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El documento resume las principales tendencias teatrales en España desde la década de 1970 hasta la actualidad. Menciona el teatro experimental de los años 70 influenciado por Brecht, Beckett y Artaud, así como los grupos independientes como Els Joglars. A partir de 1975, los nuevos dramaturgos se inclinaron hacia el realismo con comedias sobre temas de actualidad. En los últimos años ha prevalecido el teatro comercial aunque también han surgido nuevas propuestas como las obras de Juan Mayorga que exploran la condición humana a través de un
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10 El teatro desde la década de los setenta a la actualidad. José Luis Alonso de Santos (Resumen)
El documento resume las principales tendencias teatrales en España desde la década de 1970 hasta la actualidad. Menciona el teatro experimental de los años 70 influenciado por Brecht, Beckett y Artaud, así como los grupos independientes como Els Joglars. A partir de 1975, los nuevos dramaturgos se inclinaron hacia el realismo con comedias sobre temas de actualidad. En los últimos años ha prevalecido el teatro comercial aunque también han surgido nuevas propuestas como las obras de Juan Mayorga que exploran la condición humana a través de un
El documento resume las principales tendencias teatrales en España desde la década de 1970 hasta la actualidad. Menciona el teatro experimental de los años 70 influenciado por Brecht, Beckett y Artaud, así como los grupos independientes como Els Joglars. A partir de 1975, los nuevos dramaturgos se inclinaron hacia el realismo con comedias sobre temas de actualidad. En los últimos años ha prevalecido el teatro comercial aunque también han surgido nuevas propuestas como las obras de Juan Mayorga que exploran la condición humana a través de un
1. INTRODUCCIÓN A partir de la década de los 70 hasta la actualidad conviven diversas tendencias escénicas y distintas generaciones de autores teatrales: realistas de la primera y segunda generación (Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre…; Las arrecogías del Beaterio de Santa María Egipcíaca (1977), de Martín Recuerda, fue un éxito del momento.); vanguardistas que habían aparecido a finales de los 60 (Fernando Arrabal, Francisco Nieva…; o Grupos independientes como Els Joglars (creado en 1962); dramaturgos dados a conocer en la democracia, como Alonso de Santos, Sanchís Sinisterra…; otros grupos independientes surgidos ya en la democracia, como, por ejemplo, Els Comediants (creado en 1972); y los dramaturgos más jóvenes, como Mayorga o Yolanda Pallín. Lo más significativo de este periodo es la síntesis realizada por algunos autores provenientes del teatro independiente entre el experimentalismo y un realismo más acorde con los gustos del gran público. Su éxito se debe a la conexión de su obra con la realidad española del momento: el mundo cambiante y confuso de la transición política. Con ellos el texto recupera su importancia en el espectáculo teatral. Con la llegada de la democracia y la Constitución de 1978 se recuperan las libertades en España. Desaparece la censura y se recuperan para la escena española autores y propuestas teatrales como, por ejemplo, obras de Valle-Inclán y Lorca, autores como Alberti (El adefesio, 1976, o Noche de guerra en el Museo del Prado, 1978) o Arrabal. Por otra parte, el Estado comienza a preocuparse por impulsar el teatro como bien cultural: por ejemplo, se funda el Centro Dramático Nacional (1978) o la Compañía Nacional de Teatro Clásico (1985). Estos factores abren nuevas perspectivas para el florecimiento del teatro.
