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La doctrina jurídica suele señalar también el carácter ejecutivo de los actos administrativos.
Esta característica se establece hoy por el artículo 56 LRJPAC. Pero, igualmente suelen
conceptuarse como actos administrativos otros que no obligan a nada. También, las leyes
aluden a actos de trámite y a otros no decisorios. Por eso, la mayoría de nuestra doctrina
jurídica adopta un concepto amplio de acto administrativo.
Por otro lado, los actos administrativos no sólo proceden ya de los sujetos que tienen la
consideración de Administración pública, sino que otros órganos constitucionales dictan
también actos de esta naturaleza, estando sujetos a Derecho Administrativo. También,
determinadas decisiones de empresas y fundaciones del sector público están igualmente
sujetos a normas de Derecho Administrativo. Contra algunas de esas decisiones se pueden
presentar recursos ante órganos de las Administraciones a que dichas entidades están
vinculadas, cuyas resoluciones son actos administrativos, y otras son impugnables
directamente en la vía contencioso-administrativa.
Además, las instituciones de la Unión Europea dictan también actos administrativos. Lo más
importante de dichos actos son las decisiones del Consejo de Ministros o de la Comisión,
cuando no tienen carácter general o normativo, decisiones que son obligatorias en todos sus
elementos.
2. CLASES DE ACTOS.
2.1. ACTOS DECISORIOS Y NO DECISORIOS.
Son actos decisorios los que declaran, crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas de
cualquier tipo, ya sean actos declarativos o constitutivos. Los actos no decisorios son aquellos
que tienen carácter informativo o acreditativo, de juicio o valoración, o de deseo. Por regla
general, estos últimos no son impugnables, salvo que en realidad tengan incidencia directa en
las situaciones jurídicas de los interesados.
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2.2. ACTOS DEFINITIVOS Y DE TRÁMITE.
Son actos definitivos los que ponen fin a un procedimiento administrativo, sea el inicial o el
procedimiento posterior en vía de recurso administrativo contra el acto originario. Se
denominan también resoluciones o acuerdos. Por el contrario, los actos de trámite son todos
aquellos que se dictan en el ámbito del procedimiento desde su iniciación, y que se encadenan
como eslabones del mismo hasta la resolución definitiva.
-Las resoluciones de los órganos administrativos que carezcan de superior jerárquico, salvo
que una ley establezca lo contrario.
-Los acuerdos, pactos, convenios o contratos que tengan la consideración de finalizadores del
procedimiento.
Acto consentido es aquel que el interesado no ha recurrido en tiempo y forma, por lo que se
presume que lo ha aceptado.
Tampoco será posible formular recurso contra los actos que sean reproducción de otros
anteriores firmes o sean confirmatorios de actos ya consentidos. El acto consentido debe
guardar identidad con el acto originario que confirma, en el sentido e no contener supuestos
distintos ni introducir elementos nuevos.
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2.5. ACTOS FAVORABLES Y DE GRAVAMEN.
Los actos favorables son los que producen efectos favorables sobre los interesados, bien sea
reconociendo derecho o la facultad de ejercerlos, suprimiendo obligaciones o levantando
cargas. Los actos de gravamen son los que deniegan o limitan derechos, imponen deberes, o
agravan la situación jurídica de los interesados. Estos últimos pueden ser revocados por la
Administración, a diferencia de los actos favorables.
Un acto favorable produce efectos de gravamen para otro u otros, ya que en muchos
procedimientos se resuelven intereses particulares contrapuestos. A efecto de revocación, se
pueden encontrar actos de doble efecto y actos de efecto mixto.
Por otro lado, en la mayoría de los casos, el acto administrativo contiene elementos
discrecionales, a través de los cuales, la Administración completa la regulación establecida en
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las normas. En consecuencia, la obligación de ajustarse a lo dispuesto por el ordenamiento
jurídico no significa que el contenido de acto esté siempre definido de antemano por las
normas jurídicas, como sucede en el caso de los actos reglados.
Por el contrario, la Administración puede añadir algún elemento más al contenido del acto
cuando la ley le confiera esa potestad discrecional.
