lo había colocado la cultura «burguesa», para con- de Eisenstein, elaboradas primero en un contexto teatral,
vertirlo en uno de los elementos propulsivos de la cons- fueron luego aplicadas en los films La huelga (1925), El
trucción de una nueva sociedad. E n este proyecto, el cine acorazado Potemkin (1926) y Octubre (1927).
5. E L C I N E MUDO 93
92 I I . L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

Pero, ya a partir de su primer film, también Eisenstei Introducción al cine mudo italiano
iba a encontrarse con un muro de incomprensión. Su es
crito «Una aproximación dialéctica a la forma del fÜQjJ nurante mucho tiempo, en Italia se ha hecho poco o
( 1 9 2 9 ) intenta asignar a la forma fíimica una función para profundizar y difundir el conocimiento del
no sólo sea decorativa o ilustrativa de contenidos y textos "•^ mudo. No existía una política seria de recuperación,
elaborados en otra parte. '^'"'servación y restauración del patrimonio filmográfico de
Eisenstein, profundizando en sus investigaciones y ex. '^""ella época, aunque l a crítica cinematográfica parecía
perimentaciones sobre el lenguaje fílmico, llegó a elaborar ^''tisfecha de poder citar las probables influencias de Gio-
su teoría del «montaje intelectual», que fue aplicada sobre vanni Pastrone, el creador de Cabiria ( 1 9 1 4 ) , sobre Grif-
todo en Octubre. Poseedor de una vasta cultura literaria, j(f, o las «anticipaciones» del neorrealismo que podían
científica y artística, vio en el cine un lenguaje lo suficien- encontrarse en Sperduti nel buio ( 1 9 1 4 ) , de Niño Marto-
temente complejo como para poner en práctica procedi- glio (entretanto, se perdía la única copia existente de l a
mientos análogos a los de la novela y la pintura, convir- película) o en Assunta Spina ( 1 9 1 5 ) , de Gustavo Serena.
tiéndose así en un campo de experimentación de los Sin duda, la crisis de los años veinte, los años del
procesos logicocomunicativos estudiados por la lingüísti- advenimiento del fascismo, que colocó al cine italiano en
ca y la psicología: investigó en especial las relaciones entre una clara posición de inferioridad respecto a l a extraor-
el lenguaje cinematográfico y la escritura ideográfica, en- dinaria madurez expresiva que podía encontrarse en el cine
tre las configuraciones fílmicas y las del lenguaje interior, de otros países, no animó ni a l a investigación ni a las ten-
entre las formas del «pensamiento visual» —típico del tativas de recuperación.
cine— y los procedimientos de la «mentalidad primitiva» y E n los años veinte, el cine italiano conoció una larga
el «pensamiento salvaje», investigados por la antropología y laboriosa crisis determinada, entre otras cosas, por el
moderna.* íracaso de la experiencia de la U C I , un intento — a medio
Los aspectos más vivos e innovadores de la vanguardia camino entre la megalomanía y la ineptitud empresarial—
soviética fueron frenados y reprimidos por el aparato polí- de unificar la producción en un trust.
tico. L a utopía del fin del aislamiento del arte en la cons- Reproponiendo, tras los fastos de los años diez y el
trucción de una sociedad en la que el arte mismo tomaría paro de la producción provocado por la primera guerra
parte en el proceso de producción, naufragó por culpa de mundial, los modelos, ya ampliamente explotados, del Ko-
un aparato que demostró preferir el dogma a la libre expe- lossal historicomitológico y del divismo dannunziano, el
rimentación de las vanguardias. Y cuando la fe que exigía cine italiano pagó cara su falta de renovación técnica y
ese dogma se mostró insuficiente, recurrió a métodos repre- expresiva ( B R U N E T T A , 1 9 7 9 , 2 0 7 - 2 0 8 ) .
sivos y policiales. L a comparación entre la producción italiana de los
años veinte y la de otras cinematografías puede resultar
• E l texto «Una aproximación dialéctica a la forma del film» poco alentadora, pero eso no justifica el silencio, la in-
puede encontrarse con ese título en E I S E N S T E I N , Teoría y técni- curia y la ausencia de una investigación historicocrítica.
ca cinematográficas, Madrid, Rialp, 1957, págs. 65-83, y con el títu- Afortunadamente, la situación ha cambiado en la últi-
lo de «Un acercamiento dialéctico a la forma cinematográfica» en ma década. Hoy en día, además de disfrutar de mayores
E I S E N S T E I N , La forma en el cine, Buenos Aires, Losange, 1958,
págs. 51-70. Para la edición española de los textos de Eisenstein, posibilidades de visionar los films supervivientes restaura-
véase también: Reflexiones de un cineasta, Madrid, Artiach, 1970, dos con ocasión de distintas retrospectivas y disponibles
y El sentido del film, Buenos Aires, Lautaro, 1941. [ T . l tanto para aficionados como para estudiosos y críticos.
5. E L C I N E MUDO 95
94 II. L A S DISTINTAS ÉPOCAS D E L C I N E
¿el cine mudo italiano, revivido en épocas más re-
disponemos de óptimos instrumentos bibliográficos para ei cido* por géneros como el peplum y el spaghetti western.
conocimiento del cine mudo italiano. ™ ' ' ' ' ^ " r n estos y otros instrumentos bibliográficos —entre
Recordemos algunos, aunque sólo sea por el interés ales habría que recordar, por lo menos, la antología
de las indicaciones metodológicas y de los distintos aspee '"^ ('^"publicidad cinematográfica de las primeras décadas
tos del cine mudo que proponen. ' '^"i siglo (Mostra Internazionale del Nuovo Cinema,
Y a en el capítulo sobre el cine mudo de la Storia dA '1^'Q^ , ya es posible revisitar, de una manera adecuada,
cinema italiano, BRUNETTA ( 1 9 7 9 , 1 9 8 2 ) deja claro el sig^ \e mudo italiano, incluso a pesar de las pérdidas su-
nificado de su propuesta de una historia del cine como YoA H d a s . Si lo abordamos, sobre todo, para conocerlo y
toria de una institución social total que incluya todos aprenderlo en lo que realmente fue, y para estudiar las
aspectos (y no sólo los estéticos) del fenómeno cinemato^ formas de producción y las configuraciones dominantes en
gráfico y apuesta por una metodología de investigaci6i| relación a las características originarias de la vida y la
histórica abierta a todas las constribuciones y sugerenciaa'ii cultura nacionales, el viaje no será inútil, sino más bien
procedentes de otras disciplinas como la lingüística, la sorii rico en descubrimientos y, a menudo, fascinante.
ciología, etc. (véase también el apartado 2 . 1 ) . 'j| Uno de los aspectos más característicos del cine italia-
L a monumental obra Cinema muto italiano, de A . BER»* no de la época muda, y que podríamos denominar poli-
NARDiNi ( 1 9 8 0 - 1 9 8 1 ) constituye la investigación más com- centrismo productivo, consiste en la presencia simultánea
pleta sobre el cine de los orígenes y une al rigor de Iq; de distintos centros de producción repartidos en varias
labor historiográfica (sobre los lugares donde tenían lugar ciudades, incluso en las más pequeñas; este fenómeno ten-
los espectáculos, la organización economicoindustrial, el) derá a reducirse, si no a desaparecer, en los años treinta,
público y el divismo) una serie de ilustraciones de singu-] como consecuencia de la política concentradora del fas-
lar interés. '•• cismo que culmina con la creación de Cinecittá en 1 9 3 7 .
V. MARTINELLI ( 1 9 8 0 - 1 9 8 1 ) ha recogido, en los cua- Las aportaciones, a menudo originales, de cada una de
tro volúmenes de su filmografía del Cinema muto italiano, ij las ciudades (Turín, Nápoles, Milán y, naturalmente, Roma,
toda la información escrita relativa a los films producidos I pero también Génova, Catania, etc.) al desarrollo del siste-
desde 1 9 1 9 hasta el final de los años veinte: y no sólo to- r ma de distribución y producción, son notables y testimonian
dos los datos relativos a cuantos participaron en su reali- ) cuán compleja y rica en fermentos fue esta fase de la indus-
zación, sino también los argumentos, buscados en fuentes ) tria italiana del espectáculo. L a actividad empresarial de
de la época, las críticas publicadas y descripciones de las | Turín desempeñó, seguramente, un papel preponderante y
secuencias que fueron cortadas y modificadas por los más fue la base de los extraordinarios rebultados obtenidos por
diversos motivos, según las actas de las comisiones de el género historicomitológico que llegó a su cima con Cabi-
censura. ria, pero no hay que olvidar que en Nápoles se desarrolló
Y no faltan contribuciones sobre aspectos que conser- una peculiar forma de producción de carácter regional (en
van, además de un gran interés histórico, una gran fasci- cuyo ámbito los films de Elvira Notari presentan un espe-
nación en el ámbito de la ficción y el espectáculo, como cial interés) que fue el primer paso de las actividades —pri-
por ejemplo el découpage fotográfico, plano por plano, de mero en el campo de la distribución y luego en el de la
la Cabiria de Giovanni Pastrone ( P R O L O - R A D I C A T I - R O S S I , producción— de Gustavo Lombardo, futuro fundador
1977) o el volumen Gli uomini forti (FARASSINO-SANGUI- de la Titanus.
NETi, 1 9 8 3 ) dedicado al cine de «forzudos», que fue uno Si el género historicomitológico fue el de mayor es-
de los fenómenos más curiosos e internacionalmente cono-
96 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E
5. E L C I N E Miroo 97
plendor, asegurando la penetración del cine italiano en 1Q
técnicas obtenidas en colaboración con Segundo de
mercados extranjeros, no hay que olvidar que la produc^
j-iories mago de los efectos especiales cuya aporta-
ción comicopopular, dominada por un cierto eclecticism"
C^°^ I 'c más audaces innovaciones de Cabiria resultó de-
favorecido por la utilización de actores extranjeros com^
André Deed (Cretinetti) y Ferdinand Guillaume (Polidor) ^ nte
no está exenta de originalidad. ' " ' "Baío el signo del eclecticismo se desarrolla igualmente
Bastaría recordar películas como La meridiana in con. ] -omplejo fenómeno del divismo femenino, uno de cuyos
vento (1915), de Eleuterio Rodolfi, que cuenta, en un cli. rnponentes, aunque no el único, es el prototipo de la
ma de pochade, un caso de epidemia voyeurística provo- ,ier fatal, esbozada a partir de la Elena Muti de El pla-
cada por la fotografía «picante» de una colegiala, con de D'Annunzio.
apuntes de corrosiva comicidad en su contemplación del Sin duda, los elementos dannunzianos son los predo-
arribismo pequeño burgués, y que cuenta entre sus ma- niinantes, pero no hay que olvidar otras aportaciones: por
yores bazas con la interpretación de Ernesto Vaser; o eli CK-mplo, la de Verga, autor, aunque sea mediante interpó-
extraordinario Pinocchio (1911) de Giulio Antamoro, dell siia persona (la condesa Dina Castellazzi di Sordevolo), del
cual no sólo hay que destacar la performance mímico-1 .Tiiión de Tigre reale, basado en su narración homónima;
gestual de Ferdinand Guillaume, sino también la curiosa '! el personaje interpretado por L y d a Borelli en La memoria
contaminación que se produce entre los principales temas • dcll'altro (1913), de Alberto Degli Abbati, parece mode-
del cuento de Collodi, fielmente respetados, y elementos | lado, al menos en la primera parte, según una mitología
espurios que parecen extraídos de la naciente mitología J de tipo futurista; y el futurismo aparece también en Thais
cinematográfica: no hay más que decir que Pinocho y Gep- (1916), de Bragaglia, que, aunque no es propiamente un
petto acaban en América, donde el primero es adorado tilm futurista, es, con toda seguridad, un interesante caso
por los indios como si fuera un dios y el segundo está a de cruce entre una temática decadente y audaces soluciones
punto de ser asado, antes de que la llegada de los casacas escenográficas (debidas al futurista Prampolini), entre cine
rojas ponga un divertido punto final. ' de consumo e investigación de vanguardia.
Y aún podríamos citar las singulares aportaciones de
E l eclecticismo que caracteriza la producción italiana
la distinta personalidad de cada actriz, aunque se tratara
de los años diez no siempre es señal de titubeo o de im- |
de clichés, como por ejemplo la enigmática Diane Karen-
provisación, sino que es el testimonio de un clima de in- '
ne, actriz de origen polaco, guionista, productora y direc-
vestigación y de experimentación: no es casualidad que
tora, de quien, desgraciadamente, sólo conservamos un film
uno de los factores de la crisis de los años veinte fuera la
(Miss Dorothy, 1920, de Giulio Antamoro): un personaje
reproposición de modelos ya explotados. U n carácter ecléc-
que hay que redescubrir, incluso por el carácter anticon-
tico tiene, sin duda, la producción de Pastrone que, domi-
formista de los guiones que realizó.
nada por un profundo dannunzianismo, se mueve simul-
Ecléctica es, también, la personalidad de Francesca
táneamente en varios frentes: del Icolossal historicomitoló-
Bertini que, en la variedad de su producción, logra dife-
gico (Cabiria) a los melodramas pasionales como / / fuoco
renciarse de la monocorde linealidad de sus competido-
(1915) y Tigre reale (1916), ambos con Pina Menichelli;
ras: baste recordar el extraordinario experimento de Ma-
del reciclaje en clave belicopatriótica del mito de Maciste
riute (1918), de Edoardo Bencivenga que, a pesar de los
(Maciste alpino, 1916) al interesante experimento de La
evidentes excesos de la propaganda bélica y de la autopro-
guerra y los sueños de Momi (1916), en el que, más que
paganda divística (producido por la Bertini F i l m , se trata
el tema del nacionalismo, resultan interesantes las resolu-
de la descripción de un día en la vida de una diva, interpre-
5. E L CINE MUDO 99
98 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

tada por ella misma), constituye un excepcional docuiue treinta, época en la que se produce una verdadera
to histórico y un experimento de gran versatilidad interpr''
tativa.
Las parejas masculinas de las divas (Mario Bonnarj ^ "'"s sobre todo si se relaciona cun ci cmua uc n-^jiu^-
Febo Mari, etc.) no incidieron ya tanto en la fantasía PQ' n de repliegue conservador que domina gran parte
pular, quizá con la excepción de Amleto Novelli, lo cu^i ' ^ " l a cultura italiana de los años veinte, incluido el cine, y
es comprensible dado el carácter —inimitable por defini, d^ bién si se quiere comprender la responsabilidad que
ción— del prototipo, del verdadero divo de la época, Ga- ^^^0 el mundo de la cultura en el desarrollo y la afirmación
brielle D'Annunzio, sin duda la invención de mayor éxito j e l fascismo (véase B R U N E T T A , 1979, 229-267). Tampoco
de la naciente industria cultural italiana. ^ este campo faltan descubrimientos interesantes, sobre
Dannunziano sólo por el nombre de su personaje, Ma- todo en lo relativo a la documentación histórica. T a l es el
ciste, que lo condujo desde el puerto de Génova hasta los caso de /(grido deU'aquila (1923), de Mario Volpe, donde
fastos de la pantalla, fue Bartolomeo Pagano, líder de una se encuentran ya definidos los temas de la política cultural
serie de «forzudos» que se convirtieron en los verdaderos j c l fascismo que posteriormente disfrutarán de interpreta-
divos masculinos del cine mudo italiano: Sansón (Luciano ciones cinematográficas formalmente más refinadas y téc-
Albertini), Ajax (Cario Aldini), Saetta (Domenico Mario nicamente más complejas en films de Blasetti, Forzano,
Gambino), etc. l ienkcr, etc.: la relación entre las tradiciones del Risor-
L a ductilidad de Maciste al adaptarse al mito del gi- gimcnto y el fascismo, el aura populista, la exaltación del
gante bueno y generoso en ambientes y épocas distintos mundo campesino frente al obrero, la recuperación de las
es la base de su vitalidad y de su fama: del mundo romano tradiciones populares (las máscaras de la Commedia
de Cabiria al frente de la primera guerra mundial (Maciste deU'Arte) y la celebración de un nacionalismo exasperado.
alpino), con una incursión final en un improbable infierno
dantesco (Maciste en los infiernos, 1926, de Guido Brig-
none), donde encontramos funcionando ascensores y tel&l
visores en una mezcla casi petroliniana * de (falso) exotis^
mo y de modernidad, de comedia de costumbres y zara
banda fantástica. Este último film constituye el inevitabl
final, ahora ya paródico y burlesque, del mito del héroe
bueno que libra a los débiles de las injusticias. E r a algo
inevitable, puesto que este papel ya se disponía a interpre-
tarlo, sin ironía y — ¡ por desgracia!— no en los films de
ficción, sino en los documentales del Istituto Luce, el nuevo
«divo» Benito Mussolini.
Llegamos así a otro de los aspectos del período delj
mudo en los que se ha profundizado muy poco: el de las
relaciones entre cine y fascismo, relaciones que han sido
sobre todo estudiadas en lo que se refiere al período de
* Alusión a Ettore Petrolini, famoso cómico italiano que in-
terpretó el Nerón (1930), de Alessandro Blasetti. [ T . ]
5. E l cine sonoro de los años
treinta a los cincuenta

j X L a llegada del sonoro

L a llegada del sonoro supuso una verdadera revolución


no sólo en la estética de los films sino, sobre todo, en las
técnicas de producción y en la organización económica
de la industria cinematográfica.
Resulta comprensible que los cineastas que habían con-
vertido la ausencia de la palabra y el sonido en el principio
estructural de la expresión fíimica, opusieran resistencia a
esas innovaciones: ése fue el caso de Chaplin, que no se
adaptó a las nuevas técnicas, sino que intentó adaptar és-
tas a sus exigencias. Luces de la ciudad (1931) no es un
film «hablado» como los que se rodaron en Hollywood
aquel mismo año. Aunque no rechaza la música ni las
posibilidades narrativas del sonido, el film está aún estruc-
turado según los cánones expresivos del «arte m u d o » .
Del mismo modo, los cineastas soviéticos se preocu-
paron de limitar, con el llamado «manifiesto del asincronis-
mo» (1928), los modos de utilización del sonoro, inten-
tando evitar los peligros de un repliegue sobre los modelos
del teatro y la literatura. E l manifiesto —firmado por
Eisenstein, Pudovkin y Alexandrov— intentaba claramente
encaminar la utilización del sonido por los senderos del
contrapunto, del conflicto entre la banda sonora y la v i -
sual, con el fin de garantizar la primacía del montaje como
principio organizador y estético del film.*
* E n castellano, puede consultarse al respecto el texto «Sin-
cronización de los sentidos», en E I S E N S T E I N , El sentido del
film, cit., págs. 67-106. [ T . J
102 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E ^ E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 3 0 A L O S 5 0 103

