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Resumen del cuento

Alumnos de 7º Básico

- Gabriel González
- Luis Molina
- Karen Núñez
- Felipe Peña
- Solange Urrea

FRANCISCA, YO TE AMO
Personajes:
Francisca: Equilibrista del circo Metrogoldin.
Jaime: Amigo de Alex
Olga: tía de Alex
Patricia, Marion, Colorín :Los Cordingley, hermanos de verano en Quintero de Alex y Jaime. (Son de
Valparaíso)
Mamá de Francisca: Ex circense, ahora dedicada a la artesanía.
Juan: Papá de Francisca, dueño del circo Metrogoldin.
Esteban: Primo de Francisca.

I El Umbral
Nuestra casa estaba sobre la playa las conchitas y al frente la bahía azul.
Era hermosa nuestra casa en Quintero, fría en ambiente , pero una chimenea entibiaba , no
mucho , pues tenía demasiado tiraje.
Este año llegamos como siempre haciendo transbordo en San Pedro, después de 3 horas de viaje
desde Santiago, para luego tomar la locomotora de carbón. Los pasajeros que viajaban a Quintero
excedían la capacidad de la máquina, y todos luchaban por un asiento. Jaime duerme y yo pienso
en Marion, la veré otra vez este año. Esta vez tengo que atinar , ya me fui en banda el
verano pasado, tengo todo Enero , ya que después viajo con Jaime al campo de sus padres a
Monte Patria.
Por fin llegamos, la locomotora se detiene y aparecen las luces del comercio en Quintero. Llegamos
a la casa, la tía nos ordenó hacer las camas, pero Jaime sugiere ir a dar una vuelta.
- ¡Están locos! ¡Habrase visto, con todo el verano por delante! – alega mi madre.
Ya de noche Jaime se duerme inmediatamente, yo pienso en lo que me espera este verano, sin
intuir lo que iba a tocarme vivir.

II
La primera visión: En la lancha , yo nadaba hacia la Roca de las Gaviotas, donde estaba Marion,
Patricia y Jaime.
Ella iba en la embarcación, me sonreía y me miraba, yo solo flotaba para poder admirarla hasta que
la lancha se alejó.
Tenía el cabello castaño miel, abundante, sus ojos verde esmeralda, su mirada y su sonrisa tenía
una belleza inocente. Me llamó la atención su ropa y su cuerpo, vestía como los pescadores y se
notaba un cuerpo de consistencia vigorosa.
Sentí frío y nade hasta la roca, Marion me ayudo a subir.
-Cuando estabas flotando por ahí a medio camino casi me pareció que te habías quedado dormido-
me dijo Marion.
-No, estaba nada más soñando.
-¿Qué dices?
-Nada Marion, nada.
Ya en la noche, antes de dormir le conté a Jaime sobre la chica, al principio no me tomo en serio,
pero mi tono de voz le llamó la atención.
-Podríamos estar frente a un caso de amor a primera vista- comentó Jaime- mañana la verás otra
vez y le hablaremos.
Pero no la volvimos a ver.
Jaime ya se está aburriendo, hemos recorrido todos lados, patiparreamos por todas las playas
hasta el balneario de Ventanas. Mi desconocida parecía haberse esfumado.

III
El papá de las Cordingley había llegado de Santiago, y se las cedimos ese día.
Para poder conversar fuimos con Jaime a el casino del Papagayo, lugar que de día era un
restaurant y de noche una quinta de recreo para comer y bailar. Llegaban allí todo tipo de personas
desde pescadores hasta reclutas de la base aérea y gente de trigo no muy limpio.
Jaime me comenzó a dar cátedra sobre la monogamia, pues él tenía polola en Santiago y estaba
interesado en Patricia, yo lo escuchaba, pero después no y comencé a distraerme mirando la gente.
Entonces de pronto, la vi.
Tres mesas más allá estaba ella, con su sonrisa:
-Ella está aquí- musité
-Fantástico, ya le hablaremos o la sacas a bailar.
-No, Jaime, ahora no.
-Te has vuelto loco, hemos trotado 3 días buscándola y no vas a aprovechar la ocasión. ¿Dónde
está?
Se la señale, ella se levantó a bailar con hombre que parecía su padre por la actitud que tenía con
ella.
-Está muy buena- comenta Jaime- pero tiene algo raro, perdona que te lo diga, pero no encuentras
rara su sonrisa, la tiene como pegada.
-Es tan bonita- dije.
Ya nos vamos, yo no me atreví a sacarla a bailar, me cohibía el hombre y la mujer madura que
estaban con ella, y el que me rechazara después de haberla buscado por 3 días, y quedar en
ridículo con Jaime.

