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Fetichismo

El análisis mostró que el sentido y el propósito del fetiche s en todos los casos el mismo: el fetiche es un sustituto
del pene, pero no de un pene cualquiera, sino del falo, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia,
pero se perdió más tarde. Normalmente con el sepultamiento del complejo Edipo-castración este debe ser
resignado, pero el fetiche aparece cuando se “preserva” de su sepultamiento y se arma un subterfugio para
mantenerlo en su valor simbólico.

El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al que no quiere renunciar.
Una de sus teorías sexuales (impulsadas por la pulsión de saber) es la de que todos, incluida la madre, tienen falo. El
proceso es el siguiente: el niño rehúsa darse por enterado de lo que percibe, es decir, que la mujer no posee pene.
Cuando esto sucede, la percepción permanece y se emprende una acción muy enérgica para sustentar su
desmentida (la desmentida es una respuesta posible ante la castración). Tras su observación de la mujer el niño
conserva su creencia del falo en esta pero al mismo tiempo también la resigna; en el conflicto entre el peso de la
percepción indeseada y la intensidad del deseo contrario, que se produce una escisión, hendidura, desgarrón del
propio yo, y se llega a un compromiso como sólo es posible bajo el imperio de las leyes del pensamiento inconciente
(de los procesos primarios) que se hace presente en la consciencia como una sustitución que el sujeto no reconoce
como tal: ese sustituto hereda el interés que se había dirigido al falo y ese interés experimenta un extraordinario
aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento recordatorio con la creación de este
sustituto. Además, también se produce una enajenación respecto de los reales genitales femeninos, que no falta en
ningún fetichista. Todo el goce sexual se concentra en el objeto del fetiche, separándose este de la persona. Es
entonces un objeto sexual en sí mismo e insustituible.

Es debido a la escisión que se produce en el yo que pueden sostenerse a la vez dos afirmaciones contradictorias, que
por la escisión no "chocan" entre sí (la resignación y al mismo tiempo preservación del falo materno). La constitución
del fetiche permite esto, ya que al funcionar como sustituto del pene materno, lo reemplaza.

El fetiche perdura como el signo del triunfo sobre la amenaza de castración y de la protección contra ella, y le ahorra
al fetichista el devenir homosexual, ya que le “presta” a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable
como objeto sexual.

En la vida posterior, el fetichista cree gozar todavía de otra ventaja de su sustituto genital. Los otros no disciernen la
significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan; es accesible con facilidad, y resulta cómodo obtener la satisfacción
ligada con él.

En este sentido, frente a la impresión de la falta en la mujer, hay algunos hombres que la superan (la mayoría), otros
que se protegen de esta mediante la formación de un fetiches, y otros que se vuelven homosexuales a raíz de esta
impresión. La diferencia decisiva para los raros desenlaces patológicos aún es conocida por Freud en este momento.

En sustitución del falo femenino en el fetiche, se suelen escoger aquellos órganos u objetos que se retengan como
última impresión anterior a la traumática, es decir, la impresión de los genitales femeninos. Entonces, por ejemplo, si
el niño los observó desde abajo, desde las piernas, fijan la visión del vello pubiano, a la que habría debido seguir la
ansiada visión del miembro femenino; las prendas interiores, que tan a menudo se escogen como fetiche, detienen
el momento del desvestido, el último en que todavía se pudo considerar fálica a la mujer. Sin embargo, no en todos
los casos se averigua de forma tan trasparente o certera la determinación del fetiche.

Hay numerosas e importantes pruebas de la bi-escindida actitud del fetichista frente al problema de la castración de
la mujer. En casos muy refinados, es en la construcción del fetiche mismo donde han encontrado cabida tanto la
desmentida como la aseveración de la castración. Así en un hombre cuyo fetiche consistía en unas bragas íntimas,
como las que pueden usarse a modo de malla de baño. Esta pieza de vestimenta ocultaba por completo los genitales
y la diferencia de los genitales. Según lo demostró el análisis, significaba tanto que la mujer está castrada cuanto que
no está castrada, y además permitía la hipótesis de la castración del varón, pues todas esas posibilidades podían
esconderse tras las bragas. Un fetiche tal, doblemente anudado a partir de opuestos, se sostiene particularmente
bien.

El modelo normal del fetiche es el pene del varón, así como el clítoris.

Fetichización - fetichismo: hay una fijación específica que permite el acceso a la relación sexual con otra persona,
se busca que esta tenga una determinada característica para poder ser deseada sexualmente, pero no es el objeto
en sí mismo sobre el que recae todo el placer sexual, como sí sucede en el fetichismo.

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