Pero estas y otras dudas y resistencias, provocadas tam- [viarshall McLuhan ha definido la radio como «una
bién por los poco alentadores resultados de los primeros j^ljjjjinal habitación con eco que tiene el poder mágico
films sonoros, sobre todo si se comparaban con la madure? jocar cuerdas remotas y olvidadas», y para aclarar su
del cine mudo, no impidieron que el ciclo industrial de vf a h3 recordado los nuevos significados y las distintas
esta innovación fundamental siguiera su curso y modificara «texturas» que adquieren las palabras si nos ponemos a
radicalmente el lenguaje cinematográfico y su estética. E j 'hablar en una habitación vacía ( M C L U H A N , 1964). E n el
cine es, ante todo, una industria: y esta ampliación de laíjl vacío de la sala cinematográfica, las sugerencias de las
posibilidades reproductivas del cine, como otras innovaH ¡jjjjgenes encontraron en la palabra y el sonido una espe-
ciones tecnológicas que aún estaban por llegar, fue invesfiJB eit de renacimiento, así como unos instrumentos de am-
gada e impuesta según una lógica puramente económica™ plificación y potenciación.
Uno de los impulsos decisivos para la investigación de Pero de nuevo, como ya había sucedido en el cine de
métodos de sincronización de imágenes y sonido y para el los orígenes (véase capítulo 4 ) , las posibilidades de docu-
rápido paso a la realización de films «sonoros y hablados» mentación, de certificación y de utilización realistas de l a
fue, seguramente, la competencia de la radio. Para com- innovación técnica fueron explotadas paralelamente a aque-
prender la génesis del cine sonoro y de su desarrollo co- llas otras, simétricas y complementarias, de potenciación
municativo y expresivo es esencial tener en cuenta esta del carácter fantástico e imaginario del cine.
relación inicial de competencia con la radio. E l parentes- Además de la comedia, que se aprovechó de las posi- ;
co que une a la radio con el cine sonoro es muy estrecho: bilidades del diálogo, y del melodrama, que alcanzó un
la tecnología puesta a punto por el desarrollo de la radio mayor realismo en la representación de los conflictos, fue- .
encontró una aplicación paralela en la resolución de al- ron dos géneros en absoluto realistas los que más destaca-
gunos de los problemas del cine sonoro; y las industrias ron gracias a esta innovación tecnológica. Estrechamente
del sector telefónico y radiofónico, perfeccionando los sis- relacionado con el sonido está el desarrollo de un nuevo
temas de reproducción y amplificación del sonido, hicieron género que desempeñará un importante papel en la esté-
luego posible la revolución del cine sonoro. E incluso el tica y la ideología del cine clásico americano: el musical.
ingreso de una de éstas, la R C A , en el sector cinematográ- Cualquier forma de estilización de la gestualidad de los
fico, fue lo que determinó el nacimiento de una nueva ma- actores, del espacio y de los componentes propiamente
jor, la R K O . Pero, más allá de estos apuntes referentes a la fílmicos, como los movimientos de cámara, resultó posible
economía y a la industria, el parentesco se hace aún más gracias al hecho de que la música y el canto se convirtie-
estrecho cuando observamos que el desarrollo del sonoro ron en factores de unificación y estructuración orgánica
se aprovechó y resultó muy condicionado por los efectos de todos los demás elementos.
producidos por el consumo radiofónico, que había acos- Igualmente, se debe al sonoro el creciente éxito del
tumbrado a la gente a la voz reproducida, al realismo do- dibujo animado. Con Síeamboat Willie (1928), primer car-
cumental de la voz real de quienes detentaban el poder y toon animado sonoro, y con La danza macabra (1929), la
de los famosos del mundo del espectáculo. No es casuali-'j primera de las célebres Sinfonías Tontas (Silly Sympho-
dad que uno de los primeros films de lanzamiento del Mo-; nies), Walt Disney inauguró una nueva época del cine de
vietone, el sistema de sonido adoptado por William F o x , ' animación en la que la música y los sonidos se convirtie-
ofreciera la posibilidad de ver y oír al presidente Coolidge, ron en componentes esenciales de las abstracciones fan-
al héroe nacional Charles Lindberg y al exótico (para el tásticas y de las invenciones cómicas de este género. E n
público americano) dictador Benito Mussolini. ^ este sentido, Walt Disney puede ser considerado el here-
f
104 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 3 0 A L O S 5 0 105
6.

dero, por una parte, de algunos aspectos de la slapsUcj^ , existía una importante cinematografía nacional, el
comedy, que con el sonoro decayó o asumió característj. " se identificaba primordialmente con el cine americano,
cas nuevas y, por otra, de ciertos experimentos de la van, '"gn Italia, el mito del cine americano no sólo interesó
guardia relativos a las relaciones entre ritmo visual y ran público de los años treinta y cuarenta, sino que se
sical: no es casualidad que Oscar Fischinger, experimenta, ^virtió en un punto de referencia, junto con la literatu-
dor alemán que ya había colaborado en La mujer en ^ para los grupos intelectuales que durante el fascismo
luna (1928), de Fritz Lang, trabajara en el taller de Disney ^iicntaron reaccionar frente al clima agobiante y la retó-
como encargado de los efectos especiales de Pinocho 'íca impuestos por el régimen. Cuando, tras la caída del
(1940) y Fantasía (1940). A f iscismo y el final de la guerra, los films americanos —<}ue,
E l sonoro, además, está considerado por muchos autod a causa de la ley Alfieri (1938), no podían circular libre- ,
res como uno de los factores esenciales del desarrollo deffl ínente desde hacía a ñ o s — volvieron a las pantallas Italia- ,
género fantástico y de ciencia ficción, puesto que perfeccióJ ñas. el público reaccionó como si se hubiera reencontra- j
n ó notablemente los efectos realistas de la narración cineJ* Jo con un bien precioso del que hubiera estado privado
matográfica. Y a desde los orígenes había existido un cin durante mucho tiempo. Como si se quisiera recuperar el
fantástico y de ciencia ficción (sólo hay que pensar tú tiempo perdido, sólo en 1946 fueron importados a Italia
Méüés) y también en los años veinte se produjeron film 600 films americanos, que obtuvieron el 84 por ciento de
memorables en este campo, como Aelita (1924), del sovié las recaudaciones (los films importados de otros países fue-
tico J . A . Protazanov, y Metrópolis (1927), de Fritz Lang ron 250, mientras que se produjeron 62 films italianos, que
Sólo después de la llegada del sonoro adquirieron estos se quedaron con el 10 por ciento de las recaudaciones).
géneros cierta importancia, confirmando así la estrecha re-i Evidentemente, las razones de tipo politicomilitar —que,
lación existente entre el fantastique cinematográfico y las sin duda, no hay que olvidar— no bastan para explicar un
innovaciones tecnológicas. fenómeno de estas proporciones.
¿Cuál es el secreto de esta afirmación incondicional
y absoluta del cine americano? L a respuesta hay que bus-
6.2 L a edad de oro de Hollywood carla, ante todo, en aquella fórmula organizativa de la
economía cinematográfica que ya hemos visto aparecer en
Entre 1932 y 1946, escribe J . Monaco, la historia del los años veinte: el studio system, el star system y el cine
cine es, con sólo dos excepciones, la historia de Hollywood de géneros.
Las dos excepciones son: el cine francés, en el que se rea L a llegada del sonoro, tras un período de ajustamiento
firma la corriente del «realismo poético», y la escuela del mercado, confirmó, e incluso reforzó notablemente, su
documentalista inglesa, encabezada por John Grierson carácter de oligopolio (es decir, de absoluto control de
(MONACO, 1977, 241). todo el mercado por parte de un limitado número de em-
Esto no sólo significa que Hollywood confirma y aumen- presas). Estas últimas, las Major Companies, o simple-
ta su primacía económica, y que, aunque sea bajo las mente Majors, eran: la Warner Bros, la Metro Goldwyn
férreas leyes de control del studio system, ciertos directo- Mayer ( M G M ) , la Paramount, la R K O , la 20th Century
res de estilo claramente reconocible —como Hitchcock, Fox, la Universal, la Columbia y la United Artists. Con la
Von Sternberg, Hawks o Welles— se arriesguen a imponer única excepción de esta última, que no poseía estructuras
sus opiniones. Esto significa, sobre todo, que, para buena de producción propias y se limitaba a distribuir films de
parte del público de todo el mundo, incluidos los países productores independientes, las Majors constitm'an un sis-
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tema de «integración vertical» (véase el apartado 5.3) la progresiva transformación de la composición y de


fuerte concentración monopolística. preferencias del público, tanto en el interior como en el
Aunque no producían más del 60 por ciento de l o y ' qeriot- Una de las bases fundamentales del studio system
films realizados en un año, los beneficios obtenidos por I H | ^ \u red de distribución al exterior. Hacia el final de los
distribución se acercaban a l 95 por ciento del volumen ^jios cuarenta, los mercados extranjeros representaban para
total de los negocios: lo cual quiere decir que, producien- ' fa industria cinematográfica de los Estados Unidos una
do poco más de la mitad de todos los films de un año, re- cuota de mercado más importante que para cualquier otro
caudaban poco menos del total de los beneficios consegui- sector de productos industriales acabados. Si el mercado
dos por el sistema de distribución. interno aseguraba la cobertura de los costos de produc-
L a concentración monopolística resulta aún más evi- ción, las entradas del mercado exterior podían considerar-
dente si se tiene en cuenta la fase final del ciclo, esto es, se, casi en su totalidad, como beneficios ( H E L L M U T H , 1950).
la exhibición. Las cinco primeras Majors (es decir, la War- Con la decadencia del studio system también perdieron
ner Bros, la M G M , la Paramount, la R K O y la 20th C influencia el star system y el sistema de representación con
tury F o x ) , controlando directamente tres mil salas (so él relacionado.
un total de dieciocho mil, es decir, poco más del 16 p E n el ámbito del studio system, la producción se plani-
ciento), llegaban a rozar el 70 por ciento de todas las r ficaba rigurosamente según criterios industriales: todo esto
caudaciones. suponía una subordinación casi total de los componentes
Este sistema, sobre el que gravitaban sospechas artísticos al sistema de decisiones del studio. L a llamada
infracción de las normas antimonopolio, fue florecien «política de los autores» (véase el apartado 7.1), con la
hasta que la Corte Suprema decretó su ilegitimidad que los redactores de la revista francesa Cahiers du Cinema ,
1948. Si a esto se añade la competencia cada vez elogiaron la calidad de algunos directores hollywoodienses )
agresiva de la televisión — a la que Hollywood opuso u considerados hasta entonces sólo como unos hábiles arte- i
resistencia que, por muy eficaz que fuera, no impidió sanos, nos ha conducido a infravalorar la importancia que
progresiva pérdida de espectadores— obtendremos un cu tuvo el studio system en la definición del nivel, cualitativa-
dro más completo de las causas del final de la edad d. mente alto (y no sólo en el plano técnico), del cine ameri-,
oro de Hollywood. T . Bailo escribe: cano de la golden age de Hollywood.
i L a tipología de los géneros, de los actores y de los as-
La golden age de Hollywood duró alrededor de veint«| pectos escenográficos y figurativos fueron definiéndose con
años. Quedó inaugurada con la llegada del sonoro ji la confluencia entre las exigencias de un sistema basado
clausurada con la televisión. Se trata de un períodpfc
en la maximización de los beneficios y la necesidad de
que los apasionados del cine idolatran, una época eiij
que los films alcanzaron el máximo de popularidad éij crear modelos de comunicación capaces de convocar al
influencia. Para muchos americanos, la cultura cinema-;! público más amplio e indiferenciado. L o s responsables de
tográfica se convirtió en la cultura más creíble, puesto, la producción, en sus diversos grados y niveles, eran quie-
que Hollywood ofrecía estímulos, ideales y normas de nes garantizaban un respeto total a las reglas del juego:
conducta a todos aquellos que fueran tan ingenuos como ellos eran quienes escogían los argumentos, los actores, el
para creer en los mitos de celuloide (BALIO, 1984, 15). budget —es decir, la cantidad de dinero que había que
invertir y que ya por sí mismo calificaba la condición del
Esta última referencia al público nos da pie para alu- film (producción de serie A o de serie B ) — y, sobre todo,
dir a un último factor de la crisis del studio system, esto el montaje final del film.
108 I I . L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 6. E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 30 A L O S 50 109