IV
Al otro día fuimos a la cueva del Pirata, pues el Colorín dispuso una excursión, ya que su padre le
había hablado de los piratas y corsarios, y del tesoro que supuestamente estaba fondeado en la
cueva del pirata. Decidió ir por el camino difícil, casi inaccesible y protegido por roqueros.
Mi interés por Marion había cambiado, no podía dejar de pensar en mi desconocida, y ella se daba
cuenta. Cuando el camino casi desapareció se volvió resbaloso por las rocas y algas, entonces
Marion resbaló y sus rodillas dieron con una piedra cubierta de choritos. Por fin llegamos a la
cueva. Nos instalamos en una ensenada, comimos y nos bañamos varias veces, menos Marion.
-Me sigue doliendo la rodilla. Me gustaría regresar luego- dijo Marion.
-No podemos volver por las rocas- comento Jaime- Marion no lo resistiría, hay que buscar un
camino por el cerro. Un poco hacia el poniente empieza la zona de las caletas de pescadores.
-Jaime, tienes razón- dije- yo iré a explorar el terreno.
Caminé hacía el norte, luego de varios ribetes y macizos llegue al pie del cerro ¿Qué había más allá
de esa esquina?. Continúe y al virar la curva estaba la caleta y ella bañándose. Me acerqué
mirándola, su cabello suelto, su figura atlética. De súbito giró y al verme me llamó:
-¡Ven, ven, tú, ven!
Al acercarme me salto y me hundió bajo el agua, al salir ella reía, yo me aleje un poco. Ella dijo de
nuevo
-Ven, ven, tú, ven.
Y corrió a sentarse en la arena. Me senté frente a ella, su hermosura me producía un dolor interno.
Luego de sorpresa me lanzó arena en la cara, y yo le caí encima afirmándole las manos.
-Nunca más, lo prometo –dijo con voz enternecedora y la solté.
Se acostó de espalda al sol me tomo la mano y agregó:
-Tú no trabajas
-No, estudio, ¿y tú?
-Yo no, vivo arriba, a veces.
Miré y vi 3 casa.
-Si, a veces estoy en el circo con mi papá- agregó.
Sus ojos entristecieron y calló, y empecé a comprender.
Entonces oí las voces de Jaime y Patricia y temí ser sorprendido.
-Me tengo que ir
-Ven a verme- pidió ella
-Si, mañana en la tarde.
-Tendré pan amasado.
Corrí a donde mis amigos y demoré lo más que pude el regreso, ella ya no estaba.