2. EL TEATRO EXPERIMENTAL Y EL TEATRO INDEPENDIENTE EN LOS 70
A mediados de los años 60 surgió un teatro menos social y más experimental que se seguirá cultivando en los años 70. Aparecieron nuevos autores que intentaron superar el teatro social mediante fórmulas más vanguardistas y experimentales. Asimilaron corrientes experimentales del teatro extranjero: el “teatro épico” o “dialéctico” de Bertold Brecht (un teatro comprometido de ideología marxista, centrado en la problemática de los trabajadores y los barrios marginales; los actores deben tener conciencia política; la obra debe plantear una propuesta positivista: la concienciación social a través del arte); el teatro del absurdo de Samuel Beckett (que escenifica la falta de una justificación que dé sentido a la vida, la pérdida de identidad del ser humano, la incomunicación…); “el teatro de la crueldad” de Artaud (según el cual, la representación teatral debe ser una ceremonia capaz de producir en el espectador una conmoción purificadora por medio de la violencia y del uso de elementos irracionales); o directores como Grotowski, creador del llamado “teatro pobre” (que considera mucho más importante una estrecha relación entre actor-espectador que la escenografía, el vestuario, el maquillaje o cualquier otro elemento de la puesta en escena). Lo nuevo es el tratamiento dramático: se desecha el enfoque realista para sustituirlo por enfoques simbólicos y alegóricos, pretendiendo que el espectador tome parte activa en la representación, el papel del director se refuerza. El teatro que hacían estos autores era tan crítico o más que el de los realistas, por lo que chocaron también con la censura; es el llamado “teatro subterráneo” (underground). Uno de los autores destacados del teatro experimental de los años 70 es Fernando Arrabal, exiliado por voluntad propia, creo su “teatro pánico”, un teatro crítico, onírico, antirrealista, con elementos surrealistas y absurdos (Pic-nic, El cementerio de automóviles, El cielo y la mierda -1972-). Otro de los autores destacados es Francisco Nieva, con un teatro, en sus propias palabras, de “farsa y calamidad”, un “teatro furioso”. El tema central de su obra es la crítica a la España tradicional, marcada por la excesiva religiosidad y la represión sexual. En sus obras incorpora elementos esperpénticos y surrealistas; en sus puestas en escena cobran mucha importancia lo coreográfico y los elementos no verbales, lo que no impide el empleo de un lenguaje brillante y barroco: La carroza de plomo candente (1971), El buscón (1975), Delirio del amor hostil (1977) o La paz (1977). Otros dramaturgos vanguardistas son: Antonio Gala, con un teatro poético, tradicional, un lenguaje muy cuidado y un cierto tono moralizante o didáctico, Anillos para una dama (1973) (drama histórico que recrea a doña Jimena, que, resignada a ser viuda del Cid, oculta su amor por Álvar Fáñez, persuadida de que la sombra del héroe se interpondría entre ellos); José Ruibal, El hombre y la mosca (1968), El bacalao, La máquina de pedir; José María Bellido, Milagro en Londres (1971); Manuel Martínez Mediero, Las hermanas de Búfalo Bill (1975); Martínez Ballesteros, El país de Jauja. Paralelamente se abrió paso un “teatro primitivista” que buscaba la revelación del mundo subconsciente, como el de Luis Riaza en El palacio de los monos (1977). Por otra parte, en esta década, como alternativa al teatro comercial, continúan con cierto éxito las representaciones de los grupos de “teatro independiente”, algunos creados en los 60 y otros en los 70: “Els Joglars”, “Tábano”, “Els Comediants”, “La Cuadra”, Dagoll-Dagom -compañía creada en 1977-; “La Fura del Baus” -creada en 1979- o “Teatre Lliure”. Suelen hacer un teatro crítico y comprometido con la realidad. Estos grupos buscan nuevas fórmulas que contribuyan a la renovación del teatro y del espectáculo. Recurre a la farsa, a lo grotesco, a deformaciones esperpénticas; dan entrada a lo alucinante, a lo onírico; emplean recursos sonoros, visuales o corporales, inspirándose en la comedia musical, la revista o el circo.
3. TEATRO A PARTIR DE 1975
Tras el experimentalismo, los nuevos autores dramáticos, que se dan a conocer ya en la democracia, se inclinan hacia la comedia realista, bien construida y que desarrolla temas de actualidad: la droga, la delincuencia, los conflictos amorosos contemporáneos, la corrupción política…; casi siempre con un matiz irónico y humorístico. Se abandona, pues, la experimentación y se busca contar historias actuales, bien planeadas, con tensión dramática y con personajes bien diseñados, que resulten reconocibles para el espectador. Tratan de llevar al escenario el mundo en el que se vive en ese momento. Quizá el autor más destacado sea José Luis Alonso de Santos (que será objeto de estudio a continuación, en un apartado independiente). Destacaremos también a José Sanchís Sinisterra; su exitosa ¡Ay, Carmela! (1987) es una pieza tragicómica de homenaje nostálgico a los perdedores de la Guerra Civil (dos artistas de variedades, Carmela y Paulino, se ven obligados a representar una "Velada Artística, Patriótica y Recreativa" para celebrar la victoria del ejército franquista en Belchite. A la representación son obligados a asistir unos prisioneros de las Brigadas Internacionales que van a ser fusilados a la mañana siguiente. Carmela se niega a interpretar un número burlesco hacia la bandera republicana por compasión y solidaridad hacia los prisioneros y es fusilada con ellos. Toda la historia es evocada por Paulino y Carmela, quien lo visita en el mismo teatro después de muerta). También son interesantes las obras teatrales de Fernando Fernán Gómez, como, por ejemplo, Las bicicletas son para el verano (1982). O las de Fermín Cabal, como Tú estás loco, Briones (1978), una farsa tragicómica sobre el funcionario franquista que no encaja en la nueva situación democrática; o Caballito del diablo (1983) que trata el tema de la drogadicción con gran dureza.