También, desde este punto de vista, podemos distingue el contenido típico del acto de las
posibles cláusulas accesorias. Estas cláusulas se atañen al contenido principal del acto, al
objeto de fijar límites, reservas, plazos, condiciones o formas de ejecución del mismo y del
ejercicio de los derechos u obligaciones que confiere u impone. Tales cláusulas solo serán
válidas si su imposición está prevista por las normas jurídicas o si resultan necesarias para
poder adoptar legalmente un acto, o bien cuando la Administración goza de un margen de
discrecionalidad para establecerlas.
Por otra parte, cualquiera que sea el contenido del acto administrativo, debe respetar los
límites generales de la discrecionalidad. Además, el contenido del acto debe ser conforme a los
principios generales del Derecho.
Por último y como regla general, los actos deben tener un contenido determinado, y no
imposible, pues de lo contrario son nulos de pleno derecho. Si se trata de resoluciones su
contenido debe ser completo y congruente con lo solicitado.
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conocer los motivos de una decisión para poder contrastarlos jurídicamente y, en su caso,
impugnarlas. En nuestro Derecho interno, se exige la motivación de los siguientes casos:
-Los que limiten derechos subjetivos o intereses legítimos, es decir, todos los actos
desfavorables para algún ciudadano o para intereses de carácter colectivo.
-Los que se separen del criterio seguido en actuaciones precedentes o del dictamen de
órganos consultivos.
-Los que se dicten en el ejercicio de potestades discrecionales, y los que deban serlo en virtud
de una disposición legal o reglamentaria expresa.
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5.2. INICIO DE LA EFICACIA.
La eficacia del acto quedará demorada cuando así lo exija el contenido del acto o esté
supeditada a su notificación, publicación o aprobación superior.
1.EFICACIA DEMORADA POR EL CONTENIDO DEL ACTO. El primer supuesto de demora es
aquel en que el propio acto fija una fecha posterior para la producción de sus efectos. Tal
demora puede establecerse con carácter discrecional o porque viene impuesta por una
disposición general. También, es bastante habitual que el propio acto establezca una condición
suspensiva de sus efectos.
2. NECESIDAD DE APROBACIÓN O AUTORIZACIÓN SUPERIOR. Este otro supuesto hace
referencia a los casos en los que el ordenamiento jurídico ha previsto un segundo acto de un
órgano superior, del que depende la eficacia del acto de inferior. Estas exigencias legales
pueden existir en relaciones de jerarquía o en relaciones de dirección, coordinación o tutela.
Pero hoy en día no son muy frecuentes.
3. NECESIDAD DE NOTIFICACIÓN: el régimen de las notificaciones. A parte de aquellos
supuestos, lo normal es que la eficacia propia del acto para sus destinatarios, es decir, su
eficacia externa, dependa de su notificación. Las únicas excepciones a esta regla son las de
aquellos casos en que procede la publicación del acto en sustitución a la notificación.
La notificación asegura que los interesados tengan conocimiento del acto administrativo y, por
ello, es una garantía imprescindible. Ahora bien, la obligación que la Administración tiende de
notificar no se extiende a todos los actos de trámite, sino solo a aquellos que el interesado
necesita conocer para ejercer sus derechos en la tramitación del procedimiento y poder
defenderse.
La notificación debe contener el texto íntegro de la resolución, incluyendo los recursos que
procedan, órgano ante el que presentarlos y plazo para interponerlos.
Por otro lado, la notificación que no contenga el texto íntegro del acto no puede surgir efecto
alguno. Pero, si contiene el texto íntegro y omite alguno de los demás requisitos, surtirá efecto
a partir de la fecha en que el interesado realice actuaciones que supongan el conocimiento del
contenido o interponga cualquier recurso que proceda. La notificación defectuosa por su
contenido no se convalida por el transcurso del tiempo y, en consecuencia, el plazo para
recurrir el acto notificado queda indefinidamente abierto.