V
Al día siguiente no pude dejar de pensar en ella y en lo que posiblemente pasaría en su casa.
Lo que tenía claro, era que no podría juntarla con mis amigos, Marion no comprendería que la
dejara por una muchacha de una caleta de pescadores y que además trabaja en un circo ¡un circo!
A las cuatro y media comencé a arreglarme, y salí con mi mejor pinta, Jaime quería conversar pero
le dije que tenía una cita y entendió.
Llegue a la casa que suponía era la de ella (la más grande), la puerta se abrió antes de que yo
golpeara, era una mujer alta y gruesa.
-Pase usted joven
Todo era humilde pero limpio y bien cuidado, lo que más me llamó la atención fue que había
cachos de buey por todas partes. Desde la puerta de la cocina me llamó.
-Qué bueno que llegaste, ven a la cocina.
Allí estaba lavándose la masa de las manos.
-Oye –me dijo- ¿Cómo te llamas?
-Alex, ¿y tú?
-Francisca ¿te gusta?
-Si
La madre de Francisca me invito a espera en una terraza, donde jugaban ajedrez el padre de
Francisca (Juan) y Esteban. Don Juan me saludo cordialmente, pero Esteban solo se limitó aun seco
“buenas tardes”
Luego me dedique a observar el ambiente, y me pude dar cuenta que no eran pescadores,
modulaban y se expresaban bien.
Luego la mamá de Francisca comenzó a preparar la once.
En la conversación entre Juan y Esteban me entere que al día siguiente saldrían de viaje con el
circo, pero afortunadamente Francisca se quedaría un tiempo con su mamá. En la mesa
conversaban relajadamente y pude enterarme de aspectos de la familia, pero me preguntaba
¿Cuántos días pasaría Francisca con su madre? ¿Pensaban ellos que yo resolvería no tratarla más
en cualquier momento ahora o muy pronto, al ir constatando en qué medida estaba ella
desprovista?.
Me pidieron que hablara de mi vida, mis estudios, mi familia. Luego Francisca me mostro el taller
de su madre y cada una de las máquinas, luego puso su carita muy cerca de la mía y me dijo:
-Alex, yo te quiero mucho ¿quieres que te lo diga otra vez?
-Si Francisca.
-Te quiero mucho.

VI
Desde entonces no dejamos de vernos ni un solo día. Sabía que Francisca debía marchar, y
siempre estaba al acecho. Ella solo
vivía, para Francisca las cosas eran , solo importaba que ahora éramos felices, el mañana era eso,
mañana.
-¿Vendrás mañana?
-Si Francisca
-Que bueno. Me haces tan feliz, Alex.
Era como si le hubiera dicho vendré siempre.
Paseábamos por la plata en las mañanas, en las caleta Francisca y yo bajábamos cada mañana por
un sendero desconocido, por lo que rara vez llegaban veraneantes a ese sector. La caleta nos
pertenecía…
Acostados en la plata, ella me besa y acentúa su sonrisa, aquella que me sedujo, y que sigue
asiéndolo. Quisiera estar así para siempre.

VII
El hecho de encontrarme con alguien de mi antiguo grupo me aterraba, la sola idea de que le
conversaran a Francisca y la hicieran hablar me angustiaba.
La semana quinterana estaba en su apogeo.
Luego de rogar, la madre de Francisca la dejó ir a la “Fogata de vida sana” que se realizaba de
noche en el bosque frente al mar entre Quintero y Ventanas.
Me preparo con anticipación para ir a la fogata y Jaime me invita a ir con ellos, pero callo en el
momento en que mi madre y mi tía entran, ellas están preocupadas pues se han dado cuenta de mi
alejamiento del grupo, y sospechan que tengo amoríos con una mujer mayor. Ya llegará el
momento para hablar con Jaime, por ahora me retiro a mi panorama.
Con Francisca nos instalamos en primera fila para observar el show de los veraneantes y poder salir
antes del término de la función. Todo comenzó con un show musical. Al mirar arriba de la gradería
estaban ellos, Jaime, Patricia y el Colorín, me saludan y Francisca me pregunta quienes son y se
apena porque yo no sé los presente, ni le había hablado de ellos. Quiere irse.

