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BLOQUE IV: ACTIVIDAD DEL DERECHO ADMINISTRATIVO

TEMA 13: LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.


1. CONCEPTO.
En primer lugar, el acto administrativo es una declaración unilateral de la Administración que
produce efectos jurídicos. En segundo lugar, el acto administrativo está sometido a Derecho
Administrativo, lo que le diferencia de cualquier otra manifestación de la voluntad
administrativa que se sujete a Derecho privado. Y, en tercer lugar, el acto administrativo no
tiene carácter normativo, y ésta, es su diferencia sustancial con el reglamento.

La doctrina jurídica suele señalar también el carácter ejecutivo de los actos administrativos.
Esta característica se establece hoy por el artículo 56 LRJPAC. Pero, igualmente suelen
conceptuarse como actos administrativos otros que no obligan a nada. También, las leyes
aluden a actos de trámite y a otros no decisorios. Por eso, la mayoría de nuestra doctrina
jurídica adopta un concepto amplio de acto administrativo.

Por otro lado, los actos administrativos no sólo proceden ya de los sujetos que tienen la
consideración de Administración pública, sino que otros órganos constitucionales dictan
también actos de esta naturaleza, estando sujetos a Derecho Administrativo. También,
determinadas decisiones de empresas y fundaciones del sector público están igualmente
sujetos a normas de Derecho Administrativo. Contra algunas de esas decisiones se pueden
presentar recursos ante órganos de las Administraciones a que dichas entidades están
vinculadas, cuyas resoluciones son actos administrativos, y otras son impugnables
directamente en la vía contencioso-administrativa.

Además, las instituciones de la Unión Europea dictan también actos administrativos. Lo más
importante de dichos actos son las decisiones del Consejo de Ministros o de la Comisión,
cuando no tienen carácter general o normativo, decisiones que son obligatorias en todos sus
elementos.

El acto administrativo constituye un instrumento imprescindible de la acción administrativo.


Desde el punto de vista de los ciudadanos que se relacionan con la Administración, el acto
administrativo aporta seguridad jurídica, pues define y garantiza el contenido de tales
relaciones jurídicas.

2. CLASES DE ACTOS.
2.1. ACTOS DECISORIOS Y NO DECISORIOS.
Son actos decisorios los que declaran, crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas de
cualquier tipo, ya sean actos declarativos o constitutivos. Los actos no decisorios son aquellos
que tienen carácter informativo o acreditativo, de juicio o valoración, o de deseo. Por regla
general, estos últimos no son impugnables, salvo que en realidad tengan incidencia directa en
las situaciones jurídicas de los interesados.

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2.2. ACTOS DEFINITIVOS Y DE TRÁMITE.
Son actos definitivos los que ponen fin a un procedimiento administrativo, sea el inicial o el
procedimiento posterior en vía de recurso administrativo contra el acto originario. Se
denominan también resoluciones o acuerdos. Por el contrario, los actos de trámite son todos
aquellos que se dictan en el ámbito del procedimiento desde su iniciación, y que se encadenan
como eslabones del mismo hasta la resolución definitiva.

2.3. ACTOS QUE PONEN O NO FIN A LA VÍA ADMINISTRATIVA.


Los actos que ponen fin a la vía administrativa son los que pueden ser objeto de un recurso
contencioso-administrativo directamente, sin perjuicio de que el interesado pueda interponer
previamente recurso facultativo de reposición. Por el contrario, no ponen fin a la vía
administrativa aquellos actos impugnables contra los que cabe interponer el recurso
administrativo de alzada u otro que le sustituya.
Los actos que ponen fin a la vía administrativa son:

-Las resoluciones de los recursos de alzada

-Las resoluciones de los demás procedimientos sustitutivos de impugnación a que se refiere el


artículo 107.2 LRJPAC.

-Las resoluciones de los órganos administrativos que carezcan de superior jerárquico, salvo
que una ley establezca lo contrario.

-Las demás resoluciones de órganos administrativos, cuando una disposición legal o


reglamentaria lo establezca.

-Los acuerdos, pactos, convenios o contratos que tengan la consideración de finalizadores del
procedimiento.

2.4. ACTOS FIRMES, CONSENTIDOS Y CONFIRMATORIOS.


Un acto firme es aquel que ya no puede ser objeto de recurso alguno, lo que normalmente
ocurre cuando transcurre el plazo para recurrirlo sin que se haya hecho. Se dice entonces que
el acto gana firmeza. El acto gana también firmeza, cuando es confirmado por una sentencia
firme, o cuando el recurso finaliza sin entrar en el fondo del asunto por cualquier causa.

Acto consentido es aquel que el interesado no ha recurrido en tiempo y forma, por lo que se
presume que lo ha aceptado.

