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XXIV Viernes Ordinario Ciclo A. (1Co 15,12-20; Sal. 117; Lc 8,1-3).

San Pablo en la primera lectura nos muestra la dificultad de los hermanos a comprender la
resurrección de Cristo y les exhorta mostrando que esa resurrección no es un abandono de Cristo a
los demás que sólo ayuda desde el cielo, pero nosotros ¿resucitaremos?, no fue fácil para Pedro,
María Magdalena poder ver el sepulcro vacío, no entra en nuestra cabeza que sea una resurrección
real, dificultad en comprender el paso de nosotros de la muerte a la vida, la comprendieron porque lo
han visto, pero la de cada uno de nosotros resulta difícil entender, a lo cual los atenienses rechazaron
al Pablo al anunciar esta resurrección.

Tenemos miedo a nuestra resurrección a nuestra “transformación” 1 del cuerpo, más que al toque
del Ángel, pues mudar nuestro ser nos aterra. Nos cuesta creer en la resurrección de los muertos,
pues nos resistimos a morir en los actos cotidianos, San Pablo exhorta a los Tesalonicenses a
mantenerse en el Señor pues al “final estaremos con Él” (1Tes 4,17).

La resurrección será como un despertar, la identidad del cristiano no termina con un triunfo en
temporal sino con la resurrección, con nuestra transformación por ello día a día nos vamos
transformando en Aquel que nos ha amado. Quien niega la resurrección niega la redención y sus
pecados no han quedado perdonados. Es en la unión de Cristo con su Iglesia mediante la
resurrección, Cristo Cabeza del cuerpo, donde se contempla la obra de redención para el hombre.

Jesús es acompañado por varias mujeres a las que ha librado de enfermedades y demonios, le
siguen porque han experimentado la transformación en su vida de la cual ahora se sienten unidas a
Aquel que las ha rescatado, librándolas de una totalidad de pecados.

El grupo que sigue a Jesús en un grupo que rompe con todo lo que pudiera esperarse de las
costumbres del pueblo y manifiesta una verdadera eclesiología en la cual conviven en Jesús viudos,
solteros, casados, hombres, mujeres, ricos, pobres, etc., todos ellos entran en el discipulado de Jesús.

Por tanto “el acontecimiento de la resurrección de Jesús, como el de la resurrección final o


escatológica, escapa a la experiencia directa” 2 pero se nos hace presente a través de la revelación de
Jesucristo, de la experiencia real de encuentro y comunicación de los discípulos con el resucitado
por la fe y gracias a la iniciativa de Dios.

1
Homilía Papa Francisco, capilla de la casa de Santa Marta, Vaticano, 19/sep/2014
2
Fabris, R., “Resurrección” en: Rossano, P. – Girlanda, A. - Ravassi, G. (dirs), Nuevo Diccionario de Teología
Bíblica, Madrid 1990, pp. 1658.

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