Este predominio absoluto del componente financi la, por consiguiente, tan dorada. L a s limitaciones a la
tiene su base en la participación masiva de los grand aitonomía y a la libertad tuvieron un peso notable: desde
bancos en la industria hollywoodiense durante y despu ¡a adopción del llamado Código Hays, es decir, el código
de la llegada del sonoro: se buscaban así todas las garan Je autocensura que entró en vigor en 1934 y que decidía
tías posibles acerca del resultado comercial del produc _^con exasperante minuciosidad— lo que se podía y no
A menudo, las condiciones de trabajo de los directores n podía, no sólo mostrar, sino incluso narrar en HoUy-
sólo limitaban su autonomía creativa (en el sistema hoUy .,vood, hasta los famosos procesos de los años cincuenta di-
woodiense resultaba difícil incluso plantear este problei rigidos contra actores, guionistas y directores sospechosos
en estos términos), sino también su propia credibilidad pr Je ser comunistas (véase C E P L A I R y E N G L U N D ) .
fesional. E l escritor americano Gore Vidal, en su novela Myra
A este respecto se suelen citar los ruidosos conflict lireckenridge, atribuye a su extravagante y polimorfo per-
que se produjeron entre E r i c h von Stroheim y los produc- -oiiaje la tesis según la cual los films del período central
tores hollywoodienses que decidieron la mutilación y Je la edad de oro de Hollywood (de 1935 a 1945) «alcan-
manipulación de buena parte de los films que rodó duran zaron la cima de la cultura occidental, concluyendo lo
la época del mudo, así como el prematuro final de c|ue se inició en el teatro de Dionisos el día en que Esquilo
carrera de director a principios del sonoro. Particularmen habló por primera vez a los atenienses» ( V I D A L , 1966). E l
te significativos son el caso de Avaricia ( 1 9 2 3 ) , que de 2 umo hiperbólico de estas declaraciones hay que situarlo en
bobinas fue reducido a 10, y el de L a reina Kelly ( 1 9 2 8 el contexto de una divertidísima sátira de los mitos holly-
que jamás llegó a terminarse. vvoodienses (de la que, desgraciadamente, sólo queda un
L a excepcionalidad del caso Stroheim no debe hacer pálido reflejo en el film Myra Breckenridge, rodado por
nos olvidar que el conflicto afectó también a directores Michael Sarne en 1970). Y , sin embargo, hay que recono-
modo alguno «malditos» como Frank Capra. E n una cél cer que buena parte de lo que el cine, para bien y para
bre carta al New York Times (del 2 de abril de 1 9 3 9 ) , Ca<( nial, ha representado y continúa aún representando para
pra describía en términos muy concretos que decir q el público de todo el mundo, coincide con la multiforme
«los films son el medio de expresión del director» era alg producción hollywoodiense de la edad de oro.
noble pero muy poco realista. L o s datos que proporción
hablan por sí mismos: sólo una media docena de direc-
tores tenían el privilegio de rodar y montar sin el contr 6.3 Los géneros clásicos del cine americano
del supervisor; el 8 0 por ciento de los directores debí
limitarse a rodar escenas en las que todo estaba decidí E n general, la crítica cinematográfica europea ha con-
de antemano; y el 9 0 por ciento no tenían ningún pod cedido casi siempre más importancia al estudio de la figura
sobre la elección del argumento o la fase de montaje. C del autor que al de los géneros cinematográficos. Esto se
pra recuerda, además, que demandas mínimas —como debe a muchos factores: la aplicación al campo cinemato-
hecho de que se pudiera conceder a los directores dos gráfico de métodos y registros típicos de la crítica litera-
manas para preparar la filmación de un film de serie A "•la; la supervivencia de concesiones románticas y teorías
una semana para un film de serie B — exigían tres años idealistas poco idóneas para comprender los mecanismos
negociación antes de que el ruego fuera aceptado sól de producción y los modelos de comunicación propios del
parcialmente (THORN, 1 9 3 9 , 3 2 ) . line...
L a que se ha llamado edad de oro de Hollywood n No debe exagerarse, sin embargo, l a contraposición
110 11. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 6. E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 30 A L O S 50 111

entre géneros y autores. Como han demostrado los aspectos •yos y mecanismos narrativos considerados como ver-
más originales de la «política de los autores» promovida f ^ L j a s creaciones colectivas en las que se expresa una
por la revista francesa Cahiers du Cinéma (véase el aparta- •gión del mundo y una filosofía de la vida, a la vez que
do 7.1), el sistema de los géneros no impidió la afirmación y¡,a concepción estética e ideológica.
de grandes autores como Alfred Hitchcock, Vincente Min-
nelli o Howard Hawks, reconocidos como tales gracias a
que se trata de excelentes directores de films de género. ^ j / Punios
L a clasificación de los films basándose en el género ai
que pertenecen es uno de los aspectos fundamentales de 1^ Los géneros clásicos de Hollywood pueden examinarse
institución cinematográfica. Puede suceder que las páginas' desde el punto de vista del sistema de producción con el
de espectáculos de los periódicos o el anuncio de la pro- (la de comprender la naturaleza y la complejidad de los
gramación televisiva no citen el nombre del director junto fenómenos que han provocado su formación; desde el pun-
al título del film, pero nunca que se olviden de proporcio- to de vista figurativo y narrativo con el fin de comprender
nar una cierta indicación respecto al género al que perte^) sus mecanismos de funcionamiento y sus reglas composi-
necen. Se trata de indicaciones generales, y en modo alguáj! tivas, que en cierta manera comparte con otras formas ex-
no sistemáticas, del tipo: «drama», «aventuras», « c o m e | presivas como la literatura y el teatro, y en cierta manera
d i a » . . . , y no siempre resultan de gran ayuda. L a etiqueta sólo pertenecen al cine; y desde el punto de vista político-
«drama» sirve tanto para referirse a Caíene (1950), de ideológico con el fin de comprender la relación entre la
Raffaello Matarazzo, como a El rostro (1959), de Ingmar evolución de los géneros y la situación histórica y social.
Bergman, dos films para los que la indicación del género Naturalmente, las tres perspectivas están estrechamente
no es determinante, puesto que se trata de dos productos relacionadas entre sí y sólo pueden separarse por exigen-
pertenecientes a cinematografías, estilos e ideologías abso- cias de exposición.
lutamente dispares. Abordemos primero el problema de los géneros desde
E n el caso de los films hollywoodienses, por el contra-f el punto de vista del proceso de producción. Más que una
rio, la pura y simple etiqueta del género (western, musical, útil indicación para el espectador o un tema de primordial
policíaco, etc.) no sólo funciona como indicador de la na- importancia en el estudio de la narrativa fíimica, la subdi-
cionalidad, sino que orienta claramente al espectador acer- visión en géneros fue una de las exigencias fundamentales
ca de lo que puede esperar del film en cuanto a ambien- del studio .system. L a organización del trabajo y la progra-
tación, estilo y, dentro de ciertos límites, ideología. Y todo mación de la producción del estudio se basaba, en efecto,
ello independientemente del hecho de que venga firmado en esa rígida clasificación de los films por géneros: cada
por John Ford, Vincente Minnelli o Nicholas R a y . Inclu- estudio tenía la doble exigencia de diferenciar los produc-
so si se trata de films producidos después del final de la tos de modo que se pudieran repartir las inversiones en
«edad de oro» de Hollywood, harán igualmente referencia distintos géneros, con el fin de adecuarse a las tendencias
a la tipología de los géneros elaborada en aquella época del mercado (cambios en los gustos del público, exigencias
para reproducirla en sus mecanismos de base, más allá de de los locales dedicados a los dobles programas, etc.), y,
toda puesta al día tecnológica, para transgredirla mediante; al mismo tiempo, de especializarse, es decir de privilegiar
la desmitificación o para revisitarla con nostalgia. un género determinado concentrando en él casi todos los
Géneros como el film noir, el musical, el western o el esfuerzos financieros y artísticos con el fin de favorecer la
terror, son el resultado de la elaboración de universos figu- identificación entre un género concreto y la sociedad de
112 11. LAS DISTINTAS ÉPOCAS D E L CINE 6. E L CINE SONORO DE LOS AÑOS 30 A LOS 50 113

producción (lo que hoy llamaríamos «estrategia de ima, . feavés del espejo (1946) y Forajidos (1946) de Robert
gen»). c odmak; Perversidad (1945), de Fritz Lang; o La ciudad
Existía también una estrecha relación entre la tipolo, Lnuda (1948), de Jules Dassin.
gía de las estrellas contratadas y el género en torno al Resulta imposible comprender el significado del trabajo
cual giraba la política de producción del estudio. A partir ,g los autores que acabamos de citar si no se llega a en-
de Volando hacia Rio de Janeiro (1933), por ejemplo, 1^ tender y a profundizar en los elementos constitutivos — y a
suerte de la R K O y la de la pareja formada por Ered As--' jea en el plano narrativo o en el figurativo— del género
taire y Ginger Rogers estuvieron estrechamente ligadas. sobre el que trabajaron, contribuyendo con ello a su for-
Del mismo modo, en la Universal, y durante los inicios del* mación. , ., • ,
sonoro, ciertos films de terror como Drácula (1931), daC Pasaremos ahora a ilustrar una aproximación al pro-
Tod Browning, y El doctor Frankenstein (1931), de James blema de los géneros desde el punto de vista figurativo,
Whale, impusieron, respectivamente, a Bela Lugosi y Boris basándonos en algunas informaciones que pueden encon-
Karloff como estrellas del género. trarse en uno de los libros más bellos que se han escrito
L a interacción entre géneros y estrellato es el aspecto sobre el cine clásico hollywoodiense: America in the Mo-
más vistoso de una política de producción basada en una i yjes, de Michael WOOD (1975).
férrea organización del trabajo de directores, guionistas, di- •'• L a frecuente presencia, en films del género negro, de
rectores de fotografía, escenógrafos y, sobre todo, produc- detalles visuales y de estructuras compositivas particular-
tores ejecutivos. Baste recordar los musicales de la M G M mente significativos conduce al autor a realizar una com-
de los años cuarenta y cincuenta, que coincidieron con la paración bastante comprometida, aunque venga suavizada
madurez expresiva del género y con uno de los momentos por la ironía del contexto: estos efectos visuales, escribe
más afortunados de la casa productora. Wood, «son como las tallas de las catedrales medievales,
E n la base de estos resultados está la figura de un pro- triunfos del ingenio y del arte que nadie, excepto Dios,
ductor, Arthur Freed, cuya formación como músico y cuyo puede entender» (WOOD, 1975). L a comparación no nos
talento organizativo le permitieron reunir un équipe de di- debe parecer ni arriesgada ni irreverente, puesto que está
rectores, actores, músicos y coreógrafos de enorme valía. destinada a subrayar una especie de desproporción entre
Los films de Vincente Minnelli, desde Cabin in the sky los valores formales de estos films y lo que Wood llama
(1943) hasta Brigadoon (1954), el celebérrimo Cantando la trivialidad de su «contenido humano», y porque, ade-
bajo la lluvia (1952), de Stanley Donen y Gene Kelly, o más, esta misma comparación ya había sido establecida por
La bella de Moscú (1957), de Rouben Mamoulian, son el un historiador del arte como Panofsky, que sin duda en-
resultado de una política de producción que encontró en ücnde de catedrales (véase PANOFSKY, 1947).
Freed a su genial artífice. E s cierto que se puede hablar L o que resulta interesante de esta aproximación no es
de un estilo Minnelli, Donen-Kelly o Mamoulian, pero no tanto la legitimación artística y cultural del cine como, por
lo es menos que existe un estilo M G M en el campo del el contrario, el método análogo utilizado para acercarnos
musical. Del mismo modo se puede hablar de un estilo a dos formas distintas de arte colectivo. E n las catedrales
Universal para el cine negro de los años cuarenta aunque, góticas, incluso los detalles aparentemente más insignifi-
si luego pasamos a citar los títulos de los films y los nom- cantes, aquellos que «nadie ve excepto Dios», contribuyen
bres de los directores, nos encontraremos con obras que ti comunicarnos el sentido total del espacio, a producir
hoy podemos considerar films de autor: Sabotaje (1942) aquel sentimiento de levitación y transfiguración de la ma-
y La sombra de una duda (1943), de Alfred Hitchcock; teria: esto es, en pocas palabras, lo que intenta hacernos
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comprender aquella corriente de la historiografía y de la' ^¿ un film nos dice, a veces, más de lo que parece de-
crítica de arte que utiliza el método iconológico y qug j,nos en su superficie; en otras palabras, que existe un
tiene en Panofsky a su máximo exponente (véase C A L A B R E - )j„uificado que puede ser incluso distinto al que podríamos
S E , 1985, 36-45, edic. esp.). Ese método se articula en dos namar significado literal del enunciado narrativo. Y es por
planos: en un primer nivel (iconografía) se descifran los ,)te camino por donde el cine clásico hollywoodiense, in-
elementos especiales y figurativos en relación a sus fuen- cuso en sus manifestaciones más comerciales, sobrepasó
tes (culturales, literarias o filosóficas); y en un segundo ni- l^is límites de las distintas censuras ideológicas y estéticas,
vel (iconología), esos mismos elementos son interpretados objetivas y subjetivas, impuestas en los diversos estadios
como «formas simbólicas» (es decir, se relacionan las for- Jo la concepción y la realización.
mas visuales con determinadas concepciones del mundo, Los aspectos narrativos también aparecen en estrecha
de la realidad o del propio arte). relación con los figurativos. Los géneros cinematográficos.
Algo parecido hace Michael Wood cuando analiza un Je una manera análoga a los literarios y a las tradiciones de
motivo figurativo común a muchos films negros de los años los mitos y narraciones populares, presentan una serie
cuarenta y cincuenta: la presencia obsesiva de los espejos de elementos constantes, que pueden identificarse con las
y, en general, de las superficies reflectoras que muestran a funciones desempeñadas por cada uno de los personajes
los personajes en perspectivas inciertas y extrañas. Wood en el desarrollo de la trama. Según esta perspectiva, el es-
se interroga sobre la razón de ser de este motivo, basado tudio de los géneros puede utilizar los métodos elaborados
en la combinación, en un mismo plano, de la realidad y la en los análisis de las formas narrativas tradicionales, a
apariencia, y tratado a menudo con notable elegancia for- través de la clasificación de las funciones desempeñadas
mal incluso en films por lo demás triviales. Identifica sus por los distintos personajes (actantes, en la terminología de
fuentes con la herencia del cine expresionista alemán (véa- GREIMAS, 1970), aunque, tratándose de cine, no hay que
se el apartado 5.5.3), recogida gracias a la «presencia en olvidar o infravalorar el aspecto propiamente figurativo
Hollywood de muchísimos directores alemanes o que ha- ( C A S E T T I , 1979, 39; C A M P A R I , 1983, 18-19).
bían trabajado en Alemania, o incluso que habían experi- Con un método de este tipo se pueden elaborar estruc-
mentado la influencia de los que habían trabajado en Ale- turas narrativas recurrentes a partir, por ejemplo, de géne-
mania» (WOOD, 1975), e interpreta su significado como la ros como el melodrama o la comedia. Como ha demostra-
formalización de un universo de apariencias en el que no do Campari, el héroe típico del melodrama desempeña la
es posible certeza alguna y donde los datos más comunes función del «amor imposible», reconocible más allá de las
de la experiencia visual cotidiana están siempre a punto de variantes, más o menos complejas o intrincadas, que pueda
transformarse en un írompe-l'oeil, en un inquietante enig- presentar la trama; mientras que el de la comedia desem-
ma. Pero Wood va más allá y llega a ver, en este juego de peña la función del «amor conquistado», aunque las eta-
imágenes reflejadas, una alusión al propio medio cinemato- pas de la conquista no puedan definirse en términos de
gráfico: esas imágenes nos obligan no sólo a interrogarnos "pruebas difíciles», «aventuras» o contrastes sociales, sino
acerca de la posición de la cámara, sino también acerca de más bien de temperamento, carácter, roles, etc. (CAMPARI,
la naturaleza misma de esa cámara, acerca de su condición 1980, 23-32 y 42-49). Lo que el viento se llevó (1939)
de mecanismo que manipula las apariencias y transgrede el puede ser, por consiguiente, definido como un melodrama
orden aparente de la visión ordinaria. estructurado sobre el tema del amor imposible, «el de
Y a hemos visto, pues, un ejemplo de cómo un atento Escarlata (Vivien Leigh) por Ashley (Leslie Howard), el
análisis de un motivo figurativo puede explicarnos por cual, precisamente, desaparece, al final, cuando se con-
116 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 3 0 A L O S 5 0 117

vierte en posible» ( C A M P A R I , 1 9 8 0 , 2 4 ) . Por el contr^H fres ejemplos: el melodrama, el cine negro y el