Tampoco será posible formular recurso contra los actos que sean reproducción de otros
anteriores firmes o sean confirmatorios de actos ya consentidos. El acto consentido debe
guardar identidad con el acto originario que confirma, en el sentido e no contener supuestos
distintos ni introducir elementos nuevos.

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2.5. ACTOS FAVORABLES Y DE GRAVAMEN.
Los actos favorables son los que producen efectos favorables sobre los interesados, bien sea
reconociendo derecho o la facultad de ejercerlos, suprimiendo obligaciones o levantando
cargas. Los actos de gravamen son los que deniegan o limitan derechos, imponen deberes, o
agravan la situación jurídica de los interesados. Estos últimos pueden ser revocados por la
Administración, a diferencia de los actos favorables.

Un acto favorable produce efectos de gravamen para otro u otros, ya que en muchos
procedimientos se resuelven intereses particulares contrapuestos. A efecto de revocación, se
pueden encontrar actos de doble efecto y actos de efecto mixto.

2.6. ACTOS SINGULARES Y PLÚRIMOS.


El acto administrativo no es siempre un acto singular, sino que puede tener un alcance
subjetivo más general o un destinatario plural. La diferencia de régimen jurídico entre unos y
otros atañe a algunos aspectos del procedimiento y a los requisitos de eficacia del acto, es
decir, al régimen de notificación y publicación de los mismos.

2.7. ACTOS SEPARABLES.


Estos actos son cada vez más frecuentes debido al entrecruzamiento de elementos de Derecho
público y de Derecho privado en muchas actuaciones de la Administración. Cuando la
Administración utiliza el Derecho privado para la consecución de sus fines, por regla general
existe algún elemento regido por el Derecho Administrativo. Estos son actos separables del
negocio jurídico privado en el que se insertan, y su régimen de elaboración, eficacia, validez y
revisión es el propio de los actos administrativos.

4. ELEMENTOS DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.


4.1. ELEMENTOS SUBJETIVOS.
La competencia es el primer elemento subjetivo del acto. Además, si se trata de un órgano
colegiado, debe reunir los requisitos legales y reglamentarios determinantes de su
composición y de la formación de su voluntad. Igualmente es preciso que el titular del órgano
haya sido designado conforme a Derecho y no concurra en ellos vicio de la voluntad: erros,
dolo, violencia o intimidación.

4.2. ELEMENTOS OBJETIVOS.


Según el artículo 53.2 LRJPAC, el contenido de los actos se ajustará a lo dispuesto por el
ordenamiento jurídico. En este sentido, podríamos hablar de un principio de tipicidad de los
actos administrativos. Pero no toda actuación administrativa está estrictamente vinculada a la
Ley, pues las Administraciones públicas pueden adoptar muchas iniciativas no previstas
legalmente, en beneficio de los intereses generales.

Por otro lado, en la mayoría de los casos, el acto administrativo contiene elementos
discrecionales, a través de los cuales, la Administración completa la regulación establecida en

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las normas. En consecuencia, la obligación de ajustarse a lo dispuesto por el ordenamiento
jurídico no significa que el contenido de acto esté siempre definido de antemano por las
normas jurídicas, como sucede en el caso de los actos reglados.

Por el contrario, la Administración puede añadir algún elemento más al contenido del acto
cuando la ley le confiera esa potestad discrecional.

También, desde este punto de vista, podemos distingue el contenido típico del acto de las
posibles cláusulas accesorias. Estas cláusulas se atañen al contenido principal del acto, al
objeto de fijar límites, reservas, plazos, condiciones o formas de ejecución del mismo y del
ejercicio de los derechos u obligaciones que confiere u impone. Tales cláusulas solo serán
válidas si su imposición está prevista por las normas jurídicas o si resultan necesarias para
poder adoptar legalmente un acto, o bien cuando la Administración goza de un margen de
discrecionalidad para establecerlas.

Por otra parte, cualquiera que sea el contenido del acto administrativo, debe respetar los
límites generales de la discrecionalidad. Además, el contenido del acto debe ser conforme a los
principios generales del Derecho.
Por último y como regla general, los actos deben tener un contenido determinado, y no
imposible, pues de lo contrario son nulos de pleno derecho. Si se trata de resoluciones su
contenido debe ser completo y congruente con lo solicitado.

