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Saber leer es una capacidad de suma relevancia para todas las personas. La
lectura forma parte de nuestra vida, nos ayuda a adquirir diversos conocimientos,
cultura, criterio, y reflexión, por lo que prevalece permanentemente en cada
persona, se encuentra implicada en cada una de las actividades de nuestra vida
cotidiana. Leer es el proceso mediante el cual se comprende el texto escrito. Pero
la lectura no es simplemente una habilidad mecánica. Leer no significa solo
descifrar los símbolos escritos, puesto que de esta manera no se capta un
significado, ni mucho menos se logran obtener conocimientos potenciales.
Leer bien es razonar bien y ejercitar uno de los más elevados procesos mentales,
que incluye diferentes formas de pensamiento: la evaluación critica, la formulación
de juicios, la imaginación y la resolución de problemas (Argudín & luna, 2006).
El aprendizaje de la lectura va más allá de enseñar a los niños a que logren un
proceso de lectura considerando los aspectos, fonológico y gramático, esto no
quiere decir que estos aspectos no sean importantes, puesto que es necesario
que los niños adquieran este proceso para que posteriormente, aprendan a
comprender lo que leen, alcanzando así una comprensión lectora, reflexiva y
critica.
La comprensión lectora es una habilidad que favorece las competencias de los
alumnos, tanto en el contexto escolar como en su vida cotidiana.
La comprensión lectora es el entendimiento de textos leídos por una persona
permitiéndole la reflexión, pudiendo indagar, analizar, relacionar e interpretar lo
leído con el conocimiento previo (RomeroI & López, 2009).
La comprensión es un proceso a través del cual el lector elabora un significado en
su interacción con el texto. La comprensión a la que el lector llega durante la
lectura se deriva de sus experiencias acumuladas, experiencias que entran en
juego a medida que decodifica las palabras, frases, párrafos e ideas del autor. La
interacción entre el lector y el texto es el fundamento de la comprensión. En este
proceso de comprender, el lector relaciona la información que el autor le presenta
con la información almacenada en su mente; este proceso de relacionar la
información nueva con la antigua es, el proceso de la comprensión (Guanotoa,
2010).
En la actualidad la compresión lectora es uno de los temas con mayor relevancia
en el ámbito educativo, debido a que cada vez más estudiantes de diferentes
niveles educativos presentan dificultades para comprender lo que leen y se ha
confirmado que la lectura es un factor importante para la adquisición de nuevos
aprendizajes.
Pobreza de vocabulario:
La posesión de un vocabulario amplio, rico, bien interconectado, es una de las
características de los lectores hábiles. Por el contrario, los malos lectores
identifican un menor número de palabras y tienen dificultades en las palabras
abstractas, largas o poco frecuentes. Ahora bien, se ha demostrado que, aunque
el vocabulario que posee el lector es un factor influyente, ya que si no posee un
conocimiento del significado de las palabras de un texto difícilmente llegará a
comprenderlo, tampoco este conocimiento léxico es una condición suficiente para
asegurar la comprensión lectora ya que lectores con un mismo nivel de
vocabulario alcanzan niveles de comprensión muy diferentes.
Problemas de memoria:
En la búsqueda de explicaciones al fracaso de comprensión en niños que
decodifican adecuadamente, algunos autores han señalado la memoria a corto
plazo como responsable de este fracaso. Esta memoria permite mantener la
información ya procesada durante un corto período de tiempo mientras se lleva a
cabo el procesamiento de la nueva información que va llegando al sistema, al
mismo tiempo que se recupera información de la memoria a largo plazo. Cuando
leemos, es necesario retener el sentido de las palabras y mantener el hilo temático
para poder comprender las ideas; en caso contrario, el proceso de comprensión se
interrumpe
Por otra parte, (Montenegro, Rodríguez, & Sánchez, 2016) señalan que existen
tres conjuntos de factores asociados que guardan estrecha relación con la
comprensión lectora: 1) Personales, que incluyen la actitud, la motivación y los
hábitos de lectura del sujeto, así como el uso de su tiempo libre; 2) académicos,
que implican las habilidades necesarias para comprender un texto que ha de
desarrollarse a lo largo del proceso educativo escolarizado; y 3) socioculturales,
que incorporan los elementos del entorno familiar y comunitario en que se
desenvuelve el sujeto.