VIII
Este viernes corresponde la noche veneciana en la playa El Durazno y el sábado la gran velada en
el Yachting Hotel que incluye la coronación de la reina.
La noche veneciana fue muy hermosa, nos instalamos con el charlon en la playa, había música
ambiental, fuegos artificiales, un simulacro del arribo español a la costa americana y embarcaciones
adornadas.
-Tenemos que irnos – me dijo Francisca.
Quedaba poco tiempo, pronto llegaría el día en que Francisca debiera irse. Pero yo no podría hacer
nada, no dependía de mí, salvo que yo la siguiera.
-Es de disfraces
Volví a la realidad.
-Ah, si- respondí- pero no es obligatorio.
-Mañana me pondré mi traje con el que hago mi acto, en el circo soy como una reina.
El Hotel Yatching era ideal para la velada, con bar, salón de baile y una barra.
Antes de salir hable con Jaime.
-Alex, recibí carta de mis viejos, nos esperan en el campo el 1º de Febrero como todos los años,
¿no te has olvidado?
-Claro que no.
-Toma – me dijo- te viene bien con tu traje.
Entregándome un sombrero de tongo.
-Nos juntamos en el Yatching, aunque sea un rato- preguntó Jaime.
-Está bien- respondí, no muy entusiasmado.
Mientras caminaba pensaba en lo del campo de los padres de Jaime, nadie podía obligarme a ir.
Al llegar a la casa de Francisca, su madre me hablaba muy cariñosamente y me agradecía por
haber cuidado de Francisca, me informó que la próxima semana su padre vendría a buscarla, luego
me regaló uno de sus trabajos, yo elegí la espada.
Francisca se veía preciosa, con su maya de lentejuelas brillantes y su capa cortita.
Nos despedimos de su madre.

IX
En el Yatching logramos conseguir una mesa, la que tuvimos que compartir con otra pareja. La
mayoría estaba disfrazada, aunque el disfraz de Francisca era el más original y ella la más hermosa.
Por fin llegaron las candidatas a reina, la ganadora fue una niña de ojos color uva y entradita en
carne, y para inaugurar la fiesta con su rey feo se colocó el disco del Danubio azul. Francisca lo
reconoció y contó que esa música usaba en su acto de cuerda y equilibrio de caballos, la muchacha
de la otra pareja no entendía nada de lo que Francisca hablaba.
-Alex , quiero bailar.
Nos abrimos paso entre la gente y nos abrazamos, al terminar colocaron Blue moon, y nuestras
mejillas se unieron, le bese la frente, los ojos, la boca, rogaba para que la canción no terminara.
-Francisca
-Si
-Yo te quiero
-Dímelo otra vez
-Francisca, yo te amo.
Se puso a llorar y me rogó que no la dejara ir, no quería dejar de verme. Entonces lo que había
pensado, que era solo un sueño se convertiría en algo titánico y yo era el único responsable.
De repente la voz de Jaime que se acercaba con Patricia y por otro lado Marion con su pareja.
Francisca se aferraba a mi cintura muy nerviosa. Marion se acercó y me dijo que Francisca era muy
hermosa. Luego me pidió que bailara con ella, pero Francisca se enfureció.
-¿Qué pasa?- pregunto Marion.
-Te araño- espeto Francisca en voz alta.
Nunca la había visto así.
Jaime se dio cuenta y para evitar que Francisca se le fuera encima a Marion , trato de dispersarnos.
-Bueno, buenos chiquillos- dijo Jaime- aprovechemos de bailar este rock.
Se alejaron y en parte me alivio, pero también me abría el camino para hablar con Jaime y pedirle
ayuda.
-Te portaste un poquito mal- le dije con suavidad.
-¿Alex, que vamos a hacer?
-Voy a irme contigo, necesitaré algo de dinero pero lo conseguiré.
Me tomo del brazo y salimos sin pagar la cuenta, fuimos a los juegos de emboque, a un local con
una pirámide de botellas, y la botella más alta tenía un billete de $100, era imposible embocarle,
compré las 4 argollas. Francisca tomo una argolla entre sus dedos y con un movimiento la lanzo
suavemente, acertando perfectamente en la botella del billete. Acto que se repetiría con las demás
argollas.
-Compra más argollas- pidió Francisca.
-Tome su dinero- dijo un hombre bigotudo- aquí se acaba el jueguito. Usted sabe que ella es una
profesional y ya tienen suficiente dinero.
Nos retiramos luego de convencer a Francisca que no necesitaba más dinero: ahora las cosas iban
a resultar como nosotros queríamos.