4.3. ELEMENTOS FORMALES.


Los actos administrativos deben cumplir necesariamente ciertos requisitos de forma. El
primero se refiere a la forma de producción o elaboración del acto. Pero también hemos de
analizar otros dos requisitos formales:
-LA FORMA DE MANIFESTACIÓN DE LOS ACTOS. Según el artículo 55.1 LRJPAC, “los actos
administrativos se producirán por escrito a menos que su naturaleza exija otra forma más
adecuada de expresión y constancia”. Si la constancia queda asegurada, el acto puede tener
forma de expresión distinta de la escrita. El artículo 55.2 LRJPAC prevé el supuesto de que los
órganos administrativos ejerzan su competencia de forma verbal, en cuyo caso, la constancia
escrita del acto se efectuará y firmará por el titular del funcionario que la reciba oralmente. El
artículo 55.3 permite refundir en un único acto otros en serie de la misma naturaleza, tales
como nombramientos, concesiones o licencias, especificando en su caso las personas o
circunstancias que los individualicen para cada interesado. Por otra parte, también son
posibles otras formas de expresión no escritas, como el uso de la informática. Se prevé a este
respecto, que la contestación efectuada de forma automatizada por la Administración
tributaria tendrá la consideración de resolución en aquellos procedimientos en que esté
prevista esta forma de terminación. También, se permite dictar resoluciones de forma
automatizada. Se trata de supuestos en los que el ordenador es el que produce el acto
administrativo. Esta solución se impone en el caso de actos masivos.

-LA MOTIVACIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS. La motivación del acto administrativo es


una manifestación y una exigencia del principio de transparencia. Tiene por finalidad permitir

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conocer los motivos de una decisión para poder contrastarlos jurídicamente y, en su caso,
impugnarlas. En nuestro Derecho interno, se exige la motivación de los siguientes casos:

-Los que limiten derechos subjetivos o intereses legítimos, es decir, todos los actos
desfavorables para algún ciudadano o para intereses de carácter colectivo.

-Los que resuelvan procedimientos de revisión de oficio, recursos administrativos,


reclamaciones previas a la vía judicial y procedimientos de arbitraje.

-Los que se separen del criterio seguido en actuaciones precedentes o del dictamen de
órganos consultivos.

-Los acuerdos de suspensión de actos y de adopción de medidas provisionales en el


procedimiento administrativo, previstas en los artículos 72 y 136 de la LRJPAC.

-Los acuerdos de aplicación de la tramitación de urgencia o de ampliación de los plazos del


procedimiento administrativo.

-Los que se dicten en el ejercicio de potestades discrecionales, y los que deban serlo en virtud
de una disposición legal o reglamentaria expresa.

La motivación no necesita ser exhaustiva, pero sí ha de ser suficientemente expresiva de las


razones legales y de las no jurídicas de la decisión. La jurisprudencia insiste en que no es
aceptable una motivación mediante fórmulas convencionales y abstractas aplicables a
cualquier supuesto, o la basada en una genérica invocación del interés público. Tampoco basta
la remisión al contenido de preceptos legales.

5. LA EFICACIA DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.


5.1. LA EJECUTIVIDAD DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.
Las decisiones administrativas unilaterales y los actos administrativos obligan a su
cumplimiento puesto que son decisiones de un poder público, adoptadas presuntamente por
razones de interés general. El acto del Poder Ejecutivo debe ser cumplido por todos, por la
propia Administración que lo dicta, pero también por los ciudadanos a los que va dirigido.
Como fundamento de la ejecutividad, se precisa que tales actos sujetos a Derecho
administrativo se presumen válidos, presunción que deriva de las prerrogativas de autotutela
de la Administración. Se trata de una presunción iuris tantum, que podrá ser destruida a
través de un procedimiento de impugnación, o por la Administración en los términos en que
puede revocar de oficio sus propios actos. Pero mientras la anulación del acto no se produce,
dicho acto despliega su eficacia propia y debe ser ejecutado, inclusive si se trata de un acto
inválido. No hay que confundir, por tanto, la eficacia del acto administrativo con su validez, o la
ineficacia con su nulidad.

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5.2. INICIO DE LA EFICACIA.
La eficacia del acto quedará demorada cuando así lo exija el contenido del acto o esté
supeditada a su notificación, publicación o aprobación superior.
1.EFICACIA DEMORADA POR EL CONTENIDO DEL ACTO. El primer supuesto de demora es
aquel en que el propio acto fija una fecha posterior para la producción de sus efectos. Tal
demora puede establecerse con carácter discrecional o porque viene impuesta por una
disposición general. También, es bastante habitual que el propio acto establezca una condición
suspensiva de sus efectos.
2. NECESIDAD DE APROBACIÓN O AUTORIZACIÓN SUPERIOR. Este otro supuesto hace
referencia a los casos en los que el ordenamiento jurídico ha previsto un segundo acto de un
órgano superior, del que depende la eficacia del acto de inferior. Estas exigencias legales
pueden existir en relaciones de jerarquía o en relaciones de dirección, coordinación o tutela.
Pero hoy en día no son muy frecuentes.
3. NECESIDAD DE NOTIFICACIÓN: el régimen de las notificaciones. A parte de aquellos
supuestos, lo normal es que la eficacia propia del acto para sus destinatarios, es decir, su
eficacia externa, dependa de su notificación. Las únicas excepciones a esta regla son las de
aquellos casos en que procede la publicación del acto en sustitución a la notificación.