4. TEATRO ESPAÑOL A FINALES DEL SIGLO XX Y PRINCIPIOS DEL XXI
El panorama de estos últimos años es variado y cambiante. Predomina el teatro comercial (el género literario teatral siempre se ha visto condicionado por lo económico: autores, empresarios teatrales, actores… buscan el éxito comercial y lo suelen encontrar cuando satisfacen los gustos de un gran público): ya sea el teatro institucional (Centro Dramático Nacional o la Compañía Nacional de Teatro Clásico); ya sea el teatro de humor (cosecha éxitos con fórmulas nuevas como los monólogos, comedias mudas, o teatro de improvisación); o ya sea el teatro musical (género poco habitual hasta hace muy poco en España, pero que, hoy en día, goza de éxito con adaptaciones de obras internacionales como Cabaret, Grease, Los miserables o El Rey León, y obras propias como Hoy no me puedo levantar). Ahora bien, en estos últimos años, también han surgido autores y grupos que realizan nuevas propuestas escénicas. En los 90 se afianzó el drama realista de Paloma Pedrero, la farsa de Ernesto Caballero, la provocación de Angélica Liddell y la dramaturgia reflexiva, comprometida de Juan Mayorga (1965). Quizá sea este el autor más representativo de estos últimos años: su teatro es muy imaginativo, gusta de la palabra culta llena de connotaciones. Colabora con el grupo teatral “Animalario”. Es autor de numerosas obras teatrales: Más ceniza (1992), El traductor de Blumemberg (1993), Cartas de amor a Stalin (1997), Hamelin (2005), El chico de la última fila (2006), La tortuga de Darwin (2008), o El cartógrafo (2009). El gran tema de su obra es la indagación acerca de la condición humana, la moral, la libertad, la violencia, a través de un lenguaje cuidado. La madrileña Paloma Pedrero (1957) desarrolla un teatro breve, que expone con gracia problemas de tipo afectivo, sexual o social. Alcanza gran lirismo en obras como Una estrella (1990), donde trata el desencuentro entre una hija y su difunto padre. El madrileño Ignacio García May (1965) estrenó Alesio, una comedia de tiempos pasados (1987); las obras de este autor recuerdan la mejor tradición castellana de los Siglos de Oro y recrea el teatro dentro del teatro. Los vivos y los muertos (2000), refleja la violencia entre adolescentes. Jordi Galceran, autor de El método Grönholm. Entre las últimas tendencias, están las salas alternativas que cuentan con un aforo inferior a doscientas localidades y que dan voz a nuevos creadores comprometidos con su tiempo. En Madrid: la “Cuarta pared”, la sala “TeatroPradillo”, “Teatro del Arte”, o “La Casa de la portera”. En Barcelona: “Attic 22”, “Porta4”. Otra tendencia que ha aparecido es el microteatro. Se trata de representaciones de corta duración, no superior a 15 minutos; que se realizan en espacios reducidos, para unas 15 personas como máximo. Las primeras sesiones de micro-teatro se representaron en 2009 en Madrid, en lo que había sido un antiguo burdel; allí se representaron en 13 habitaciones, 13 obras, de 13 compañías diferentes; con la prostitución como temática común. Desde entonces, se ha extendido a otras partes de España y a otros países. 5. JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) se trasladó a Madrid en 1959, donde se licenció en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Información. En 1960 comenzó a interesarse por las tablas, recibiendo clases de William Layton (prestigioso director de escena y profesor de teatro). Fue uno de los fundadores del grupo independiente “Tábano”; así como fundó y lideró durante diez años el “Teatro Libre”. Ha sido director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Procede, pues, del teatro independiente: antes de revelarse como autor dramático, había trabajado como actor o director en el Teatro Estudio de Madrid, Tábano, Teatro Experimental Independiente y Teatro Libre de Madrid. Posee, por tanto, una experiencia polifacética en el mundo de la escena, que sabe aprovechar muy bien en sus obras. Es un maestro de la comedia costumbrista, con la que hurga en los problemas sociales más acuciantes (drogadicción, inseguridad ciudadana…). Utiliza con desenvuelta naturalidad el habla popular, desde el registro coloquial al argot juvenil o de la delincuencia. Su propensión a la parodia es un rasgo común en muchas de sus obras. El propio autor dijo: "Existe un teatro con mucha presunción de vanguardia y de gran experimento. Hay otro, el de vodevil, intrascendente. Entre los dos, existe un hueco que se llena con visos de modernidad, vida, diversión y que interesa al público que va". En 1975 estrenó su primera obra, ¡Viva el Duque nuestro dueño!, en la que se observan algunas influencias del esperpento y, muy especialmente, del entremés clásico. Además, continúa la línea costumbrista española, que resulta deudora de los sainetes de principios del XX; que reflejan un Madrid castizo, poblado