Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Se me ha preguntado qué significa la gracia en la vida cristiana, así que hoy hablaré
de forma muy directa citando las escrituras, qué significa la gracia de Dios.
La gracia tiene un significado que indica que Jesús murió por nosotros.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los
impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser
que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. » (Romanos
5:1-2, 6-8, énfasis añadido)
¿Qué podemos leer allí? Que la vida cristiana es algo que se nos concede por gracia,
algo que no merecemos, mediante la obra de Jesús. Es una gracia en la cual
estamos firmes, y una gracia que nos impulsa a vivir cada día más como Dios quiere
que vivamos.
Jesús murió por nosotros a pesar de que éramos malos. Lo hizo para
salvarnos de la ira de Dios satisfaciendo su demanda de justicia (eso es
lo que significa propiciación). Merecemos la ira de Dios porque todos
hemos pecado. Dios nunca debe gracia.
Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen
iniquidad. (Salmos 5:5)
Así que Dios Jesús en la cruz como si Él hubiese vivido nuestras vidas, descargando
Su ira sobre Su hijo en la cruz del calvario. Eso es lo que habla Pablo en Romanos
capítulo 3:
¿Por qué Dios hizo eso? La respuesta es otro significado de la gracia de Dios y te
hablaré de él a continuación, pero antes de eso, quiero que notes esto que cite
arriba: “… para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados”.
“Se nos ha dicho que no merecemos el cielo, pero la verdad es que tampoco
merecemos la tierra”
En otras palabras: Se nos ha dicho que no merecemos el cielo, pero la verdad es que
tampoco merecemos la tierra porque hemos sido pecadores. Dios pasó nuestros
pecados por alto, antes de que nosotros colocásemos nuestra fe en Jesús, gracias al
sacrifico de Jesús. Cristo no solo compró nuestra entrada al cielo, sino que también
compró nuestro tiempo aquí en la tierra antes de que fuéramos cristianos y
recibiésemos Su salvación, para que lo conociéramos. Dios fue paciente con
nosotros gracias a Cristo.
«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en
él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros…» (Efesios 1:3-8ª, énfasis
añadido)
Por lo tanto, nadie es cristiano por casualidad o por su propia voluntad, sino por la
voluntad de Dios, “para la alabanza de la gloria de su gracia”. En otras palabras,
para que vivamos de una manera en que alabemos a Dios por lo asombrosa que es
la salvación y vida que nos ha otorgado gratuitamente.
¿Y cómo yo podría decir que la nueva película del Capitán América en verdad es
asombrosa si todavía no he ido al cine a verla? No podemos adorar realmente lo
que no conocemos, y Dios quiere que lo alabemos en Espíritu y en verdad (Juan
4:23). En otras palabras, conociéndolo de verdad.
Así que en resumen, nacimos para conocer a Dios y disfrutarlo, a fin de adorarlo
como consecuencia de eso, como consumación de nuestro gozo en Él, como
evidencia de que Él nos asombra, y todo esto es por gracia porque no merecemos
conocer a Dios.
En otras palabras, Gracia significa que estábamos perdidos pero Dios nos ha
encontrado. Éramos esclavos de nuestra maldad pero Dios nos ha hecho libres.
Estábamos hundidos en pecado, pero Dios mediante su Espíritu Santo nos ha
hecho nacer de nuevo, por Jesús. Nos ha regenerado y renovado para cumplir sus
propósitos en nosotros.
Estábamos muertos, pero Dios nos da vida para mostrar las riquezas de
esa misma gracia, la riqueza de esa nueva vida, de esa verdadera vida,
de Cristo, quien es la vida (Juan 14:6).
Los muertos no pueden darse vida a sí mismos, pero Dios nos ha dado vida. En
Juan capítulo 1 podemos leer:
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (12-13, énfasis añadido)
Somos hechos hijos de Dios porque Él así lo quiso en Su gran misericordia.
Es mi oración que esta verdad crezca en nuestras vidas y nos guíe a experiencias
más profundas de la gracia de Dios, llenando nuestros corazones de gozo.