en Historias de Filadelfia ( 1 9 4 0 ) , de George Cukor, es^B Étf'^ western
sibie encontrar, bajo las mordaces formas de la conie^B
la estructura del cuento de la Bella Durmiente: «Esa^B H duda, el fenómeno de los géneros es algo que in-
en efecto, Tracy, infeliz princesa, antes de que un j o ^ B sa al cine de todos los países y que la narrativa cine-
extraño a su mundo, el periodista Mike (James Stewa^B j-áfica tiene en común con otras formas de expresión
venga a despertarla descubriéndole su femineidad y su 9 Breexistentes, como la literatura y el teatro. Sin embargo,
pacidad de amar, aunque después no pueda recogerfB 9^, que hacer notar que cada cinematografía se ha servido
fruto de su intervención, debido en parte al moralismo B B e los géneros que mejor la representan y que mejor repre-
la época y en parte al hecho de que el periodista no IloM Bentan el carácter original de la cultura nacional. Ese es
a ser un "príncipe"» ( C A M P A R I , 1 9 8 0 , 4 4 - 4 5 ) . JM caso, en el cine italiano de los años cincuenta y sesenta,
Por último, el sistema de los géneros cinematográficiB j¿ la comedia, conocida en todo el mundo como «comedia
dado que puede ser estudiado eii sus constantes y en ^ la italiana», o del «drama social» en el cine francés de
invariabilidad, que siempre permanecen más allá de cual- los años treinta y cuarenta.
quier mutación superficial, mantiene una dinámica relación
¿Cuáles son los géneros más típicos de la «edad de oro»
con la situación política, social y cultural.
de Hollywood? Cada cinéfilo tiene sus propias ideas al
Según esta perspectiva, que privilegia el aspecto ideoló- respecto y cada crítico puede adoptar un esquema de cla-
gico, quedan evidenciadas las relaciones entre la temática sificación más o menos complejo y sofisticado, aunque se-
de los géneros y determinadas líneas de tendencia política, guramente distinto al de sus colegas. Limitándonos a la
económica, etc. Según unos ejemplos que proporciona L A bibliografía italiana, podemos decir que ( F E R R I N I , 1 9 7 4 )
P O L L A ( 1 9 7 8 ) , puede advertirse que el western representa reduce la tipología de los géneros clásicos del cine ameri-
el modelo del desarrollo «expansionista y colonialista» de cano a cinco grupos (el melodrama, el western, el cine
los Estados Unidos, mientras que el cine de ciencia ficción negro, la ciencia ficción y el musical), mientras que (CAM-
será el género «idóneo, más que ningún otro, para reali-
PARI, 1 9 8 0 ) articula su clasificación según una tipología
zar lecturas políticas en clave contemporánea durante el
más amplia y denominaciones más específicas (melodra-
maccarthismo y el peligro rojo». Del mismo modo, «pue-
mas novelescos, relatos familiares, aventuras, comedias,
de leerse el musical no sólo como el signo superficial de
musicales, policíacos, western, películas de guerra, pelícu-
una evasión fantástica, sino también como una traducción,
en términos decididamente espectaculares, de los distintos las fantásticas...).
ideales que protagonizan la vida nacional»; e incluso «es En cuanto a esta última tipología, puede observarse
posible encontrar, en los films de guerra, no sólo la figura que géneros como el melodrama o la comedia, que sin
inmediata del imperialismo americano, de su neurótico mi- duda Hollywood elevó a la perfección durante el período
litarismo y de su expansionismo en Oriente, sino también que estamos examinando, se fueron desarrollando también
el deseo de conquistar un mercado cinematográfico a tra- gracias a la contribución de inñuencias heterogéneas, como
vés del contrabando de violentas mitologías bajo el modes- la de los directores europeos emigrados a Hollywood, que
to disfraz de la defensa de la libertad» ( L A P O L L A , 1 9 7 8 , resultó trascendental, lo cual es una prueba de la capaci-
185-197). dad del sistema de géneros para amalgamar los componen-
tes culturales más dispares. Más que en la comedia sofisti-
cada —en la que resultó decisiva la aportación del arte de
Ernst Lubitsch, con su irrepetible «toque»—, fue en el
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melodrama donde el fenómeno fue más manifiesto, -lado con otros géneros, y mejor si están fuertemente
ejemplo, el austríaco M a x Ophüls es el director de dgam "^ alzados en la tradición cultural norteamericana: es el
de una desconocida (1948), verdadero modelo del gén^jr rí^*^' del género epicohistórico en Lo que el viento se llevó
por su relato de un amor imposible narrado por la vo? ' • ^ 0 3 9 ) del cine negro en Gilda (1946) y del western en
oii de la protagonista (la desconocida de la carta de la q^g gado 'al sol (1946) o Johnny Guitar (1954).
habla el título) y, sobre todo, por el obsesivo clima onírioQ De entre los géneros clásicos del cine americano, el cine
(el film es casi todo él un flash-back) obtenido gracias j ,pro y el western son, seguramente, los más típicos y, a
una dirección artística y una iluminación muy estilizadag "^-sar de la llamativa disparidad de sus ambientes (el es-
que reconstruyen en estudio los ambientes y la decaden. í-^iáo urbano y la «pradera»), aparecen estrechamente liga-
cía de la Viena de finales del siglo pasado. ^ |jj,s por una relación de complementariedad. E n ambos, el
E l danés Douglas Sirk es el autor de algunos de log tL-ma central es el conflicto entre la ley y el libre albedrío,
melodramas que mejor ilustran los rasgos temáticos y figu. entre la inocencia y la corrupción, entre las reglas de la
rativos del género: Escrito sobre el viento (1956) presenta convivencia civil (Civilization) y el universo de los «sin
una compleja trama que reúne petróleo, sexo y alcohol, y ley» o ios «fuera de la ley», un mundo salvaje y primitivo
en la que la omnipotencia que parece exclusiva de la clase I (iVilderness). L a gran vitalidad y riqueza de estos dos gé-
social de los protagonistas se convierte en una especie de ' ñeros reside en mostrar la indefinición de las fronteras
furor autodestructivo que parece provocado por ellos mis-
entre el mundo de la Civilization y el de la Wilderness,
mos. Como cualquiera puede observar se trata de un ver-
aunque las reglas del género y el moralismo codificado im-
dadero prototipo de las más recientes soap operas televi-
pongan siempre un final positivo y edificante.
sivas, como por ejemplo Dallas, las cuales, sin embargo, y
Desde un punto de vista narrativo, los westerns con-
desde el punto de vista figurativo, no conservan ni siquier|fc
traponen al colono blanco y al indio, a la comunidad or-
un pálido reflejo de aquel conjunto de reglas compositiv9|
ganizada según unas normas de conducta y a los «fuera de
propias de la puesta en escena del melodrama clásico h o l l j H
la ley», los «pistoleros» que vienen a perturbar el orden;
woodiense: un riguroso control de los valores emotivos | P
al vengador o a un grupo de vengadores y a las víctimas
emblemáticos de espacios y objetos; una cuidadosa inves-
tigación acerca de los efectos de la composición plástica designadas por una justicia primitiva que a menudo cae en j
cromática del plano; una utilización sistemática de los efe^B el simple espíritu de venganza, sin otra ley que la del revól-
tos de intensificación melodramática de las situaciones ver o la de la horca.
través de un meditado uso del montaje y de la música... E f B Este tema mayor del precario equilibrio existente en-
el caso de Escrito sobre el viento, puede citarse la secueiMH tre una ley que pretende fundar, imponer o conservar algo,
cía en la que Marylee (Dorothy Malone) se entrega a u S y la violencia, ya sea interna o extema ai grupo o a la
desenfrenado baile en su habitación mientras un m o n t a u B comunidad, encuentra su mejor expresión en el universo
paralelo nos muestra la emblemática escalera de la casa e f l figurativo del western. E l espacio del western es el espacio
la que el padre de la muchacha encuentra la muerte de la «frontera», uno de los «mitos fundadores de la na-
causa de un ataque cardíaco. íjH ción americana», para retomar el título de un famoso es-
Sin embargo, creo que las expresiones más originaleM tudio de E . M A R I E N T R A S (1976).
del melodrama cinematográfico hollywoodiense deben bus- l L a frontera representa la movilidad continua de los con-
carse en los casos, que por otra parte no son pocos, en l fines, la atracción de la conquista de un nuevo territorio y
que el género no se presenta en su estado puro, sino entre- ) | de la aventura. E l espacio del West es un espacio siempre
indefinido. Y el propio héroe del West entra en acción
120 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 6. E L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 30 A L O S 50 121

llegando de no se sabe dónde y abandonando la escen. gajo la etiqueta de cine negro podemos encontrarnos
al final: lo que se dice literalmente estar de paso. Si » jistintos géneros, o mejor, subgéneros: el policíaco, el
ley y el orden llegan a restablecerse se tratará siempre M ' íltn de gangsters, la detective story, el thriller, etc. L a ca-
una estabilidad en la que no habrá lugar para el h é r o B rtciística común de estos subgéneros es la puesta en es-
que al final se irá. Y a menudo deja atrás una mujer n S ^ jja. desde distintos puntos de vista, de hechos crimina-
le ama: a la mujer como símbolo de estabilidad se c o n t M os creando en torno al crimen un marcado clima de sus-
pone el caballo, que para el héroe significa la aventuraS ^e'nse: ya sea respecto al éxito de la empresa criminal,
la soledad: al final de Pasión de los fuertes (1946), de J o M gl descubrimiento del culpable o las motivaciones del
Ford, Clementine (Cathy Downs) continúa en el pueW| delito.
como maestra mientras Wyatt (Henry Fonda) reemprendí Desde el punto de vista iconográfico, como escribe
su viaje hacia nuevas aventuras. ^
yl. Vernet, existe un predominio absoluto del universo mi-
E l espacio del western está estructurado y organizad^
neral (rocas, cemento, asfalto...), «junto con el acero y la
tomando como base el movimiento, la transición y
noche, en la cual los contraluces y los efectos luminosos
cambios. L a llanura que atraviesan las caravanas de cold*
acaban definiendo los límites del género» ( C O L E C T I V O ,
nos; las cercas que guardan el ganado; el paso a través d¿
los canyons con la amenaza de las emboscadas; la maxn 1975).
Street en la que converge toda la vida de la ciudad o del E n el período de tiempo que estamos analizando aquí
pueblo, pero sólo como lugar de paso y transición: es en se producirá el predominio de uno u otro subgénero según
lugares como éste, por poner un ejemplo, donde tienen una lógica evolutiva que, a pesar de la permanencia de al-
lugar las escaramuzas de los fuera de la ley, entre el banco gunas características fundamentales, muestra claramente la
y el saloon; donde se detienen a descansar los aventureros relación que mantiene el género con la evolución de la
y se producen los ajustes de cuentas; donde conviven la sociedad americana e incluso con la evolución de la mis-
necesidad de estabilidad y de orden de la civilización ur- ma institución cinematográfica.
bana y la movilidad de la frontera. Pero el espacio que A principios de los años 30 se produce el predominio
mejor resume y simboliza la movilidad del West es el d d É del film de gangsters, que supone relacionar el desarrollo,
ghost town, la «ciudad fantasma» abandonada por sus h a H sin precedentes en la sociedad americana, del crimen orga-
bitantes, que se han ido a otro lugar en busca de bieneiM nizado, con el tráfico ilegal de alcohol provocado por la
tar y estabilidad: de entre las más fascinantes ghost town^ prohibición. E l gángster es un héroe típico de la mitología
del western hay que recordar las de Cielo amarillo ( 1 9 4 8 w | urbana, del mismo modo en que el «pistolero» lo era de
de William A . Wellman; Hombre del Oeste (1958), de la América rural de la frontera. E l cine, siguiendo a los
Anthony Mann; y Desafío en la ciudad muerta (1958), demás medios de comunicación, define su iconografía.
de John Sturges (véase B E L L O U R , 1969). E l cine negro, Y con el sonoro, los ambientes urbanos se enriquecen con
como ya hemos dicho, es complementario al género del todo un repertorio de sonidos: los tiroteos, el ruido de los
western. Esta etiqueta genérica (noir) es una invención neumáticos sobre el asfalto, los claxons o los vidrios ro-
francesa y tiene un origen banal (negro era el color de la tos, que, junto a los ambientes claustrofóbicos, las sombras
cubierta de los volúmenes pertenecientes a una colección proyectadas sobre las paredes, el asfalto mojado y la luz
de novelas policíacas de gran éxito, algo parecido a lo que de los faros de los automóviles, se convirtieron en las se-
sucedió con el giallo en Italia), pero ha acabado siendo ñas de identidad del género. Films como The public enemy
aceptada incluso por los propios americanos. (1931), de William A . Wellman; Hampa dorada (1931), de
Mervin L e R o y ; o Scarface, el terror del hampa (1932),
122 II. LAS DISTINTAS ÉPOCAS D E L CINE ^ ^ E L CINE SONORO DE LOS AÑOS 30 A LOS 50 123

de Howard Hawks, están considerados como arquetln también ambigüedad figurativa: el universo de la
del género, incluso desde el punto de vista ideológico. ia del vicio y de la corrupción que se presenta en
E l dato que, de una manera más evidente, indica i ^"'""fil'ms mediante la violenta y exuberante acentuación
imposible integración de estos marginados en el sistem^ esto^ contraluces en la ambientación nocturna y también
de valores dominante (dinero, poder y éxito), es la a n a ^ de ',°^nte una elemental simbología, siempre va unido a un
gía, a menudo subrayada por estos films, entre su carrera ""^ 'miento de fascinación, de misterio y de aventura,
y la de cualquier ciudadano dispuesto a llegar al éxito, JQ seí^'y por fin, ambigüedad en las relaciones que se estable-
cual sugiere la idea de una cierta indefinición de los límites entre la resolución del enigma propuesto por el relato
entre legalidad e ilegalidad y la existencia de una simetría "^una verdad más amplia y profunda que el clima figura-
e incluso una identidad entre los sistemas de poder legales y .y del film ayuda a evocar y sobre la cual el detective no
e ilegales. "^ede influir. Esta «impotencia» del héroe está perfecta-
No es casualidad que estos films fueran sometidos a mente simbolizada en las situaciones inicial y final de His-
diversas censuras, hasta el punto de que acabaran prefii loria de un detective, en las que vemos a Marlowe (esta
riendo centrar sus narraciones de tipo criminal en la figura yez interpretado por Dick Powell) con los ojos vendados a
de los policías o los detectives privados. E n efecto, el gran causa de un incidente acaecido en el curso del tiroteo final:
auge del género negro durante los años cuarenta se debió, la trama, más bien complicada y rica en suspense, es na-
sobre todo, a las versiones cinematográficas de las novelas rrada, idealmente, desde el «punto de vista» de alguien que
de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. El halcón no puede «ver». No es casualidad que los directores
maltés (1941), de John Huston; Historia de un detective que han revisitado el género negro en los años setenta
(1944), de Edward Dmytrick; y El sueño eterno (1946) (véase el apartado 8.1.1) no se hayan olvidado de reevocar
de Howard Hawks, son algunos de los clásicos del género el motivo de la herida, de la agresión: así, en Chinatown
conocido como «detective story». También en este caso/ (1974), de R o m á n Polanski, el detective interpretado por
es la ambigüedad, es decir, la adopción de formas dotadas Jack Nicholson recibe una herida en la nariz, lo cual le
de una gran pluralidad de significados, la que preside la obliga a llevar un esparadrapo durante buena parte del
construcción de estos universos narrativos y figurativos, tilm (y el que le propina la herida es un sicario interpre-
considerados entre los más ricos y fascinantes que ha pro- tado por el propio Polanski); y en El largo adiós (1973),
ducido el cine. de Robert Altman, Marlowe (interpretado por Elliot
Gould) aparece, tras otro incidente, completamente ven-
Ambigüedad, ante todo, del personaje del detective,
dado.
que desempeña un papel de incierta definición, hasta el
punto de resultar sospechoso tanto para la policía, que lo
considera una especie de gángster disfrazado, como para
los delincuentes, que lo creen un sicario de la policía. 6.4 E l neorrealismo italiano
Humphrey Bogart, cuyo rostro nos hemos acostumbrado a
identificar con el Sam Spade de Hammett (véase El halcón «Los films del futuro se rodarán en las calles», dice el
maltés) y con el Philip Marlowe de Chandler (véase El director Ferrand en La noche americana (1973), de Fran-
sueño eterno), resumen perfectamente esta ambigüedad de ?ois Truffaut: en un film que supone una melancólica y
roles: en su gestualidad, en la amarga mueca de su rostro afectuosa evocación del cine realizado en studios, a veces
y en su melancólico distanciamiento de los acontecimientos an poco artificioso y amanerado, Truffaut no ha dudado
en los que se ve implicado. en rendir este fugaz homenaje a aquella revolución esté-
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tica que fue el neorrealismo italiano y que tanto influya - ,5 veinte, el expresionismo alemán o el «realismo poé-
por mediación de André Bazin, en su propia formación ^"j,> del cine francés de entreguerras.
cinematográfica. L l mejor texto para poder documentarnos sobre el
E l cine rodado en las calles, los actores no profesio. ,jo en que fue acogida fuera de Italia la nueva experien-
nales y la realidad plasmada sin ningún tipo de manipula, "ia del cine italiano sigue siendo «Le realisme cinémato-
ción y sin tomar partido por nada («La realidad está ahí. Traphique et l'école italienne de la Libération», publicado
¿Por qué manipularla? » era el lema rosselliniano más ci- Qor el crítico y teórico francés A n d r é Bazin, en 1948, en
lado por los jóvenes críticos franceses): he aquí algunas ¡3 revista Esprít (hoy en B A Z I N , 1958-1962, 435-463, edi-
de las fórmulas con las que se ha intentado definir la expe- ción especial).
rienda del cine neorrealista italiano. Bazin no sólo fue un gran admirador del neorrealismo:
Sin embargo, no siempre es posible encontrar rastros su método de análisis de films y su teoría estética, en cuya
de todo esto en los textos fílmicos. Por ejemplo, Romoi gestación contribuyeron sin duda los films neorrealistas ita-
ciudad abierta (1945), el film de Rossellini considerado lianos junto con las obras de William Wyier y Orson We-
como emblema de la nueva tendencia, se sirve de la in- lles, inñuyeron en el nacimiento de la nouvelle vague y en
terpretación de dos profesionales de consumada experien-. la evolución del cine moderno (véase el apartado 7.1).
cía como Anua Magnani y Aldo Fabrizi, y, además, utiliza E n el ensayo dedicado al neorrealismo, Bazin se de-
efectos de intensificación dramática obtenidos a partir de tiene a analizar sobre todo la técnica narrativa, intentando
un uso del montaje que no está lejos del llamado décou- definir la relación entre la cámara (tipos de encuadres y
page clásico (véase el apartado 10.2); y en cuanto a tomas de montaje, movimientos de c á m a r a . . . ) y los hechos narra-
de partido ideológicas, las vicisitudes paralelas y entrela- dos, el ambiente y los objetos. Utilizando comparaciones
zadas de un intelectual comunista y un sacerdote católico con la técnica de novelistas americanos como Faulkner,
intentan insistentemente conseguir un efecto de identifica- tiemingway o Dos Passos, y de pintores como Matisse,
ción unanimística: el film termina con un grupo de niños Bazin intenta demostrar que la cámara es lo mismo que el
que, tras haber asistido a la ejecución de Don Pietro ( F a - ojo y la mano que la guían: de este modo, la narración,
brizi), se dirigen hacia la ciudad, mientras la cámara en- que nace de una necesidad más «biológica» que «dramá-
cuadra un paisaje urbano indudablemente dominado por tica», «bulle y empuja con la verosimilitud y la libertad
la cúpula de San Pedro. de la vida» ( B A Z I N , 1958-1962, 453, edic. esp.).
Y , sin embargo, fue enorme el impacto producido por E n un film como Paisa (1946), de Rossellini, sobre
Roma, ciudad abierta y, sobre todo. Paisa (1947), también todo, Bazin contempla un cambio que afecta a la propia
de Rossellini, El limpiabotas (1946) y Ladrón de bicicle- modalidad de construcción del relato cinematográfico:
tas (1948), de Vittorio De Sica, y, en general, todos aque-
llos films (de Zampa, De Santis, Latinada...) que de dis- La unidad del relato cinematográfico en Paisa no es el
tintos modos contribuyeron a difundir por todo el mundo plano, punto de vista abstracto sobre la realidad que
la imagen de la Italia que salía del fascismo y de los ho- se analiza, sino el «hecho». Fragmento de realidad en
rrores de la guerra, de la ocupación alemana y de sus en- bruto, en sí mismo múltiple y equívoco, cuyo «sentido»
démicos atrasos. L a inmediatamente denominada «escuela se desprende sólo a posteriori, gracias a otros «hechos»
italiana» se convirtió en un punto de referencia obligado entre los que la mente establece unas relaciones. Sin
duda, el director ha escogido bien esos «hechos», pero
para definir la nueva evolución de la estética fíimica, como respetando siempre su integridad de «hechos» (BAZIN,
lo habían sido en el pasado la «escuela soviética» de los 1958-1962, 459, edic. esp.).
126 II. LAS DISTINTAS EPOCAS DEL CINE ^ ^ L C I N E SONORO D E L O S AÑOS 30 A L O S 50 127

