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Richard García
Historia 1ro de C.B
DETECTIVES DE VERANO
A la hora de la siesta, Tomás, Mayte y Juan Vicente se fueron en busca de aventuras. Era el segunda
vera que sus familias pasaban las vacaciones en el campamento. Armaban las carpas en un claro del
monte y estaban juntos de la mañana a la noche. Pero, a la hora de la siesta, los niños debían jugar
sin hacer ruido y sin alejarse del campamento. ¿Cómo hacerlo?
A Juan, el mayor de los tres, se le ocurrió una idea:
-Esto no es un lugar para juegos- dijo el viejo un tanto fastidiado. -¿Dónde están sus padres?
-Arriba, en el campamento- respondieron los tres a la vez.
-Bueno, mejor vuelvan allí.
-Usted sabe la historia del pirata?-preguntó Mayte. Al viejo lo tomó por sorpresa la pregunta.
-¿De qué pirata?
-El que naufragó y dejó el libro para encontraran el tesoro -añadió Tomás-.
Los niños mostraron sus pruebas al viejo y le explicaron la historia que habían armado. El hombre
se reía de buena gana al escucharlos, perro ellos no entendían por qué.
-Bueno….. a ver, si quieren yo les cuento la verdadera historia. Mi nombre es Lucas y vivo allá
arriba -dijo, señalando un ranchito a lo lejos-. Soy pescador. De vez en cuando me echo una siestita
en esta cueva, con Dingo. -El pichicho movió la cola a su dueño-. El diario lo traje alguna vez,
seguramente para envolver el pescado; la bota la encontré un día en la orilla y siempre esperé que el
mar me devolviera la otra…; el yogur no se cuánto hace que está ahí y la cadenita la encontré caída
entre las rocas.
-¿Y el libro?-preguntó Tomás.
-¡Ah!… dijo el pescador- ése lo dejó un muchacho que estaba preparando un examen, creo que de
matemática, el verano pasado. Lo debe haber perdido, ¡ja, ja!-añadió el viejo Lucas riendo-, porque
el libro se le olvidó.
Los tres miraron un poco tristes.
-Bueno- dijo Lucas-, no se preocupen. Han hecho muy bien la exploración e intentaron buscar
pruebas para su historia. Pero hay que pensar mucho antes de aceptar una prueba, ¿eh?, si no, sería
muy fácil investigar historias con unas pocas pistas.
-¿Y cómo sabemos que lo usted nos dice es verdad? - pregunto Mayte.
El viejo quedó pensativo un rato.
-Si, m’hijita -dijo-; si tenés razón. Tu serás detective… o historiadora.
Sin despedirse siquiera, el viejo se alejó con Diego, mientras los amigos subieron al campamento.
Eran más de las seis y, si no se apuraban, se ligarían un rezongo.
Artagaveytia, Lucila y Barbero, Cristina (2007) Contar historias para enseñar Historia. Montevideo:
Ed. Santillana.