-FORMA Y LUGAR DE LA NOTIFICACIÓN. No hay una sola forma legal de practicar las
notificaciones, ya que lo importante es que se garantice la constancia de la notificación y su
recepción. En consecuencia, la notificación puede realizarse mediante la comparecencia del
interesado en la oficina pública y firmando un recibí. También, se puede realizar la notificación
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por comparecencia mediante el acceso electrónico del interesado a las actuaciones
administrativas correspondientes, o a través de un agente de la propia Administración
(telegrama, servicios postales privados)
Por último, gana terreno la notificación electrónica, la cual es de aceptación voluntaria, aunque
se puede imponer reglamentariamente a personas jurídicas o colectivos que tengan
garantizado el acceso a los medios tecnológicos precisos.
La notificación por correo certificado sigue siendo la forma más habitual. Debe practicarse en
el lugar que el interesado haya señalado como domicilio, y si éste no se encuentra en dicho
domicilio, puede hacerse cargo de la notificación cualquier persona que se encuentre en él y
haga constar su identidad. Si nadie puede hacerse cargo de la notificación, debe repetirse el
intento por una sola vez y en una hora distinta dentro del plazo de tres días siguientes.
Además, la publicación en los tablones de anuncios y boletines oficiales puede ser sustituida
por la publicación en la sede electrónica.
D) Publicación de los actos. La notificación se sustituye por la publicación del acto, surtiendo
sus mismos efectos, en los siguientes casos:
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Cuando el acto tenga por destinatario a una pluralidad indeterminada de personas.
Los actos integrantes de un procedimiento selectivo o de concurrencia competitiva.
Los actos deben publicarse cuando lo establezcan las normas reguladoras de cada
procedimiento o lo aconsejen razones de interés público. Dicha publicación debe contener los
mismos elementos de la notificación.
La publicación, aparte de los supuestos en que deba realizarse en el tablón de anuncios, se ha
de efectuar en el periódico oficial que corresponda. Asimismo, los diarios o boletines oficiales
se publican en las sedes electrónicas de cada Administración. Cuando sustituye a la
notificación, la fecha de publicación es la que ha de tenerse en cuenta para determinar los
efectos del acto y el cómputo de los plazos para recurrirla.
-La primera regla otorga eficacia retroactiva a aquellos actos que se dicten en sustitución de
otros anulados.
-La segunda regla se refiere a aquellos actos que produzcan efectos favorables al interesado,
cuya posible retroactividad está condicionada a que los supuestos de hecho del acto existieran
ya en la fecha a que se retrotraiga su eficacia y a que no se lesionen con ello derechos o
intereses legítimos de terceros.
Una tercera causa de pérdida de eficacia del acto es que sea imposible su cumplimiento por
desaparición sobrevenida de su objeto. También, puede producirse el mismo efecto por
renuncia del destinatario de un acto favorable.
Los supuestos que mayor interés jurídico presentan son aquellos en que la pérdida de eficacia
definitiva del acto se produce por una decisión jurídica pública. Se trata de los caso de
revocación o revisión de oficio de los actos administrativos y de anulación de los mismos en
virtud de un recurso administrativo.
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casos se requiere la correspondiente resolución administrativa motivada y fundada en los
preceptos legales habilitantes.
Pero los supuestos más usuales de suspensión son aquellos que se producen como medida
cautelar en los procedimientos de revisión de oficio de los actos administrativos o de
impugnación en vía administrativa o judicial.
5.5. EJECUTORIEDAD.
Los actos administrativos están dotados de ejecutoriedad, lo que significa que pueden ser
ejecutados forzosamente por la Administración en caso de que no se cumplan
voluntariamente por sus destinatarios. Los actos administrativos son un título de ejecución
forzosa, privilegio del que carecen los títulos de carácter privado y que se reserva a las
decisiones de los poderes públicos.
Los actos constituyen la cobertura jurídica necesaria de cualquier tipo de actuación material
administrativa que limite derechos de los ciudadanos. A tal efecto, el órgano competente debe
notificar anteriormente al interesado la resolución que le autorice para la ejecución material
administrativa. Lógicamente, se excluyen de esta obligación aquellas actuaciones materiales
de carácter urgente y necesarias para evitar perjuicios graves a derechos o bienes jurídicos. Si
la Administración, por el contrario, inicia una actuación administrativa de carácter material en
ausencia de la resolución, incurre en vía de hecho.