Se trata, naturalmente, de una interpretación ^ •A en las páginas de Cinema durante los dos o tres
del neorrealismo, pero ha llegado hasta nosotros, sobre ton 'P'^'^^'inmediatamente anteriores a la caída del fascismo,
por el hecho de centrarse en Rossellini, como una de i ° leo totalmente compatible con el régimen, hasta el
más sugestivas, puesto que establece un puente entre T efs que coincidía con la exaltación de films total-
experiencia neorrealista y las experiencias más avanzada ''""'te propagandísticos como Solé (1929) o Vieja guardia
del cine moderno, prefigurado y anticipado con tanta fig^ de Blasetti, o La nave blanca (1941) y L'uomo
cuencia en el trabajo crítico y teórico de Bazin. irlla croce (1943), de Rossellini.
Pero el problema se convierte en algo más complejo si y con ello llegamos al corazón de una de las contra-
contemplamos más de cerca el fenómeno neorrealista, tanto j--ciones más visibles de la génesis misma del neorrealis-
en sus implicaciones políticas, ideológicas y culturales 0 Ugo Pirro, uho de los guionistas más prestigiosos del
como en relación a la situación del cine italiano antes dé ^ue italiano de las últimas décadas, lo comenta así en un
la caída del fascismo. libro que evoca el nacimiento del neorrealismo:
Ante todo hay que decir que el neorrealismo no consti-
tuye todo el cine italiano de la segunda posguerra mundial Que fuera precisamente en una revista dirigida por un
Es su parte más notable y culturalmente prestigiosa, pero Mussolini donde se encontraran los cineastas jóvenes
más sensibles a lo nuevo, todos ellos con el carnet co-
la supervivencia y el propio desarrollo de la institución munista escondido entre los libros, sólo puede sorpren-
cinematográfica italiana dependían de otros componentes der a un extranjero. Como también es un secreto que
como el cine llamado de género o de consumo con el quej sólo podemos comprender los italianos el hecho de que
por lo demás, el neorrealismo mantuvo continuas relacio- fuera un hombre que empezó trabajando en films de
nes de intercambio. propaganda fascista el que rodara el film que constituyó
E l neorrealismo no nace de una especie de borrón y el inicio de la extraordinaria historia del neorrealismo
italiano: me refiero a Roberto Rossellini (PIRRO, 1983,
cuenta nueva respecto al cine precedente, es decir, el cine
14-15).
del régimen fascista. A l contrario, existen no pocos ele-
mentos de continuidad. L a referencia a una realidad coti- Más allá de las vicisitudes personales, políticas y cul-
diana, a las características «regionales» y «típicas» de la turales de los hombres que dieron vida a este movimiento
vida nacional (todo ello contrapuesto al cosmopolitismo de renovación del cine italiano, el neorrealismo debe con-
cinematográfico y literario), había sido una de las compo- templarse, más que como un movimiento orgánico y uni-
nentes más importantes del debate cultural en la época fas- tario, como una extraordinaria afirmación del medio
cista, por ejemplo en los escritos de Leo Longanesi y en cinematográfico, que ya se muestra capaz, incluso en el
muchos textos aparecidos en la revista Cinema, dirigida ámbito de las convenciones narrativas que la mayoría de
por el hijo del duce, Vittorio Mussolini (MIDA y QUA- los films del período se encargarán de destruir, de reflejar
GLiETTi, 1980). Los aspectos más «humildes» y «modes-:! el cambio experimentado por el escenario, no tanto político
tos» de la realidad habían encontrado eco tanto en los films i como humano y visual.
«rurales» de Alessandro Blasetti (Solé, 1929, y Tierra i E n efecto, uno de los fundamentos principales del neo-
Madre, 1931), como en las comedias de Camerini (¡Qué j rrealismo fue su capacidad para asimilar y adaptar a la
sinvergüenzas son los hombres!, 1932; Grandes almacenes, $, realidad italiana modelos cinematográficos y literarios muy
1939, etc.) o en Cuatro pasos por las nubes (1942), del ' distintos entre sí, en un clima de frenética puesta al día
propio Blasetti. vivida como reacción al aislamiento impuesto por la cul-
L a defensa de un cine nacional, popular y realista que tura oficial fascista.
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Y a en el ámbito de las instituciones cinematográ sólo afectó al cine y que Cesare Pavese, en una nota
del fascismo (las revistas Cinema y Blanco e Ñero, el Centi "crita en 1946, expresó así: «Nosotros descubrimos Italia
Sperimentale di Cinematografia, es decir, la escuela qyg f ] buscando a los hombres y las palabras en América, en
formaba a los cuadros técnicos y artísticos...), críticos COIHQ Rusia, en Francia y en España» ( P A V E S E , 1968).
Bárbaro, Chiarini y Pasinetti, habían llevado a cabo vi^ Este clima de apertura supuso también un cierto eclec-
ingente trabajo de modernización tanto dando a conooB ticismo, el cual es, a la vez, la característica más impor-
los aspectos más avanzados de las cinematografías de todo tante de la breve etapa neorrealista durante la que se afir-
el mundo, como promoviendo el estudio y la investigación jjjaron aquellos autores que hicieron circular por todo el
de los aspectos teóricos del cine (mediante la traducción aiundo al cine italiano y que pusieron a punto una serie
de los escritos de Pudovkin, Eisenstein, Balázs o Arnheim). Je modelos expresivos capaces de hacer posible un inter-
Ossessione (1943), el debut como director de Luchino cambio continuo entre la evolución de la sociedad italiana
Visconti, considerado por muchos como la obra que anti- y el cine. E n este sentido se puede afirmar que, al menos
cipó —incluso antes de la caída del fascismo y el final de durante treinta años a partir del final de la guerra, el cine
la guerra— los temas y el estilo del neorrealismo, es un italiano se dedicó a interpretar los cambios, los estados de
film sin duda importante por el hecho de mostrar aspectos ánimo y las contradicciones de la sociedad.
desconocidos de la provincia italiana (los alrededores de L a característica que comparten las distintas personali-
Ferrara), de haber rodado los exteriores en los mismos lu- dades que dieron vida al movimiento es su amor por la
gares donde sucedía la acción y de romper con los esque- crónica y las costumbres. Cesare Zavattini desempeñó un
mas compositivos del anterior cine italiano. Pero el ele- papel fundamental en este sentido, puesto que fue el guio-
mento más novedoso es la asunción consciente de modelos nista de los principales films de De Sica (entre ellos Ladrón
de referencia explícitos y completamente inéditos en el de bicicletas, 1948; Milagro en Milán, 1951; y Umberto D.
panorama del cine italiano: ante todo, la narrativa norte- 1952), colaborando igualmente con los directores más im-
americana (el film está basado en una novela de James M. portantes de la época (Visconti, De Santis, Blasetti, Zampa,
Cain, El cartero siempre llama dos veces, de trama concisa Germi, etc.) y desarrollando una intensísima actividad de
y densa, y de escritura nítida y punzante); luego, el cine propuestas y reflexiones teóricas, todo lo cual acabó eri-
francés y, en particular, la obra de Jean Renoir, un autor giéndole en nexo de unión entre el cine, la literatura y el
al que Visconti había conocido durante su estancia en periodismo, de cuya interacción surgieron muchos de los
Francia, artífice de originalísimas interpretaciones cinema- rasgos originales del cine italiano de posguerra.
tográficas del naturalismo literario del siglo x i x (La hete
Junto a la actividad de Zavattini hay que recordar la
humaine, 1938, basada en la novela del mismo título de
de muchos otros guionistas que, quizá con menor genialidad
Emile Zola) que, sobre todo con Toni (1934), había otor-
inventiva pero con total profesionalidad, se movieron tam-
gado un relieve completamente nuevo y muy eficaz a ele-
bién en esta dirección: Sergio Amidei, Suso Cecchi D ' A m i -
mentos como la ambientación, el paisaje y las condiciones
co o Ennio Flaiano, a los que debemos añadir la eventual
de vida de una comunidad de provincias.
colaboración con el mundo del cine de escritores como
E n otras palabras, un film como Ossessione expresa, Brancati, Fabri, Berto, Pratolini, etc.
además de la necesidad de descubrir aquellos aspectos de Pero, más allá de las declaraciones programáticas y de
la realidad olvidados por la literatura y la propaganda, la las técnicas de creación y planificación-promoción del film,
de entrar en contacto con nuevos modelos de interpreta- en las que la relación entre cine y periodismo parece más
ción. Una necesidad de apertura intelectual y moral estrecha, es evidente que la afición al dato extraído de las
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crónicas, que a menudo representa un simple punto a „„fa campesina y el espectacular énfasis puesto en las
partida, adquiere significados distintos en el estilo de cad^ '^^ nicas y mitos de la cultura de masas.
director. ^ Es indudable que la imagen del neorrealismo como
Por ejemplo, en el Rossellini de la llamada «trilogía oresión de un momento heroico de prefiguración de un
de la guerra» (Roma, ciudad abierta, 1945; Paisá, 1947. ^ fflbio radical en la sociedad italiana, por una parte, y,
y Germania, armo lero, 1948), son la reacción moral y ei '^or otra, de destrucción de todas las tradiciones y conven-
dato conductista los que provocan que una elección, siem- ciones cinematográficas, en una especie de asalto directo a
pre interior y a menudo trágica, se erija en tema conductor' la realidad cotidiana, puede verificarse más fácilmente en
como queda ya claro a partir del último film de la serié la crítica y en la ideología neorrealista que en los propios
{Germania, anno tero) y como irá precisándose en la pos- textos fílmicos. a 1
terior «trilogía de la soledad» (Stromboli, 1949; Europa Ciertamente, muchas de las esperanzas ligadas al auge
1951, 1952; y Te querré siempre, 1953). del neorrealismo se vieron pronto defraudadas. Entre las
E n el cine del tándem Zavattini-De Sica, por otra parte causas principales de este hecho hay que recordar el clima
los datos más comunes de la existencia cotidiana, mostrad de restauración política subsiguiente a las elecciones de
dos con un tono aparentemente sencillo y crepuscular, su- 1948, que supusieron una clara afirmación del sector con-
fren una transformación surreal y acaban constituyendo fá- servador personificado por la Democracia Cristiana, clima
bulas llenas de un humor tan patético como grotesco. que perduró durante toda la década de los cincuenta y que,
E n el caso de Visconti, que tras el exploit de Ossessione sin duda, no favoreció la existencia de un cine de oposi-
(1943) calló, al menos cinematográficamente hablando, ción. Para dar una idea de ese ambiente bastará con recor-
hasta 1948, cuando realizó La térra trema, la relación con dar un solo episodio: el juicio al que fueron sometidos, en
los datos cronísticos y documentales se revela hoy en día 1954, Renzi y Aristarco, por haber publicado en Cinema
más bien insustancial —aunque en su época fuera enfatl- Nuovo un guión cinematográfico basado en episodios poco
zada por la crítica—, sobre todo respecto a su extraordi- edificantes de la ocupación italiana de Grecia, y por el
naria capacidad de asimilar, en un elegante manierismo, que ambos periodistas fueron encarcelados en la prisión
modelos extraídos de la tradición literaria, pictórica y mu- militar de Peschiera y condenados por un tribunal militar.
sical del siglo X I X y principios del x x . Probablemente, pues, resultó inevitable que en el clima
E n el cine de De Santis, los intentos documentalistas y de confrontación ideológica resultante se desarrollaran
la pretendida objetividad sociológica expresada a través formas de aislacionismo sectario que, a la larga, acabaron
de la autenticidad de la ambientación, acaban siendo domi- absorbiendo cualquier idea en la pura y simple defensa de
nados por un extremado gusto por las tramas melodramá- un dogma estético.
ticas, y por la espectacular presentación del paisaje, el Primero fueron los ataques conjuntos de la neovan-
erotismo y el folklore. A De Santis se debe la más singular guardia de los años sesenta y, en otra vertiente, de la nueva
de las contaminaciones entre las instancias ideológicas del crítica de inspiración marxista, que se propuso revisar la
neorrealismo (cuya definición él mismo acabó de perfilar) tradición populista de la cultura italiana ( A S O R R O S A ,
y los mecanismos de funcionamiento del aparato cinemato- 1965), y luego el amplio proceso de revisión historiográfica
gráfico (las estrellas, el cine de géneros, etc.), que consiguió iniciado con el manifiesto y la retrospectiva de la Mostra
para sus films, y en especial para Arroz amargo (1949), un Internazionale de Pesaro en 1974 (véase M I C C I C H É ,
éxito internacional sin precedentes, probablemente gracias 1975b). Ello fue suficiente para que toda la época del
a la singular contaminación entre ios mitos arcaicos de una neorrealismo y del cine italiano de los años cincuenta em-
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pezara a contemplarse desde nuevas perspectivas, Q,- amor y ceios (1954), de Luigi Comencini; Pan,
atentas a la complejidad y peculiaridad de la instituci^ y ^"J ' . . . (1955), de Diño Risi; etc.
cinematográfica. '"'"NO menos interesante puede resultar la revisitación del
Por ejemplo, en el más reciente y completo resumen ado «neorrealismo de folletín», cuyo indiscutible líder
histórico del cine italiano, elaborado por B R U N E T T A (I979? "^Raffaello Matarazzo, objeto de recientes reivindicaciones
1982), la idea del neorrealismo como breve ciclo histó' ^^de reiteradas repulsas ( A F R A y C A R A B E A , 1976). E s in-
rico aparece, si no arrinconada, por lo menos integrad^ y Jabie, sin embargo, que Matarazzo, junto con otros
en otra, historiográficamente más rica y compleja: la exis- HTcctores como Costa y Brignone, llevó hasta su punto
tencia de un proceso «de lentas transformaciones, de UQ 'laido la temática y el estilo del melodrama cinematográ-
largo período que empieza al final de la guerra y se extien, \QO con amplias zonas de coincidencia con lo que podría-
de hasta bien entrados los años cincuenta, reuniéndose j^os llamar el lenguaje común de la iconografía neorrea-
finalmente, en las postrimerías de la década, con el nuevo lista. Algunos títulos fundamentales son la trilogía de Ma-
impulso provocado por un verdadero recambio profesio- tarazzo (Catene, 1950; Tormento, 1951; y Los hijos de
nal y productivo» (BRUNETTA, 1982, 369). nadie, 1952) y varios melodramas de desigual calidad pero
Desde este punto de vista, y sin sacrificar en modo hermanados por su singular mezcla entre realismo am-
alguno la originalidad y la peculiaridad del estilo de cada biental y provocación erótica, desde Sensuaiitá (1952), de
uno de los autores asociados con el auge neorrealista, Clemente Fracassi, a La iupa (1953), de Alberto Latinada.
es posible acortar la distancia existente entre las «prácti- y , finalmente, Totó, cuya reivindicación, que tiene
cas altas» y las «prácticas bajas», es decir, entre las expre- en Fofi a su más ferviente partidario ( F O F I y F A L D I N I ,
siones cualitativa y estilísticamente más significativas del 1977), supone una revisión de las más complejas y pro-
cine de autor y la producción media del cine de género, y fundas relaciones existentes entre el cine italiano y el teatro
proponer el problema de la definición de una «mirada de revista, las variedades, la tradición dialectal, etc., pero
neorrealista», siempre a partir de todo el cine del período también de la noción de «popular», tal y como fue aplicada
(BRUNETTA, 1982, 313-336). por los sectores más dogmáticos de la crítica cinemato-
Muchos de los anatemas pronunciados en el curso de gráfica.
los años cincuenta ya no son válidos hoy en día. Quien Esta propuesta de revisitar el cine italiano de posguerra
quiera conocer y degustar el espíritu de una época, com- deteniéndose también un poco en los márgenes de la expe-
prender los caracteres originales del imaginario cinemato- riencia neorrealista en su sentido más estricto, no es sólo
gráfico italiano e incluso de las costumbres y de la vida lina invitación a una visión global de la institución cine-
cotidiana, debe recurrir a una nueva y obligada estrategia matográfica, sino también la recuperación de una mirada
que, años atrás, la crítica de ortodoxa observancia neorrea- irónica, de la ironía que faltaba en aquellos tristes años
lista habría desaconsejado vivamente. tic la simplificación ideológica y sin la cual resulta impo-
Se puede empezar con el llamado «neorrealismo rosa», sible hojear hoy en día un repertorio iconográfico del cine
que no es otra cosa que la comedia popular, considerada italiano de entonces (véase P E L L I Z Z A R I , 1978).
más que como involución del neorrealismo, como la tra- Se trata de la ironía que reencontramos en las páginas
ducción a un nuevo lenguaje de una de las tradiciones más de la novela La vita agrá (1962), de L . Bianciardi, en la
vivas de la cultura italiana. He aquí algunos títulos funda- que el protagonista cuenta cómo el director de un perió-
mentales: E primavera (1949) y Due soidi di speranza dico, para rechazar una de sus propuestas, le explica, con
(1952), de Renato Castellani; Pan, amor y fantasía (1953) increíbles argumentaciones, el histórico paso, de la crónica
134 II.
LAS DISTINTAS ÉPOCAS D E L CINl,

