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(Córdoba, Argentina)
“Lacan decía: el sentido está entre líneas. Pero entonces, ¿qué es lo que hay entre las líneas?
Es el enigma. Y tiene absolutamente razón, ya que si no tenemos acceso, incluso sin saberlo,
a aquello que es el enigma, estamos completamente desorientados.” (Oury.J; 1998)
La discapacidad como una construcción social, focaliza la impronta que tienen las
representaciones en la construcción subjetiva del sujeto. A medida que el individuo va
creciendo y descubriendo el mundo se va apropiando de representaciones sociales. Esas
representaciones guiaran en ese individuo una singular forma de comunicarse, de relacionarse
como también de ir representándose el mundo.
Silberkasten, plantea una pregunta que ubica a esta hipótesis a un marco teórico referencial:
“¿Que define en la subjetividad que alguien sea representado como discapacitado y que otro
no? Discapacitado es aquel individuo que no puede insertarse plena y fácilmente dentro del
sistema de producción de bienes y servicios de una comunidad. La noxa no define. Si lo hace,
su lugar en el sistema social”. (Silberkasten, M ; 2014)
Goffman nos recuerda, cuando nos encontramos en la vida cotidiana con un extraño portador
de un estigma inevitablemente recurrimos a ubicarlo cartográficamente en algún lugar que
nos sirva para aquietar aquello que nos moviliza, esa diferencia. El autor define al estigma
como un atributo que vuelve a una persona diferente a las demás, ubicándola en un lugar
negativo, lo que constituye un serio obstáculo en las relaciones interpersonales e intergrupales
de las personas que lo poseen. Pero también señala que no es necesariamente un atributo
desacreditador. El atributo que en apariencia identifica a una persona como discapacitada lo
que hace en realidad es confirmar la normalidad de otras personas. (Goffman E. ; 1963)
Históricamente las actitudes y posiciones que se construyen sobre las personas con
Diversidad Funcional (Discapacidad) son en su mayoría atravesadas por un complejo corpus
de textos en repuesta a determinados momentos epócales. Tomando el aporte del
interaccionismo simbólico Blumer H (1969) plantea que para comprender la experiencia
subjetiva de los individuos hay que buscar en los significados que los seres humanos tienen de
sus propias experiencias. Los factores externos pueden existir, pero hasta no ser interpretados
e interpelados por la persona, éstos carecerían de significado.
AT: “Lalo se masturba cada vez que su madre se va y nos quedamos solos. Yo le digo que se
detenga porque se puede lastimar”.
AT: “En realidad lo que me pasa es que me incomoda esta situación pero me da pena, porque
es lo que Lalo puede hacer con su sexualidad”.
Superv:: No comprendo ¿vos estas diciendo lo que Lalo puede hacer con su sexualidad?
AT: No. Pero es la realidad él no puede acceder a tener relaciones sexuales pero a la vez lo
desea…
AT: ¿Por su discapacidad quizás…? Con la madre y el terapeuta pensamos en llevarlo a una
trabajadora sexual para que tenga la experiencia…pero mira si se enamora.
Superv: ¿Llevarlo? ¿Y si él no quiere?... ¿Y si se enamora?. Tendrá que desenamorarse como
a todos no ha pasado alguna vez ¿no?.
Superv: No lo sé… Por lo pronto si escucho que te incomoda que alguien se masturbe delante
de ti y quizás podrías empezar por decírselo…
En este recorte podríamos visibilizar como se pone en escena un posicionamiento del AT,
frente al enigma de la sexualidad de Lalo que es también la sexualidad de la AT. Sin duda, es
también material para el espacio de análisis personal de esta acompañante, pilar fundamental
de esta práctica clínica. Pero aquí trabajaremos sobre los señalamientos a la posición de la
AT.
Como mencionan Romañach. J y Lobat (2005) -activistas con diversidad funcional motora
del movimiento de vida independiente-: “El lenguaje produce, modifica y orienta el
pensamiento. El acontecimiento vincular, el encuentro con otros, se anticipa o precipita
mediante la construcción subjetiva que armamos de cada persona.” Por lo tanto, una idea
posible quizás sería pensar que las construcciones sociales que cada sujeto tiene sobre “la
discapacidad” , se materializan en un leguaje que toma como vía de salida/expresión la
palabra y el cuerpo, a su vez estas se constituyen con el armado (no azaroso) de valores
culturalmente aceptados del objeto a nombrar.
El foro de vida independiente, comunidad española constituida por y para la defensa de los
derechos humanos de las personas con diversidad funcional, plantean un cambio en la
denominación conceptual e implementan el término de “Diversidad Funcional”(2005). La
revolución y debate se plantea al pasar de la concepción de “Personas con Discapacidad” para
referirse al de “Personas con diversidad Funcional”. Con el término diversidad funcional se
propone una nueva visión que no es negativa, que no implica enfermedad, deficiencia,
parálisis, retraso, etc. con independencia del origen patológico, genético o traumático de la
diversidad en cuestión. No obstante, no se niega el hecho de que hay personas diferentes por
su condición singular (intelectual, motora o sensorial) y que por ello realizan algunas de sus
funciones de manera diferente a otras personas. Se intenta mover las etiquetas que,
históricamente, agrupan denominaciones que hacen foco en el polo negativo de este colectivo,
las mismas aluden al ser anormal (sin normalidad), enfermas (sin salud) o discapacitadas (sin
capacidad), como objeto de prácticas que han transformado su singularidad en una diferencia
que al ser rotulada negativamente excluye, deshabita; Siendo justamente el desafío proponer
espacios donde todos podamos habitar.
Heidegger (1991) nos invita a reflexionar y dice: “habitar implica construir” . Solo se puede
habitar un lugar en la medida que se construya ese espacio .Habitar la posición del AT
implica un construir permanentemente un espacio de circulación donde el acompañado pueda
caminar, descubrir, encontrar la oferta de múltiples puntos de referencia para que puedan
emerger multi-investiduras. Para ello no basta con funciones predeterminadas, ni encuadres
fijos, ni objetivos a largo plazo designados por personas externas al vínculo terapéutico sino
hay circulación, no hay movimiento, no hay encuentros. Habrá en todo caso la oferta de un
determinado dispositivo, ajeno a la producción subjetiva que emerge del “habitar”.
BIBLIOGRAFÍA
BLUMER.H (1969). Interaccionismo Simbólico .Perspectiva y Método. Barcelona, Hora.