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XXV Domingo Ordinario Ciclo A. (Is 55,6-9; Sal. 144; Flp 1,20-24.

27; Mt 20,1-16)

Dios en su infinita misericordia no deja de llamarnos a su amor, y aunque nosotros no hemos


respondido en el momento en que nos ha hecho ese llamado, continúa visitándonos en nuestra
“plaza”, en nuestra indigencia hasta que aceptemos ir a su viña a trabajar ya sea a la primera o
última hora con un mismo salario: el amor, la misericordia y la vida eterna.

El profeta Isaías nos exhorta a buscar al Señor ahora que se hace presente que está cercano, que
está rondando nuestras plazas de muerte, de pecado para poder llevarnos a su viña, lo que nos
permitirá que dejemos nuestros malos caminos, y volvernos a Yahvé que es misericordioso y
compasivo. Ya que los pensamientos del hombre se fundan en las categorías humanas, creyendo que
Dios no podrá tener misericordia, que Dios está lejano, o que simplemente no lo necesita pues ya
tiene su trabajo: construir su propia vida. De lo contrario el orgullo del hombre separa de Dios (cf.
Os 5,6), hasta que nos alejamos tanto de Él que ya no le podemos encontrar cuando estamos
necesitados.

La constante presencia de Cristo en medio de nosotros, nos ayuda a poder volver a Dios en el
momento de la caída, como el hijo de la parábola del Padre misericordioso, que en el momento de la
caída ha recordado la vida junto al Padre y el impulsó a regresar a la casa del Padre al menos como
un jornalero.

Es esta confianza en Dios la que san Pablo expone al mostrar que ante la muerte, las dificultades,
la persecución no se podrá abatir a aquel que ha puesto su confianza en Dios, que estar en su viña no
le hará daño y recibirá el salario prometido. Es así que sea el primero o el último en ser llamado
ninguno podemos reclamar a Dios una injusticia al recibir el mismo salario, pues todos hemos
quedado en deuda con Él a causa de nuestros pecados, ante lo cual Jesucristo no sólo ha pagado la
deuda sino que también nos ha dado como Don el Espíritu Santo, para que podamos vivir en la fe
del Hijo de Dios que me amó y se entregó a si mismo por mi (cf. Gal 2,20).

avnqrw,pw| Se usa como equivalente de tini con un sentido indefinido: un padre de familia. El
sentido de tiempo th.n h`me,ran usado en el gr. Muestra que se ajusta con ellos por ese día, de lo
cual podemos ver que Dios se hace presente día a día para ayudarnos pero sobre todo que este día es
cuando se hace presente. El uso de e`tai/re( es un ejemplo de ironía: mi amigo, no se siente dichoso
de estar con el Señor, sino como un jornalero más y no como un hijo de ese padre de familia1.

1
Cf. Hanna, R., e-sword
Os daré lo justo, es lo que les dice el Señor a los operarios, y en justicia merecemos la muerte.
Termina diciendo que los últimos serán los primeros, y los primeros últimos. Los Judíos que debían
ser los primeros en entrar en el Reino de los cielos sienten, ante la magnificencia de Dios, que se
hace una injusticia, porque han estado trabajando desde el amanecer, piensan que «merecen» algo
más pero se olvidan de sus pecados y la misericordia que Dios ha tenido con ellos desde el principio
como lo dice Isaías, en cambio los cristianos que llegan después reciben el mismo salario.

Ante la glorificación próxima de Israel, Isaías anuncia un periodo de gracia y de reconciliación en


el que se ofrece Gracia y Perdón y desaprovechar esta ocasión seria llegar demasiado tarde. Ya está
aquí el Reino de los Cielos y Cristo hoy te lo ofrece, aunque sea tarde, pues llegar demasiado tarde
te dejaría fuera. La conversión es la puerta el camino es la misericordia y la justicia2.

¿Cuál es el trabajo que deben realizar en la viña? La Justicia; También es ocioso no el pecador,
porque éste está muerto, sino el que no trabaja en las obras de Dios. San Pablo dice «en cuanto a los
gentiles no tienen ellos que alabar a Dios más que por su misericordia» Rm 15,9. 3

2
Cf. Biblia comentada profesores de Salamanca, e-sword.
3
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 34. Catena Aurea ES 5001.

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