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I. Introducción
El proceso es una garantía que otorga el estado a sus habitantes como
contrapartida a la prohibición impuesta respecto del uso de la fuerza privada. Es
necesario enfatizar en que el proceso civil es cosa de partes, puesto que los
derechos que se están discutiendo pertenecen al campo del derecho privado,
por lo que, el resultado del proceso civil únicamente afectará a los que
intervienen en el mismo.
De tal manera, en el proceso civil son las partes las que pretenden que el juez
dicte una resolución favorable a ellos, para lo cual realizarán las alegaciones
pertinentes de hechos y pruebas que generen convicción en el juzgador de la
correspondencia o no del derecho discutido. En ese sentido, el objeto del
proceso civil es una pretensión que muchas veces se puede valorar
monetariamente.
a. Como derecho
Según el Tribunal Constitucional el derecho a la prueba se subsume
dentro del derecho a la tutela| jurisdiccional y al debido proceso
consagrado en el inciso 3 del artículo 139° de la Constitución Política
de 1993, ya que, todo debido proceso tiene un ineludible estadio
probatorio en el cual las partes esgrimen todos sus argumentos de
defensa sobre la cuestión en controversia, por ello es que, esta etapa,
al ser el centro neurálgico del proceso civil tiene que ser resguardada con
mayor celo para evitar que se cometan atropellos contra los derechos e
intereses de las partes litigantes.
b. Como carga
Cuando se inicia un proceso civil, de antemano, las partes en litigio,
saben qué situación le corresponde al interior del proceso, con lo que
conocen cuáles son las actuaciones que deben realizar, sin embargo,
estos actos no son obligatorios, sino, antes bien, se los denomina
“cargas”.
b. Admisión
Después de la audiencia de conciliación (si no se llega a un acuerdo), el
Juez procede a fijar los puntos controvertidos, y realizará el saneamiento
probatorio, etapa que funciona como un filtro, pues se determina qué
medios de prueba serán admitidos para su actuación y cuáles serán
rechazados.
El Juez, para la admisión de los medios probatorios, tendrá en cuenta
criterios como legalidad, licitud, pertinencia, utilidad y necesidad de la
prueba, y debe explicitar su juicio negativo, es decir, debe motivar en
forma razonable su decisión de no admitir el medio de prueba, de lo
contrario se estaría afectando o limitando las posibilidades esenciales de
defensa.
● El Juez verá si los medios probatorios ofrecidos por las partes son
pertinentes; es decir si se refieren a los hechos o a la costumbre
que fundamentan la pretensión. Si no tienen relación, los declarará
improcedentes.
c. Actuación
Se realiza en la Audiencia de Pruebas. La misma que es dirigida
personalmente por el Juez; si otra persona la dirige (Ej.: auxiliar
jurisdiccional), la audiencia será nula. El Juez toma juramento o promesa
de honor a todos los convocados. La Audiencia de Pruebas es única
(pero se puede realizar en varias sesiones) y pública.
2º Los testigos.
d. Valoración
Es un proceso racional en el que el Juez debe utilizar su capacidad de
análisis lógico para llegar a un juicio o conclusión producto de las pruebas
actuadas en el proceso. Es indudable que se trata de un ejercicio
intelectual que desarrolla el Juez utilizando principios lógicos y
procesales, tales como la inmediación y la unidad o comunidad del
material probatorio.
Por un lado, se tiene la teoría adversarial, que según señala el profesor Taruffo,
no presta atención alguna a la decisión que concluye el proceso. En esa línea, el
maestro italiano considera que “la decisión final establece quién es el vencedor y
quién ha sido el derrotado, pero se trata simplemente de tomar nota de aquello
que ha sucedido, es decir, que el conflicto finaliza con la victoria de una parte y
la derrota de la otra (…). Al final de un partido de fútbol, no es el árbitro quién
decide qué equipo ha ganado: él puede solo limitarse a constatar cuantos goles
hizo cada uno de los dos equipos”[15]. En otras palabras, como primera
aproximación, el juez no tendría posibilidad de intervenir de forma alguna en la
aportación de pruebas al proceso, pues su función se limita simplemente a la de
un tercero sin interés particular alguno sobre el resultado del proceso.