X
Llegue a la casa antes de las once, me acosté y seguí pensando en lo que planeaba, sentía miedo,
pero Francisca borraba todo el temor y lo convertía en un sueño irrenunciable.
Llegó Jaime y conversamos, le conté lo que planeaba:
-No me iré contigo al norte Jaime.
-Realmente no me sorprende- respondió Jaime- en realidad lo esperaba y te comprendo.
-El caso Jaime es que no me voy a quedar en Quintero, me iré con ella o tras de ella.
-Yo te apoyo aunque no esté de acuerdo.
-Mira, necesito que mi madre aquí y mi padre en Santiago crean que me he ido contigo al norte.
-Y cuando partimos- pregunta Jaime.
-Creo que pasado mañana.
-No se lo que vas a hacer, pero me gusta, porque es una aventura, buena suerte.
Al día siguiente se desato el cauce.
Llegue a la casa de Francisca, afuera un viejo vehículo todo pintarrajeado de múltiples colores. El
primo me invita a pasar de mala gana.
-Buena la has hecho- dijo el primo.
Se escucha a Francisca llorar, era tan desgarrador escuchar sus gemidos, en eso entra su madre y
me abordó.
-Podrías haber hecho las cosas más fáciles, le dijiste que no la dejarías de ver ¿para qué le
prometes cosas que no puedes cumplir? Sabías que ella partiría con su padre, sabes cómo es ella.
-La promesa que le hice, yo la voy a cumplir.
-Despáchelo mejor, para que pierde el tiempo – agrego el primo.
-Si no puedes quedarte callada, ándate- le contestó.
Él se retiró y volvió a mí.
-¿Tus padres saben?
-No
En eso sale Francisca y su padre, ella me abraza y él me saluda sin recelo.
-Está decidido- le cuenta ella.
-¿En serio muchacho?. Bueno que le vamos a hacer -y se retira con la señora a conversar.
Al regresar él me dice:
-Bien muchacho, tenemos el circo en Con- Con, te espero mañana por la tarde. No te diré nada por
ahora, porque tú te darás cuenta.
Me despedí y Francisca me encamino, afuera el primo se acercó
-Espero no verte ni en misa.
-Me verás mañana y todos los días, y quien sabe hasta cuándo- le respondí enojado.
-Yo sé hasta cuando estarás en el circo, hasta que venga el ataque ¿entendiste? El ataque.

XI
Tomamos el bus con Jaime a Santiago, yo me bajaría en Con- Con, Jaime seguiría hasta Santiago
para salir al otro día al norte. En el camino acordamos los detalles y supuestos en caso de que se
dieran cuenta mis padres. Llegó el momento y Jaime se despidió, yo baje con una pesada maleta.
Cercana a la carpa estaba el vehículo del padre de Francisca. Me adentre entre las tiendas, un chico
rubio se acercó a mí.
-¡Hola!- dijo- tú eres el amigo de la Chisca ¿no?
Al poco rato era saludado por varios hombres y mujeres.
El padre de Francisca se acercó y me presento a toda la familia, por los apellidos me di cuenta que
existían 2 ramas, los de la familia por parte de la madre y otro por parte del padre de Francisca. Me
hicieron sentir aceptado o más bien cómodo, nadie me dio a entender se molestia por la forma en
que los padres de Francisca llevaron la situación, a excepción del primo.
-Aquí todos trabajan y tú empezaras en el kiosco, lo atenderás durante la función y los intermedios,
dormirás allí.
- Esta bien- respondí.
-¡Alex, Alex!
Era ella, Francisca, con su sonrisa que me calmó, me inundó y me dispuso.