La notificación asegura que los interesados tengan conocimiento del acto administrativo y, por
ello, es una garantía imprescindible. Ahora bien, la obligación que la Administración tiende de
notificar no se extiende a todos los actos de trámite, sino solo a aquellos que el interesado
necesita conocer para ejercer sus derechos en la tramitación del procedimiento y poder
defenderse.

-PLAZO Y CONTENIDO DE LA NOTIFICACIÓN. Toda notificación debe ser cursada en el plazo de


diez días a partir de la fecha en que el acto haya sido citado. El incumplimiento de este plazo
no determina la invalidez de la notificación, pero a la Administración le interesa realizar dicha
notificación en ese plazo para evitar los efectos del silencio.

La notificación debe contener el texto íntegro de la resolución, incluyendo los recursos que
procedan, órgano ante el que presentarlos y plazo para interponerlos.

Por otro lado, la notificación que no contenga el texto íntegro del acto no puede surgir efecto
alguno. Pero, si contiene el texto íntegro y omite alguno de los demás requisitos, surtirá efecto
a partir de la fecha en que el interesado realice actuaciones que supongan el conocimiento del
contenido o interponga cualquier recurso que proceda. La notificación defectuosa por su
contenido no se convalida por el transcurso del tiempo y, en consecuencia, el plazo para
recurrir el acto notificado queda indefinidamente abierto.

-FORMA Y LUGAR DE LA NOTIFICACIÓN. No hay una sola forma legal de practicar las
notificaciones, ya que lo importante es que se garantice la constancia de la notificación y su
recepción. En consecuencia, la notificación puede realizarse mediante la comparecencia del
interesado en la oficina pública y firmando un recibí. También, se puede realizar la notificación

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por comparecencia mediante el acceso electrónico del interesado a las actuaciones
administrativas correspondientes, o a través de un agente de la propia Administración
(telegrama, servicios postales privados)

Por último, gana terreno la notificación electrónica, la cual es de aceptación voluntaria, aunque
se puede imponer reglamentariamente a personas jurídicas o colectivos que tengan
garantizado el acceso a los medios tecnológicos precisos.

La notificación por correo certificado sigue siendo la forma más habitual. Debe practicarse en
el lugar que el interesado haya señalado como domicilio, y si éste no se encuentra en dicho
domicilio, puede hacerse cargo de la notificación cualquier persona que se encuentre en él y
haga constar su identidad. Si nadie puede hacerse cargo de la notificación, debe repetirse el
intento por una sola vez y en una hora distinta dentro del plazo de tres días siguientes.

La acreditación de la notificación efectuada o del intento de notificación debe incorporarse


siempre al expediente administrativo.

-RECHAZO O IMPOSIBILIDAD DE LA NOTIFICACIÓN PERSONAL. Existen ocasiones en que


algunos interesados se niegan a recibir notificaciones administrativas y otros en que la
notificación domiciliaria resulta materialmente imposible, pues no hay nadie en el domicilio
que se haga cargo de la misma. También, hay otros casos como el desconocimiento del
domicilio del interesado, que la notificación tenga una dirección incorrecta, o que los
interesados sean desconocidos o hayan fallecido. La Ley prevé estos casos con el fin de
asegurar la eficacia de los actos administrativos que se pretenden notificar.

Cuando el interesado rehúsa la notificación, dicha circunstancia debe hacerse constar en el


expediente administrativo, especificándose las circunstancias del intento frustrado de
notificación. En tal caso, el perjuicio de la ausencia de notificación recae sobre el interesado,
pero no paraliza las actuaciones administrativas.

En los supuestos en que la notificación personal es imposible, se practicará por medio de


anuncios en el BOE de la Comunidad Autónoma o de la Provincia. Si el último domicilio
conocido radica en el extranjero, la notificación se efectúa a través del tablón de anuncios del
Consulado de la Embajada correspondiente.

Además, la publicación en los tablones de anuncios y boletines oficiales puede ser sustituida
por la publicación en la sede electrónica.

Por otro lado, si la Administración ha intentado la notificación personal con la diligencia


debida, el plazo para interponer los recursos empieza a correr desde la fecha de la notificación
edictal o por anuncio. Si la notificación personal es defectuosa, debe aplicarse la solución
prevista en el artículo 58.3.