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Si notificada dicha providencia, no se produce el pago, la Administración procederá al embargo
de los bienes y derechos del deudor en cuantía suficiente para cubrir el importe de la deuda
más los intereses y recargos y las costas del procedimiento de apremio. Embargados tales
bienes, la Administración los enajenará por los procedimientos legales o los adjudicará a la
Hacienda Pública.
-MULTA COERCITIVA. Consiste en la imposición de multas al interesado para que cumpla las
obligaciones que le correspondan en virtud de un acto administrativo. Es un modo de
ejecución propio de actos personalísimos en que no proceda o estime la Administración
conveniente la compulsión sobre las personas. Estas multas coercitivas deben estar previstas y
autorizadas por las leyes en cada caso, pero no se tratan de sanciones administrativas en
sentido estricto.
-COMPULSIÓN SOBRE LAS PERSONAS. Se trata de una forma de ejecución forzosa aplicable
tan solo a los actos administrativos que impongan una obligación de soportar personalísima, y
que solo puede utilizarse cuando la Ley lo autorice. Consiste en el uso de la fuerza o de la
coacción directa para conseguir el objetivo previsto por la Ley.
Los efectos que puede producir este modo de ejecución sólo son precedidos de órdenes
verbales de policía y que incluso, cuando se produzcan alteraciones de la seguridad ciudadana
con armas o medios de acción violenta, puede producirse sin previo aviso. El artículo 100
LRJPAC dispone que debe hacerse dentro del respeto a la dignidad y derechos reconocidos por
la Constitución a las personas, y en la forma que menos perjudique.
Por otro lado, no se trata con esta intervención judicial controlar la legalidad del acto que se
pretende ejecutar. Pero sí que debe controlar que dicho acto se ha dictado por la autoridad
competente en uso de sus facultades, por lo que tiene prima facie. Esto es, el Juez debe
verificar que es una medida necesaria, así como fijar límites temporales de la entrada y de la
actividad a desarrollar por los agentes, por lo que no puede concederse de forma automática.
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La finalidad de la norma es tutelar la intimidad de la vida privada y familiar, y no la propiedad
sin más. Por eso, el concepto de domicilio no comprende cualquier bien inmueble de
propiedad privada.
Un supuesto de intervención judicial previa es el relativo a la intercepción de las
comunicaciones. También, existe la necesidad de autorización judicial para el internamiento
previo a la expulsión de extranjeros en situación irregular.
La intervención judicial será necesaria cuando la Administración pretenda el ejercicio de
derechos de carácter jurídico privado. Pero también, en estos casos, puede hallarse alguna
excepción, como es la facultad de reintegro posesorio de la Administración para recuperar la
posesión perdida de sus bienes mediante un acto administrativo. Esta facultad, también puede
ejercerse, aunque solo durante el plazo de un año desde la pérdida de la posesión, para
recuperar bienes patrimoniales de titularidad administrativa.
En estos casos, es posible interponer interdictos ante el Juez civil contra la actuación
administrativa en vía de hecho.
La segunda diferencia se produce en cuanto a las categorías o grados de invalidez. Estos grados
derivan de la necesidad de conjugar las garantías de la legalidad con las de seguridad jurídica,
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reservando para los supuestos de ilegalidad más graves, la naturaleza insubsanable del vicio y
permitiendo su subsanación. También, en el Derecho administrativo las infracciones jurídicas a
las que la ley otorga mayor gravedad originan la nulidad de pleno derecho, y las demás
infracciones determinan tan sólo su anulabilidad.
Además, la ley no confiere carácter invalidante del acto a algunas infracciones de forma que
pueden considerarse menores. Hay, pues, en Derecho administrativo una tercera categoría, la
de las irregularidades no invalidantes.
-Los dictados por órgano incompetente por razón de la materia o del territorio. Dicha
competencia es ratione materiae, pero no es la competencia jerárquica. Además, debe ser una
competencia clara y evidente. En la mayoría de los supuestos, la competencia corresponde a
una Administración y no a un órgano de la misma Administración a la que pertenece el autor
del anulado. También, se considera vicio de incompetencia la simple carencia de potestad de la
Administración actuante para adoptar un acto.
-Los actos de contenido imposible, es decir, los que son materialmente imposibles de cumplir
por inexistencia de su objeto, contradicción insuperable en sus términos, por oponerse a leyes
físicas inexorables, o por otras causas.
-Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta. Para
que el acto se considere nulo de pleno derecho en estos casos, es preciso que recaiga
sentencia penal firme.
-Los dictados prescindiendo absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las
normas que contienen las reglas esenciales para la formación de voluntad de los órganos
colegiados. El primer supuesto alude no sólo a los casos en que no existe una mínima
apariencia del procedimiento, o que se dictan en ausencia de expediente, sino también a otros
en que concurren infracciones de procedimiento manifiestas y particularmente esenciales y
graves. Por lo que se refiere al segundo supuesto, se trata de las que regulan su composición,
el régimen de convocatorias, orden del día, los derechos de participación de sus miembros, el
quórum de asistencia y las votaciones.
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-Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren
facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición. El
concepto de requisitos esenciales debe interpretarse de manera restrictiva y no es equivalente
a cualquier requisito legalmente necesario, conforme a la doctrina del Consejo de Estado y de
los Tribunales.
-Por último, son nulos de pleno derecho aquellos actos que así se determinen por una
disposición de rango legal.
También, puede tratarse de vicios de forma o de procedimiento, pero en este último caso
siempre que el acto carezca de los requisitos formales indispensables para alcanzar su fin o el
defecto de forma dé lugar a la indefensión de los interesados.
Por otro lado, la Ley alude de manera expresa al vicio de desviación de poder. Esta causa de
ilegalidad del acto significa el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los
previstos por las normas jurídicas que las confieren, ya se trate de fines particulares o incluso si
puede aducirse alguna finalidad de interés público distinta. Nuestra jurisprudencia
contencioso-administrativa exige a quien alega desviación de poderes una prueba cumplida de
su concurrencia, que muchas veces resulta prácticamente imposible.
La norma contrasta con los efectos de caducidad de los procedimientos y trámites que la Ley
atribuye al transcurso de los plazos de las actuaciones a realizar por los interesados. En la
práctica favorece la dilación de la tramitación de muchos procedimientos que pueden producir
efectos favorables a los interesados.
El principio de conservación de los actos administrativos pretende asegurar que acto cumpla
su función en la medida de lo posible. Tiene múltiples manifestaciones en el ordenamiento
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jurídico. Algunas permiten mitigar los efectos de nulidad y anulabilidad de los actos o
determinan su alcance y sus límites, y a ella se refiere la LRJPAC en los artículos 64 a 67.
En coherencia con lo anterior, el artículo 66 obliga al órgano que anule las actuaciones, ya sea
mediante un procedimiento de revisión de oficio o al resolver un recurso, a disponer la
conservación de los actos y trámites cuyo contenido se hubiera mantenido igual de no haberse
cometido la infracción.
Más allá de lo que aquellos preceptos disponen, la invalidez de un acto tampoco se trasmite
necesariamente a otros actos administrativos dictados a consecuencia del primero, siempre
que sean independientes del mismo.
Otro supuesto distinto es el que contempla el artículo 65 LRJPAC bajo el nombre de conversión
de actos viciados: “los actos nulos o anulables que contengan los elementos constitutivos de
otro distinto producirán los efectos de éste”.
Por último, es posible la convalidación de los actos anulables por la Administración mediante la
subsanación de los vicios de que adolezcan. El artículo 67.3. permite convalidar el vicio e
incompetencia jerárquica por el órgano competente y superior del que lo dictó. El artículo
67.4, admite la convalidación del acto al que le falta alguna autorización de un órgano superior
o de otra Administración.
Pero la subsanación de los vicios del acto suscita algunos problemas. Si se trata de subsanar
vicios de procedimiento, habrá que adoptar la decisión correspondiente sin necesidad de
anular el acto convalidado y de retrotraer las actuaciones. Pero puede ocurrir que los trámites
no realizados en su momento entrañen la modificación del acto originario. Lo mismo puede
ocurrir si el defecto que se quiere subsanar es de contenido, lo que llevará a su integración
mediante un nuevo acto de convalidación.
Por último, el artículo 67.2 dispone que el acto de convalidación producirá efectos desde su
fecha, aunque puede tener efecto retroactivo desde la fecha del acto convalidado.
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