a la historia
listoria y del neorrealismo al realismo, que suni,-
Senso (1954), de Luchino Visconti. O bien la afectuos
ironía con la que el crítico cinematográfico Tullio Kezicu
narra el «drama» de la generación de los jóvenes de entoQ, 7. E l cine moderno
ees, que se autocondenaban a ver a escondidas los fijjjjé
de Humphrey Bogart y a participar en debates públicos
sobre las campesinas, impuestos por la estética neorrealista-

Para muchos de nosotros, Bogart era un ídolo. Así qug


siempre nos reservábamos algún rato para disfrutar del
cine tal y como debe ser disfrutado, sin ceremonias, sin A diferencia de las precedentes, la que se ha dado en
tener que prepararnos una opinión de urgencia para llamar época del cine moderno resulta más difícil de cir-
cuando terminara el film, sin tener que ponerle obliga, cunscribir y definir. No existe en ella una innovación tecno-
toriamente a todo una etiqueta política. A l día siguiente,
en el cine-club, presentábamos por ejemplo Non c'é pace lógica comparable a la del sonoro, capaz de modificar y
tra gli ulivi, con la presencia del autor. Nosotros soñá- unificar el estatuto de la narración, tal y como sucedió
bamos con hacer un debate sobre Humphrey Bogart. entre los años veinte y treinta. L a introducción del color,
Pero el debate acababa tratando sobre las campesinas primero, y de la pantalla grande, después, no modificaron
(AjELLO, 1979, 211). ^ el estatuto expresivo, sino que lo reforzaron, puesto que
estas innovaciones tenían la misión de limitar la creciente
competencia de la televisión.
Sin embargo, existen innovaciones menos espectacula-
res que sentaron las bases para el desarrollo de nuevos usos
y nuevas configuraciones del lenguaje cinematográfico.
Estas innovaciones se sucedieron ininterrumpidamente
desde los años treinta hasta los sesenta. L a aparición de la
película pancromática (es decir, dotada de una mayor sen-
sibilidad) y de los objetivos de focal corta permitió perfec-
cionar las tomas largas, permitiendo ver de una vez todos
los elementos de la escena y dándole todo su sentido a la
profundida de campo, lo cual hizo posible la realización
de tomas largas sin tener así que recurrir al excesivo frac-
cionamiento del découpage clásico.
L a difusión de cámaras más ligeras y manejables, de
formatos más reducidos y la progresiva mejora de las téc-
nicas del sonido directo, favorecieron igualmente el auge de
los studios.
E n resumen, estas innovaciones tecnológicas permitie-
ron la ruptura de los esquemas tradicionales (tanto pro-
ductivos como expresivos) y la difusión de ciertas posibi-
lidades del cine que anteriormente sólo se habían utilizado
7. E L C I N E MODERNO 137
136 II. L A S DISTINTAS ÉPOCAS D E L C I N E

de modo excepcional, por ejemplo por parte de las - L a «política de los autores» y la contril ación
guardias históricas y de ciertos momentos «heroicos» ¿c Bazin

(
neorrealismo.
Aparece entonces una nueva conciencia de las posi E n el festival de Cannes de 1959, el nuevo cine fran-
lidades y de los nuevos mecanismos de comunicación consiguió un halagüeño reconocimiento, lo cual pro-
medio que, desarrollada en estrecho paralelismo con ci ocó qu^ empezara a hablarse de una nouvelle vague cine-
tas temáticas de las ciencias humanas (psicología, sem ritográfica- L a etiqueta tuvo éxito y se convirtió en la
tica, estética, sociología...) otorga al medio una gran i Jjénominación más corriente para referirse tanto a una
portancia no sólo en la definición de los nuevos modelój t^ncva manera de hacer películas como a una nueva actitud
de representación, sino también en el conocimiento de las con la que enfrentarse al hecho cinematográfico.
transformaciones que se están produciendo. Entre los protagonistas de esta «nueva ola» hay que
L a ideología dominante del «cine moderno» es una recordar a Fran^ois Truffaut, que, con Los cuatrocientos
ideología progresista: tanto la expresión de una nueva golpes (1959) consiguió el premio a la mejor dirección en
subjetividad individual y colectiva, como la definición de Cannes; a Glande Chabrol, que había debutado el año an-
un nuevo lenguaje y de nuevas tipologías expresivas, tienen terior con Ei bello Sergio (1958); a Jean-Luc Godard, cuyo
la misión de reflejar los cambios que se producen y de debut en el largometraje con Ai final de ia escapada (1960)
provocar o acelerar procesos de transformación moral, provocó un gran revuelo; y a E r i c Rohmer y Jacques R i -
social y política. vette, que debutaron, respectivamente, con Le signe du ñon
(1959) y Paris nous appartient (1960).
L a «búsqueda de lo nuevo» y el «rechazo de la tradi-
ción», de forma análoga a lo que sucedía en las otras for- L a característica común de estos cinco nuevos realiza-
mas de expresión, provocaron que el cine se uniera a las dores es que empezaron sus contactos con el cine escri-
tendencias paralelas que se estaban produciendo en el biendo artículos y ensayos en la revista Cahiers du Cinéma,
campo de la literatura y de las artes plásticas y figurativas. fundada en 1951 por André Bazin y Jacques Doniol-Val-
Resulta difícil establecer unos límites cronológicos para croze, y en el semanario Arts.
el cine moderno, sobre todo porque sus raíces se encuen- Junto a ellos también puede incluirse bajo la etiqueta
tran en anteriores experiencias vanguardistas. No obstante, de nouveiie vague a gente como Louis Malle, ayudante de
si intentamos definir la época del cine moderno como aque- Robert Bresson y autor de Ascensor para ei cadalso (1957) \
lla en que la institución cinematográfica se enfrenta a una y Les amants (1958), y como Alain Resnais, que llegó al
posibilidad de cambio — y a sea bajo la influencia de los largometraje con Hiroshima mon amour (1959), después
grupos de vanguardia o por necesidad fisiológica de reno- de una notable carrera en el campo del documental {Nuit
vación—, los posibles límites cronológicos van desde fina- et bruiiiard, 1955; Toute ia mémoire du monde, 1957, etc.).
les de los años cincuenta hasta mediados de los años se- Su actividad —como la de otros jóvenes, o no tan jóvenes,
tenta: es decir, desde la aparición de la nouvelle vague como Agnés Varda, Chris Marker o Georges Eranju—•
francesa hasta el «nuevo Hollywood» y el «nuevo cine era seguida con gran atención por los jóvenes críticos de
alemán». Cahiers du Cinéma: todos ellos compartían el deseo de
romper con el cine tradicional.
Poco importa que hoy sus mismos protagonistas nie-
guen que existiera alguna vez la nouveiie vague, o que,
como mucho, sólo admitan que se trató de un hábil truco
138 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 7. E L C I N E MODERNO 139

publicitario. L a llegada de la nouvelle vague no sólo f ducción artesanal, el cine de autor disponía de una
importante por representar el debut de toda una nue"* je d°¿n más sólida que en otras partes.
generación de directores (de los que nos ocuparemos lAd, it^^plfo con los directores americanos las cosas eran más
ampliamente en el apartado 7.2.1), sino también por g | lejas- Realizadores perfectamente integrados en los
manera en que se preparó ese debut y por el significa,} '^'"inismos de producción hollywoodienses —como Hitch-
que adquirió. ""^k Minnelli o Hawks— eran minuciosamente analizados
Basándose en un profético texto de Alexandre Astruc o autores, a la vez que la producción americana de
aparecido en la revista L'écran frangais, en 1948 — « N a i s - ,os realizadores europeos —como Lang, Renoir u
sance d'une nouvelle avant-garde: la caméra-stylo»—, estoj n'^hüls— era considerada como una continuación de su
jóvenes configuraron un tipo de cine muy personal, en el obra precedente.
que la cámara podía utilizarse con la misma simplicidad y Esta postura suponía la elaboración de un método ana-
libertad con que el novelista y el ensayista utilizaban la lítico de films capaz de reconocer en la mise en scéne —es i
pluma estilográfica. Se trata de un cine, por consiguiente decir, en la dirección, y no en las declaraciones programá-
espontáneo, directo y de bajo coste, que prescinde de los (E.;,s o en la intencionalidad explícita de la tesis política o
aparatosos procedimientos de los studios y de la artificiosa pioral del film— el valor y el significado de una obra. Se
perfección formal de las producciones francesas de qua- trataba de un método que, permaneciendo atento a las
iité, es decir, de aquella producción que aún no había sido particularidades de los valores tecnicoformales de un film,
capaz de superar el momento mágico de los años treinta y puede ser definido como formalista y puede relacionarse
cuarenta, la época del «realismo poético». con los métodos de la crítica estilística en literatura o con
E n el clima de estancamiento que vivía la cinemato- el método iconológico en las artes figurativas (véase D E
grafía francesa de los años cincuenta, en el que una política ViNCLNTi, 1980, 147-184).
basada en la pura supervivencia hacía que el debut de André Bazin, que fue una especie de padre espiritual
nuevos realizadores fuera algo prácticamente imposible, para este grupo de jóvenes, defendió vigorosamente la va-
los jóvenes redactores de Cahiers du Cinéma, soñando con lidez del método enunciado, aunque pudiera tener sus
que algún día podrían utilizar la cámara como una estilo- dudas sobre la manera de aplicarlo. E n un famoso artículo
gráfica, empezaron a entrenarse utilizando —por el mo- titulado «Comment peut-on étre hitchcockohawksiens?»,
mento— la estilográfica como una c á m a r a . . . y convirtien- I publicado en Cahiers du Cinéma en 1955, pueden leerse
do la actividad crítica en un prólogo de la actividad crea- estas palabras en defensa de sus jóvenes colegas:
dora.
L a «política de los autores» se convirtió en el lema «Pero si confían hasta tal punto en la mise en scéne es
del grupo. Antes de ser el trampolín desde el que se iban porque en ella descubren sin ambages la propia materia
a lanzar a sí mismos como autores, esta fórmula acuñada del film, una organización de los seres y de las cosas
por los jóvenes redactores de Cahiers significó una nueva que encuentra en sí misma su propio significado, ya sea
manera de entender el cine que culminó con la reivindi- estético o moral. Lo que Sartre escribía con respecto
cación del director-autor. Aplicada al cine europeo —es a la novela es cierto para todas las artes, tanto para
el cine como para la pintura. E n cada técnica subyace
decir, a directores como Dreyer, Bresson o Antonioni—,
una metafísica. L a unidad y el mensaje moral del ex-
esta «política» no presentaba ningún problema, puesto que presionismo alemán aparecen tan claros, hoy en día,
en Europa, debido a la afinidad que el cine había mante- en la mise en scéne como en los temas, o dicho de otro
nido con la cultura literaria y artística y con los métodos modo, no es cierto que su «proyecto» moral se divolviera
7. E L C I N E MODERNO 141
140 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

por completo en el universo visual, adquiriendo así # ducción mecánica que ostenta la realidad que pro-
mayor significado que aquél».* , el cine.
E l cine puede restituirnos la dimensión visual de un
Una de las consecuencias del triunfo de la nouv^M •onteciniiento sin recurrir a la manipulación o a la inter-
vague fue la amplia resonancia que obtuvo el trabajo tfSB| '''^"tación de una materia (puesto que la reproducción es
rico y crítico de Bazin, gracias a la estrecha relación o S ^^almente mecánica) y, por consiguiente, revelarnos su
se estableció en el grupo entre la dimensión teórica y 9 ' sencia. Por ello, el cineasta debe respetar la continuidad
creativa, y a pesar de su prematura muerte (1958). S la duración real del acontecimiento dramático represen-
L a contribución fundamental de Bazin consiste fl tado, sin interrupciones ni interpolaciones por parte del
haber elaborado una teoría del lenguaje cinematográfiM montaje. De ahí la norma que aparece en el texto «Mon-
que ya no se basaba en el montaje (como había v e n i B taje prohibido»: «Cuando lo esencial de un acontecimiento
sucediendo desde los tiempos del mudo), sino más bien 3 depende de la presencia simultánea de dos o más elementos
aquellos elementos — e l sonido, la película pancromáti(3| de la acción, queda prohibido el montaje» ( B A Z I N , 1958-
los objetivos que hacían posible la profundidad de camp3 1962, 119, edic. esp.).
la pantalla p a n o r á m i c a . . . — que, acentuando la impresidS Esta norma nace de la necesidad de respetar, más que
de realidad de la imagen fíimica, habían evidenciado pro^ la objetividad del hecho representado, la subjetividad del
gresivamente el carácter manipulador y artificioso dfÉ espectador y la ambigüedad de cada situación. E l montaje,
montaje tradicional. | en cuanto reducción del punto de vista operado por los
A través del estudio de la obra de William Wylerl «cortes», es un procedimiento que predetermina y «cierra»
Orson Welles (en especial de Ciudadano Kane, 1941) f el sentido de la secuencia. L a s tomas largas, lo que Bazin
Rossellini (véase el apartado 6.4.), Bazin fue distancián^ llama el «plano-secuencia», permiten, en cambio, que el
dose tanto de la teoría del «montaje soberano» elaboradíí espectador haga de la obra una lectura más libre y mucho
por los soviéticos, y en particular por Eisenstein y Pu-í más autónoma.
dovkin (véase el apartado 5.5.4), como del découpage clá- Sin duda, esta teoría es un poco forzada. L a utilización
sico del cine hollywoodiense (véanse los apartados 10.2 y del plano-secuencia no puede abolir el montaje (que se
10.3). Forzando seguramente los textos analizados (aunque* convierte en montaje interno —en el mismo plano— o
ahí reside la productividad de su método, que propone uns^ montaje en continuidad) ni conduce milagrosamente a un
intervención activa que no se limite a la paráfrasis o a l a grado cero de la escritura fíimica; muy al contrario, la utili-
repetición de lo que ya queda claro en el film), Bazin pro- zación del plano-secuencia en autores como Jean-Luc Go-
pugnó un tipo de cine que respetara tanto como fuera dard, Jean-Marie Straub o Philippe Garrel, e incluso en el
posible las condiciones cotidianas de la percepción de las húngaro Miklos Jancsó o en el italiano Bernardo Berto-
cosas, de los objetos, de la vida. lucci, se convertirá en un procedimiento de afirmación de i
Ontología y lenguaje es el título del primer tomo de su la subjetividad radical del autor. Y sin embargo, la idea j
obra póstuma, Qu'est-ce que c'est le cinéma ( B A Z I N , 1958- de Bazin constituye un intento, rico en implicaciones y !
1962), cuyo hilo conductor es la exaltación del carácter de futuros desarrollos, de adecuar el cine a las tendencias de
la estética contemporánea, intento que otorga un papel ac-
tivo al destinatario del mensaje estético y que concibe el -
A i« J Publ'cado en Cahiers du Cinéma, n.° 4 4 , febrero
de 1955, que ahora puede encontrarse en f. NARBONI (comp ) Al- texto como una estructura abierta en la que la función de
fred Hitchcock, París, Éditions de l'Étoile, 1980, págs. 107-108 [ T ] la estructura tecnicoformal consiste en multiplicar los ni-
7. E L C I N E MODERNO 143
142 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