D) Publicación de los actos. La notificación se sustituye por la publicación del acto, surtiendo
sus mismos efectos, en los siguientes casos:

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 Cuando el acto tenga por destinatario a una pluralidad indeterminada de personas.
 Los actos integrantes de un procedimiento selectivo o de concurrencia competitiva.
Los actos deben publicarse cuando lo establezcan las normas reguladoras de cada
procedimiento o lo aconsejen razones de interés público. Dicha publicación debe contener los
mismos elementos de la notificación.
La publicación, aparte de los supuestos en que deba realizarse en el tablón de anuncios, se ha
de efectuar en el periódico oficial que corresponda. Asimismo, los diarios o boletines oficiales
se publican en las sedes electrónicas de cada Administración. Cuando sustituye a la
notificación, la fecha de publicación es la que ha de tenerse en cuenta para determinar los
efectos del acto y el cómputo de los plazos para recurrirla.

5.3. EFICACIA RETROACTIVA.


Por regla general, los actos administrativos no pueden tener eficacia retroactiva, es decir, no
pueden producir efectos antes de la fecha en que se dictan. Pero esta regla presenta
excepciones:

-La primera regla otorga eficacia retroactiva a aquellos actos que se dicten en sustitución de
otros anulados.

-La segunda regla se refiere a aquellos actos que produzcan efectos favorables al interesado,
cuya posible retroactividad está condicionada a que los supuestos de hecho del acto existieran
ya en la fecha a que se retrotraiga su eficacia y a que no se lesionen con ello derechos o
intereses legítimos de terceros.

5.4. PÉRDIDA DE LA EFICACIA


Un acto administrativo puede perder su eficacia con carácter definitivo o con carácter
temporal.
-CESACIÓN DEFINITIVA. Un acto administrativo deja de existir como tal porque agota sus
efectos, lo que sucede en relación con actos relativos a una actividad concreta, cuando dicha
actividad finaliza. En segundo, lugar cuando se trata de actos que dan lugar a relaciones de
trato sucesivo, si están sujetos a condición resolutoria o a término.

Una tercera causa de pérdida de eficacia del acto es que sea imposible su cumplimiento por
desaparición sobrevenida de su objeto. También, puede producirse el mismo efecto por
renuncia del destinatario de un acto favorable.

Los supuestos que mayor interés jurídico presentan son aquellos en que la pérdida de eficacia
definitiva del acto se produce por una decisión jurídica pública. Se trata de los caso de
revocación o revisión de oficio de los actos administrativos y de anulación de los mismos en
virtud de un recurso administrativo.

-SUSPENSIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO. Puede producirse por la concurrencia sobrevenida


de ciertas circunstancias que obligan a suspender la eficacia normal de ciertos actos. En otros
casos, por razones de tutela o protección de intereses generales superiores. Pero, en todos los

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casos se requiere la correspondiente resolución administrativa motivada y fundada en los
preceptos legales habilitantes.

Pero los supuestos más usuales de suspensión son aquellos que se producen como medida
cautelar en los procedimientos de revisión de oficio de los actos administrativos o de
impugnación en vía administrativa o judicial.

5.5. EJECUTORIEDAD.
Los actos administrativos están dotados de ejecutoriedad, lo que significa que pueden ser
ejecutados forzosamente por la Administración en caso de que no se cumplan
voluntariamente por sus destinatarios. Los actos administrativos son un título de ejecución
forzosa, privilegio del que carecen los títulos de carácter privado y que se reserva a las
decisiones de los poderes públicos.

Los actos constituyen la cobertura jurídica necesaria de cualquier tipo de actuación material
administrativa que limite derechos de los ciudadanos. A tal efecto, el órgano competente debe
notificar anteriormente al interesado la resolución que le autorice para la ejecución material
administrativa. Lógicamente, se excluyen de esta obligación aquellas actuaciones materiales
de carácter urgente y necesarias para evitar perjuicios graves a derechos o bienes jurídicos. Si
la Administración, por el contrario, inicia una actuación administrativa de carácter material en
ausencia de la resolución, incurre en vía de hecho.

5.6. LA EJECUCIÓN FORZOSA.


1. REQUISITOS. La Administración puede ejecutar forzosamente sus actos administrativos por
regla general. S e exceptúan aquellos caso en que la ejecución se ha suspendido de acuerdo
con la ley, y aquellos otros en que necesita el auxilio de los Tribunales de Justicia.
Por otro lado, la ejecución forzosa debe estar en línea directa de continuación del acto.
Además, la ejecución forzosa debe llevarse a cabo previo apercibimiento al interesado.
La Administración no solo rige el principio favor libertatis en esta materia, sino, de una manera
más amplia el principio de proporcionalidad, ya que la medida de ejecución debe ser adecuada
en todo caso a la finalidad lícita que se pretende y en ningún caso abusiva o excesiva.
Por último, cuando la Administración ejercita sus facultades de ejecución a través del órgano
competente y de acuerdo con el procedimiento establecido, no es posible que los Jueces
admitan a trámite interdictos contra aquélla.