“Si se mueve desde la premisa, que apunta a una precisa decisión ideológica,
que la función del proceso civil sea exclusivamente resolver controversias
poniendo fin a los conflictos entre individuos privados, se pueden observar varias
consecuencias: una consecuencia es que parece razonable dejar
exclusivamente a las partes la tarea de gestionar como quieran el
enfrentamiento procesal, y en particular la deducción de las pruebas: por
consiguiente el juez se encuentra en la condición de ser un árbitro pasivo, que
deberá juzgar, en un proceso gestado por las partes, exclusivamente sobre la
base de los elementos de convencimiento que ellas le han suministrado. Otra
consecuencia es que no se preocupa de la cualidad de la decisión final: esto es
si se quiere que esta sea fruto directo del enfrentamiento individual de las partes,
y que ponga de cualquier manera fin a la controversia, no es relevante el
contenido de la decisión, así como tampoco los criterios según los cuales esa se
formula”[16] (el resaltado es nuestro).
Por lo tanto podemos identificar que este autor establece una conexión lógica
entre el hecho que las partes tengan el monopolio de la aportación de pruebas al
proceso (principio dispositivo) y una despreocupación por la cualidad de la
decisión final.
Ello se ve confirmado por lo también señalado por el maestro italiano, quien
considera que “si la certeza de la verdad de los hechos no interesa, entonces no
es necesario proveer al juez de poderes de instrucción autónomos para
consentirle de acertarla cuando a este objetivo las iniciativas de las partes
resultan insuficientes; recíprocamente si se comparten las razones ideológicas
por las cuales el juez no debe estar dotado de estos poderes, entonces es
coherente suponer que el proceso no pueda, y de algún modo no deba, estar
orientado hacia la búsqueda de la verdad de los hechos”[17]. Entonces, ¿el no
dotar al juez de estos poderes conlleva que no existe un verdadero interés por la
búsqueda de la verdad a través del proceso? Consideramos que esta premisa
es totalmente falsa.
Al respecto, creemos que, por un lado, se busca aquí justificar los poderes
probatorios del juez en la búsqueda de la verdad; sin embargo, debe resaltarse
que también se parte de la idea que el no otorgar estos poderes al juez conlleva
una indiferencia hacia la búsqueda de la verdad en el proceso.
Del mismo modo, Jordi Ferrer considera que “el juez ya no puede ser un
espectador pasivo de una competición entre las partes respecto de la que le es
indiferente quien gane. Al juez le tiene que importar que gane el proceso quien
deba ganarlo de acuerdo con la regulación vigente y con los hechos acaecidos
en el mundo. En otros términos, la imparcialidad exige indiferencia entre las
partes, pero no neutralidad entre la verdad y la falsedad: exige que se busque la
verdad con independencia de a qué parte beneficie”[18]. Nuevamente nos
cuestionamos: ¿y ese interés del juez por la búsqueda de la verdad es suficiente
para que el ofrecimiento de pruebas no recaiga únicamente en las partes?
En otras palabras, creemos que una visión que considera que el aporte de
pruebas al proceso no debe limitarse a las partes es muy peligrosa, pues con el
pretexto de la búsqueda de la verdad termina por motivar un pensamiento de las
partes como el siguiente: ¿Para qué esforzarse en ofrecer todos los medios de
prueba que sirven para demostrar un hecho, si de todos modos el juez puede
luego solicitar algún medio probatorio faltante? Ello trae como consecuencia
estrategias procesales incompletas y que apuesten por una esperanza en el
juez, pues claramente si su deber es buscar la verdad, deberá ordenar, por
ejemplo, una prueba de oficio para poder llegar a la verdad.
Artículo 194
Excepcionalmente, cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes no
sean suficientes para probar los hechos controvertidos, el juez de primera o de
segunda instancia puede incorporar medios probatorios de oficio siempre que la
existencia de los mismos haya sido invocada en alguna fuente de prueba citada
en el proceso.
VIII. Conclusiones
- El proceso civil como medio de resolución de conflictos de derecho privado
presupone que las partes pueden exponer libremente sus argumentos de
defensa, así como presentar los medios probatorios que consideren necesarios.
- El derecho a probar forma parte del derecho a la defensa, no es más que el
derecho a defenderse probando lo alegado por uno mismo.
- La prueba debe entenderse en dos sentidos, primero como derecho de las
partes a defenderse probando y, luego, como carga, esto es, como posibilidad
para presentar los medios probatorios que consideren necesarios para acreditar
sus alegaciones.
- La carga de la prueba es una valiosa institución procesal mediante la cual el juez
determina quién es el vencedor del proceso, y, además sirve de contención para
los temerarios que desean alegar hechos sin respaldo probatorio.