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Introducción a los Estudios Histórico…………………………………………Prof.

Richard García
Historia 1ro de C.B

DETECTIVES DE VERANO

A la hora de la siesta, Tomás, Mayte y Juan Vicente se fueron en busca de aventuras. Era el segunda
vera que sus familias pasaban las vacaciones en el campamento. Armaban las carpas en un claro del
monte y estaban juntos de la mañana a la noche. Pero, a la hora de la siesta, los niños debían jugar
sin hacer ruido y sin alejarse del campamento. ¿Cómo hacerlo?
A Juan, el mayor de los tres, se le ocurrió una idea:

-¿Y si vamos a explorar las cuevas? -dijo


Mayte y Tomás entusiasmados:
-¡Eso está demás!- respondieron los dos al mismo tiempo. Y sin pensarlo más bajaron a la playa.
El día anterior, volviendo al campamento, el padre de Tomás les había señalado unas grutas en una
barranca.
-Dicen que allí paraban los piratas en tiempos de Artigas -les había dicho
-¿Cómo lo sabés, papá?-había preguntado Tomás
-Eso dicen -respondió su padre y siguió su camino. Pero Juan registró muy bien el lugar. Con sus
doce años, era el jefe del grupo.
Pronto llegaron a la barranca, que estaba protegida por un monte de pinos.
-¡Ahí está!-gritó Tomás, señalando la más grande de las cuevas. Los tres amigos corrieron hacia ella
y Juan quien entró primero.
-¡Mirá!- exclamó Mayte, señalando una vieja bato semienterrada en la arena-, ¡La bota del pirata!
-¡Uy!-dijo Tomás- tendrá como doscientos años. Juan la inspeccionó con aire de sobihondo.
-No, Tomás, ¿no ves los cordones? Están intactos.
-¡Aquí tengo una prueba!-dijo Mayte, trayendo una cadenita de oro-. Esto debe se del tesoro del
pirata.
Creyendo un poco y otro poco sin creer, los tres se dispusieron a encontrar más pistas. ¡Qué cara
pondrían sus padres cuando les contaran esta historia!.
-Esto no es de un pirata -dio Tomás decepcionado-, los piratas no tomaban yogur-. Y le acercó el
envase a Mayte, que lo miró detenidamente.
-Pero estos son restos de una fogata-dijo Juan, escarbando en el suelo tiznado de la cueva-. Aquí se
haría la comida.
- ¡Y aquí hay un libro secreto!- gritó Mayte.
Los tres enmudecieron: ¡aquello si era una prueba!. Con mucho cuidado, observaron las hojas
amarillentas de un cuaderno, lleno de números y signos desconocidos, seguramente formulas
secretas para encontrar algún tesoro.
-¡Ya tengo la historia! -dijo Mayte de pronto-. El pirata se refugió aquí después de una tormenta y
dejó estas pistas para encontraran el tesoro.
-Capaz que alguien lo matá para robárselo y se le cayó la cadenita. -Pero ¿y el yogur? -pregunto
Juan, viendo que esta prueba no encajaba con la historia.
-El yogur pudo haberlo dejado alguien que vino después, como nosotros -agregó Mayte.
-si, y se llevó el tesoro- dijo Tomás.
-¡Miren! Un diario….18 de enero de 2005 -leyó Juan -. Uf!, es de hace poco.
-Puede haberlo dejado el que robó el tesoro… -pensó Mayte en voz alta- y dejó el yogur, y se cayó
la cadenita, y…
-Ahora sí hay una historia -afirmo Juan, muy serio. El jadeo de un animal se sentía cada vez más
cerca y unos pasos se aproximaban a la cueva. De repente, un rastro viejo y curtido por el sol se
asomó a la entrada, mientras un pichicho amigable olisqueada a los niños.
-¿Qué hacen aquí? -pregunto el hombre.
-Eeeh...estábamos jugando- respondió Juan, un poco asustado.
Introducción a los Estudios Histórico…………………………………………Prof. Richard García
Historia 1ro de C.B

-Esto no es un lugar para juegos- dijo el viejo un tanto fastidiado. -¿Dónde están sus padres?
-Arriba, en el campamento- respondieron los tres a la vez.
-Bueno, mejor vuelvan allí.
-Usted sabe la historia del pirata?-preguntó Mayte. Al viejo lo tomó por sorpresa la pregunta.
-¿De qué pirata?
-El que naufragó y dejó el libro para encontraran el tesoro -añadió Tomás-.
Los niños mostraron sus pruebas al viejo y le explicaron la historia que habían armado. El hombre
se reía de buena gana al escucharlos, perro ellos no entendían por qué.
-Bueno….. a ver, si quieren yo les cuento la verdadera historia. Mi nombre es Lucas y vivo allá
arriba -dijo, señalando un ranchito a lo lejos-. Soy pescador. De vez en cuando me echo una siestita
en esta cueva, con Dingo. -El pichicho movió la cola a su dueño-. El diario lo traje alguna vez,
seguramente para envolver el pescado; la bota la encontré un día en la orilla y siempre esperé que el
mar me devolviera la otra…; el yogur no se cuánto hace que está ahí y la cadenita la encontré caída
entre las rocas.
-¿Y el libro?-preguntó Tomás.
-¡Ah!… dijo el pescador- ése lo dejó un muchacho que estaba preparando un examen, creo que de
matemática, el verano pasado. Lo debe haber perdido, ¡ja, ja!-añadió el viejo Lucas riendo-, porque
el libro se le olvidó.
Los tres miraron un poco tristes.
-Bueno- dijo Lucas-, no se preocupen. Han hecho muy bien la exploración e intentaron buscar
pruebas para su historia. Pero hay que pensar mucho antes de aceptar una prueba, ¿eh?, si no, sería
muy fácil investigar historias con unas pocas pistas.
-¿Y cómo sabemos que lo usted nos dice es verdad? - pregunto Mayte.
El viejo quedó pensativo un rato.
-Si, m’hijita -dijo-; si tenés razón. Tu serás detective… o historiadora.
Sin despedirse siquiera, el viejo se alejó con Diego, mientras los amigos subieron al campamento.
Eran más de las seis y, si no se apuraban, se ligarían un rezongo.

Artagaveytia, Lucila y Barbero, Cristina (2007) Contar historias para enseñar Historia. Montevideo:
Ed. Santillana.

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