2.MEDIOS DE EJECUCIÓN FORZOSA. La Administración puede hacer uso de los siguientes


medios de ejecución forzosa:

-APREMIO SOBRE EL PATRIMONIO. Es el medio de ejecución característico para el cobro de


cantidades líquidas adeudadas a la Administración en virtud de una resolución previa. Dicho
procedimiento se inicia mediante una providencia de apremio, en la que se identifica la deuda
pendiente, se determina los recargos sobre ella que procedan por su impago voluntario y se
requiere el pago.

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Si notificada dicha providencia, no se produce el pago, la Administración procederá al embargo
de los bienes y derechos del deudor en cuantía suficiente para cubrir el importe de la deuda
más los intereses y recargos y las costas del procedimiento de apremio. Embargados tales
bienes, la Administración los enajenará por los procedimientos legales o los adjudicará a la
Hacienda Pública.

-EJECUCIÓN SUBSIDIARIA. Consiste en la ejecución de la obligación que imponga un acto


administrativo por la propia Administración mediante sus empleados o agentes, o por medio
de un tercero, a costa del obligado. Se trata de un modo de ejecución aplicable a obligaciones
de hacer no personalísimas, que puedan ser ejecutadas por sujeto distinto del obligado. El
importe de los gastos más el de los daños y perjuicios pueden ser después ejecutado por el
procedimiento de apremio, si el obligado se negara al pago.

-MULTA COERCITIVA. Consiste en la imposición de multas al interesado para que cumpla las
obligaciones que le correspondan en virtud de un acto administrativo. Es un modo de
ejecución propio de actos personalísimos en que no proceda o estime la Administración
conveniente la compulsión sobre las personas. Estas multas coercitivas deben estar previstas y
autorizadas por las leyes en cada caso, pero no se tratan de sanciones administrativas en
sentido estricto.

-COMPULSIÓN SOBRE LAS PERSONAS. Se trata de una forma de ejecución forzosa aplicable
tan solo a los actos administrativos que impongan una obligación de soportar personalísima, y
que solo puede utilizarse cuando la Ley lo autorice. Consiste en el uso de la fuerza o de la
coacción directa para conseguir el objetivo previsto por la Ley.
Los efectos que puede producir este modo de ejecución sólo son precedidos de órdenes
verbales de policía y que incluso, cuando se produzcan alteraciones de la seguridad ciudadana
con armas o medios de acción violenta, puede producirse sin previo aviso. El artículo 100
LRJPAC dispone que debe hacerse dentro del respeto a la dignidad y derechos reconocidos por
la Constitución a las personas, y en la forma que menos perjudique.

5.7. EJECUCIÓN MEDIANTE INTERVENCIÓN JUDICIAL.


La ley exige la intervención previa e la autoridad judicial para la ejecución de algunas
decisiones administrativas que pueden afectar a determinados derechos fundamentales.
La propia LRJPAZ alude a la necesidad de autorización judicial para la entrada de los agentes de
la Administración en el domicilio del afectado por la ejecución de un acto. En la actualidad, la
competencia para autorizar está atribuida a los juzgados de lo Contencioso-Administrativo. Sin
embargo, esta autorización no se requiere para la ejecución de sentencias firmes.

Por otro lado, no se trata con esta intervención judicial controlar la legalidad del acto que se
pretende ejecutar. Pero sí que debe controlar que dicho acto se ha dictado por la autoridad
competente en uso de sus facultades, por lo que tiene prima facie. Esto es, el Juez debe
verificar que es una medida necesaria, así como fijar límites temporales de la entrada y de la
actividad a desarrollar por los agentes, por lo que no puede concederse de forma automática.

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La finalidad de la norma es tutelar la intimidad de la vida privada y familiar, y no la propiedad
sin más. Por eso, el concepto de domicilio no comprende cualquier bien inmueble de
propiedad privada.
Un supuesto de intervención judicial previa es el relativo a la intercepción de las
comunicaciones. También, existe la necesidad de autorización judicial para el internamiento
previo a la expulsión de extranjeros en situación irregular.
La intervención judicial será necesaria cuando la Administración pretenda el ejercicio de
derechos de carácter jurídico privado. Pero también, en estos casos, puede hallarse alguna
excepción, como es la facultad de reintegro posesorio de la Administración para recuperar la
posesión perdida de sus bienes mediante un acto administrativo. Esta facultad, también puede
ejercerse, aunque solo durante el plazo de un año desde la pérdida de la posesión, para
recuperar bienes patrimoniales de titularidad administrativa.