XII
Yo nunca hubiera sospechado la importancia de Francisca en el circo Metrogolding, ella era la
estrella, desde el inicio del show con una presentación especial. Realizaba 2 actos sobre el trapecio,
1º cruzaba la cuerda ubicada desde una plataforma a otra a lo más alto del circo, al llegar al otro
extremo saludaba nuevamente y se devolvía, a mitad de camino se balanceaba sobre la cuerda y
simulaba un resbalón que nos dejaba con el corazón en la mano. Al llegar al final el público rompía
en aplausos.
En el 2º acto se deslizaba por una cuerda diagonal desde lo más alto del circo a la base de la pista.
Al llegar abajo se desasía del riel por donde había bajado a gran velocidad. Se retiraba llena de
aplausos.
Mis tareas no se limitaban a atender el kiosco, había mucho trabajo, todos debían cooperar,
parchar la carpa, coser, levantar los mástiles, armar el circo y 3 días después volver a desarmar
para ir a otro balneario. Se dirigían al sur, porque hacia el norte había mucha distancia entre
pueblos, pero yo no iba a llegar muy lejos, ni siquiera a su postal del rio Biobío.
Francisca y yo estábamos juntos, pero no todo lo que desearíamos, el trabajo nos dejaba exhausto,
pero ella me despertaba tocándome la mano y besándome, perteneciéndonos uno al otro, ese era
mi amanecer, bendito despertar mío.

XIII
El 3º sábado de Febrero en la noche. Estábamos merendando luego de levantar la carpa en Iloca.
Francisca estaba a mi lado en la mesa cuando siento que me aprieta el brazo muy fuertemente,
clavándome las uñas, luego se inclinó sobre la mesa y comenzó a convulsionar violentamente.
La recostamos evitando que se golpeara la cabeza, el padre pidió frazadas porque le vendría un frio
tremendo. Al terminar de convulsionar la trasladamos a su cama.
-Me quedaré a acompañarla.
-No muchacho, ven conmigo, tu y yo tenemos que conversar, sígueme- me indico el padre.
Entramos en la carpa y sentados en las graderías me dijo:
-Ahora muchacho, debes irte.
-¿Cómo dice?- escrute sorprendido.
-Tienes que irte Alex, cuando ella despierte no te reconocerá, porque ella olvida a las personas que
ha conocido los últimos meses, después del ataque sufre de amnesia.
-¿Por qué no me lo dijo en Quintero?¿No le creo?
-Si te lo contaba no me creerías, debías verlo. Solo a veces algunos nombres pueden removerle la
memoria, pero la dañan. Ella ya no escuchara tu nombre, porque tú no estarás.
-No me olvidará
-Te olvidará, será como si nunca hubieras existido, pero si no fuera así, yo personalmente te lo
haré saber.
-Haré mi maleta.
Me dirigí a su cuarto, aun dormía y no quise tocarla pero acerque mi rostro al suyo y sentí su
respiración, esa sería la última vez que la vería.

Epílogo
La volví a ver muchos años después.
Mis hijos me pidieron que los llevara, cerca se había aparecido un circo de la noche a la mañana.
Yo no había ido nunca más a un circo ¡y como lo quise!
Después de lo de Francisca me costó salir adelante, no quise volver el próximo verano a Quintero,
en marzo me llegó una caja con una espada de albacora con empuñadura de cacho de buey. El
estudio en la universidad me ayudo a concentrarme en otras cosas, pero mi vida estaba a medias.
El circo era más grande que el Metrogolding, pero al empezar la marcha Bandera estriada apareció
ella. No existen palabras para describir lo que sentí. Realizó el acto de cabalgar sobre 2 caballos, yo
estaba ido, recordando lo que fue nuestro verano.
Al retirarnos los actores vendían recuerdos al público, allí estaba Francisca vendiendo narices de
payaso.
-¡Si! Papá cómprame una nariz.
Ella seguía igual. Aquí estaba mi Francisca, la misma de antes, mi Francisca de aquel verano.
De repente Francisca me tomó del brazo.
-Un momento señor, por favor un momento ¿Cómo se llama usted?
Me pregunto Francisca, su voz era tensa, yo no me atreví a mirarla a los ojos y recordé lo que me
dijo su padre: solo a veces algunos nombres pueden removerle la memoria y la dañan
-Pablo, igual que mi hijo.
Su recuerdo lo llevo en el alma, y me pone triste, pero cada vez menos.
FIN

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