veles de lectura y evidenciar la ambigüedad (es de una exigencia de cambio, aunque sea en formas muy
movilidad) del sentido. '^fntas, dependiendo de cada situación; formas que van
'*^de los proyectos de un circuito de distribución radical-
mente alternativo (como el que propugnaron en los Estados
7.2 E l nuevo cine de los años sesenta 'T'idos Joñas Mekas y los fiim-makers del New American
-'inema Group) hasta las propuestas «reformistas» de los
¿Es posible extraer una serie de características comu- ineastas de países del Este socialista, que luchaban por
nes que —dejando aparte las notables diferencias entre las geguir un mínimo de control sobre los aparatos de
culturas nacionales, las tradiciones cinematográficas y las producción y distribución ( M I C C I C H É , 1 9 7 2 , 1 2 - 1 3 ) .
situaciones políticas— puedan elaborar por sí mismas una^^ Junto a estos rasgos distintivos que permiten relacionar
imagen unitaria del movimiento de renovación que, en « j experiencias nacidas y desarrolladas en contextos diversos
interior o al margen de la experiencia de la nouvelle vaguriH y lejanos entre sí hay que recordar la formación y rápida
se dio en el cine de los años sesenta? .|H maduración de un nuevo tipo de público que asigna al
L . Micciché, un crítico que creó y dirigió un festivaH L-inc un papel muy distinto al que tradicionalmente había
que en los años sesenta se dedicó íntegramente al conoc^H desempeñado: un público más maduro y preparado, tanto
miento y la difusión del nuevo cine (Mostra Internazic9 en ci aspecto politicocultural como en lo que se refiere
nale del Nuovo Cinema di Pesaro), ha sintetizado, en I d S al conocimiento del cine y de su lenguaje.
cuatro puntos que siguen, las innovaciones de este m o v l H
miento que, aunque sea en distintos grados, interesó a lá^H
instituciones cinematográficas de todo el mundo ( M i c c í 9
CHE, 1972): M 7.2.1 La nouvelle vague

a) La estructura narrativa: se abandonaron las tradiiH Todo buen film, según Fraufois Truffaut, debe ser ca-
clónales tramas novelescas y la elaboración de personajelíH paz de expresar simultáneamente una concepción de la
redondos, con el fin de adoptar soluciones más afines a l a i H vida y una concepción del cine.
nuevas tendencias literarias (aunque no siempre, o no nece^H La nouveiie vague francesa no sólo representó el debut
sariamente, se inspiraran en ellas). J H
de una nueva generación de cineastas decididos a expre-
b) Ei lenguaje fílmico: abandono de las formas sii^B sar sus propias inquietudes y su propio malestar. Fue tam-
tácticas y expresivas que ocultaban los procedimientos d í ^ | bién —y quizá sobre todo— la afirmación de un nuevo
la puesta en escena y adopción de unas técnicas de filma^f tipo de cineasta para el que la toma de conciencia crítica
ción, de interpretación y de montaje de tipo «antinatura-IH del medio expresivo utilizado y la reñexión sobre su natu-
lista», destinadas a evidenciar la subjetividad del autor. raleza, resultaban importantes en cuanto elección moral.
c) La ideología: la manifestación de un mensaje ideo<^| Somos los primeros cineastas —decía orgullosamente
lógico unívoco y directo, relacionado, como mucho, c o f ^ | Godard a principios de los años sesenta— que saben que
un héroe positivo (como ocurría en el llamado «realism<^H Griffith existe. E s una nueva conciencia del lenguaje ci-
socialista», y en algunos momentos del neorrealismo italia^H nematográfico —tema que es una consecuencia directa de
no y del realismo francés), fue sustituida por formas m á l ^ | la investigación criticoteórica de la década que vio nacer
desdibujadas e indirectas, basadas en procedimientos m e ^ H la semiología cinematográfica— la que inspira y alimenta
tafóricos o alegóricos. j^H buena parte de las producciones de los directores de la
> d) La estructura productiva: se manifiesta por toda^^l
nueva ola.
144 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L CINI 7. E L CINE MODERNO 145

Esto resulta especialmente evidente en el cine de Jj obra de Truffaut, por el contrario, es m á s fiel a la
L u c Godard. Los temas tratados en sus primeros films . jonal vocación narrativa del cine, aunque no se trate
totalmente distintos entre sí: un retrato de los «rebelq^^' "^"u'n narrador precisamente tradicional.
sin causa» en Al final de ia escapada (1960) y Pierrot el 'ipj.uffaut puede inspirarse tanto en su experiencia auto-
loco (1965); la guerra de Argelia en Ei pequeño soldado • eráfica —como en el llamado «ciclo de Antoine D o i -
(1960) y la guerra en general en Los carabineros (1963). ^h> 9"^ inicia con Los cuatrocientos golpes (1959) y
los problemas de la mujer, de la pareja y de la prostituí "Vcluy^ con L'amour en fuite (1979)—, como en obras
ción en Une femme est une femme (1961), Vivir su vida nerarias •—por ejemplo: Juies y Jim (1961), Las dos in-
(1962) o La mujer casada (1964); etc. Y , sin embargo lesas y ei amor (1971) o La chambre verte (1978)—, e
más allá de los aspectos narrativos y sociológicos, cada hicluso revisitar géneros tradicionales del cine americano
uno de estos films es también un ensayo sobre las imáge- francés, como en Tirez sur ie plañíste (1960), La novia
nes y sobre el cine, sobre las relaciones entre el director y lestía de negro (1967) o Vivamente ei domingo (1983).
la historia que está contando, o entre el actor y el perso, En todos los casos, sus historias y temas recurrentes son
naje que interpreta; sobre las relaciones entre las palabra* las inquietudes de la adolescencia y la dificultad de dar
y las imágenes; sobre el papel que desempeñan los distiñ,)!! forma a la propia necesidad de amar y de comunicarse
tos medios de comunicación (la palabra, el cine, la publi,', con los demás. A menudo, las narraciones de Truffaut,
cidad, los periódicos, etc.) a la hora de plasmar y definir^ estructuradas siempre con gran elegancia y sentido de la
el horizonte de nuestras experiencias... ' medida, exponen el abismo existente entre el arte y la
Todos los aspectos técnicos y expresivos del cine de vida, entre la total armonía de la obra, del texto, del es-
Godard están orientados hacia una desestructuración de la pectáculo, y la incertidumbre y desarmonía de la existen-
continuidad fíimica y una descomposición del finjo narra* cia: éste es el tema central de La noche americana (1973),
tivo: desde las técnicas de interpretación y filmación basa* el más bello film sobre el cine jamás rodado, pero recorre
das en la improvisación (real o simulada, poco importa), igualmente toda la obra de Truffaut, en forma de conti-
hasta las técnicas de montaje, poco respetuosas o directa- nuas referencias o alusiones, y, en general, ilustrado con
mente indiferentes ante las reglas clásicas que garantiza- momentos, mitos, estilos y situaciones del cine precedente.
ban raccords huidos e «invisibles», pasando por las téc- Los films de A l a i n Resnais, por su parte, representan
nicas de mezclas, es decir la combinación de los distintos el momento de m á s estrecho contacto entre el cine y las
componentes de la banda sonora (diálogos, ruidos, etc.). nuevas técnicas de la narrativa literaria. Con Hiroshima
De esta política de la disonancia y de la deconstrucción mon amour (1959), escrito por Marguerite Duras, y El
que lo convertirá en el director más innovador de su gene- año pasado en Marienbad (1961), escrito por Alain Robbe-
ración, Godard —profundizando y abundando en proce- Grillet, con Muriel (1963) y La guerra ha terminado
dimientos inspirados en la técnica del distanciamiento crea- (1966), Resnais desarrolló una ingente investigación sobre
da por el comediógrafo alemán Bertold Brecht— pasará, la interioridad, el tiempo y la memoria, conjugando siem-
después de 1968, a una rígida militancia marxistaleninis- pre una excepcional disciplina en el plano del estilo y de
ta que a menudo se tradujo en una negación del cine pro- la investigación formal, con un intenso compromiso con
clamada a través del propio cine.* los problemas contemporáneos.

• Hay que precisar que, coincidiendo con el inicio de la déca- y volvió a sus obsesiones, tanto Ungüisticas como existenciales,
da de los ochenta, Godard abandonó su militancia politicofílmica con Sauve qui peut (la vie) (1980). [ T . ]
7. E L CINE MODERNO 147 j
146 II. LAS DISTINTAS ÉPOCAS D E L CINE
• j¿ la etiqueta de underground (subterráneo), es
Junto a los autores citados, la experiencia de la noin,
• to p^^. niisroa que utilizaron los distintos movimientos
He vague supuso también la aparición de otros nuey*
• decit literarios y musicales que constituían la variopin-
realizadores —como Claude Chabrol, Louis Malle,
njítíst")^^'j^^j^j^ de las vanguardias de los años sesenta.
ques Rivette y E r i c Rohmer—, autores que continúan
** '^Aunque es imposible encontrar una línea unitaria que
do prueba de su alto nivel y del gran interés de sus pelíc,j
incluir a todos los fiim-makers (según su autode-
las incluso en años recientes: baste recordar a Rohrugj
.^jj) del New American Cinema, se puede, sin embar-
que, permaneciendo fiel a su concepto del cine, extremad^
^'^observar una voluntad común de utilizar el cine con
mente riguroso, ha conseguido reunir a un público
f'fíástnn libertad y autonomía que otras formas de expre- |
amplio en torno a films como La mujer del aviador (1980)
vín de ahí las referencias a la experiencia poética en '
La buena boda (1982) o Las noches de la luna HenL
Stan Brackhage (Dog Star Man, 1965) y en Gregory Mar-
(1984).
kopoulos (Twice a man, 1963), o a la teatral en Shirley
Aunque los lazos que unían a todos estos autores se
Clarke {The Connection, 1961) y Jones Mekas {The brig,
rompieron muy pronto, dándose así una situación en la
1964). Los dos últimos ñlms citados documentan perfor-
que ya no se podía hablar de grupo o escuela, el indiscuti-
mances del Living Theatre, el más importante grupo tea-
ble mérito de la nouvelle vague consistió en llamar la aten-
tral de vanguardia de los años sesenta.
ción sobre los fermentos de renovación que, en distinta
L a relación con la pintura de vanguardia protagoniza
medida e intensidad, se iban manifestando en todas partes.
la experiencia cinematográfica del pintor Andy Warhol,
uno de los representantes más significativos del pop art.
Dentro de un programa de negación del cine narrativo y
7.2.2 El New American Cinema Group y ia experiencia sus leyes compositivas, Warhol realizó ñlms a partir de
underground un encuadre fijo y un tema único: Sieep (1964) consiste en
la filmación, durante seis horas seguidas, de un hombre
L a fundación en Nueva Y o r k del New American Cine- que duerme, mientras que Empire (1965) se centra en el
ma Group (1960) y la constitución, un poco más tarde, de Empire State Building, el rascacielos más famoso de Nueva
la New Y o r k Film Makers Cooperative (1962), son las York, filmado en plano fijo a lo largo de ocho horas.
dos etapas que culminaron la formación de un movimien-
E l New American Cinema Group intentó configurar,
to de vanguardia cinematográfica en los Estados Unidos,
realizar y distribuir un tipo de cine que no supusiera nin-
coronando así casi treinta años de tentativas experimenta-
guna clase de relación o compromiso con Hollywood. Y , sin
les: fue una mujer, Maya Deren, la que con Mashes of the
embargo, hay que decir que ese mismo cine acudió con
afternoon (1943) Intentó desarrollar un cine de investiga-
frecuencia a los mitos hollywoodienses y a las configura-
ción fuertemente influido por las experiencias de la van-
ciones más típicas del imaginario cinematográfico: podemos
guardia europea.
encontrar alusiones o referencias explícitas al cine clásico
L a idea de un cine personal, practicado sin ningún tipo
hollywoodiense en Fiamíng Creatures (1963), de Jack
de condicionamientos, era la meta de este grupo de van-
Smith, o en Scorplo Rising (1963) e Inauguration of Piea-
guardia, que utilizaba el formato reducido (16 mm, e in-
sures Dome (1966), de Kenneth Anger, por no hablar
cluso 8 mm) y huía de cualquier forma de distribución
de la pintura y el cine de Andy Warhol, desde las serigra-
convencional. Todo lo que Hollywood —por motivos de
fías dedicadas a Marilyn Monroe hasta films como Loneso-
mercado, de censura y de ideología— había ignorado has-
ta entonces, será ahora la base de este cine que muy pron- 'ne Cowñoyí (1968).
148 II. LAS DISTINTAS ÉPOCAS D E L CINE 7. E L CINE MODERNO 149

Se trata, naturalmente, de revisitaciones de la mitol de los franceses, que adoptaron la fórmula cinéma
gía hollywoodiense desde un punto de vista irónico o d ^ ''^^°f¿ * en dudosa alusión al soviético Dziga Vertov, o
mitificador, pero, no obstante, acaban reconociendo i ? " ^tmo los canadienses, cuyo National Film Board, el orga-
.plícitamente que Hollywood desempeñó un papel esenci i ^ mo qus dio un gran impulso a la investigación y expe-
en la producción de la mitología contemporánea (SKLA» lentación en este campo, tuvo como fundador al gran do-
1975). ^• mentalista inglés John Grierson— pueden resultar enga-
Como sucedió en otros países, uno de los momentos de sas. Por ello más vale acudir a Marsolais, crítico cana-
mayor interés de estas experiencias alternativas lo consti cnse y profundo conocedor de la experiencia del cinéma
tuyó el cine documental, al que ya empezaba a Uamárselé yerdé, que ha plasmado en los siguientes puntos la técnica
cinéma verité, «cine directo», candid camera, etc. Se tra- y el espíritu de este tipo de cine:
ta de experiencias que, aparte de su interés intrínseco (véa.
se apartado 7 . 2 . 3 ) , prepararon la renovación del cine na. a) Toma sincrónica de imagen y sonido.
rrativo. b) Utilización de aparatos manejables y capaces de
poder filmar sean cuales fueren las condiciones.
Ese es el caso del Free Cinema en Gran Bretaña, don- c) Actores no profesionales que se limitan a inter-
de una nueva generación de realizadores (Karel Reisz, John pretarse a sí mismos.
Schlesinger, Tony Richardson, etc.) empezó debutando en d) Empleo de la improvisación y relativo rechazo
el campo documental. E n los Estados Unidos, el mejor de las técnicas de estudio.
film le este tipo —es decir, a medio camino entre el docu- e) Papel activo de la cámara, que intenta estable-
mental y la ficción— es, probablemente, Shadows (1960), cer un contacto directo e inmediato con lo real.
de John Cassavetes, que es, sin embargo, el remake de / ) Grabación de los diálogos en el momento mis-
una versión anterior —basada en la improvisación— que se mo de la acción.
perdió ( M A R S O L A I S , 1 9 7 4 , 2 6 8 - 2 6 9 ) .
g) Asunción, por parte del cineasta, de todas las
consecuencias, tanto éticas como estéticas, de estas técni-
cas (MARSOLAIS, 1974, 335).