5.8. VÍA DE HECHO.


Se entiende por vía de hecho, las actuaciones materiales de la Administración que lesionan
derechos o intereses legítimos, y que carecen de la necesaria cobertura jurídica que les
proporciona un acto administrativo previo. Los problemas de interpretación surgen cuando la
actuación realizada está amparada en un acto nulo. No cabe hablar entonces de vía de hecho,
salvo que dicho acto carezca de los requisitos que le son propios, de manera que exista tan
solo una apariencia formas de acto.

En estos casos, es posible interponer interdictos ante el Juez civil contra la actuación
administrativa en vía de hecho.

6. LA INVALIDEZ DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS.


6.1. LA INVALIDEZ EN EL DERECHO ADMINISTRATIVO.
La invalidez es la sanción jurídica general que corresponde a los actos contrarios a Derecho. Sin
embargo, en Derecho Administrativo, el significado y los efectos de la invalidez no son los
mismos que en el Derecho privado. Las diferencias son importantes y se fundan en la posición
institucional que la Administración tiene como gestora de los intereses públicos y en las
prerrogativas que la Ley le otorga para el cumplimiento de sus fines.
La primera de estas diferencias consiste en la presunción de validez de los actos
administrativos. Se trata de una presunción iuris tantum, que puede ser destruida mediante el
ejercicio de las acciones, recursos y procedimientos que permiten declarar la invalidez. Pero
mientras no se produce tal declaración de ilegalidad, la presunción se mantiene.
Quiere esto decir que, incluso siendo ilegales, los actos administrativos pueden surtir efectos
propios y tener fuerza de obligar. Como es lógico, cuando el acto se declara inválido deja de
producir efectos. Pero si no se efectúa tal declaración, el acto administrativo seguirá siendo
válido y será ejecutivo.

La segunda diferencia se produce en cuanto a las categorías o grados de invalidez. Estos grados
derivan de la necesidad de conjugar las garantías de la legalidad con las de seguridad jurídica,

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reservando para los supuestos de ilegalidad más graves, la naturaleza insubsanable del vicio y
permitiendo su subsanación. También, en el Derecho administrativo las infracciones jurídicas a
las que la ley otorga mayor gravedad originan la nulidad de pleno derecho, y las demás
infracciones determinan tan sólo su anulabilidad.

De la nulidad de pleno derecho se dice que es imprescriptible y que no puede sanarse ni


convalidarse nunca, a diferencia de la convalidación de los actos anulables, los cuales pueden
quedar subsanados sino se recurren en plazo.

Además, la ley no confiere carácter invalidante del acto a algunas infracciones de forma que
pueden considerarse menores. Hay, pues, en Derecho administrativo una tercera categoría, la
de las irregularidades no invalidantes.

En fin, la necesidad de preservar al máximo la eficacia de los actos administrativos conlleva la


observancia de un principio de conservación de los actos administrativos.

6.2. ACTOS NULOS DE PLENO DERECHO.


Son nulos de pleno derecho los siguientes actos:
Los que lesionan los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional. La nulidad
de pleno derecho deriva en estos casos del valor preferente que tales derechos y libertades
públicas tienen en nuestro ordenamiento constitucional.

-Los dictados por órgano incompetente por razón de la materia o del territorio. Dicha
competencia es ratione materiae, pero no es la competencia jerárquica. Además, debe ser una
competencia clara y evidente. En la mayoría de los supuestos, la competencia corresponde a
una Administración y no a un órgano de la misma Administración a la que pertenece el autor
del anulado. También, se considera vicio de incompetencia la simple carencia de potestad de la
Administración actuante para adoptar un acto.

-Los actos de contenido imposible, es decir, los que son materialmente imposibles de cumplir
por inexistencia de su objeto, contradicción insuperable en sus términos, por oponerse a leyes
físicas inexorables, o por otras causas.

-Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta. Para
que el acto se considere nulo de pleno derecho en estos casos, es preciso que recaiga
sentencia penal firme.
-Los dictados prescindiendo absolutamente del procedimiento legalmente establecido o de las
normas que contienen las reglas esenciales para la formación de voluntad de los órganos
colegiados. El primer supuesto alude no sólo a los casos en que no existe una mínima
apariencia del procedimiento, o que se dictan en ausencia de expediente, sino también a otros
en que concurren infracciones de procedimiento manifiestas y particularmente esenciales y
graves. Por lo que se refiere al segundo supuesto, se trata de las que regulan su composición,
el régimen de convocatorias, orden del día, los derechos de participación de sus miembros, el
quórum de asistencia y las votaciones.