de personajes perdedores y entrañables que sobreviven como pueden en los peores barrios de Madrid. En las comedias del autor se ofrece la oposición entre los personajes integrados en la sociedad egoísta e hipócrita de los 80 y el de los perdedores, rebeldes que sobreviven en los márgenes de esa sociedad y que buscan la felicidad sin mayores ambiciones. El desenlace es su desilusión frente a la realidad que expresan con un humor dolorido, pero no embargado por el pesimismo. Alonso de Santos concede una especial importancia al humor en la mayoría de sus obras, él mismo ha explicado: "El humor es la diferencia que existe entre nuestros deseos y la realidad. El humor es lo que pone las cosas en su sitio. El humor es una de las pocas cosas con las que el ser humano puede dar respuesta a nuestras limitaciones, que son muchas. El sentido del humor lo que nos hace es recordar que la realidad tiene muchos puntos de vista, relativiza la trascendencia, nos devuelve un poco la humanidad de ser conscientes de nuestra pequeñez. Para mí el sentido del humor es una droga, yo me coloco en la vida con sentido del humor". Obtuvo un gran éxito con su obra La estanquera de Vallecas (1981), sobre un desatinado atraco a un estanco, que por su tono costumbrista, lenguaje coloquial y toques de sátira y humor, ha sido calificada de sainete de nuestro tiempo. También fue muy bien recibida Bajarse al moro (estrenada en 1985; entre las temporadas 85-88, tuvo 621 representaciones y 147.246 espectadores en Madrid), en la que aborda el submundo de la droga, mezclando ingredientes de la comedia tradicional con otros cómicos e incluso grotescos, que junto al lenguaje de argot de los jóvenes protagonistas, le dan un cierto aire innovador a la pieza. Alonso de Santos emplea un muestrario espléndido de vocablos, de modismos coloquiales y de giros del lenguaje marginal de hoy, que hace más próximos y simpáticos a los personajes, permitiendo una identificación emocional con el público; aunque distanciándose de la carga moralizadora y el proceso de idealización de los personajes. El propio autor ha dicho sobre esta obra: "Bajarse al moro trata de las peripecias de amor, comunicación y soledad de un grupo de jóvenes que viven en un piso. Pretenden vivir al margen, pero están en medio de una sociedad que condiciona sus comportamientos. Viven de la venta de productos artesanales, que hacen ellos mismos, y de un mini tráfico de droga blanda (...) A lo largo de la obra van sufriendo un proceso de integración. La vida de los marginales, como todo, se está transformando en nuestra sociedad, y a través de la transformación van surgiendo nuevos valores: se trata de ser útil o inútil, de trabajar o estar en el paro... Todo eso influye en las relaciones personales y crea problemas de amor y soledad". La profesora y crítica Iride Lamartina ha hecho el siguiente comentario de esta obra: "A pesar de un lenguaje atrevido, unos personajes pintorescos y una historia poco ortodoxa, Bajarse al moro se adhiere a una tranquilizadora ideología tradicional de integración. Los espectadores observan brevemente un estilo de vida aberrante cuyas consecuencias potencialmente amenazantes resultan ser inocuas y pasajeras. Al final, el espectador puede dar un suspiro de alivio ya que hay un retorno a la "normalidad" cuando Alberto y Elena se reintegran a la sociedad tradicional, se trasladan a los barrios de la periferia y hacen planes para casarse en el futuro. Es “el mejor de todos los mundos posibles”, donde los condenados cambian de vida, los fugitivos se reúnen con sus padres, la virginidad se respeta según la tradición, las drogas no son adictivas y el comportamiento osado se castiga". Trampa para pájaros (1990) es un drama político en el que se reflexiona sobre el cainismo de las dos Españas. En La sombra del Tenorio (1995) el autor crea un prodigioso juego metateatral en el que resultan involucrados los espectadores. Yonkis y yankees (1996), trata sobre un ex-recluso y ex-toxicómano que, tras salir de la cárcel, retorna a su hogar en barrio marginal, cercano a una base militar estadounidense, donde se verá envuelto en una reyerta entre yonquis de su barrio y militares yanquis. Recientemente, en 2015, ha publicado dos nuevas obras: En el oscuro corazón del bosque, obra para cinco personajes en la que juega un papel fundamental la música de Mozart; y Nuestra cocina, obra de enorme teatralidad y de grandes conflictos entre veintiún personajes que suponen un verdadero compendio de caracterizaciones. Ha escrito más de cincuenta obras dramáticas, estrenadas la mayoría con éxito de crítica y público. Del reconocimiento que le ha brindado la crítica son prueba premios como el “Tirso de Molina” (1984) y el “Nacional de Teatro” (1986). Además, es guionista de series televisivas de éxito, al igual que otros autores teatrales españoles.