7.2.3 Mito y realidad del cinéma verité Los centros de desarrollo y difusión del cinéma verité
m fueron: Canadá (con Terence Macartney-Filgate, Wolf
E n el ámbito de los procesos de renovación, ya sea de Koenig, R o m á n Kroitor, Michel Brault, Fierre Perrault,
los modelos narrativos tradicionales (cuyo centro de máxi- etc.), Estados Unidos (con Robert Drew, Richard L e a -
ma expansión había sido Hollywood) o de las modalidades cock, Albert Maysles, D . A . Pennebaker, Shirley Clarke,
de producción (el aparato economicoindustrial y técnico), Robert Kramer, John Cassavetes, etc.) y Francia, que tuvo
que el cine experimentó en los años sesenta, el fenómeno en Jean Rouch —un etnólogo que convirtió la cámara en
conocido como cinéma verité merece un lugar aparte. un instrumento de investigación— un exponente de pri-
Utilizando un equipo, digamos', ligero (cámara de merísimo plano.
1 6 mm y magnetófonos para la grabación directa del so- E n el ámbito canadiense puede recordarse la serie Can-
nido) y adoptando módulos expresivos propios del reporta- did eye ( 1 5 medióme tra jes para la televisión), en la que
je televisivo o basados en la improvisación, el cinéma ve-
rité proporcionó un nuevo impulso al cine documental de ' Aunque de origen francés, ésta es la denominación con que
se conoce en España este tipo de cine, siendo por ello la que
carácter etnológico y sociológico. utilizaremos aquí en lugar de la fórmula italiana cinema diretto,
Las referencias a experiencias anteriores —como en el que es la empleada por el autor. [ T . ]
150 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 7. E L C I N E MODERNO 151

trabajaron, entre 1958 y 1960, Macartney-Filgate, Koenig cientemente su papel de actores, de protagonistas de l a
Kroitor, Brault, Dufaux y otros. Se trata de una e x p e r i e ¿ | cc^^ tación de una técnica de pesca abandonada durante
cia que hoy puede parecemos más bien ingenua. E l ojo AT '^'^ ho tiempo. Viven un acontecimiento sin fingir que se
la cámara no es nunca inocente ni ingenuo, ni s i q u j ^ : """ra de algo cotidiano, pero con la plena conciencia de
perverso: es el instrumento de la perversión aceptada^ actuando en una puesta en escena.
compartida por todos (tal como la define M E T Z , 1977) Las experiencias de este tipo nacen de la constatación
representa el voyeurismo cinematográfico, es decir, el pj^^ que cualquier documental clásico —desde Nanuk el
cer de ver sin ser visto. Uno de los desarrollos más inte.; Luimal (1922), de Flaherty, hasta Drifters (1929), de
resantes de esta experiencia viene representado por el Grierson— es, en el fondo, un film «interpretado», no sólo
film Lonely Boy (1961-1962), que Koenig y Kroitor dedica.» pyr el hecho de que cualquier filmación, por muy casual
ron al cantante Paul A n k a y sus conciertos. Aquí, la técc parezca, siempre tiene algo de «puesta en escena»,
nica de la filmación a distancia utilizando el teleobjetivo sino sobre todo porque el sujeto filmado siempre asume,
con el fin de registrar por sorpresa ciertos comportamien- consciente o inconscientemente, su papel de actor.
tos y reacciones del público, es, más que una curiosidad, L l tema de estos films no es, pues, la simulación de i
algo de gran valor sociológico. Puede considerarse este un acontecimiento a través de la ocultación de su puesta
film como el precursor de otros más recientes y famosos, en escena, sino la propia puesta en escena de un aconte- i
dedicados a conciertos de rock, como Monterrey Pop I cimiento y de su filmación. De este modo, tanto la cámara
(1969), de Pennebaker, y Woodstock (1970), de Michael como el conjunto de actos relativos a la reproducción v i -
Wadleigh. sual y sonora, adquieren un papel activo, mayéutico. U n
E n estos films, el análisis sociológico y la plasmación procedimiento análogo, basado en la conciencia de la im-
de fenómenos relacionados con el estrellato y el ritual co- posibilidad de distinguir entre «documental» y «ficción»,
lectivo se traducen, de hecho, en una dilatación y una pro- constituye el fundamento de la ingente producción del et-
longación del efecto espectacular conseguido mediante las nólogo y cineasta Jean Rouch, que realizó Chronique d'un
características del medio empleado (televisión y cine). été (1960) en colaboración con el sociólogo Edgar Morin.
E l medio de reproducción, la cámara, desempeña una Aquí, la presencia de la cámara y del «observador» tiene
función muy distinta en la serie de films que Brault y la función de suscitar reacciones y favorecer el proceso de
Perrault dedicaron a los habitantes de la Ile-aux-Coudres: liberación de l a interioridad y de los recuerdos de los en-
Pour la suite du monde (1963), Le régne du jour (1967) y trevistados a propósito de su propia experiencia.
Les voitures d'eau (1969). E n el primero de estos films, E s indudable que existe una relación entre la técnica
la comunidad de los habitantes de la isla acepta reprodu- del cinéma verité y las innovaciones lingüísticas del nuevo
cir, ante la mirada de la cámara, una actividad que habían cine de los años sesenta. Pero también lo es el hecho de
abandonado desde hacía tiempo: la pesca de l a marsopa. que en torno a estas experiencias, que a menudo se citan
E n este caso, ni los cineastas fingen filmar un acontecimien- sin conocerlas bien, se ha construido una ingenua mitolo-
to sin ser vistos, ni tampoco los «protagonistas» fingen ig- gía sobre la reproducción directa de la realidad, la espon-
norar que los están filmando. taneidad creativa, etc., que conoció una gran difusión en
Muy al contrario, puede decirse que son los cineastas el ámbito de las luchas estudiantiles y obreras acaecidas
quienes provocan un acontecimiento, mientras que los* en 1968 y en los años inmediatamente siguientes.
protagonistas lo preparan y realizan para que sea filmado.
Todos los hombres de la isla, jóvenes y viejos, asumen
152 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E 7. E L C I N E MCHÍERNO 153

7.2.4 Intentos de renovación en el cine del Este europg szafa [Dos hombres y un armario], Gdy spadaja
zie ^ anioly [Cuando los ángeles caen] y Le gros et le
L a ola de renovación llegó incluso a los países soci t "í^ construidos en clave grotesca y surrealista; y el
listas, en los que el cine, aunque libre de los condición^" """'undo, con Rysopis (1964), primer capítulo de una es-
mientos del mercado y menos ligado que en Occidente de trilogía con trasfondo autobiográfico que conti-
las exigencias de los beneficios, sufría también restriccio* I^arán Walkover (1965) y Barrera (1966).
nes que eran consecuencia inmediata del superpoder ¿gj
" " También en Checoslovaquia llegó a hablarse de una
aparato politicoburocrático.
ouvelle vague (nova vlná) a propósito de autores como
Y a en los años cincuenta —después de la muerte ¿g Milos Forman, de quien hay que recordar Pedro el Negro
Stalin (1953) y el X X Congreso del P C U S (1956), en el (1963) y Los amores de una rubia (1965), o Evald Schorm,
curso del cual se denunciaron oficialmente por primera vez que debutó con el largometraje Kázdj deno odvahu [Nues-
las «desviaciones» estalinistas—, se había empezado a ha-
tro valor cotidiano] (1964).
blar de un cine del «deshielo». Pero ahora, cuando llega-
E l clima de renovación del cine de Praga, representado
mos al final de esta breve crónica, nos interesa más men-
también por las investigaciones vanguardistas de Véra Chy-
cionar aquellas tentativas de renovación temática y fin-
I tilová y Jan Némec, fue bruscamente interrumpido por
güística que abandonaron las formas del cine celebrativo
y propagandístico para enfrentarse a problemáticas más ' ia intervención armada de las tropas del Pacto de Varsovia,
actuales. que puso fin a la política reformista de Dubcek (1968).
Otro importante foco de renovación lo constituyó el
También en la U R S S y en los países satélites apariál cine húngaro, que, en el curso de los años sesenta, reveló
cieron, durante los años sesenta, nuevos autores que f u « |
una gran vitalidad y originalidad, presentando nuevos rea-
ron observados con gran interés desde Occidente, tanlH
lizadores como Kovacs, Gaal, Jancsó, Gyongyossy, Sza-
porque constituían una confirmación de la primacía d ^
bo, etc. De todos ellos, el que alcanzó un mayor éxito fue,
autor que había proclamado la nouvelle vague, como
seguramente, Jancsó —con Los desesperados (1964), Csi-
causa de la novedad de su temática e incluso, en algún
casos, de sus investigaciones expresivas. llagok Katonak [Rojos y blancos] (1967) y Silencio y gri-
to (1968)—, a causa, sobre todo, de la originalidad de su
Andrei Tarkovski, con Ivanovo destro [ L a infancia
estilo, basado en una singular y compleja orquestación de
Iván] (1962) y Andrei Rublev (terminada en 1966, pe
los movimientos de cámara y de los movimientos de los
presentada en el festival de Cannes dos años más tarde
en una versión incompleta), constituye el caso más notable personajes, que acaban dibujando abstractas coreografías
y discutido. en el vasto espacio de la escena.
L a aparición de autores de todos los países, como los
E n Polonia —donde las tentativas de la generación in-
que hemos citado, en la escena internacional, condujo a
termedia (Andrezj Wajda, Andrezj Munk, Jerzy Kawale-
un mayor conocimiento de las cinematografías nacionales.
rowicz, etc.), correspondiente a finales de los años cincuen-
De este modo, los productos propios del lenguaje cinema-
ta y principios de los sesenta, habían topado con duras
tográfico, participando en un clima de renovación de
críticas por parte del aparato dominante por afrontar te-
ámbito internacional, se convirtieron en instrumento de co-
máticas contemporáneas en términos anticonformistas— se
produjo el clamoroso debut de R o m á n Polanski y Jerzy nocimiento y representación de aspectos profundamente en-
Skolimovski: el primero, con El cuchillo en el agua (1962), raizados en las culturas y tradiciones nacionales, así como
precedido por tres breves films experimentales —Dwaj lud^ de las características propias de cada situación historicopo-
l-
lítica.
7. E L C I N E MODERNO 155
154 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

Fenómenos como los que hemos observado en i , jQ a prestar mayor atención al medio televisivo y las
países del Este europeo se dieron también en otras cinem°^ '-'"pilidades didácticas del lenguaje audiovisual.
tografías «menores», como la sudamericana o la del sude* Autores como Antonioni y Eellini, que aunque habían
te asiático. E l caso más notable fue el del cinema novo bra~ sido en el ámbito neorrealista siempre mostraron una
sileño, cuyo principal representante fue Glauber Rocha. P ^ L r a tendencia hacia su superación, llegaron al final de la
films como Dios y el diablo en la Tierra del Sol j ; - a d a de los cincuenta con, respectivamente. La aventura
Terra em trance (1967) y Antonio das Mortes (1969), \ n 9 6 ü ) y Éa dolce vita (1959), alcanzando así la madurez
adopción de modelos expresivos propios de la vanguardia niediante la profundización en temáticas relacionadas so-
cinematográfica internacional convive con un sólido com- bre todo con la subjetividad de los personajes y la afirma-
promiso en lo que se refiere al conocimiento y la interpre. ción de ciertos caracteres estilísticos inconfundibles.
tación de las características originales y las contradiccio- E n cuanto al cine de género y sus mejores exponentes |
nes de la situación política y cultural del Brasil. que hay que situar en el ámbito de la comedia de eos- :
tambres—, supo seguir paso a paso la evolución de la so-
I ciedad italiana en lo que se refiere al paso de la posguerra
7.2.5 La situación italiana al milagro económico, recogiendo (como ya hemos visto
en el apartado 6.4) la herencia de aquellos estrechos víncu-
¿Cómo participó el cine italiano —que durante mucho los entre cine y vida social que había introducido el neo-
tiempo, mediante la experiencia neorrealista, había influido rrealismo. Por otra parte, no hay que olvidar que la época
enormemente en el nacimiento de los nuevos cines— en más rica y creativa de la «comedia a la italiana» fue posi-
esta construcción del cine moderno? ble gracias a las aportaciones de directores, guionistas y
E l neorrealismo como movimiento, o mejor como épo- actores que se habían formado en estrecho contacto con
ca irrepetible del cine y de la historia italiana, dejó su el movimiento de renovación de la posguerra...
lugar a autores que, de uno u otro modo, siguieron recu- Esto resulta indispensable para entender por qué en
rriendo a él como punto de partida, y a géneros que tam- Italia, y en el campo cinematográfico de los años sesenta,
bién constituyeron una especie de continuación del mismo. no se produce una revolución contra los padres neorrea-
Los autores que habían contribuido a la formación del listas. No existe una revisión crítica de aquella experien-
neorrealismo o que habían debutado bajo su invocación, e cia, ni tampoco una ruptura clara con la tradición como,
incluso los que se habían «convertido» más tarde, continua- por ejemplo, la que se produjo en el campo literario de la
ron su carrera inclinándose cada vez m á s hacia la «singu- vanguardia por parte del Gruppo 63 (neovanguardia que,
laridad». L a crisis del neorrealismo en muy raras ocasio- por otra parte, no establecerá ninguna relación de impor-
nes supuso la crisis de estos autores, que (y éste es el caso tancia con el cine); y ni siquiera la experiencia under-
de Visconti) demostraron estar en posesión de recursos ground — s i se exceptúa a Carmelo Bene, que es un caso
creativos y productivos que iban más allá de la temática aislado y cuya experiencia cinematográfica es sólo un bre-
de la época, o que (como en el caso de De Sica) se arries- ve paréntesis para él (véase C O S T A , 1981)— llegó a con-
garon a asumir con digna profesionalidad aquella compro- vertirse en un movimiento que estableciera relaciones dia-
metida herencia. lécticas con la institución cinematográfica. Y en cuanto a
Sólo Rossellini, a partir de los años sesenta, entró la experiencia — y a sea real o sencillamente magnificada—
una profunda crisis que provocó en él el replanteamien del cine «militante», que maduró en ambientes sesentaio-
del hecho cinematográfico ( ¿ p a r a q u é hacer cine?) y chescos, hay gue decir que, si existió en él una voluntad
7. E L C I N E MODERNO 157
156 II. L A S D I S T I N T A S ÉPOCAS D E L C I N E

nencia de Rocha, Jancsó u Olmi) ciertos elemen-


de enfrentamiento con el neorrealismo, ésta se desarroii/i
en una dirección tan sectarista que sólo provocó la rean las eSP'"nes que permitieran hablar de un «lenguaje del
0^ 'rnoesíal en un intento de reelaboración (fuerteinen-
rición de los más tenebrosos fantasmas ideológicos de lo"
- i " ' ^ ^'So en su propia y personalísima labor creativa) de
años cincuenta.
te ^" . i . del autor» y de la nueva conciencia critica del
De los numerosísimos y a menudo notables debuts de
los años sesenta (Ermanno Olmi, Elio Petri, Pier Paolo la dnematográfico que caracterizan la aventura
Pasolini, los hermanos Taviani, Valentino Orsini, Marco leag;(^¿%nod^mo ('éase P A S O L I N I , 1972, 171-191).
Ferreri, Marco Bellocchio...), ninguno planteó una rup-
tura clara con la tradición neorrealista. E n algunos puntos
los parecidos entre ellos son evidentes, pero nunca llegan a
alcanzar la condición de movimiento, sobre todo si los
comparamos con las características distintivas del cine de
los años sesenta que ya hemos definido en el apartado 7.2:
el intento de realizar una política productiva de bajos cos-
tes con el fin de favorecer el debut de nuevos directores
—intento que empezó a llevarse a cabo en los primeros
años sesenta— topó con la falta de unos presupuestos que
posibilitaran el nacimiento de una experiencia análoga a
la de la nouvelle vague francesa; el abandono del mensaje
ideológico unívoco o directo no siempre proporcionó la ca-
pacidad suficiente para afrontar con los instrumentos ade-
cuados los cambios económicos y sociales que se estaban
produciendo y tampoco pudo impedir la reaparición, aun-
que fueran puestas al día, de los mitos e ideologías neo-
rrealistas; finalmente, en lo que se refiere a la técnica de
la narración y al lenguaje, se produjo, es cierto, una mo-
dernización, pero jamás llegaron a aparecer elementos de
tensión teórica o estilística comparables a los que surgie-
ron en otros países o en otras áreas expresivas (véase M I C -
C I C H É , 1975a).
E l único intento de conjugar la reñexión teórica (con
referencias a la lingüística, a la semiología y a las teorías
del cine moderno) y la producción creativa, está represen-
tado por la experiencia de Pasolini que, a mediados de los
años sesenta, y en el ámbito de la ya citada Mostra Inter-
nazionale del Nuovo Cinema di Pesaro, elaboró su pro-
puesta de un «cine de poesía».
Pasolini trató de extraer de directores como Antonioni,
Godard y Bertolucci (aunque sin perder tampoco de vista

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