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-Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se adquieren
facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su adquisición. El
concepto de requisitos esenciales debe interpretarse de manera restrictiva y no es equivalente
a cualquier requisito legalmente necesario, conforme a la doctrina del Consejo de Estado y de
los Tribunales.

-Por último, son nulos de pleno derecho aquellos actos que así se determinen por una
disposición de rango legal.

6.3. ACTOS ANULABLES.


Son todos los demás que incurran en alguna infracción del ordenamiento jurídico, incluso la
desviación del poder.
Tales infracciones pueden afectar a los elementos subjetivos del órgano o al objeto y
contenido del acto, ya sea por infracción de preceptos constitucionales, estatutarios, de
normas europeas, etc.

También, puede tratarse de vicios de forma o de procedimiento, pero en este último caso
siempre que el acto carezca de los requisitos formales indispensables para alcanzar su fin o el
defecto de forma dé lugar a la indefensión de los interesados.

Por otro lado, la Ley alude de manera expresa al vicio de desviación de poder. Esta causa de
ilegalidad del acto significa el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los
previstos por las normas jurídicas que las confieren, ya se trate de fines particulares o incluso si
puede aducirse alguna finalidad de interés público distinta. Nuestra jurisprudencia
contencioso-administrativa exige a quien alega desviación de poderes una prueba cumplida de
su concurrencia, que muchas veces resulta prácticamente imposible.

6.4. IRREGULARIDADES NO INVALIDANTES.


Tienen este carácter todos aquellos defectos de forma que no impidan al acto alcanzar su fin y
no producen indefensión. Esta regla se basa en un principio de economía procedimental, pues
carece de sentido declarar anulables por defectos de mera forma actos que, subsanado el
defecto, volverían a dictarse con el mismo contenido.

La norma contrasta con los efectos de caducidad de los procedimientos y trámites que la Ley
atribuye al transcurso de los plazos de las actuaciones a realizar por los interesados. En la
práctica favorece la dilación de la tramitación de muchos procedimientos que pueden producir
efectos favorables a los interesados.

6.5. TRANSMISIBILIDAD, CONVERSIÓN, CONSERVACIÓN Y CONVALIDACIÓN

El principio de conservación de los actos administrativos pretende asegurar que acto cumpla
su función en la medida de lo posible. Tiene múltiples manifestaciones en el ordenamiento

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jurídico. Algunas permiten mitigar los efectos de nulidad y anulabilidad de los actos o
determinan su alcance y sus límites, y a ella se refiere la LRJPAC en los artículos 64 a 67.

En el primero de ellos, la Ley alude a la transmisibilidad. Según el artículo 64.1, la nulidad o


anulabilidad de un acto no implicará la de los sucesivos en el procedimiento que sean
independientes del primero. Según el artículo 64.2, la nulidad o anulabilidad parcial de un acto
no implicará la de las partes del mismo que sean independientes de aquella, salvo que la parte
viciada sea de tal importancia que sin ella el acto no hubiera sido dictado.

En coherencia con lo anterior, el artículo 66 obliga al órgano que anule las actuaciones, ya sea
mediante un procedimiento de revisión de oficio o al resolver un recurso, a disponer la
conservación de los actos y trámites cuyo contenido se hubiera mantenido igual de no haberse
cometido la infracción.

Más allá de lo que aquellos preceptos disponen, la invalidez de un acto tampoco se trasmite
necesariamente a otros actos administrativos dictados a consecuencia del primero, siempre
que sean independientes del mismo.

Otro supuesto distinto es el que contempla el artículo 65 LRJPAC bajo el nombre de conversión
de actos viciados: “los actos nulos o anulables que contengan los elementos constitutivos de
otro distinto producirán los efectos de éste”.

Por último, es posible la convalidación de los actos anulables por la Administración mediante la
subsanación de los vicios de que adolezcan. El artículo 67.3. permite convalidar el vicio e
incompetencia jerárquica por el órgano competente y superior del que lo dictó. El artículo
67.4, admite la convalidación del acto al que le falta alguna autorización de un órgano superior
o de otra Administración.

Pero la subsanación de los vicios del acto suscita algunos problemas. Si se trata de subsanar
vicios de procedimiento, habrá que adoptar la decisión correspondiente sin necesidad de
anular el acto convalidado y de retrotraer las actuaciones. Pero puede ocurrir que los trámites
no realizados en su momento entrañen la modificación del acto originario. Lo mismo puede
ocurrir si el defecto que se quiere subsanar es de contenido, lo que llevará a su integración
mediante un nuevo acto de convalidación.

Por último, el artículo 67.2 dispone que el acto de convalidación producirá efectos desde su
fecha, aunque puede tener efecto retroactivo desde la fecha del acto convalidado.

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